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viernes, 2 de julio de 2021

Apuntes del natural

Hagamos visible no lo invisible, sino lo que siendo evidente no ha sido visto todavía. 
 

Un fragmento inédito de Friedrich Nietzsche del período de Así habló Zaratustra sobre la vida fácil que confiere el sentimiento de pertenencia a un rebaño: "Si quieres tener una vida fácil, entonces permanece siempre junto al rebaño. ¡Piérdete en el rebaño! ¡Ama al pastor y honra las fauces de su perro!" (Willst du das Leben leicht haben, so bleibe immer bei der Heerde. Vergiß dich über der Heerde! Liebe den Hirten und ehre das Gebiß seines Hundes!)

 


El emperador Marco Aurelio, que gobernó el Imperio romano en latín, se dice a sí mismo en sus Meditaciones (6. 30) escritas en la lengua griega que tanto amaba: Ὅρα μὴ ἀποκαισαρωθῇς, μὴ βαφῇς· γίνεται γάρ. Así lo traduce Manuel J. Rodríguez Gervás: “Sé vigilante, no te cesarices, no te empapes en púrpura, cosa que ocurre.” Y, por su parte, A. Gómez Robledo: “Mira no vayas a cesarizarte ni a imbuirte de este espíritu, cosa que suele acontecer.” La palabra “cesarizar” es un neologismo inventado por el propio Marco Aurelio, calcada sobre el título de César (Καῖσαρ, Caesar en latín, Kaiser en alemán) y el prefijo ἀπό (apó, que hallamos por ejemplo en apoteosis, término que en el mundo clásico significaba concesión de la dignidad de dioses a los héroes o semidioses), con el sentido de asumir la monarquía, hacerse emperador, convertirse en césar. Después de Gayo Julio César todos los emperadores de la gens Iulia, como se sabe, adoptaron su sobrenombre, nombre propio que pasó a ser nombre común, sinónimo de emperador y título honorífico de todos los césares siguientes. Resulta al fin que nuestro emperador más estoico era también el más cínico en el sentido moderno de la palabra. Lo que se dice a sí mismo el emperador, meditanto consigo mismo, es que tiene que mantenerse atento porque el poder puede nublarle la razón o, en terminología más moderna, corromperlo: No te cesarices, César; Napoleón no te napoleonices; individuo, no te individualices.

 
Cuando la dominación ve que sus bases son cuestionadas y empiezan a tambalearse, el Estado que la sustenta no tiene inconveniente en despojarse de su careta democrática más amable, y mostrar la verdadera cara dura de los cuatro poderes que lo constituyen: -el ejecutivo, que ejecuta, el legislativo, que legitima, el judicial que perjudica y criminaliza, y el cuarto poder, prensa y demás medios de masificación, que contribuyen a sostener la mentira toda de la realidad. En estos casos, las fuerzas de seguridad muestran su verdadera esencia haciendo que prevalezca la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón: el autoritarismo, la coacción, el terror, la impunidad más absoluta y brutal. 
 
 
 Las tentaciones de san Antonio, Robert Auer (1927)
 
Si la exhibición de la desnudez de hombres y mujeres normales y corrientes estaba prohibida por la censura eclesiástica, no era así si quienes exhibían sus vivos cueros eran los dioses paganos de griegos y romanos. De esta excusa se sirvieron pronto los artistas de todos los tiempos para expresar la belleza del cuerpo humano, so pretexto de retratar al Redentor semidesnudo en la cruz, por ejemplo, o el martirio de san Sebastián atravesado por las flechas de sus verdugos, o la tentación de un san Antonio acosado en el desierto por visiones concupiscentes de mujeres desnudas, que, en realidad, eran diablos o espíritus súcubos, o a nuestros primeros padres Adán y Eva en el paraíso, como Dios los trajo al mundo, antes de que se avergonzaran de su desnudez y nos avergonzáramos todos de la nuestra. 
 
