La frase latina "Gloria in excelsis Deo" suele traducirse por Gloria a Dios en
las alturas, y se acompaña de la coletilla "et in Terra pax hominibus bonae uoluntatis", que quiere decir: y en la tierra paz a
los hombres de buena voluntad. (Así reza, nunca mejor dicho, la
traducción de Nácar-Colunga de la Biblia, que manejo, trigésima
edición, Madrid, 1975: "Al instante se juntó con el ángel una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad").
La frase está sacada del evangelio de Lucas, capítulo II, versículo 14, que narra el
nacimiento de Jesús y la anunciación del ángel a los pastores, que les
da la "buena noticia" -en griego eu-angelion, el evangelio.
Lo que dice, sin embargo, el texto original en la lengua de Homero en la que fue escrito el evangelio es lo siguiente: Δόξα ἐν ὑψίστοις Θεῷ καὶ ἐπὶ γῆς εἰρήνη, ἐν ἀνθρώποις εὐδοκία. Gloria en las alturas a Dios y sobre la Tierra paz; entre los hombres, buena voluntad.
San Jerónimo tradujo a comienzos del siglo V la Biblia al latín. Esta
traducción se conoce con el nombre de la Vulgata, es decir, la
divulgada, la popularizada. La versión del santo es la siguiente:
"Gloria in altissimis Deo et
in terra pax hominibus bonae voluntatis". El himno latino que se
utiliza en la liturgia sustituye la palabra "altissimis" que empleó el santo por "excelsis", pero eso no cambia mucho el significado,
la verdad sea dicha. ¿Es una buena traducción la jeronimiana del original griego? En absoluto.
Hay un craso error en las últimas palabras: "a los hombres de buena voluntad" (hominibus bonae uoluntatis, en caso Genitivo, en latín, como complemento de los hombres). Debería san Jerónimo haberlas traducido en Nominativo, como está en griego, y como tradujo acertadamente Erasmo de Rotterdam en 1516 en su edición corregida, cotejada y respetuosa con el original griego: "Gloria
in excelsis Deo et super terram pax, in hominibus bona uoluntas". Y entonces quedaría la cosa como Gloria a Dios en las alturas y sobre la tierra paz; y entre los hombres, buena voluntad (bondad, beneplácito o entendimiento).
El
piadoso Jerónimo pasó de un clarísimo "entre los hombres" del texto
griego original a
un más que dudoso "a/para los hombres" al quitar la preposición "en", y
al no considerar la pausa. Es verdad que en los
textos antiguos no había signos de puntuación, y que son los editores
modernos quienes los ponen o los quitan según su más o menos acertado
criterio, pero debería haber puesto una coma porque ahí hay una ruptura sintáctica. Según la traducción
jeronimiana, el deseo de que reine la paz en la Tierra y haya buen
entendimiento entre (todos) los hombres se restringe sólo a los
creyentes, excluyendo así, a los infieles, que carecerían de buena
voluntad.
El texto usado en la liturgia
española desde 1969 insiste y profundiza en el error jeronimiano: "Gloria a Dios en el Cielo,
/ y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor". Los ángeles sólo
desean con sus divinas palabras la paz a los hombres amados por el
Señor, pero se nos oculta si el Señor ama por igual a todos los hombres, o ama más a unos que a otros.
¡Cuánto más bello es el texto
original de los ángeles, que desean (o simplemente proclaman
anunciándoselo a los pastores de Belén) la gloria de Dios en los cielos,
la paz sobre la Tierra, cuando lo que vemos a nuestro alrededor es guerra, y la benevolencia entre todos los
hombres!
Os dejo un fragmento del espléndido
Gloria in excelsis Deo de Vivaldi, del concierto "Voces para la
paz"
celebrado en Madrid en 2013 y dirigido por Antonio Fauró, cuya letra se
reduce a la repetición a modo de mantra tibetano del "Gloria in excelsis
Deo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario