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jueves, 25 de julio de 2024

¿Para qué sirve el gobierno?

 

    ¿Para qué sirve el gobierno? Se pregunta el personaje de la viñeta de Arkás. Y su respuesta es: Para gestionar la catástrofe que genera su propio gobierno, es decir, para hacer que gracias a su acción de gobierno las cosas vayan de mal en peor. Y para eso da igual el signo político del gobierno, lo mismo da que se digan de derechas, que de centro o de izquierdas: la gobernación es catastrófica de por sí, porque como mejor funcionan cosas y personas es, todo el mundo lo sabe, dejadas a su aire, es decir, desgobernadas.

    La palabra "catástrofe", por cierto, que aparece en la viñeta del dibujante griego Arkás, es, obviamente, de origen griego, porque, mal que nos pese, seguimos hablando la lengua de Homero sin ser muy conscientes de ello. Nos pasa un poco lo mismo que a aquel ridículo señor Jourdain, el burgués gentilhombre de Molière, que llevaba cuarenta años hablando en prosa sin saber qué era la prosa... El término está compuesto del prefijo κατά (catá), que quiere decir "abajo y adelante" y es lo contrario de ἀνά (aná), que significa "arriba y atrás", y de la palabra στροφή (strophé), que es el nombre de la "acción de volver, vuelta", que conservamos en castellano, a través del latín stropha,  "estrofa",  como se llamaba en principio a la vuelta o evolución que hacía el coro en escena, y de ahí también a la estrofa lírica que cantaba el coro. El diccionario de la RAE  define la estrofa como: "Cada una de las partes, compuestas del mismo número de versos y ordenadas de modo igual, de que constan algunas composiciones poéticas."
 
    Tenemos, pues, que de στροφή (strophé) derivan, además de la citada estrofa, con el prefijo "aná-", la anástrofe,  que es la figura literaria que consiste en la inversión del orden sintáctico habitual de dos o más palabras sucesivas en una frase. Por ejemplo, el verso aquél de Góngora: Era del año la estación florida, en lugar de Era la estación florida del año. No es una catástrofe, pero sí una anástrofe: es decir, una vuelta atrás.
 
    Y tenemos, también, la catástrofe, que era el desenlace especialmente doloroso de una tragedia, y por lo tanto la alteración grave del orden normal de las cosas, el derrumbamiento de algo que se viene abajo inesperadamente, una palabra que está en boca de todos los periodistas cada dos por tres, por ejemplo: "Un fallo del avión de Germanwings que salió de Barcelona se perfila como la causa probable de la catástrofe aérea de los Alpes".

    A la vista de la pregunta del personaje de Arkás, podríamos cuestionarnos si hace falta que haya gobernantes que enderecen los entuertos que producen sus propias acciones de gobierno: ¿Hace falta que haya gobierno? Parece que, obviamente, ninguna, no hay necesidad.

sábado, 2 de diciembre de 2023

La Historia se repite

    Los que peinamos canas recordamos que “Así se las ponían... al Caudillo", cuando desde el balcón de la plaza de Oriente lanzaba a España y al resto del mundo sus proclamas de exaltación patriótica, como reflejaba por ejemplo el diario ABC, noticia que hay que leer con la voz en off del NODO: Franco fue aclamado por una multitud incalculable (sic por el adjetivo) en la Plaza de Oriente y sus inmediaciones. En el balcón del Palacio Real se hallaban junto a Su Excelencia el Generalísimo su esposa y los Príncipes don Juan Carlos y doña Sofía. Decía el Dictador a la muchedumbre: Mientras Dios me dé vida y claridad de juicio seguiré empuñando el timón del Estado
     Igualmente, nuestro recién investido presidente, que acaba de publicar un libro de autobombo y platillo titulado Tierra firme, se daba un baño de masas en olor de multitudes en el IFEMA de Madrid, a donde habían acudido decenas de autobuses gratuitos que se habían fletado desde las distintas Españas para participar en el acto de exaltación patriótica del Gran Líder que no se andaba por las nubes, sino que pisaba tierra firme. Era un acto de propaganda para demostrar a Europa y al resto del mundo que el presidente no había perdido el rumbo de la calle ni el timón del gobierno. 
 