Estudiando la lengua de Homero: Igual que el oro viejo, las palabras griegas resplandecen en la noche como las estrellas que están tan lejos y a la vez destellan cerca, como un puñado deslumbrante de monedas, tan entrañablemente nuestras, tan ajenas.
 
 
Hemos sido esclavos, después siervos, ahora somos empleados, públicos o privados, según nos contrate el Estado o el Capital, tanto monta, monta tanto, gracias a las florituras del lenguaje políticamente cortés; empleados, que no sólo quiere decir que tengamos un empleo, lo que no es poco en un país con varios millones de desempleados, sino también que el empleo nos tiene a nosotros, nos usa y abusa de nosotros. Los empleados hacemos hogaño las mismas cosas que hacían antaño los esclavos, pero se nos ha cambiado el nombre, brillante ejercicio retórico éste de dignificación apelativa, menudo eufemismo. 
 
El enemigo número uno es uno mismo porque uno hace siempre, aunque no quiera, lo que está mandado. Uno obra según su propia voluntad, así y sólo así obra según la voluntad de Dios, que eso es lo que quiere. Dios quiere que hagas lo que a ti te dé la gana, porque así y sólo así estás haciendo, sólo lo sabe Él, lo que Dios manda. 
 
Un alquimista tentado por el Lujo, Martin de Vos (1532-1603)
 
El Dinero Fiat se denomina así por la palabra latina que significa “hágase”, como aparece en la Biblia: Et dixit Deus: fiat lux et lux facta est. Y Dios dijo: hágase la luz y la luz se hizo. Sólo que hay que cambiar la luz por el dinero, con lo que corregimos la Vulgata: Et dixit Deus: fiat argentum et argentum factum est. Y Dios dijo: hágase el dinero y el dinero se hizo. Y si ahora cambiamos, siguiendo a Nietzsche, a Dios, que ha muerto, por el Estado, que es su nueva epifanía, corregiríamos de nuevo la Vulgata en el siguiente sentido: Et dixit Status: fiat argentum et argentum factum est. Y dijo el Estado: Hágase el dinero, y el dinero se hizo. El Estado, como moderno alquimista tentado por un desmesurado afán de lucro (luxury, luxuria en latín), creó el dinero, el oro virtual, que no existía,  de la nada.

martes, 25 de mayo de 2021

Apuntes a vuelapluma

De la manipulación del lenguaje en la crisis sanitaria.

Cabe destacar el cambio semántico que se ha operado en los siguientes términos:

CONFINAMIENTO/CUARENTENA: Arresto domiciliario con la consiguiente restricción de libertades formales de reunión, movimiento, asociación y expresión, las únicas libertades, por otra parte, que teníamos.

INMUNIDAD NATURAL: Según la OMS ya no existe. Sólo existe la artificial, fruto de la vacunación.

ENFERMOS ASINTOMÁTICOS: Personas sanas con una salud a prueba de bombas.

EXPERTOS: Cualquier mamarracho que sale por la televisión.

NEGACIONISTAS/TEÓRICOS DE LA CONSPIRACIÓN/CONSPIRANOICOS: Personas que se dan cuenta de la manipulación y denuncian el bulo de la pandemia.

PANDEMIA: Con anterioridad a la declaración de la actual por parte de la OMS se definía como una infección contagiosa, simultánea en diferentes países, que tenía una mortalidad significativa en relación con la proporción de población infectada. En la nueva definición, se eliminó la «mortalidad significativa», y se quedó en propagación mundial de una nueva enfermedad independientemente de su letalidad. Esto permitió que lo que era una epidemia fuera considerado una pandemia y se implementaran los protocolos correspondientes ad hoc, que es a buen seguro lo que se pretendía con el cambio de la definición.

VACUNA: Inoculación en fase experimental de no se sabe muy bien qué.


