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sábado, 2 de diciembre de 2023

La Historia se repite

    Los que peinamos canas recordamos que “Así se las ponían... al Caudillo", cuando desde el balcón de la plaza de Oriente lanzaba a España y al resto del mundo sus proclamas de exaltación patriótica, como reflejaba por ejemplo el diario ABC, noticia que hay que leer con la voz en off del NODO: Franco fue aclamado por una multitud incalculable (sic por el adjetivo) en la Plaza de Oriente y sus inmediaciones. En el balcón del Palacio Real se hallaban junto a Su Excelencia el Generalísimo su esposa y los Príncipes don Juan Carlos y doña Sofía. Decía el Dictador a la muchedumbre: Mientras Dios me dé vida y claridad de juicio seguiré empuñando el timón del Estado
     Igualmente, nuestro recién investido presidente, que acaba de publicar un libro de autobombo y platillo titulado Tierra firme, se daba un baño de masas en olor de multitudes en el IFEMA de Madrid, a donde habían acudido decenas de autobuses gratuitos que se habían fletado desde las distintas Españas para participar en el acto de exaltación patriótica del Gran Líder que no se andaba por las nubes, sino que pisaba tierra firme. Era un acto de propaganda para demostrar a Europa y al resto del mundo que el presidente no había perdido el rumbo de la calle ni el timón del gobierno. 
 
    Ondeaban banderas rojigualdas como en la plaza de Oriente, y no pocas, en este primer mitin de Pedro Sánchez, el Gran Líder que hace, según ha repetido hasta la saciedad, de la necesidad virtud, y lo que viene a ser lo mismo, de tripas corazón para justificar las in inmensas tragaderas de los pactos que le llevan al gobierno, investido ya presidente, que gritaba entusiasmado que iba a haber ¡cuatro años de gobierno progresista!, y  que no iba a haber (porque él no era como ellos) "ni Trump, ni Milei, ni Bolsonaro, ni el holandés Wilders, ni tampoco Feijoo ni Abascal..." Se justificaba así, como aquel fariseo evangélico que rezaba en el templo, diciendo que él no era como los malos ejemplos que citaba, que él era progresista, y no era como el publicano que también había ido a rezar al templo como él, o, en este caso, como los dos últimos personajillos que cita, que se habían presentado a las mismas elecciones que él.
 
 
    Transcribo una parte de su alocución a las masas bajo el eslogan progresista de "España avanza" por la vía del progreso a no se sabe dónde: Porque esta es España, esta es la España que nosotros reivindicamos con todo el respeto al resto de sentimientos que pueda haber sobre qué significa ser español o española. A mí me encanta ver banderas de España aquí porque nosotros también somos España... Nosotros reivindicamos... la España abierta, la España tolerante, la España amante de la paz, de la justicia social, la España feminista, la España ecologista. Y efectivamente por eso no va a haber ni Trump, ni Milei, ni Bolsonaro, ni el holandés Wilders, ni Feijoo ni Abascal, ¡va a haber cuatro años de gobierno progresista!, de avances... sociales, de convivencia … y de estabilidad... institucional en España. 
 
     Conviene de vez en cuando desempolvar y leer las sagradas escrituras para comprobar cómo la Historia se repite. Leamos por ejemplo la parábola del fariseo que cuenta el evangelio de Lucas (18,11) muy apropiada para aquellos que confían mucho en sí mismos, se tienen por justos y desprecian a los demás, que cito como es habitual por la traducción de Nácar-Colunga que manejo. “El fariseo, en pie, oraba para sí de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias de que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni como este publicano”. Obviamente, en este caso el fariseo es el presidente, o mejor dicho, por no personalizar tanto en la cabeza visible, el fariseo sería el gobierno progresista que nos promete para los próximos cuatro años,  y los publicanos son los nombres propios de los gobernantes o aspirantes a serlo que cita. 
  


    Lo que parece que está claro ya a estas alturas no es que vaya a haber gobierno progresista, que ya lo hay, que no ha dejado de haberlo hasta ahora, porque había el mismo de antes pero en funciones, y que ya hay nombrados nuevos ministros (y nuevas ministras), sino que ese gobierno vaya a ser mejor que los demás porque eso es algo indemostrable, e incluso puede decirse sin ningún empacho que es una flagrante mentira, porque no hay, no ha habido ni habrá nunca ningún gobierno bueno de ningún signo político ni en España ni en el mundo.

sábado, 29 de febrero de 2020

Lectura política del evangelio según san Lucas

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 11): ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς ταῦτα πρὸς ἑαυτὸν προσηύχετο Ὁ Θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης· 

Versión Vulgata: Pharisaeus stans haec apud se orabat: Deus gratias ago tibi quia non sum sicut ceteri hominum raptores iniusti adulteri uel ut etiam hic publicanus.

Traducción a la lengua de Cervantes: El fariseo oraba de pie para sí de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano tampoco. 

La moral del fariseo consiste en definirse como bueno por contraposición a los demás, que considera malos. El fariseo necesita que los demás sean malvados para erigirse él como bueno. Construye su bondad no sobre méritos propios, sino sobre la maldad ajena. 

El fariseo y el publicano, Anton Robert Leinbewer (1845-1921)

El fariseo te dice yo soy mejor que tú porque yo no soy como tú, que eres malo. El fariseo da gracias a Dios por ser así, pero en realidad se está dando gracias a sí mismo, se está divinizando y considerando divino él mismo por ser como es, es decir, por no ser como el otro, que es el malo, cuando en realidad él es igual o peor que el otro. 

El fariseo fundamenta su identidad negando la de los otros. Es algo habitual en política donde los unos se definen en relación contraria con los otros. El malo es el otro, porque es otro: sobre él proyectamos nuestros demonios interiores. El héroe necesita crear el trampantojo del monstruo para justificar su existencia liberándonos de él heroicamente.  

Llevemos la parábola al terreno político. Un Estado, por ejemplo, que en algún momento de su historia ha sido fascista, puede asimilar sin ningún problema ahora el antifascismo y fortalecerse con poderes extraordinarios gracias a esa asimilación, creando así una casta dirigente que se considera superior a los gobernados gracias a su pedigrí antifascista. 

Para lo cual es menester que el propio Estado avive el fantasma del fascismo, igual que hace la psiquiatría, que genera las enfermedades y trastornos mentales que dice combatir con psicoterapia y psicofármacos. El Estado necesita crear un enemigo inexistente, histórico, para enfrentarse a él por contraposición, cuando el auténtico enemigo es el propio Estado.

A moro muerto, gran lanzada. Dice el refrán que hace referencia a la cobardía inherente al que aparenta un gran mérito -esa es la gran lanzada- por atacar a un enemigo que ya está vencido, neutralizado, muerto, pero que resucitamos para celebrar nuestra heroica y ridícula hazaña.