jueves, 9 de marzo de 2023

Pareceres (XVI)

76- ¿Por qué la taza –dijo Diógenes al ir a beber agua a la fuente-, cuando tenemos una mano con que beber? Y bebió, después de arrojar la taza, el agua fresca de la fuente en el cuenco de la palma de su mano, que le supo a gloria bendita, a lo que sabe el agua precisamente porque no sabe a nada. ¿Por qué la mano –decimos nosotros al ir a beber agua a la fuente-, donde hay boca con que beber? Y metemos la cabeza en la fuente. Y bebemos la fuente, igual que Narciso que se ahogó en ella víctima de su propia sed. Y decimos entonces: ¿Por qué la sed?
 
Diógenes tira su cuenco, François-Xavier Fabre (1766-1837)
 
 77.- Después de haberse enseñoreado Alejandro de este mundo, suspiraba por los imaginarios que le oyó quimerear a un filósofo, su maestro Aristóteles, no por nada, no porque fuera Alejandro o porque fuera especialmente necio,  sino porque el que la sigue la consigue, como dice el refrán, y él había conseguido realizar su sueño. Pero,  recién cobrada la presa,  descubre Alejandro y nos damos cuenta nosotros como él y como Apolo de que ya no era la Dafne que perseguíamos y que nos había enamorado, por lo que nos invade una gran congoja. Lo peor de los sueños es que se realizan. ¡Oh maldita hacienda, si no la tienes, la deseas porque te falta; si la tienes te da preocupaciones y cuidados, y la aborreces porque te sobra! Alejandro debió de decirse a sí mismo algo como lo que dijo Gracián, que parafraseamos aquí: Al que deseé distante ya lo tengo cercano, y ahora que lo tengo al alcance de la mano, ya lo deseo distante. 
Apolo realiza su sueño: alcanza a Dafne.
 
78.- “La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon,  el anarquista, de una vez por todas. La propiedad privada es una abstracción, y como tal una mentira que necesita imperiosamente para sostenerse y hacerse valer la legislación y la fuerza represiva, que son las armas que le brinda el Estado, garante de la desigualdad social que a mí me concede algo a costar de privar a los demás de su disfrute: de ahí el nombre de propiedad privada.  
 
Pierre-Joseph Proudhon, según Gustave Courbet (1865)
 
 79.- Tan importante como el despliegue de tropas es el despliegue mediático. Casi un centenar de profesionales -redactores, técnicos, cámaras y reporteros gráficos- enviaron un día las cadenas de televisión y radio carpetovetónicas a las principales zonas del “conflicto”, para “cubrir” periodísticamente hablando la II Guerra Televisiva del Golfo Pérsico, la Operación Tormenta del Desierto. Se sabía día y hora del comienzo antes de que comenzara. Se sabía, con todo detalle, cómo se desarrollaría. Conocíamos, de antemano, el ganador. Las víctimas sólo serían efectos colaterales. ¡Maldita película de hazañas bélicas que vemos en la pequeña pantalla no sin numerosísimas interrupciones para los espacios publicitarios de los que patrocinan su emisión! 
 
 
80.- (Fragmento de una carta a un amigo de la infancia) ¿Será que nos estamos, amigo mío, haciendo viejos? ¿Será que nos estamos volviendo niños? ¿No es verdad que niños y viejos son más libres que los adultos porque todavía no tienen ataduras ni memoria en el caso de los primeros, o porque han dejado de tenerlas, en el caso de los segundos, alcanzando el júbilo y la jubilación, es decir el regocijo de verse liberados de la  servidumbre de los trabajos de la existencia, hasta olvidarse de todo y de todos, incluso de sí mismos?
 

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