jueves, 28 de marzo de 2024
Culto al cuerpo (body building)
martes, 22 de agosto de 2023
Cultura vs. natura
El nuevo trending topic o tema de conversación superficial de moda es “¿Qué serie estás viendo tú?” “Y tú ¿por qué temporada vas ya?” La epidemia televisiva del siglo XXI ya tiene nombre en la lengua del Imperio: binge watching o, con alusión clásica a la larga carrera de Filípides de Maratón a Atenas para gritar el νενικήκαμεν o “hemos ganado”, marathon watching: atracón o atiborramiento maratoniano de varios capítulos de la misma serie de televisión de forma continua en formato digital, particularmente grave, pero no sólo, entre los mileniales que consumen hasta cinco horas seguidas al día de su tiempo en estos bodrios culturales estupefacientes gracias al fenómeno del streaming o retransmisión de un flujo de corriente continua que fluye sin interrupción difundiendo contenidos audiovisuales para la diversión del aburrimiento.
*Al dios Mitra se le aplicó el epíteto de tauróctono -matador de toros-, a imagen y semejanza de sauróctono -matador de lagartos-, epíteto aplicado a Apolo. La tauroctonía sería el nombre de ese rito, que acabó confundiéndose con el taurobolio y denominándose así, aunque el taurobolio era propiamente la caza del toro para el sacrificio ritual.
¡Qué razón tenía aquel personaje nacionalsocialista que dijo: “Cuando oigo “cultura”… le quito el seguro a mi Browning”! Unos dicen que lo patentó Göring, otros que Goebbels. Es dudosa la atribución a ambos. Sin embargo, la ocurrencia aparece en el drama teatral nazi 'Schlageter' de Hanns Johst: 'Wenn ich Kultur höre... entsichere ich meinen Browning'. Parafraseándolo: Cada vez que oigo la palabra cultura a alguien, desenfundo el revólver, le quito el seguro, aprieto el gatillo y: ¡pum! Lo malo, como decía el llorado Umberto Eco, es que los que sacan la pistola ignoran habitualmente el origen docto de la cita, porque no suelen leer, porque ya no lee ni Dios.
jueves, 20 de julio de 2023
Riestra de breve mensajería
El contrato laboral fijo-discontinuo encubre un concepto contradictorio que sirve tanto para el trabajador como para el parado temporales y oculta el desempleo.
Han cargado intencionadamente el término 'progresista' de valor positivo, como si todo lo que progresa fuese bueno o como si fuese bueno que todo progresara.
La candidata de Caminando Juntos inicia la campaña electoral en un burdel granadino, lugar habitual para políticos, fomentando el empoderamiento de las putas.
Hay gente tan influenciable que se pone a sudar la gota gorda con solo oír la mención de la ola de calor infernal que nos achicharra, como pasaba con el virus.
Dada la emergencia climática, la situación está fuera de control. Hoy más calor que ayer y menos que mañana. Si quieres salvar el pellejo, quédate en tu casa.
Para mantener su hegemonía mundial, el tío Sam utiliza un instrumento que tiene un alcance global: crea crisis económicas, sanitarias, militares, ambientales...
Inventarán más crisis como la del 11S contra el Medio Oriente y el terrorismo, la financiera de 2008, la sanitaria de 2019 y ahora la guerra contra Rusia.
El Amo de las Barras y Estrellas, una vez declarada la emergencia de las crisis, se presenta como el único actor capaz de salvarnos ofreciéndonos su solución.
Lo más sospechoso de las soluciones, escribió Ferlosio, es que se las encuentra siempre que se quiere, a veces, digo yo, antes que se planteen los problemas.
La crisis ambiental del calentamiento global del planeta producida por el cambio climático se encuentra actualmente en la agenda de cualquier país occidental.
Dos fantasmas recorren el viejo continente: el fascismo y el comunismo; mientras los europeos luchan inútilmente contra uno y otro, triunfa allí el capitalismo.
USA nos usa a los europeos de la Unión en general y a los españoles en particular para luchar con la ayuda a Ucrania en su particular guerra santa contra Rusia.
Sin sacar una crisis de la manga por arte de magia o fabricarla adrede no puede declararse una emergencia, y sin emergencia no puede imponerse ninguna solución.
Funcionó con la pandemia, está funcionando con la guerra de Rusia y funcionará con el cambio climático creado para la transición energética mediante propaganda.
