Mostrando entradas con la etiqueta himno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta himno. Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de febrero de 2022

Oh Canadá

    A comienzos del año 2020, Canadá modificó dos palabras de la letra de su himno nacional para hacerlo más políticamente correcto y más inclusivo sexualmente hablando, es decir, para no discriminar a las mujeres, benditas ellas que, como veremos, estaban excluidas del amor patriótico. 
 
    El himno nacional O Canada, oficial desde 1980, cuando sustituyó a God Save the Queen, contenía el siguiente pentámetro yámbico en la lengua del Imperio: “True patriot love in all thy sons command”, que tiene un valor yusivo dirigido a la patria canadiense y puede traducirse, como Infunde un verdadero amor patriótico en todos tus hijos (varones)
 
    La nueva versión, políticamente correcta, será: “True patriot love in all of us command”: Infunde un verdadero amor patriótico en todos nosotros (y todas nosotras). Se ha eliminado el posesivo arcaico “thy” y el término “sons”, opuesto en inglés a “daughters”. 
 
     El promotor del cambio razonaba su propuesta argumentando que el himno nacional no debería ignorar a las mujeres, quienes representaban un 52% de la población canadiense. El primer ministro de dicho país, el señor Justin Trudeau, y la célebre escritora Margaret Atwood celebraron dicho cambio políticamente correcto que equipara a las mujeres a los hombres y acaba con la discriminación sexual que las excluía del espíritu patriótico. 
 
    La letra de Oh Canadá fue escrita en 1908 por el juez y poeta Robert Stanley Weir. En realidad, su versión original no contaba con la frase “True patriot love in all thy sons command”, pero Weir la agregó al final de la Primera Guerra Mundial como homenaje a los soldados muertos en combate. 
 
Ocultan nombre y número de placa en el uniforme para evitar su identificación
 
     Lo que ha hecho Canadá eliminando el lenguaje sexista de su himno nacional no consigue engañarnos, porque todos los himnos, como acertó a decir Rafael Sánchez Ferlosio son declaraciones de guerra: “La verdad de la patria la cantan los himnos: todos son canciones de guerra”. 
 
    Hasta ahora las hijas de Canadá estaban excluidas de la infusión del amor patriótico, bienaventuradas ellas, como digo, que, a lo sumo, se limitaban, algunas como madres, a parir hijos varones a los que la madre patria infundiera el amor patriótico para luchar y morir por ella. Ahora también las mujeres pueden morir (y matar) por la patria. A partir de 1989 las féminas pudieron incorporarse a las CAF o Canadian Armed Forces, es decir, las Fuerzas Armadas Canadienses, exceptuando el servicio submarino, que se abrió también para ellas en 2001.  
    
La policía desaloja uno de los vehículos que se oponen al Régimen en Ottawa.

    Todos los himnos, sean o no sean sexistas, son deleznables. Igual que todas las patrias. Canadá, que ha reprimido brutalmente las protestas contra el Régimen sanitario imperante, no es ninguna excepción, pese a su maquillaje democrático, progresista y políticamente correcto. El primer ministro canadiense, el señor Trudeau, no ha tenido empacho en hacer uso de la Ley de Emergencias que le otorga poderes extraordinarios para sofocar violentamente la protesta ciudadana comenzada por los camioneros contra el Régimen que él preside, desalojando a los camiones que protestaban contra los confinamientos, cuarentenas y el pasaporte 'sanitario' que obliga a la vacunación contra el virus coronado, paralizando el tráfico de Ottawa. La policía detuvo el fin de semana pasado a dos centenares de manifestantes, una minoría de canadienses, según el señor Trudeau, "alimentada por grupos de extrema derecha" -también ha dicho que esos camioneros son racistas y misóginos, lo que esgrime para justificar la violenta represión.
 
 
    Sea como sea, el Estado, en este caso el canadiense, por muy liberal que se pretenda, ha mostrado una vez más su verdadera cara dura, violenta y autoritaria. Las imágenes de la contundente represión han dado la vuelta al mundo y no engañan a nadie. Hemos visto incluso a la legendaria policía montada a caballo de Canadá  en traje de faena patrullando por las nevadas calles de Ottawa, atibrorrada sin duda de ardor patriótico, atropellando y pisoteando a la ciudadanía "por el bien común de todos".

domingo, 21 de noviembre de 2021

¡Que viva la Concha!

