jueves, 10 de febrero de 2022

La porra y el bastón

    Escribía en 1984 el cantautor Chicho Sánchez Ferlosio, hermano del escritor, una carta al entonces presidente del Gobierno Felipe González, recogida en el volumen “Canciones, poemas y otros textos”,  que era un alegato contra la porra policial, en la que le rogaba que aprovechando los diez millones de votos que sostenían su proyecto político eliminara la porra del armamento policial. Los argumentos que utilizaba eran de todo tipo: La porra sólo sirve en realidad para minar, castigar y humillar a quien ya se tiene neutralizado y sin escapatoria. La porra estorba para correr, tanto si se intenta pegar mientras se corre como si se lleva colgada, y el poder correr es esencial en cualquier situación de violencia (...) La porra y lo que representa, no sólo como símbolo para todos sino también como muda instrucción impartida a quien reglamentariamente tiene que llevarla, induce, a corto y a largo plazo, a situaciones de violencia que se prestan a la escalada. Sin porra, el guardia usará más la cabeza.
 

    Leído este alegato treinta y ocho años después -ignoro si el presidente del gabinete socialista leyó la carta, lo que sí es cierto es que si la leyó, hizo caso omiso, o sea ningún caso de la recomendación de Chicho-, resulta que me entero ahora de que el Ministerio del Interior sustituye las porras de goma por porras extensibles metálicas: más de veinte mil de dichas porras de acero cuyo precio asciende a los dos millones de euros (unos ochenta euros cada una), llamadas eufemísticamente 'bastones policiales extensibles', y “bastones policiales defensivos', van a ser empleadas principalmente por los policías destinados en Seguridad Ciudadana y las Unidades de Intervención Policial, más conocidos como antidisturbios. Obsérvese cómo ha desaparecido la palabra "porra" sustituída por el eufemismo "bastón", en apariencia, aunque sólo en apariencia, menos agresivo, porque el bastón tiene un uso primordial que es apoyarse en él al caminar, y secundariamente puede servir para golpear, pero en el caso de la porra su uso único es como arma de aporreo.

    Estos bastones, hechos con acero o aleación de máxima calidad, pasan de los 26 centímetros cuando está plegados a un poco más del doble en toda su extensión y pesan poco más de medio quilo. Se trata, siempre según el Ministerio, de un elemento de fácil portabilidad que va siempre con el policía, discreto,  dado su reducido tamaño" y poseedor además de "un efecto psicológico disuasorio por su efecto ruidoso al desplegarse".

 


     La Dirección General de la Policía también ha elaborado un protocolo específico sobre su uso en el que se detalla que, en caso de golpear con el bastón extensible a una persona, el agente deberá evitar hacerlo en vertical “de arriba hacia abajo”, además de no hacerlo “bajo ningún concepto” en “la cabeza, cuello, clavícula o columna vertebral”, prohibiéndoles a los agentes que lo usen como “técnica de estrangulación”. Dicho protocolo añade que estas defensas solo se utilizarán para “reducir, inmovilizar o detener” a personas que muestren “una resistencia activa que ponga en riesgo a los agentes o terceras personas”, que pueden actuar de manera violenta o lo hayan hecho, que amenacen con un arma blanca u otro objeto peligroso o estén a punto de poner en riesgo su vida. Y siempre después de “haber agotado las vías de diálogo, negociación y mediación previas”. El protocolo prohíbe usarlas “con mujeres embarazadas o con menores de edad penal [hasta los 18 años] siempre que esta condición sea perceptible”, así como “con personas de edad avanzada o personas débiles de salud”. 

 


     Según el Ministerio, las porras extensibles -aunque las llamemos 'bastones' siguen siendo porras, sólo que mucho peores- no solo servirán para reprimir a manifestantes y asegurar la seguridad ciudadana, dado que tienen algunas cualidades de índole no represiva: “se puede utilizar como instrumento de rescate, en el caso de personas atrapadas en el interior de un vehículo o para la autoexcarcelación, en caso de accidente, ya que su diseño permite romper las lunas del vehículo, así como actuar como palanca para facilitar la apertura de los espacios confinados". Estas utilidades, sin embargo, son secundarias y colaterales de la principal, que sigue siendo aporrear.

