En
un periquete, en menos de lo que dura un suspiro y un fulgurante abrir y
cerrar de ojos, pueden soltarse, sin demasiada palabrería, algunas
cosas todavía.
"Sonría, por favor". La sonrisa forzada, ilustración de Gerhard Haderer.
De R. Sánchez Ferlosio: Las
fechas están agazapadas en el calendario, igual que gatos junto a la
ratonera, para matar los días en el instante mismo de salir.
Nadie
se libra de alguna patología en esta sociedad enferma; el que crea que
está sano y a salvo del estigma es porque aún no tiene la etiqueta del
diagnóstico.
De Tales de Mileto, uno de los siete sabios: οὔ τι τὰ πολλὰ ἔπη φρονίμην ἀπεφήνατο δόξαν: El mucho palabrerío nunca demostró para nada una opinión inteligente.
La pena de muerte, abolida por ley, es reestablecida de hecho cada vez que un agente abate o mata en una intervención policial a un terrorista o delincuente.
Nos
han expropiado el lenguaje oral mediante la imposición no poco
sangrienta y dolorosa de la letra y su escritura, que impide el vuelo de
las palabras.
Noche
del 23 de agosto, Sepúlveda. San Bartolomé libera media hora a sus
diablillos rojos, que, tras endemoniar a la gente, vuelven a su
eclesiástica clausura.
Manda uebos.
Dios aprieta, dicen, pero no ahoga, aunque no deja de apretar. Hoy
manda la maltrecha economía apretarse el cinturón, mañana será la
ecología.
Maestros
y profesores son reos del crimen de Estado de lesa humanidad de privar
de libertad a los niños por su propio y futuro bien so pretexto de
educarlos.
Así
como el epíteto intrínseco de nieve es "blanca" y el de cielo "azul",
el de fe no puede ser otro más que "ciega": fe que enceguece, obceca y
obnubila.
El
dinero es la más nueva epifanía de Dios. Dios es el dinero, un dios
cuya voracidad insaciable exige cada vez más sangre y sacrificios
humanos en sus aras.
Los
economistas son teólogos; las entidades financieras, iglesias; los
bancos, templos; los publicistas, predicadores; los políticos, los sumos
sacerdotes.
El
consumo es el rito religioso de comunión de los fieles, que ya no
comulgan con el pan y el vino, cuerpo y sangre de Cristo, sino con sus
tristes sucedáneos.
El exitoso autor firmó ejemplares de "Gente feliz", su último libro de
autoayuda, tras pronunciar una conferencia en el ateneo y reconocer que
era desdichado.
Los
feligreses no disfrutan de los sustitutos de los bienes, no los gozan,
sino que los poseen, porque su éxtasis radica en la propiedad y no en el
usufructo.
La
publicidad cría adeptos a la nueva fe desde la más temprana infancia y
la escuela, donde se imparten Economía y Matemáticas aplicadas a la vida
cotidiana.
Lo
malo de las decisiones que tomamos es que acaban tomándonos ellas como
rehenes y apoderándose de nosotros, igual que las ideas que “tenemos” y
nos tienen.
Rebelarse
contra la sociedad a favor del individuo o contra el individualismo por
el socialismo, siendo falsas antinomias, es meterse en un callejón sin
salida.
No
vivimos en el presente, sino instalados en el futuro y en un pasado
mentiroso, construido y amueblado con vistas al futuro donde no pasa
nada: lo que pasa.
Por
falta de un clavo se perdió la herradura; por la herradura, el caballo;
por el caballo, el jinete; por el jinete, la batalla; por la batalla,
la guerra.
Busqué
en templos y en libros la verdad, y sólo hallé creencias, dogmas, fe
ciega; preferí el calor de las tabernas lejos de iglesias, sinagogas y
mezquitas.
La
historia humana no tiene ningún sentido ni propósito. Quien ha
intentado otorgarle una finalidad sólo ha conseguido sembrar muerte a su
paso y destrucción.
El
miedo que a veces raya en el pánico que tenemos al otro, al adversario,
hace que acabemos pareciéndonos al otro que solemos tomar como modelo y
que tememos.
No
hay hechos futuros. La expresión "hecho futuro" es una contradicción en
sus términos: si está hecho no puede ser futuro, si es futuro no puede
estar hecho.
La
mayoría de la gente ha sido anestesiada con la vacuna de que hay que
creer en algo a pies juntillas; todo vale con tal de renovar el viejo
fantasma de la fe.
Te
repiten una y otra vez que te cuides: Es por tu bien y por tu salud.
Nos dicen que nos cuidemos para que no nos descuidemos. Ojalá pudiéramos
descuidarnos.
El
domingo ya no es un día sabático para uno de cada cinco trabajadores,
que no disfrutan del descanso dominical como Dios, el inventor de la
semana laboral.
Jehová,
para implantar el calendario de la semana laboral y su eterno retorno,
creó el trampantojo del fin de semana o week-end en la lengua del
Imperio.
La Semana Santa, que culmina el Domingo de Resurrección, consagra en el
calendario la veterotestamentaria y judeocristiana institución de la
semana laboral.
La
buena educación no puede ser buena porque, inculcándonos la producción y
el consumo, nos echa a perder al hacernos consumidores y productores
sin remedio.