Marjane Satrapi (1969-....), novelista gráfica autora de Persépolis, de carácter autobiográfico, llevada al cine en 2007 por Vincent Paronnaud y la misma Marjane, nació y creció en Teherán y fue testigo, cuando era niña, de la caída del Sha de Persia, del primer régimen del ayatolá Jomeini y de los primeros años de la guerra entre Irán e Irak. Experimentó un ataque aéreo iraquí y ataques con misiles Scud en Teherán. Según Persépolis, un Scud derribó la casa vecina a la suya, matando a su amiga y a toda su familia. En 1983, a la edad de 14 años Marjane fue enviada a Europa por sus padres para huir del régimen iraní. Vivió tres meses en la calle y tras un ataque casi mortal de neumonía, volvió a Irán, donde cursó estudios de comunicación audiovisual en Teherán, huyendo a Francia donde vive desde 1994.
Traigo de ella aquí el siguiente texto, que me parece interesante porque lo que dice ella podría suscribirlo cualquiera y que ofrezco en versión original en inglés y traduzco introduciendo entre paréntesis comentarios de mi cosecha que considero pertinentes: If I have one message to give to the secular American people, it’s that the world is not divided into countries. The world is not divided between East and West. You are American, I am Iranian, we don’t know each other, but we talk together and we understand each other perfectly. The difference between you and your government is much bigger than the difference between you and me. And the difference between me and my government is much bigger than the difference between me and you. And our governments are very much the same.
Si tengo un mensaje que dar al pueblo llano estadounidense (y que podemos hacer extensivo al pueblo llano en general de cualquier nacionalidad), es que el mundo no está dividido en naciones (en realidad sí lo está, pero en verdad no lo está, porque esa división, aunque es real, es falsa porque es aleatoria y no responde a ningún criterio racional ni natural en el sentido de que no responde a la verdad: el buey, como dice el refrán, no es de donde nace, sino de donde pace y, más aún, de donde definitivamente yace). El mundo no está dividido entre Oriente y Occidente (sí lo está, pero no es más que una división geográfica desde el momento en que Oriente está occidentalizado y Occidente, que ha perdido el norte y el sur, está desorientado). Tú eres estadounidense, yo soy iraní -cada uno tenemos por lo menos una nacionalidad, pero no es más que una circunstancia accidental-, no nos conocemos el uno al otro, pero podemos hablar juntos y entendemos perfectamente (porque hablando se entiende la gente, aunque no hablemos el mismo idioma, porque en el fondo hablamos la misma lengua y podemos llegar a entendernos con gestos y sin palabras o utilizando alguna tecnología o a alguien que nos sirva de intérprete). La diferencia entre tú y tu gobierno -y la palabra 'gobierno' alude aquí al órgano superior del poder ejecutivo de un Estado o de una comunidad política, y al propio timón individual que rige nuestra vida- es mucho mayor que la diferencia entre tú y yo -que somos perfectamente intercambiables por todo lo antedicho-. Y la diferencia entre mi gobierno y yo es mucho mayor que la diferencia entre tú y yo. Y nuestros gobiernos son muy parecidos (aunque no lo parezcan a simple vista; son tan parecidos que son el mismo).
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