miércoles, 18 de diciembre de 2024

Algo no huele bien en Olfatín

El Consejero de Sanidad de la taifa (=Comunidad Autónoma) de Cantabria declaraba: "La vacunación es una de las apuestas más importantes que realizamos desde el Gobierno de Cantabria". Anunciaba que se había producido un incremento presupuestario considerable del 40% en relación con lo presupuestado en 2023, con el gobierno anterior, año que se contó con una partida de 7,7 millones para vacunas, frente a los 9,1 millones de este año y los 10,8 previstos para el futuro 2025. 
 
Además de iniciarse así el 30 de septiembre la vacunación contra la gripe y el COVID-19 en las residencias de mayores y centros de atención a la dependencia, se anunciaba el proyecto piloto que iba a desarrollarse a partir del 14 de octubre en los centros educativos colaboradores para inmunizar a los niños y niñas de 3 y 4 años (es decir a los nacidos en 2020 y 2021). 
 
 
A tal fin, profesionales médicos y de enfermería de los centros de salud acudirían a las aulas de los colegios seleccionados a suministrar la vacuna antigripal a los niños que contaran con el correspondiente consentimiento informado de los padres. Muy bien esto último, muy mal lo de impartir la vacuna en las aulas educativas de los centros de enseñanza y no en los centros sanitarios. Pero parece que como la montaña, o sea la infancia en este caso, no iba hasta ahora a Mahoma, que es el centro sanitario, Mahoma ha decidido ir ahora a la montaña. 
 
Y así arrancaba en los colegios de Cantabria la nueva campaña de vacunación contra la gripe para inmunizar a los pequeños de 3 y 4 años, término este de campaña muy apropiado por su connotación militar, recogida en el diccionario de la docta Academia,  de  "tiempo que cada año estaban los ejércitos fuera de cuarteles en operaciones de guerra". Dicha campaña arrancó como estaba previsto el 14 de octubre para "fomentar la inmunización contra la gripe entre los más pequeños y, con ello, contribuir a concienciar sobre la importancia de vacunarse porque, en la medida en que se evite que la gripe entre en los centros escolares, se puede soslayar su propagación". 
 
 
 
El objetivo último, como reconocía el consejero sanitario de la taifa, era: “llegar a la mayor parte de población, de toda la comunidad, pero especialmente de los niños, porque son un vector de transmisión de gripe". Los niños, tiernas criaturitas que hasta ahora estaban exentas de este suero, se habían convertido de pronto en vectores de transmisión, y había que inmunizarlos a toda costa como fuera. 
 
Para ello se han servido del personaje inventado de un dibujo animado llamado Olfatín, un perro al que le gusta olerlo todo y jugar con sus amigos, como el gato Paco, pero resulta que este último tiene mocos y tos y está enfermo y no puede salir a jugar, por lo que, para que no le pase lo mismo a Olfatín, su mamá, Olfatina, le suministra la vacuna intranasal, y le pregunta que a qué le huele, y Olfatín responde que le huele "a palomitas".
 

Siguiendo su didáctico ejemplo, uno a uno los pequeños han ido recibiendo la dosis "sin pinchazo", una posibilidad que también se ofrece a los niños que se vacunen en los centros de salud. "Chocolate, fresa o vainilla" han sido algunos de los olores que para la mayoría ha emulado la vacuna, consiguiendo así una inmunización "sin miedo y sin llanto". 
 
Algo, sin embargo, no huele bien en este asunto.  ¿Qué ha sucedido a comienzos de este mes de diciembre de 2024, mes y medio después del inicio de la campaña? Que el cóctel explosivo de virus en circulación se ceba en los niños y llena las consultas y urgencias pediátricas de Cantabria, según informaba  la prensa local de campanario, que hablaba de gripes, bronquiolitis, neumonías y laringitis que se extendían entre los menores.  
 
 
 
Solo en los tres días del puente los hospitales de Cantabria recibieron más de 700 urgencias de población infantil. ¿Cómo se explica este fenómenos? No voy a sugerir yo aquí capciosamente que hay una relación de causa a efecto entre la campaña de vacunación y el cóctel explosivo de virus desencadenado, Dios farmacéutico me libre. No quiero pensar qué hubiera podido pasar peor que esto que ha pasado de no haberse llevado a cabo dicha campaña... Pero, visto desde fuera, parece que la vacuna no ha sido muy efectiva si lo que se pretendía con ella era inmunizar a los pequeños...

2 comentarios:

  1. Si tras la pandemización de la Covid, con su escenografía militarizada, se inoculó a los adultos una supuesta vacuna de forma ofensiva y repetida una y otra vez, dada la persistente contagiosidad que con ella proliferaba, y enmascarando sanitariamente las consecuencias de la nueva tecnología disponible y aplicada para su experimentación generalizada, ahora desde las taifas resulta más fácil y accesible extender la ofensiva sobre las más tiernas, indefensas y escolarizadas criaturas sobre las que ya se viene aumentando y anticipando impunemente, en la última década, un calendario vacunacional cada vez más extenso y problemático pero rentable y en cuyo progreso también pretende llegar a introducirse en el vientre gestor pues, en buena lógica, actuando desde el origen tal vez podrían lograr o completar mejor la modificación genética a la que se ve impelida la tecnociencia. Ya se sabe que la toxicidad del medio ambiente genera en los individuos dificultades para adaptarse, de ahí que sea necesario desarrollar tecnologías a aplicar sobre ellos para lograr la transformacion necesaria que esa toxicidad del medio ambiente demanda. Las externalidades y costes inevitables en el presente se compensarán en el Futuro como siempre, los sacrificios ahora realizados serán recordados en la Historia de la perpetuación óptima de la especie, pero para que así puedan ser recordados tienen que ser previamente realizados.

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