Yo no me hago ningún chequeo, no vaya a ser que me encuentren algo que no tenía porque no era consciente de ello y que, a raíz del reconocimiento hipocrático y los análisis pertinentes, empiece, conjurado, a manifestárseme.
No es broma, eso y no otra cosa es lo que le pasó a un compañero mío de trabajo y amigo: fue a hacerse unos análisis dentro del programa de previsión de riesgos laborales o algo así, que yo no quise hacerme -eran voluntarios-, y el médico le descubrió una contractura en la espalda.
Mi amigo no daba crédito a lo que aseguraba el galeno: entre la vértebra no sé cuantos y la siguiente. A él nunca en su vida le había dolido la espalda ni había sentido ninguna molestia en ese preciso punto de su anatomía. Cuando llegó a casa -y no es broma-, comenzó a dolerle intensamente por primera vez en su vida una contractura en la espalda, justamente allí entre una y otra vértebra, donde le había estado hurgando el médico.
Nos meten el miedo en el cuerpo y en los tuétanos del alma. Nos amenazan con el caos. Me dicen a mí, por ejemplo, lo que me pasaría a mi edad si no me cuidara, si yo dejara de cuidarme, si me descuidara, si no tomara las medidas profilácticas que Esculapio, que es el dios médico, manda, haciéndome análisis periódicos y chequeos...
De esta forma están metiendo el caos en mi vida cotidiana, amenazándome con otro caos, con un caos mucho mayor y futurible. Si no te cuidas, el caos. Pero no hay más caos que el hecho de cuidarte por el miedo que te meten. O dicho de otra manera: te meten miedo con la enfermedad futura, y de ese modo es el miedo la enfermedad que te meten, haciendo que te consideres un enfermo en potencia o asintomático, y te pongas, por lo tanto, en manos de los médicos.
La medicina curativa, la medicina de
verdad, está despareciendo en favor de la medicina preventiva o
profiláctica, ese monstruo hermano de la guerra preventiva, que, en
nombre de nuestra salud futura, arruina nuestro bienestar actual con
chequeos, preocupaciones y análisis interminables.
No suelo ir al médico no vaya a ser
que me diagnostique algún mal que no tengo, como dicen los viejos de
mi pueblo. Sólo voy cuando tengo alguna dolencia.
Sin embargo, mi médico de cabecera me
dijo en una ocasión, hablando ya de todo un poco, la última vez que fui:
“Estás en la mitad de la vida, en el medio del camino, como dijo
el Dante, en una edad muy hermosa: tienes tantos años por delante
como por detrás... Hay que empezar a cuidarse para tener calidad de
vida en lo que nos queda.”
Yo le escucho como el que oye llover.
Si hasta ahora no he necesitado cuidarme porque ya cuidaba de mí mi
Ángel de la Guarda, bendito sea, ¿por qué voy a necesitar cuidarme
y chequearme a partir de ahora?
«la medicina preventiva o profiláctica, ese monstruo hermano de la guerra preventiva», criado por los despiadados, terroristas y agresivos padres de "las partes interesadas", que bajo la bandera del futuro invaden territorios, cuerpos y almas, pues todo su poder lo fían a la privación de vida con la que pueden mantener sus dominios y enriquecer sus ganancias. Ya es tal su delirio que quieren reducir el mundo con sus pobladores a una simple granja informatizada, con la implementación de la covid como prototipo experimental en el que la competencia es ocasión y reinicio del matrimonio de conveniencia, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, ya se sabe que toda re-evolución exige sacrificios y la investidura sanitaria es la nueva teología en la que confluyen y con la que animan el sínodo las «partes interesadas». Lo novedoso en esta guerra es la ausencia o debilidad de credos teológicos que se opongan a esta religiosa configuración, lo cual puede restarle en alguna medida fuerza, al menos dialéctica.
ResponderEliminarGracias por el comentario que sirve de reflexión.
Eliminar