    Estas armas, además, poseen una mayor resistencia y dureza que las tradicionales defensas semirrígidas, así denominan a las tradicionales porras de goma, portando además en su extremo final una punta de polímero endurecido, se supone que para mayor contundencia, lo que no corresponde -esto no se le escapa a nadie un poco espabilado- al principio que debe guiar la actuación de los cuerpos policiales de procurar la menor lesividad posible. 


   Lo paradójico de este caso es que el gobierno socialista o progresista, como prefiere autodenominarse, ha eliminado las porras de goma, como pedía Chicho al presidente de aquel primer gabinete socialista, sustituyéndolas por otras metálicas mucho más efectivas y eficaces. "Son tan modernos / que provocan la envidia / de otros gobiernos", cantó en sus Coplas Retrógradas. Vemos aquí un ejemplo más de cómo algunas reclamaciones ingenuas de la gente son enseguida asimiladas por el orden establecido. La reivindicación  popular que se coreaba durante la transición y que no va a ser atendida por el Poder, porque supondría la desaparición del Estado mismo y de la violencia institucional que ejerce, era "Disolución de los cuerpos represivos".  

miércoles, 9 de febrero de 2022

Seis mensajes antivirales y una reflexión

Lo que denominaron 'pandemia' nunca fue tal cosa, sino un simulacro perfectamente orquestado por la sociedad del espectáculo, cuyas secuelas persisten todavía.

  Diez mil millones de inyecciones y hay más infecciones que nunca mientras que en países empobrecidos poco inoculados apenas hay casos. ¿Habrá alguna relación?
 
 
 
  No se ve el peligro que representa un no-vacunado para la comunidad, cuando la infección afecta tanto a los inyectados como a los que no han querido inocularse. 
 
 A partir del jueves el virus será confinado por las autoridades sanitarias en interiores no ventilados, por lo que dejará de circular en espacios exteriores.
 
 
 
 ¡Qué difícil ocultar el exceso de mortalidad que se está registrando a pesar de la intoxicación informativa de los medios de formación de la pública opinión! 

 Obligado a llevar mascarilla en la calle, asegura que seguirá llevándola por seguridad aunque deje de ser obligatoria, y espera que no le obliguen a quitársela.

  oOo

 

Un gerifalte autonómico defiende a capa y espada el uso de la mascarilla en espacios exteriores: “Es un símbolo de que la pandemia está entre nosotros”. No es un símbolo, sino un fetiche u objeto de culto al que se le atribuyen poderes sobrenaturales que no tiene, y que tiene, por el contrario, el poder de hacer realidad el simulacro de pandemia que pretende conjurar dándole carta de naturaleza. Dicho de otra manera, la mascarilla no es un símbolo de que la pandemia esté entre nosotros, sino que es ella y no un presunto virus letalísimo la auténtica pandemia que habita entre nosotros. El personal sanitario de los hospitales protocolizados por las autoridades sanitarias desautorizadas por la ciencia del sentido común porta doble mascarilla a fin de reforzar así el embeleco.

martes, 8 de febrero de 2022

Buenos y malos ciudadanos

    El portavoz del gobierno francés, el benjamín Gabriel Attal, hablando por boca de ganso como le corresponde a su condición gubernamental, dado que está autorizado por su cargo a opinar en nombre y representación del gobierno de su país, por lo que no expresa ideas o palabras propias, sino que repite como buen pupilo, con fórmula más moderna, la voz de su amo, que en este caso es el señor Emmanuel Macron, el monarca absoluto de la Macronía, que es en loq ue se ha convertido el país galo, declaró al periódico Le Parisien que el presidente del gabinete de su país planeaba “en la era post-Covid”(sic, porque el hito determina un antes y un después) “perseguir la redefinición de nuestro contrato social”, lo que implica, y aquí viene lo más interesante, el establecimiento de "deberes que están por encima de los derechos, desde el respeto a la autoridad hasta las prestaciones sociales".