Teóricos de la conspiración son los que organizan y llevan a cabo -o implementan, como les gusta decir- conspiraciones, no aquellos que tratan de alertarnos.
Los turistas se autorretratan sonriendo ante el Coliseo, el Cañón del Colorado, las pirámides de Egipto... para documentar que están allí con prueba fehaciente.
Pocos quieren la libertad, escribió Salustio, la mayoría sólo quiere jefes justos (humanitarios, diríamos, que hagan humana y humanicen la inhumana esclavitud).
Algunos tienen la piel que recubre su cuerpo tatuada como los frescos que decoran el techo de la capilla sixtina, son pinturas andantes con tintes coloridos.
lunes, 8 de mayo de 2023
Lecciones de economía: 10. -El dinero es crédito y el crédito pura deuda.
El tinglado del sistema político y económico, que sólo sobrevive precisamente fomentando un consumo irracional y desmesurado, se ha denominado tradicionalmente "sociedad de consumo”, como se decía antes, pero según Rafael Sánchez Ferlosio en su libro "Non olet" (editorial Destino, Barcelona 2003) debería llamarse más bien "sociedad de producción", porque su principal objetivo es precisamente la producción de consumidores a cargo de la poderosísima industria publicitaria, hasta el punto de que las empresas se gastan más en publicidad que en producir el objeto de consumo.
A imagen y semejanza del término "ludopatía", híbrido grecolatino de “ludus” (juego en latín) y “patheia” (enfermedad en griego), crea él "emopatía”, para calificar la patología de comprar ("emo" en latín es comprar) compulsivamente, la adicción al consumo sin ton ni son. (Otros prefieren llamarla con el helenismo "oniomanía", de "onios" mercancía y "manía" locura, según el modelo de toxicomanía).
miércoles, 23 de febrero de 2022
Oh Canadá
lunes, 31 de enero de 2022
El caso de Szilveszter Csollany
El periódico británico The independent, fundado en 1986 y de ideología liberal y de centro izquierda, según lo cataloga la inevitable güiquipedia, publicó la siguiente noticia el 25 de enero del presente año: Medallista de oro olímpico antivacunas Szilveszter Csollany muere de covid a sus 51 años.
Al parecer el gimnasta húngaro Szilveszter Csollany enfermó en diciembre, fue hospitalizado, lo entubaron y falleció el 24 de enero.
Lo curioso de esta noticia es que, más allá del titular, en el tercer párrafo se dice que el seis veces medallista, a pesar de haber manifestado opiniones contrarias a la vacunación en sus redes sociales, había sido vacunado para poder continuar trabajando como entrenador de gimnasia en Austria.
Esta, pues, es una muestra más de periodismo terrorista, de cómo se tergiversa una noticia. De la lectura del titular se desprendía que si Szilveszter Csollany, al que se calificaba de anti-vax antivacunas, había muerto de Covid, era porque, siendo consecuente con su postura, no se habría vacunado, habría contraído la enfermedad y no la habría superado.
¿Cómo es posible que un deportista olímpico de 51 años muriera de Covid, pese a estar vacunado? Como eso hay que explicarlo, se dice que “contrajo el virus poco después de recibir su vacuna y, por lo tanto, no había desarrollado suficientes niveles de anticuerpos” , lo que no está respaldado por ninguna opinión científica ni fuente médica.
Lo peor de esta noticia no es el titular deliberadamente engañoso ni la falta deontológica de ética periodística, sino algo más profundo: parece que el gimnasta húngaro a pesar de estar vacunado merecía morir, porque había albergado y expresado sus dudas y porque se había sometido a la inoculación sin fe en ella, obligado por las circunstancias, como si hubiera caído sobre él una maldición divina.
Esto me recuerda al aviso aquel del agua supuestamente milagrosa del santuario de Lourdes que decía que la virtud del líquido elemento no residía en el agua misma, sino en la fe del que la bebía.
Uno puede estar vacunado, pero como ha expresado dudas anteriormente sobre la seguridad y efectividad de los sueros que ha recibido, el mantra cacareado hasta la sociedad en todos los platós televisivos, no le harán ningún efecto, no le inmunizarán. Es más, como castigo divino, le inocularán el virus mortal. Las creencias -la fe en definitiva- es más importante que lo que haya hecho o dejado uno de hacer. De todo ello se deduce que estar vacunado pero no creer en la vacuna es tan malo como haber rechazado físicamente la vacuna, o incluso peor.
