lunes, 9 de diciembre de 2024

El deshielo

Un periodista de la prestigiosa Sociedad Española de Radiodifusión, o sea de la cadena SER,  publicaba hace diecisiete años, concretamente el 3 de octubre de 2007, la siguiente noticia: “El hielo del Polo Norte podría desaparecer en 2020 si continúa el ritmo actual de deshielo.” Y añadía: "El Ártico alcanzó temperaturas récord de hasta 22º el pasado verano". Bien es verdad que el deshielo estaba sujeto a la condición de “si continúa el ritmo actual de deshielo”, que no se cumplió,  por lo que resultó una profecía fallida, dado que trece años después, el 3 de octubre de 2020, el casquete polar seguía intacto. 

Tanto el mismo periodista -omito su nombre propio por aquel remilgo cristiano de citar el pecado pero no el pecador, que seguía siendo el mismo y pecando de lo mismo- como el mismo medio de desinformación pública masiva han vuelto a la carga lanzando la misma profecía que ahora posponen un poco más. Veámoslo con detalle: Con fecha 3 de diciembre de este mismo año 2024, publican el siguiente oráculo: "El Polo Norte se derrite más rápido de lo esperado: los científicos alertan de que puede quedarse sin hielo en solo dos veranos". Y añade: “El estudio publicado por 'Nature' advierte del riesgo de “catástrofe climática” para todo el planeta”. 

Cuando nos advierten el mismo periodista y el mismo medio de un inminente deshielo del Polo Norte desde hace diecisiete años, posponiendo una y otra vez su realización, y anunciando, como hacen ahora además, un catastrófico apocalipsis climático, apoyado por un sospechoso consenso científico de expertos climatólogos, viene a ser lo mismo que cuando una secta religiosa milenarista pospone una y otra vez sine die la llegada del fin del mundo y de los tiempos. 

Sin necesidad de viajar al círculo polar ártico (que así se llama porque allí viven los ἄρκτοι (árktoi u osos polares), en los Alpes suizos, por ejemplo, se han producido algunos curiosos deshielos. Un glaciar se ha derretido por causa del calentamiento, obviamente, debido sin duda al cambio climático, y lo curioso es lo que ha aparecido debajo: una calzada romana, o más exactamente, una lengua de tierra que conforma el paso de Tsanfleuron, que indica que ese glaciar es relativamente reciente, porque hace dos mil años no había tal glaciar y quizá por ahí, se me ocurre pensar alegremente, transitaron los elefantes de Aníbal. Lo que es innegable es que cuando los lugareños o los legionarios romanos utilizaron ese paso, a dos mil ochocientos metros de altura, no había tal glaciar, que se ha creado después por efecto seguramente de algún cambio climático producido por el enfriamiento de las temperaturas. Resultaba significativo cómo la prensa daba cuenta del suceso, calificándolo de 'escalofriante': Suiza: Escalofriante hallazgo bajo el deshielo de un glaciar.   


Los que ya tenemos algunos años  recordamos la alarma que produjo la noticia del agujero de ozono que se descerrajó allá por los años ochenta y noventa del siglo pasado, que era una amenaza para la salud y para el medio ambiente por la penetración de la radiación ultravioleta que llegaba del Sol a la Tierra, y que alcanzó su mayor extensión en el año dos mil con más de veintiocho millones de quilómetros cuadrados, lo que iba a provocarnos cánceres de piel y cataratas, así como daños irreparables a los ecosistemas marinos. Pero el agujero ha comenzado a cerrarse, y aunque vuelve a abrirse cada primavera en el hemisferio sur, por lo que parece un fenómeno recurrente, su tamaño y su gravedad ha disminuido considerablemente, por lo que no supone la amenaza que suponía. 

Que estamos en un período de calentamiento global a juzgar por el deshielo de los glaciares y el aumento de las temperaturas es algo que parece innegable. El problema viene cuando se trata de establecer la causa de ese fenómeno, que según unos es algo recurrente que hace que a un período de calentamiento le siga otro de enfriamiento y viceversa, y según otros se debe a una  acumulación exagerada de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, C02, que sería el máximo culpable, y el metano, CH4, entre otros, que se deberían a las actividades humanas tales como la deforestación y la quema de combustibles fósiles.

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