 


     No estoy llamando ganso en el sentido moderno de la palabra al monarca de la Macronía atribuyéndole las gansadas o cualidades de torpe, patoso, desgarbado y sin gracia que el vulgo confiere, la verdad sea dicha,  sin mucha razón, a este palmípedo, sino en el sentido clásico que denominaba ganso al ayo o preceptor de los niños, al pedagogo, diríamos hoy con helenismo más flagrante, como metáfora humorística dado que el ganso cuando cría a sus polluelos, muestra una actitud excesivametne vigilante y atenta, yendo siempre a la zaga de sus pupilos a los que guía a picotazos.

    Una cosa es respetar la autoridad cuando obra legítimamente y otra es pretender que hay que respetarla siempre, en todo caso, independientemente de cómo obre. En cuanto a las prestaciones sociales es lógico que estas, como se da en algunos países, estén condicionadas a ciertas obligaciones, pero otra cosa muy distinta es que se conviertan en prebendas otorgadas a los ciudadanos juzgados según su comportamiento moral, lo cual supone situarnos en un orden maniqueo que distingue entre ciudadanos 'buenos' y 'malos' más que ante un orden jurídico. Pero esto, que añade moral a la ley, conduce a la denuncia de los “malos ciudadanos”, definidos según el criterio de obediencia a la autoridad, para la que se exige un respeto incondicional y una obediencia ciega. El monarca absoluto de la Macronía había cacareado directamente a propósito de la inoculación: “Los deberes están antes que los derechos”, y para él la vacunación era un deber al que no podía sustraerse ningún ciudadano.

     Nos hallamos ante el intento de imponer una sociedad disciplinaria en la que ya no habría derechos inalienables, sino derechos sujetos al buen comportamiento de los ciudadanos, según el modelo chino del crédito social en el que el Estado otorga 'puntos' al ciudadano para gozar de bonificaciones, y de libertades, como dice Agamben, sujetas a autorización. 

     En la misma ocasión dijo el monarca de la Macronía como un vulgar matón de colegio que quería “enmerder” (traducción suave: cabrear; un poco más fuerte: joder) a los no-vacunados, a los que consideraba unos irresponsables y malos ciudadanos. Previamente había proclamado la simplista falacia de Macron: "Le vaccin sauve des vies, le virus tue", dando por sentada la virtud salvífica de la vacuna y el carácter letal del virus. Distinguir ahora entre buenos y malos ciudadanos, según se sometan por ejemplo a la inoculación o no, es introducir una categoría moral en un marco jurídico que no debería admitirla bajo ningún concepto.

    Cada derecho lleva aparejados unos deberes, eso lo entiende cualquiera. Pretender lo contrario, que un deber lleve aparejados unos derechos es un disparate. Lo primero es lo primero: lo primero son los derechos. No se deben anteponer los deberes a los derechos, por lo que los comentarios del señor Macron sobre los deberes que deben anteponerse a los derechos son inaceptables.

     La prevalencia de los deberes sobre los derechos es el lema de todos los gobiernos totalitarios y autoritarios. Decir que hay que cambiar el cotnrato social para que los deberes están antes que los derechos es redefinir una dictadura fascista, por muy democrática que se pretenda. Se están negando los derechos individuales, subordinándose a los derechos de la colectividad fijados por el Estado -el gobierno determina el Bien Común-, pero al negarse los derechos individuales se están negando también, sopretexto de salvaguardarlos, los de la colectividad. Los derechos de todos son los de cada uno, y viceversa.

lunes, 7 de febrero de 2022

Byung-Chul Han y Prometeo

    En el prólogo de  “La sociedad del cansancio” reflexiona Byung-Chul Han, el filósofo coreano que escribe en aelmán, sobre el mito de Prometeo y el águila, y afirma que el águila que devora el hígado en constante crecimiento del titán no es un enemigo externo, sino “su alter ego, con el cual está en guerra”. Vista así, la relación del águila y Prometeo es una relación de autoexplotación: Prometeo es Prometeo y es también el águila que engulle su hígado, que, por su parte, se regenera para poder seguir siendo devorado día tras día: Prometeo es a la vez la víctima y el verdugo de sí mismo. 
 
