Sarcasmo puro. Un político profesional dedicado al gobierno miente. Ya lo dijo aquel vicepresidente nuestro, apodado popularmente Elcoletas, cuando, después de su pésima gestión, abandonó la política profesional e hizo unas declaraciones explosivas a sus íntimos que casi pasaban desapercibidas pese a su importancia: "Yo ya no soy político, puedo decir la verdad". Político seguía siéndolo, como todo bicho humano viviente, lo que ya no era era embustero o político profesional.
Como dijo Émile-Auguste Chartier, alias Alain: “'Gobernar es mentir', esta es una máxima raramente formulada, casi siempre practicada, y que ha matado más hombres en el mundo que lo que han podido hacer los asesinos”. El también escritor francés Jean Giono, por su parte, escribía años después: «Cuando se es jefe del gobierno no se puede decir la verdad; nunca se ha dicho. Gobernar es mentir». Antes que ellos Maquiavelo había dejado formulado que gobernar era hacer creer (governare è far credere), hacer que tengamos fe.
Un ministro aparece en la televisión pública, donde se fabrica la pública opinión, que no la opinión del pueblo, porque el pueblo no tiene más opinión que la que se le impone. Habla desde el púlpito mediático del Ente Público de lo que es falso y de lo que no. Sale el diablo a repartir escapularios y certificados de buena conducta democrática.
El Gobierno, dice la presentadora, obligará por ley a las cuentas con más de cien mil seguidores en redes sociales a rectificar las noticias falsas. La medida forma parte del Plan de Acción por la Democracia.
Aquí no nos preocupa mucho esa medida porque nuestros seguidores se cuentan con los dedos de una mano y alguno más de la otra, pero no más, influencers de poca monta que somos. No somos ni pretendemos ser usuarios de interné de "gran relevancia" sino de ínfima. Y tampoco nos preocupa mucho ese Plan de Acción porque nosotros no propalamos noticias verdaderas ni falsas.
Recordamos los octosílabos de aquella cuarteta de Campoamor: Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira, / todo es según el color / del cristal con que se mira. El problema viene cuando desde las altas instancias se nos quiere imponer una determinado punto de vista u óptica visual.
Aparece entonces el señor ministro diciendo que... algunos de ellos (de los usuarios de interné) contribuyen al debate público y otros usuarios de gran relevancia, es decir con muchos seguidores en redes sociales, se dedican a mentir todos los días y a propagar bulos todos los días, y por tanto creo que los ciudadanos de este país -entre los que se incluye Su Señoría-, tenemos derecho a defendernos de los buleros profesionales. Y para eso se va a impulsar esta ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Rectificación.
La ley que proponen y que quieren imponer no es una censura encubierta, sino descarada y palmaria. El gobierno teme que se denuncien sus mentiras constitucionales.
El gobierno quiere dar rango de Ley a esa actitud progresista por la que se rigen en la política que los políticos hacen y en las redes: «Mejor señalar antes que ser señalados», en último término se trata de «imponer el despropósito y no olvidarse de acallar a quien denuncia el despropósito», eso sí, con la arrogancia moral de quienes no pueden menos que, haciendo honor a la tradición católica, ocuparse de la defensa y custodia de los ingenuos e ignorantes ciudadanos.
ResponderEliminarSí digo que lo que estoy diciendo es un bulo, ¿estoy propagando un bulo efectivamente o diciendo la verdad?
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