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Declaración del presidente del Gobierno de las Españas, que espera cargar de razón las palabras a fuerza de repetirlas dos y tres veces: "Quiero ser muy claro: el estado de alarma es el pasado, el estado de alarma es el pasado. Hay que mirar al futuro y el futuro se llama vacunación, vacunación y vacunación". En otro mitin había definido la libertad con la palabra vacunación repetida tres veces, como ha hecho aquí a la hora de definir el futuro. La libertad, en conclusión, es el futuro. Y tanto el futuro como la libertad son iguales a una tercera cosa en al menos tres dosis: la vacuna.

 

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Giorgio Agamben ha dejado dicho que "vivimos en un permanente estado de excepción", o, con otras palabras, que el estado de excepción se ha convertido en la regla. Se prohíbe la carnalidad en favor de la espiritualidad de lo virtual. En nombre de la salud, como de la salvación de nuestra alma de la condenación eterna que se decía en otros tiempos, se nos inculca ahora que no debemos abrazarnos, darnos la mano, besarnos, tocarnos, ni hablarnos siquiera. Sobre todo siempre que se trate de desconocidos, de elementos exteriores a nuestras burbujas familiares, porque debemos desconfiar de lo desconocido. Pretenden, quizá, así que nos acomodemos a lo malo conocido, que, como dice el refrán, vale más que lo bueno por conocer. Este puritanismo higiénico y saludable nos obliga también a llevar mascarilla, a tapar una parte de nuestro cuerpo que hasta ahora no habíamos considerado necesaria cubrir: nuestro rostro, nuestra boca. Se nos impone, incluso, el silencio: no hablemos, no razonemos: puede ser contagioso. Para alimentar nuestro afán de sociabilidad, se nos dan sustitutos: contactos virtuales, video conferencias, incremento de las redes.

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Non seruiam: Siempre me ha resultado más atractiva la figura del Diablo, el más bello de todos los ángeles, que la de Dios, por eso he preferido a Luzbel que, como Prometeo rebelde, romántico y encadenado, rechaza el servilismo y afronta el castigo que recae sobre él por haberse rebelado contra la divina providencia y sus designios, aguardando sólo la hora lejana, quizá imposible, de la liberación. Como sus satánicas majestades, los Rolling Stones, yo siento simpatía por el diablo. Y entono con Baudelaire el malditismo de las flores del mal de sus diabólicas letanías, proclamando en voz alta y desgarrada el “non seruiam” o “no seviré (a Dios)”, consigna antiautoritaria por excelencia donde las haya a la que sólo cabe oponerle una objeción, que yo le pongo: Algunos no sirven a Dios, pero sirven a la real gana de su propia personalidad, obedeciendo servilmente a ese nuevo dios que es su voluntad individual. O sea, que a veces dicen “no serviré a Dios” y dicen “sí, amo” a ese nuevo Dómine que es la sacrosanta y divinizada voluntad o, dicho más vulgarmente, nuestra real gana. Y es que el que hace lo que le sale de los cojones, como se dice vulgarmente, si se me permite la vulgaridad,  tampoco es libre, como podía parecer a primera vista, sino que es esclavo de su voluntad, esa despótica tirana. A mí lo que me gustaría es no servir a nadie, ni a Dios ni al Diablo, pero a mí mismo tampoco. El mejor amo al que podemoes servir es ninguno, se llama Nadie.   

 

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Unos versos de una canción del viejo roquero irlandés Van Morrison, el león de Belfast, nos preguntan a los oyentes y, al mismo tiempo, nos responden, por lo que la pregunta resulta finalmente retórica: “¿Dónde han ido todos los rebeldes escondiéndose tras las pantallas de sus ordenadores? ¿Dónde está el espíritu, dónde está el alma? ¿Dónde han ido todos los rebeldes?” (“Where have all the rebels gone / Hiding behind their computer screens? / Where’s the spirit, where is the soul? / Where have all the rebels gone?).