  Prometeo, Theodoor-Rombouts (1597-1637)

    ¿Hará falta traer a cuento aquí una vez más aquello de Horacio de Quid rides? Mutato nomine, fabula de te narratur; o sea: ¿De qué te ríes? Cambiado el nombre, la historia habla de ti mismo? No, no hace falta, creo yo. Donde se dice Prometeo y el águila pongamos nuestro nombre propio, y veamos enseguida cómo el sufrimiento que creíamos ajeno nos atañe más de lo que parecía a simple vista, nos resulta enseguida muy entrañable, en el verdadero sentido de la palabra, porque nace de nuestra propia entraña, porque esa historia es nuestra propia historia,  nuestra autobiografía.
 
           En algunas versiones del mito de Prometeo el ave que devora las entrañas del titán no es un águila sino un buitre Un buen ejemplo es este óleo sobre tela titulado Prometeo encadenado (ca. 1883) del pintor chileno Pedro Lira (1845-1912):
 


    Si en el siglo pasado la sociedad era disciplinaria y represiva, según la apreciación de Foucault, la actual del siglo XXI es permisiva. Hemos pasado de ser sujetos de obediencia a ser sujetos de rendimiento, en expresión de Byung-Chul Han, convirtiéndonos en emprendedores, lo que no quiere decir que seamos libres. Hace bien el autor en recordarnos la etimología de “sujeto”, del latín sub-iectus, es decir, “sometido, subyugado” a nosotros que vivimos bajo una ilusión de libertad. Byung-Chul Han hace hincapié en que el sistema democrático y neoliberal de dominación vigente, más sutil que los regímenes dictatoriales anteriores, "en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente (smart), que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación".

    El paso de sujeto de obediencia (Foucault) a sujeto de rendimiento (Byung-Chul Han) no es una liberación, como podría parecer a primera vista, sino todo lo contrario: El sujeto de rendimiento sigue disciplinado, ha superado esa fase, pero en la superación se ha encontrado con una enfermedad: la depresión. El individuo ya no sigue un modelo autoritario y prohibitivo exterior a él, sino que él mismo se autoimpone la obligación de ser él mismo, entrando en lo que  Alain Ehrenberg llama “la fatigue d’ être soi-même”, el cansancio de ser uno mismo.

    Según Byung-Chul Han lo que causa la depresión no es sólo esa fatiga de ser uno el que es, sino también la exigencia de rendimiento,  llegando a ser uno un “animal laborans” un ser que se explota a sí mismo, voluntariamente, sin coacción externa. Volvemos a Prometeo y el águila, nuestro alter ego

 Byung-Chul Han

    El sujeto de rendimiento, que somos los hombres y mujeres asimiladas a los hombres del siglo XXI,  está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido aparentemente a nadie, o, mejor dicho,  está sometido a alguien, al dictador más difícil de desenmascarar: a sí mismo.

    El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado sin ser consciente de su dualidad. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Vivimos en una fase histórica particular, en la que la propia libertad genera coerciones.

    Para Karl Marx, el trabajo conducía a la alienación. Por eso decía que el trabajo era una autodesrealización. En nuestra época, el trabajo se presenta en forma de libertad y autorealización. Me (auto)exploto, pero creo que me realizo. Esta autoexplotación es más eficaz que la explotación ajena a la que se refería el marxismo, porque va acompañada de una ilusión –falsa como todas- de libertad. La lucha de clases sigue existiendo, pero esta vez dentro de cada individuo, como ya descubrió el psicoanálisis.


