lunes, 23 de diciembre de 2024

Un reino que no es de este mundo

Hay un texto precioso de Giorgio Agamben, Sulle cose che ci-non-sono, publicado el 3 de junio de 2024, que resulta muy sugerente. Puede leerse traducido al castellano en Ficción de la razón. La traducción no es muy buena, no por nada en particular, sino porque es muy difícil dado que Agamben utiliza un juego de palabras que no es exportable al castellano distinguiendo entre : cosas que (en este mundo) "non ci sono", y "ci-non-sono" ("ci sono" es la forma de decir "hay" en plural en italiano (literalmente "aquí están", como en inglés "there are"), y "non ci sono", de negarlo, como "there are not"), pero Agamben retuerce el lenguaje y propone "ci-non-sono", literalmente "aquí-no-están", un retruécano difícil de traducir. En él se pregunta el filósofo italiano si hay en este mundo algo que no es de este mundo. Y la respuesta que da es que sí, y que esas cosas son precisamente las de más valer. 
 
Una de sus formulaciones más atinadas es que qualcosa possa esse vero senza esistere nel mondo 'algo pueda ser verdad sin existir en el mundo'.  Remite obviamente a la frase de Jesús ante el prefecto romano Poncio  Pilato perplejo de “mi reino no es de este mundo”, un reino del que él es rey. 
 
De los cuatro evangelistas, es el cuarto evangelio, el de Juan el que presenta a un Jesús que dialoga con Poncio Pilato. Es probable, señala Antonio Piñero, que en el interrogatorio Pilato le preguntara a Jesús si se consideraba el mesías o rey de los judíos, pero la famosa frase de “Mi reino no es de este mundo” (Juan, 18, 36) quizá no la pronunció nunca Jesús realmente, dado que se trata de una espiritualización del reino de Dios propia de la teología posterior al nazareno. 
 
Tampoco parece muy histórica la continuación del diálogo: “Le preguntó entonces Pilato: “Luego, ¿tú eres rey?”. Contestó Jesús “Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz”. Le dice Pilato: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18, 37-38).
 

 Cristo y Pilatos, Nikolai Ge (1890)
 
Parece, concluye Piñero, que el lenguaje y las ideas son más propias  del evangelista que del personaje histórico.  También parece poco verosímil que Pilato declarara inocente a un Jesús que había actuado de modo peligroso para el Imperio, por lo que los episodios del lavado de manos y el sueño de su mujer declarando a Jesús inocente parecen dramatizaciones narrativas por parte del evangelista.  
 
Pero al margen de la historicidad de esa frase, habría, según esta formulación, un conjunto de cosas que no son de este mundo, que remiten a otro inexistente, un reino donde no hay súbditos, donde cada uno es rey, pero que a su vez nos exige que demos testimonio de su verdad en este mundo. 
 
Recoge Agamben una formulación a otro propósito de Furio Jesi extraída de su libro "Il tempo della festa" (2013) que dice que hay cosas en este mundo que no son de este mundo: «no hay fe más exacta hacia "otro mundo" que-no-es (ci-non-è) que la declaración de que tal "otro mundo" no es (non è)».
 
Es entonces cuando surge la pregunta de Pilato que sigue resonando todavía dos mil años después sin respuesta ninguna: ¿Qué es la verdad? Jesús permaneció callado. En latín la pregunta era: Quid est ueritas? A alguien cuyo nombre desconocemos se le ocurrió hace mucho tiempo que la respuesta estaba en la misma pregunta, alterando el orden de los fonemas como si se tratara de un anagrama: La respuesta sería est uir qui adest ('es el hombre que está presente ante ti').
Ese reino, aunque no lo parece, está aquí y ahora, irrevocablemente, en el presente. Se plantea la dicotomía entre lo que existe (la realidad, lo que es lo que es, que no es todo lo que hay) y lo que hay pero que está fuera de la realidad, entre el reino de este mundo, que no puede ser porque precisamente ya es, y el que no es de este mundo y por lo tanto no pertenece a la historia, pero por eso mismo puede ser.
 
¿Cómo interpretar esto? Amador Fernández-Savater lo relaciona con el “concepto de "bidimensionalidad" de Marcuse. Y escribe: “está lo que hay, está lo que podría haber. Están los hechos, los objetos, los productos, los signos; están también las potencias, las potencialidades, los procesos, las intensidades. Se trata de aprender a vivir en dos dimensiones a la vez, lo que hay y lo que podría haber, en cualquier situación que habitemos, sin dejarnos encerrar en una “unidimensionalidad" cualquiera, en el juicio de Pilato”.
 
 
Cristo ante Pilato, Duccio (1308-1311)
 
Giorgio Agamben deduce de esta constatación la idea de cambio social, y propone la revuelta frente a la revolución, una revuelta que no se basa en la fe en un final feliz, en que todo va a ir bien, sino en el rechazo de toda idea de un solo mundo, el rechazo de que la realidad, como diría Agustín García Calvo, es todo lo que hay y que no hay más cáscaras. Frente a eso propone el italiano la revuelta como apertura y disponibilidad a otro mundo, lo que me recuerda a mí a aquella proclamación de Buenaventura Durruti de que "llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones".

1 comentario:

  1. Tantísima realidad virtual y enredada, así como la grandiosa mansedumbre televisual e in-oculada conformando lo que existe, parece no tener en último término otro fin que ocultar e impedir las 'posibilidades sin fin' que, habiendolas, son anegadas, por la agitada producción y consumo generalizado de inutilidades, espejismos e ilusiones con sus regulaciones imperativas y sistémicas, para poder dar carta de naturaleza y vida al Dinero (riquezas y sus miserias), y la 'administración de muerte', siempre futura, con que el Capital y sus Estados operan.

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