    Ondeaban banderas rojigualdas como en la plaza de Oriente, y no pocas, en este primer mitin de Pedro Sánchez, el Gran Líder que hace, según ha repetido hasta la saciedad, de la necesidad virtud, y lo que viene a ser lo mismo, de tripas corazón para justificar las in inmensas tragaderas de los pactos que le llevan al gobierno, investido ya presidente, que gritaba entusiasmado que iba a haber ¡cuatro años de gobierno progresista!, y  que no iba a haber (porque él no era como ellos) "ni Trump, ni Milei, ni Bolsonaro, ni el holandés Wilders, ni tampoco Feijoo ni Abascal..." Se justificaba así, como aquel fariseo evangélico que rezaba en el templo, diciendo que él no era como los malos ejemplos que citaba, que él era progresista, y no era como el publicano que también había ido a rezar al templo como él, o, en este caso, como los dos últimos personajillos que cita, que se habían presentado a las mismas elecciones que él.
 
 
    Transcribo una parte de su alocución a las masas bajo el eslogan progresista de "España avanza" por la vía del progreso a no se sabe dónde: Porque esta es España, esta es la España que nosotros reivindicamos con todo el respeto al resto de sentimientos que pueda haber sobre qué significa ser español o española. A mí me encanta ver banderas de España aquí porque nosotros también somos España... Nosotros reivindicamos... la España abierta, la España tolerante, la España amante de la paz, de la justicia social, la España feminista, la España ecologista. Y efectivamente por eso no va a haber ni Trump, ni Milei, ni Bolsonaro, ni el holandés Wilders, ni Feijoo ni Abascal, ¡va a haber cuatro años de gobierno progresista!, de avances... sociales, de convivencia … y de estabilidad... institucional en España. 
 
     Conviene de vez en cuando desempolvar y leer las sagradas escrituras para comprobar cómo la Historia se repite. Leamos por ejemplo la parábola del fariseo que cuenta el evangelio de Lucas (18,11) muy apropiada para aquellos que confían mucho en sí mismos, se tienen por justos y desprecian a los demás, que cito como es habitual por la traducción de Nácar-Colunga que manejo. “El fariseo, en pie, oraba para sí de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias de que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni como este publicano”. Obviamente, en este caso el fariseo es el presidente, o mejor dicho, por no personalizar tanto en la cabeza visible, el fariseo sería el gobierno progresista que nos promete para los próximos cuatro años,  y los publicanos son los nombres propios de los gobernantes o aspirantes a serlo que cita. 
  


    Lo que parece que está claro ya a estas alturas no es que vaya a haber gobierno progresista, que ya lo hay, que no ha dejado de haberlo hasta ahora, porque había el mismo de antes pero en funciones, y que ya hay nombrados nuevos ministros (y nuevas ministras), sino que ese gobierno vaya a ser mejor que los demás porque eso es algo indemostrable, e incluso puede decirse sin ningún empacho que es una flagrante mentira, porque no hay, no ha habido ni habrá nunca ningún gobierno bueno de ningún signo político ni en España ni en el mundo.

miércoles, 26 de julio de 2023

Ser gobernado

    La mejor definición que conozco hasta la fecha de lo que significa ser gobernado la brinda el filósofo, sociólogo y economista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), del que celebramos en otra ocasión el aforismo "la propiedad es el robo". El dibujante inglés Clifford P. Harper (1948-...) ilustra, por su parte, el texto de Proudhon con sus magníficos dibujos.  

    El fragmento de Proudhon está tomado del epílogo de su “La idea general de la revolución en el siglo XIX” (Idée générale de la Révolution au XIXe siècle, publicado en 1851).

 

Pierre-Joseph Proudhon y sus hijas, Gustave Courbet (1865)

  Ser gobernado es ser tenido a la vista, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, estacionado, adoctrinado, predicado, controlado, estimado, apreciado, censurado, mandado, por seres que no tienen ni el título, ni la ciencia, ni la virtud... 

    Être gouverné, c’est être gardé à vue, inspecté, espionné, dirigé, légiféré, réglementé, parqué, endoctriné, prêché, contrôlé, estimé, apprécié, censuré, commandé, par des êtres qui n’ont ni le titre, ni la science, ni la vertu…

    

     Ser gobernado es ser, a cada operación, a cada transacción, a cada movimiento, anotado, registrado, contado, tasado, sellado, desdeñado, cotizado, tasado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, impedido, reformado, rectificado, corregido.

    Être gouverné, c’est être, à chaque opération, à chaque transaction, à chaque mouvement, noté, enregistré, recensé, tarifé, timbré, toisé, coté, cotisé, patenté, licencié, autorisé, apostillé, admonesté, empêché, réformé, redressé, corrigé.