    El capitalismo convertido en neoliberalismo convierte a su vez al trabajador en emprendedor -empresario es término ya obsoleto- que se explota a sí mismo en su empresa, y se hace amo y esclavo de sí mismo. Nos sentimos libres mientras nos esclavizamos. Somos esclavos que se creen libres. Esta libertad imaginada impide la resistencia, la revolución.  Este proceso no requiere nuestra obediencia, sino el desarrollo de nuestros gustos personales y personalidad individual propia. Cada uno se somete al sistema de poder mientras se comunique y consuma, o incluso mientras pulse el botón de «me gusta» en Facebook o en Twitter. El poder inteligente no nos obliga a callarnos. Más bien todo lo contrario: nos anima a opinar continuamente en el smartphone y las redes sociales, a dar rienda suelta a nuestra libertad de expresar cualquier sandez que nos pase por la cabeza, a compartir, a participar, a comunicar nuestros deseos, nuestras necesidades, y a contar sin pudor alguno nuestra vida, esa farsa que todos llevamos a cabo (Arthur Rimbaud). Quizá no esté  mal, como conclusión, recordar aquí al viejo maestro cordobés, a Séneca: Nulla seruitus turpior est quam uoluntaria. Ninguna esclavitud es más vergonzosa que la voluntaria.

domingo, 6 de febrero de 2022

Corazón de niño

    El célebre guitarrista Eric Clapton, laureado con 17 premios Grammy, ha afirmado en una entrevista en la cadena “The Real Music Observer” que las personas que se han vacunado contra la covid-19, la inmensa mayoría, estaban bajo los efectos de una “hipnosis colectiva” y eran víctimas de “publicidad subliminal” fomentadas por los gobiernos, los media y los laboratorios farmacéuticos. 
 
    Los mass media, obviamente, no han perdido la ocasión de echarse sobre él enseguida para desacreditarle. «Los delirios antivacunas de Eric Clapton», tituló CNEWS, argumentando que el concepto de hipnosis colectiva, del que Eric Clapton se hace eco, era una “teoría infundada y conspiracionista”. Igualmente el Huffington Post consideraba que esa afirmación se hace “en el marco de la propaganda anti-vacuna” y se trata de una “teoría infundada”, evocada por el doctor Malone. 
 
     Esta teoría de la “psicosis de formación de masas” afirma que las personas vacunadas han sido hipnotizadas por la industria farmacéutica y los gobiernos para creer en la eficacia de la vacuna. 
 
 
   El concepto de psicosis colectiva (a mass formation psychosis) cobró auge a raíz de una entrevista que le hicieron el año pasado al epidemiólogo y biólogo molecular Robert Malone en el podcast "The Joe Rogan Experience", donde establecía una analogía entre lo que estaba sucediendo entonces (y suma y sigue)  y lo que sucedió en Alemania durante las décadas de 1920 y 1930: they had a highly intelligent, highly educated population, and they went barking mad: "tenían una población muy inteligente y muy educada y se volvieron locos". Hacía referencia, claro está, al desarrollo de la ideología nazi en la sociedad alemana de aquellas décadas. 
 
    Las declaraciones de Malone enseguida pusieron en pie de furibunda guerra a los media contra él, pese a que es el inventor de la tecnología del ARN mensajero utilizada por las vacunas Pfizer y Moderna, y le tildaban de “escéptico de las vacunas”, aprovechando de paso para calificar el podcast "The Joe Rogan Experience", el más escuchado en los Estados Unidos, como un «podcast de extrema-derecha». 
 
    La Vanguardia que titula objetivamente “El compositor británico Eric Clapton ha vuelto a sembrar la polémica por sus opiniones acerca de la crisis sanitaria que estamos viviendo”, acababa dictando sentencia sobre las declaraciones de Eric Clapton y descalificándolas: “Las afirmaciones del músico son falsas, pues no existe información científica que sugiera que las vacunas funcionan como un instrumento de control masivo. Por el contrario, sí existe numerosa evidencia sobre los beneficios de las vacunas para combatir la pandemia de covid”. 
 
    El País, por su parte, titulaba: El extraño caso de Eric Clapton: Cómo un mito se ha convertido en un tipo desagradable. 