    Recibo con fecha 12 de noviembre una carta del Presidente de la Junta Vecinal* del pueblo de La Concha, en el término municipal de Villaescusa (Cantabria) donde vivo, informando de que la población, que “carecía de símbolos propios” al igual que las restantes localidades del municipio, ha adoptado oficialmente un escudo heráldico y una bandera, después de un proceso que se inició el 2 de septiembre de 2019 para la adopción de una simbología que nos individualice, por lo que estamos de enhorabuena, porque ¿cómo habíamos podido vivir hasta ahora sin símbolos que nos representen, que nos identifiquen, que recojan nuestras señas identitarias e historia conectándonos con nuestro pasado y a la vez con nuestro futuro y destino, que mantengan la ilusión del fetiche de que somos un pueblo unido con una singularidad propia, como si no tuviéramos bastante con la identidad mundial, la europea, la nacional y la autonómica que llevamos a cuestas y necesitásemos ahora de golpe y sopetón una identidad municipal y, más aún, una identidad juntavecinal? 

     *Según la inevitable Güiquipedia, que cito cuando la consulto: Junta vecinal es el nombre que legalmente reciben en la comunidad autónoma de Cantabria las entidades de ámbito territorial inferiores al municipio.
 
     Según dicha carta, la adopción de símbolos propios “es una iniciativa de relevancia”, con la que nos situamos en cabeza, maldita la falta que nos hacía ser los primeros en eso, ya que “en la comunidad autónoma de Cantabria de las más de 500 Juntas Vecinales y Concejos Abiertos que existen solo 4 disponen de ellos” (se entiende de Símbolos Propios). 
 
    Parece que no hay asunto más importante que este de tener un escudo heráldico y una bandera, a falta como estamos también de un himno, no se le olvide al Presidente de la Junta Vecinal, un himno que podría resonar en ciertas solemnidades cuando se reúnan el Presidente y los cuatro vocales en la sala de juntas del local vecinal, donde ya luce el escudo, y oírse también en la bolera del pueblo, donde ya ondea la bandera, en las ocasiones señaladas al efecto. 
 
    La citada carta se acompaña de dos trípticos con ilustraciones y fotografías a todo color, sufragados con fondos públicos. En el primero de ellos se da cuenta de los citados Símbolos Propios que hemos adoptado, y que son un escudo con una Corona Real, una concha o venera -qué original- y una representación del Puente de Solía, siendo sus colores rojo, blanco y azul los de nuestra gloriosa bandera. 
 
 
      El segundo tríptico, del que se han editado 10.000 ejemplares, estuvo al parecer en FITUR,  la Feria Internacional del Turismo, "una de las ferias de turismo más importantes del mundo", con la que se pretendía, supongo, atraer a los turistas peregrinos a conocer este lugar "encantado por la magia de sus paisajes naturales, por los duendes de sus caminos, rutas y sendas, por la fantasía y hospitalidad de sus personas y personajes que aquí habitan, por su historia y el patrimonio que nos han legado." 
 
  
    Habida cuenta de que, como decíamos arriba, sólo nos falta el himno para completar la tríada simbólica de nuestra esencia, sugiero para la letra, a la que otro tendría que poner la adecuada música de marcha guerrera y triunfal, las siguientes rimas en versos reizianos, cuyo esquema es  - + - - + (-), donde el signo "+" quiere decir sílaba rítmicamente marcada (las segundas y las quintas de cada hexasílabo o pentasílabo agudo), y el signo"-" sílaba no marcada: ¡Que viva La Concha / que alzó el pabellón, / bandera que ondea, / pendón tricolor, / La Concha que luce / escudo y blasón / con una corona / real! ¡Qué ilusión!  / ¡Que el himno resuene / que nunca se oyó, / la falta que hacían  / platillo y tambor! / ¡Que viva la historia / jamás que pasó! / ¡Que viva el destino / que no se cumplió! / ¡Que viva La Concha / que nunca existió!  / ¡Que viva la madre / que no la parió! / Metida en su valva, / rompió el cascarón. /  ¡Se troncha de risa / La Concha de Dios!