 

     Es, so pretexto de utilidad pública, y en nombre del interés general, ser puesto a contribución, ejercido, secuestrado, explotado, monopolizado, conculcado, presionado, mistificado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido, enmendado, vilipendiado, vejado, perseguido, acosado, aturdido, desarmado, agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado, y para colmo, burlado, engañado, ultrajado, deshonrado.

    C’est, sous prétexte d’utilité publique, et au nom de l’intérêt général, être mis à contribution, exercé, rançonné, exploité, monopolisé, concussionné, pressuré, mystifié, volé; puis, à la moindre résistance, au premier mot de plainte, réprimé, amendé, vilipendé, vexé, traqué, houspillé, assommé, désarmé, garrotté, emprisonné, fusillé, mitraillé, jugé, condamné, déporté, sacrifié, vendu, trahi, et pour comble, joué, berné, outragé, déshonoré. 


sábado, 25 de marzo de 2023

Gobernar es mentir (y II)

    Gobernar es, en efecto, mentir, sin que pueda afirmarse lo contrario, que mentir sea gobernar, pero sí que parece que para gobernar es preciso engañar, y para engañar hay que mentir, porque el Poder se basa en dos pilares fundamentales que son uno solo en definitiva: la mentira y el miedo. 
 
    Tanto la una como el otro son imposiciones de arriba, y se basan en que para lograr la obediencia es preciso intimidar, como seintimida al niño para que se duerma o para que coma y, en definitiva, para que obedezca. Hay que engañar al niño diciéndole que viene el coco, o que viene el lobo. Y hay que engañar al hombre porque el hombre es por naturaleza ingobernable y para lograrlo es preciso engañarle, mentirle. 
 
    Recurramos a la etimología de las dos palabras que componen la ecuación de nuestra fórmula. Gubernare era en latín 'dirigir una nave' y más exactamente 'pilotarla, timonearla' es decir, manejar el gubernum, que era el timón, también llamado en castellano gobernalle, como hacía el timonel, que era quien dirigía el rumbo de la nave. 
 
Alegoría: la nave del Estado, Frans Francken (1562-1616)
 
         En griego 'gubernare' se decía κυβερνᾶν (kybernân), de donde deriva nuestra 'cibernética'. Enseguida se nos aparece como sin querer la metáfora de la nave del Estado, de largo recorrido en nuestras letras: el Estado sería una nave -y todos iríamos juntos en el mismo barco, como suele decirse-, y el gobierno sería el timón que dirige esa nave hacia buen puerto. El problema de esta metáfora es que parece que se conoce previamente el destino o puerto al que se dirige dicha nave, su rumbo. Se diría que el que maneja el timón -o el gobierno- sabe a dónde dirige la nave, cuando no es cierto, porque no se sabe a dónde vamos si no hemos ido antes, pero se actúa como si se supiera, como si la travesía estuviera hecha antes de hacerse, y en eso consiste el engaño. 
 
    Algo en ese sentido de que no hay meta ni por lo tanto camino previo sugería Antonio Machado cuando decía en aquellos versos: Caminante, son tus huellas / el camino y nada más. / Caminante, no hay camino / se hace camino al andar. Y al final del poema: Caminante, no hay camino / sino estelas en la mar
 
    En cuanto a la etimología de 'mentir', es bastante curiosa, porque procede del verbo latino mentiri, derivado de mens mentis 'la mente', que en principio no significaba “engañar, no decir la verdad', como acabó significando, sino 'inventar, imaginar'. Pero eso es lo curioso: que las palabras mente y mentira comparten un mismo origen común: Tendemos a creer que nuestra mente es el templo de la verdad y nada más que la verdad, cuando lo que sugiere el expediente etimológico es todo lo contrario: que la fabuladora mente nos engaña como una bellaca, urdidora de mentiras y embelecos. 
 
    El caso es que para gobernar es preciso mentir. Y se miente creando miedo, intimidando: Se ha dicho muchas veces que el pastor engaña a las ovejas mentándoles al lobo, cuando probablemente quien va a matarlas no es el lobo, sino el propio pastor que las llevará al matadero. También se ha repetido a veces el dicho espurio que Séneca le habría soltado a Nerón, personificando uno y otro respectivamente al sabio y al poderoso: Tu poder se basa en mi miedo. Si yo no tengo miedo, tú no tienes poder.