viernes, 4 de octubre de 2024

Variedades

Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos de América que más guerras emprendió, fue galardonado en 2009 con el Premio Nobel de la Paz por lo que hizo.
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Epigrama de don Manuel del Palacio: «¡Igualdad!», oigo gritar / al jorobado Torroba. / Y se me ocurre pensar: / ¿Quiere verse sin joroba, / o nos quiere jorobar?
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Usamos las monedas igual que las palabras, para inventar la realidad y engañarnos sustituyendo las cosas por sus ideas y los bienes, así, por los valores. 
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 Pausa humanitaria: Israel dejó de matar para que se vacunasen de la polio los niños de Gaza que morirán, como los diez mil que han matado ya, bajo las bombas.
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Según cuenta la moraleja de la fábula de la lechera, no hay que hacer planes para el futuro, porque la vida, impredecible, siempre sorprende con lo inesperado.
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 ¿Por qué será que, siempre que nos proponemos ser un poco más “realistas”, cavamos más honda sin pretenderlo en absoluto la huesa de nuestra propia sepultura?
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¿Puede alguien decir por qué desde nuestra más tierna infancia nos inculcaron el miedo a las brujas y no a quienes las cazaron y quemaron vivas en la hoguera? 

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Escribe Belli en su entrañable dialecto romanesco lo que siente: La morte sta anniscosta in ne l’orloggi; es decir, la muerte está escondida en los relojes.

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Tres aforismos negacionistas contra la celebración de la llegada del hombre a la Luna:

Celebran el quincuagésimo quinto aniversario del aterrizaje, bien digo, y no alunizaje en la Luna, que pasó, integrada en el sistema, a ser parte de la Tierra.


Conmemoran a bombo y platillo la llegada del Imperio a la Luna, que hincó en ella el pendón de barras y estrellas, no del Hombre, que no la ha pisado todavía. 

Es mentira que la Humanidad haya puesto su pie alguna vez en la Luna, mítica Selene, que sigue siendo la patria inalcanzable de locos, enamorados y poetas.

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El aerogenerador


 
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
 
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-¡Caramba, don Jerónimo! Está usted muy cambiado.

-Es que yo no soy don Jerónimo.

-¡Pues más a mi favor!

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