El pobre Szilveszter Csollany recibió el suero y murió de todos modos, quizá porque su fe no era lo suficientemente fuerte, porque en su fuero interno seguía siendo un 'antivaxxer', porque no se te juzga por lo que has hecho o dejado de hacer, sino por lo que has dicho, por las dudas que has sembrado en el fervor científico y religioso de la gente.
El caso del gimnasta húngaro me recuerda al lobo del bellísimo cuento de R. Sánchez Ferlosio titulado "El reincidente", incluido en su libro El Geco, Cuentos y fragmentos (2004). Cuando el lobo siente cercana su hora, y se acerca a las puertas del Cielo es rechazado porque ha sido un asesino que ha matado muchos corderos para comer. Deja de matar, y vuelve a intentarlo por segunda vez. Esta vez es rechazado por ladrón que ha robado mendrugos de pan para alimentarse. Cuando vuelve a intentarlo por tercera vez, el querubín de guardia vuelve a rechazarlo espetándole: "Bien lo sabías o lo adivinabas la primera vez; mejor lo supiste y hasta corroboraste la segunda; ¡y a despecho de todo te has empeñado en volver una tercera! ¡Sea, pues! ¡Tú lo has querido! Ahora te irás como las otras veces, pero esta vez no volverás jamás. Ya no es por asesino. Tampoco es por ladrón. Ahora es por lobo".
Da igual que el gimnasta estuviera vacunado, que lo estaba, o no lo estuviera, era un antivacunas, había sido visto varias veces sin la mascarilla reglamentaria, compartía imágenes y contenido en sus redes sociales donde propagaba diferentes
teorías conspirativas sobre la inoculación. No podía, por lo tanto, seguir llamando a las puertas del Cielo, reservado solo a los justos y obedientes. Merecía la peor y más horrible de las muertes.
lunes, 25 de enero de 2021
La fe y las dudas ó Dios y los diablos.
Recordemos lo que cuenta Luciano de Samósata que le decía uno de sus personajes, Licino, a Hermótimo, su interlocutor y amigo, en el diálogo homónimo: "Sé sensato y acuérdate de dudar." Le decía que no era una opinión personal suya, algo de su cosecha propia, sino una sentencia de algún sabio, que aconsejaba no dar crédito así como así a las cosas, sino ponerlas todas en tela de juicio, dudar de ellas, no creer en lo que está mandado. Y está claro, volviendo al titular de periódico citado, que las dudas, unas simples dudas sobre algo tan abstracto, evanescente y difuso pero real como "el crecimiento global", unas dudas que albergamos todos en nuestro fuero interno, pueden hundir los mercados internacionales.
Traigamos en auxilio de los antiguos a nuestro poeta don Antonio Machado, que en su Juan de Mairena razona así la importancia del escepticismo: "Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De esta manera premia Dios al escéptico y confunde al creyente".
*Escepticismo: Para el divino Sexto Empírico los sistemas filosóficos son tres: los dogmáticos, que son aquellos que creen haber descubierto la verdad y que se creen poseedores de ella, los académicos, que son aquellos que creen que no puede ser aprehendida, y los escépticos -del griego sképthomai "investigar, mirar con detenimiento, preguntar qué es algo" y, por lo tanto, "no dar nada por establecido ni sentado"- que son los que a falta de fe en uno u otro sentido, dudan, siguen investigando y albergando numerosas dudas, como esas que han hicieron que, aunque sólo fuera por un día, se hundieran los mercados internacionales.
El escéptico es el que no cree, porque los que creen, los creyentes, ya no necesitan investigar nada, ni preguntarse por las cosas, ni mirarlas con detenimiento: se creen en posesión ortodoxa de la verdad.
martes, 14 de enero de 2020
A vueltas con las armas
No somos, pues, los hombres los que hacemos un uso bueno o malo de las armas; el único uso bueno que cabe hacer de ellas es no usarlas; son las armas las que nos usan a nosotros, y ya se sabe para qué sirven, para nada bueno. Una pistola lleva escrito en sí misma el fin para el que ha sido fabricada. El gatillo llama al dedo urgentemente para que lo apriete.
Las armas no sólo las carga el diablo, como dice el refrán, sino que además el diablo las fabrica, trafica con ellas y justifica su empleo. Hay algo de perversamente diabólico, además, en la lógica del mercado de este sistema capitalista que padecemos que prohíbe las drogas duras porque matan -olvidando que también sirven para otras cosas- y no prohíbe las armas, que sólo sirven para cometer un crimen