La que ostenta el título de Reina de España a pesar de su origen plebeyo ya ocupaba hace unos cuantos años, cuando todavía era Princesa de Asturias, el segundo lugar en la lista de las diez mujeres más elegantes del universo mundo según las lectoras de una prestigiosa(?) y no poco frívola revista estadounidense llamada “Vanity Fair”.
La en aquel entonces Princesa y ahora Reina convertida en una de las mujeres más elegantes del globo ha destacado en el difícil mundo de la moda internacional como percha, es decir, como portadora despampanante de vestidos y complementos femeninos, entre los que se incluye el propio maquillaje, por delante de sus cuñadas las Infantas, habida cuenta de su mayor visibilidad, y por delante de su suegra, la propia y elegantísima Reina madre.
La reina doña Letizia, caricatura de Joan Vizcarra.
En efecto, la Reina resulta más atractiva (y más elegante) que sus cuñadas, las Infantas. Ella fue llamada como Reina consorte a ocupar el trono de las Españas y a ponerse la regia corona en cuanto abdicó el Borbón reinstaurado por Franco. Según la constitución española vigente, es el varón y no la hembra quien tiene preferencia en su derecho dinástico en la sucesión del trono del rey-no de las Españas, por lo que el a la sazón Príncipe Felipe, siendo el menor de la familia, pasó por delante de las Infantas Cristina y Elena, que era la primogénita, ambas mayores que él, lo que no resulta nada igualitario y contradice el propio espíritu presuntamente equitativo de la constitución y del Ministerio fundado para la igualdad entre todos los sexos españoles.Si ahora la Reina tuviera un hijo varón, este sería, según la constitución española cuyo aniversario se celebra hoy, el príncipe llamado a ocupar la corona de las Españas, pasando olímpicamente por delante de sus hermanas mayores en edad que él, que pasarían a ser las infantas...
Pero ¿qué puede haber menos igualitario que un linaje real, como en este caso la sangre azul de los borbones? Si le hubiéramos quitado a la constitución española la prevalencia masculina en la línea de sucesión al trono, habría sido doña Elena la Princesa de España la abocada a ser reina y a coronar su cabeza real, y don Felipe, alias El Preparado, reducido a la condición de Infante, invirtiéndose las tornas.
¿Por qué la Reina es la mujer más elegante? La pregunta tiene su miga: es la más elegante porque es la Reina. Una muchacha mileurista, es decir, que gana un sueldo mensual de mil euros, y que vive en Vallecas, por ejemplo, no puede aspirar a ese título, dados su anonimato y su irrelevancia. Y la Reina de España, sea quien sea, tiene que ser la más elegante a la fuerza: ya se encargarán cirujanos si hace falta y modistos y costureras de la Villa y Corte y la Casa Real de que así sea. Y fotógrafos como Annie Leibovitz en inmortalizarla recientemente luciendo un vestido de gala negro y chal rojo de Balenciaga.
Que la entonces Princesa y ahora ya Reina fuera la única española que figuraba en la lista y que hubiera conseguido dicho galardón recurriendo casi exclusivamente a diseñadores y modistos españoles no deja de tener su mérito patriótico para los nacionalistas. Pues la presentadora de telediarios que todos y todas, como dirían los feministas, conocíamos no nos tenía acostumbrados a esas apariciones tan deslumbrantes, ni la Familia Real española, dada la tradicional imagen de austeridad de la que le gustaba hacer gala, tampoco.
La segunda mujer más elegante del mundo según la mentada revista siguió los sabios consejos de la Reina, y puso su confianza en un modisto patrio que le diseñó la mayor parte del armario, y quien renovó todos sus fondos, a costa del presupuesto nacional, de donde no ha salido todavía todo lo que puede llegar a salir para vestir a una entonces princesa de cuento de hadas, que también recurrió a la cirugía estética y a otros modistos y costureras de la Villa y Corte, gastando marcas todas ellas hispánicas para promocionar así la marca "España" y el made in Spain: todo por la patria.
Portada de la revista satírica TMEO.
Este hecho supone un reconocimiento a la moda española, y también de la monarquía constitucional borbónica en el resto del mundo, cuyo prestigio se ha ido consolidando en la prensa internacional a pesar de los graves inconvenientes con los que nació lastrada y a pesar del demérito del emérito: un rey designado por el dictador Francisco Franco, que cuando tenía dieciocho años mató “accidentalmente” a su hermano pequeño, el infante don Alfonso, y que se salta la línea dinástica por encima de su padre don Juan, el rey que nunca reinó, a quien obligó a abdicar vergonzosamente, un monarca que ha hecho todo lo posible con tal de reinar y hacerlo impunemente, pues la Constitución blindaba todas sus actuaciones por las que era, y sigue siendo ahora tras su abdicación, el único español que no era igual ante la ley y que tenía licencia para delinquir, incrementando considerablemente su fortuna personal, que en principio era nula y ahora, o mirabile dictum, es una de las mayores del globo, no se sabe muy bien cómo, y que se ha sabido granjear con su simpatía natural y don de gentes, y con el reconocimiento de políticos, artistas e intelectuales cortesanos palanganeros y orgánicos el aprecio y la gracia y el reconocimiento de casi todo el mundo: ellos le hacían reverencias, y él repartía títulos nobiliarios y otros honores y prebendas a trochemoche. Bien es verdad que acabó cayendo en desgracia y pidiendo perdón a sus súbditos, y que vive en un exilio dorado fuera del país. Pero no estábamos hablando de él, sino de su nuera, la mujer más elegante de todas las Españas.
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