sábado, 28 de diciembre de 2024

Tonto el que lo lea

¡Inocente! ¡Inocente! Corrijo el título de esta entrada: Tonto el que NO lo lea, porque los tontos son los que no leen, la inmensa mayoría democrática de la gente, no los que leen, que suelen ser más avezados aunque cada vez son menos.
 
Tonto, pues, el que no lea que todos somos inocentes. Santos inocentes. Pobres inocentes. Tontos de abril, del 28 de diciembre y de todo el año. Niños muertos, asesinados por orden del rey Herodes, es decir, por imperativo legal de la sociedad adulta que quiere que entremos por el aro, adulterados, convertidos en fierecillas domadas. 
 

 
Según la tradición se cuelga un monigote de la espalda de aquel al que queremos señalar públicamente como “inocente”, o sea, como tonto o incapaz de hacer daño a nadie, del que con esta broma nos burlarnos. 
 
¿Por qué un monigote? ¿Qué es un monigote? La palabra deriva del latín monachus, que significa “monje”, que a su vez procede del griego μοναχός (monachós) “que vive solo, solitario”, “único” (relaciónese con palabras de la misma familia como monacal, monaguillo, monacato y monasterio y compárese con el conocido valor del prefijo mono-: monólogo, monarquía, monopatín…), más un sufijo despectivo. 
 
 
Un monigote era un monaguillo, generalmente un mocito del pueblo de rollizas y apetecibles carnes, un sacristanejo fácil de engañar cuando ayudaba a vestirse o desvestirse al bujarrón del cura, que solía ser por lo general un hombre culto y estudiado, además de pederasta, que había huido del sexo de las mujeres al amor de los seminaristas. 
 
Era el monigote un lego de convento, es decir, una persona ignorante, ruda y despreciable. En Chile, sin embargo, se llama "monigote" al seminarista o aprendiz de teólogo con sotana. En definitiva, el monigote o monagote era alguien muy único como él solo, muy suyo, y, por lo tanto, muy idiota en el sentido etimológico de la palabra, esto es, muy poco dotado de sentido común, de donde viene la connotación familiar y figurada que tiene la palabra de pelele, muñeco, dibujo torpe o mal hecho, como los garabatos que hacen los niños, lo más indicado para colgar en la espalda del inocente al que se le engaña fácilmente sin que se percate de la broma.
 

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