jueves, 25 de mayo de 2023

Pareceres (XX)

96.- Sacrificar es según la Academia, en primer lugar: Ofrecer a una divinidad algo o a alguien en su honor, generalmente destruyéndolos o matándolos. Y en segundo lugar: Matar un animal, especialmente para el consumo. En aras del ideal que creemos que debe ser la vida, que es nuestra moderna divinidad, solemos sacrificar -es decir, hacer sagrada, o lo que es lo mismo para el caso, matar- nuestra propia vida cotidiana corriente y moliente. ¿Dispuestos a sacrificarnos por nosotros y por los demás? Resultado: dictaduras, brutalidad, campos de concentración y exterminio, conformismo, violencia, la historia universal en marcha.

97- NO A LA GUERRA. ALTO EL FUEGO. La gente no quiere la guerra. Ni siquiera los traficantes de armas, que sólo codician el dinero. Son las propias armas las que están pidiendo a gritos la guerra, o sea, una intervención humanitaria, en medio de esta tensa espera y silencio ensordecedor.


98.- El grafitero urbano deja su artística firma en la pared porque se considera, suponemos, un artista. Pero ¿qué dicen las pintadas, su obra? ¿Qué significan esos gritos en forma de garabatos? ¿Qué comentan las paredes? Su obra no es más que su firma. ¡El nombre del que lo escribió! Cuando uno se dedica a estampar su nombre propio compulsivamente por todas partes para afirmar así su personalidad, el refrán escolar reza: “el nombre de los burros aparece por todas partes”. ¿Qué dicen los jóvenes? Nada: sólo: aquí estoy yo: esta es mi firma: una celebración egoísta de mi individualidad masificada. Su firma no está ligada a ningún producto comercial: no es una marca de tejanos, por ejemplo: el único producto comercial es ellos mismos: Yo, Sociedad Anónima o, mejor, Sociedad Limitada.

 
99.- Hay quien dice que es preferible animar a un equipo deportivo que a un ejército armado empeñado en vencer o morir matando. Ninguna objeción a algo tan sensato en principio, si no fuera porque ambas cosas son lo mismo. Los gritos de ¡España! ¡España! fomentan el afán competitivo, el fantasma de la identidad nacional, la lucha por la hegemonía, el espíritu de la victoria y la derrota que arma a los ejércitos para defender esa misma patria que se corea en los estadios deportivos. Puede que sea más civilizado celebrarlo en un campo de juego que en uno de batalla, sólo que así como el estadio es visto como un campo de batalla donde luchan disputándose la Copa de la Victoria, las selecciones nacionales de España y Marruecos, pongamos por caso, no podemos evitar que el frente de combate donde pugnan, por ejemplo, israelíes y palestinos, pueda ser visto con la misma ligereza que un campo más de balompié.

100.-  Nueva refutación del movimiento procedente de la antigua India milenaria, que viene a sumarse a la clásica griega de: El móvil no se mueve ni en el lugar en el que está ni en el que no está. Glosa de Nagarjuna: “El móvil que se ha movido ya no se mueve, y el móvil que va a moverse no se mueve tampoco todavía. ¿Dónde pues el movimiento del móvil que ya no se mueve o que todavía no se ha movido?”

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