 

    EricClapton nos ha regalado, por otra parte, este hermoso tema "Heart of a time", grabado el 24 de diciembre de 2021, la pasada Nochebuena que merece la pena escuchar. “Heart of a Child” es una melodía dolorosamente hermosa y a la vez una canción protesta -el cantante ha confesado que está componiendo muchas a estas alturas de su carrera dada su militancia en contra de las restricciones impuestas por la dictadura de las autoridades sanitarias, como Stand and deliver con letra de Van Morrison y This has gotta stop. El nuevo tema ofrece un testimonio poderoso de un joven que está a punto de suicidarse como consecuencia del aislamiento forzado del encierro sufrido, que lamenta el fallecimiento de su padre (y amigo de Clapton), diciéndole que recuerde a su hija pequeña a la que dejaría huérfana si se quita la vida. Las imágenes del videoclip ilustran la letra de una canción que pone el dedo en la llaga de un aspecto del régimen sanitario impuesto que rara vez se aborda: lo que está costando en el ámbito de la salud mental no el presunto virus letal en sí, sino las medidas adoptadas para combatirlo: la prohibición del contacto humano, la mascarilla que vela la sonrisa, y el miedo irracional a la muerte que se ha instilado, a lo que son especialmente susceptibles los jóvenes, pánico que puede empujar, paradójicamente, a la propia muerte voluntaria.


     He aquí la letra en versión original, coescrita con su amigo Robin Monotti, al que la revista Rolling Stone califica de "vaccine skeptic": Put down that gun, boy, / don’t blow your life away. / We’re going to need you / make it through the day. / They put it to you, / they put it in your head, / made you believe that / you’d be better off dead. / But don’t break the heart of your child / Don’t let the fear drive you wild. / We lost the love of a man / I was proud to know. / They locked you down, boy, / made you grieve alone. / Turn off the tv, / throw your phone away, / don’t you remember / what your daddy used to say. / Don’t break the heart of your child, / don’t let your fear drive you wild. / The pain you’re feeling / cuts me to the bone. / I’m right there with you, boy. / You’ll never be alone. / There’s someone else here, / someone who can’t complain. / She don’t know if you’ll be / coming home again. / Don’t break the heart of this child, / don’t let your tears drive you wild. / Don’t break the heart of your child, / don’t let your tears drive you wild.
 
Y una traducción: Suelta esa pistola, chico, / no arruines tu vida. / Vamos a necesitar que tú / logres pasar el día. / Te lo metieron a ti , / te lo metieron en la cabeza, / te hicieron creer que / estarías mejor muerto. / Pero no rompas el corazón de tu niño, / no dejes que el miedo te vuelva loco. / Perdimos el amor de un hombre / que yo estaba orgulloso de conocer. / Te encerraron, chico, / e hicieron llorar solo. / Apaga la televisión, / tira tu teléfono. / ¿No recuerdas / lo que tu padre solía decir? / No rompas el corazón de tu niño, / no dejes que tu miedo te vuelva loco. / El dolor que sientes / me cala hasta los huesos. / Estoy a tu lado, chico. / Nunca estarás solo. / Hay alguien más aquí, / alguien que no puede quejarse. / Ella no sabe si vas / a volver a casa. / No rompas el corazón de esta criatura, / no dejes que tus lágrimas te vuelvan loco. / No rompas el corazón de tu criatura, / no dejes que tus lágrimas te vuelvan loco.

sábado, 5 de febrero de 2022

Series en serie

    El término 'serie', documentado en nuestra lengua hace algo más de quinientos años, procede del latín 'series' con el significado de sucesión ininterrumpida, encadenamiento, y se define como “conjunto de cosas que se suceden unas a otras y que están relacionadas entre sí”. Está emparentado con el verbo latino 'serere' que significa 'entretejer, encadenar, unir en fila', cuya raíz resuena en castellano en numerosas palabras como aserto, disertar, desertar, insertar, ensartar, injertar...

    En cuanto a sus usos, se utiliza la expresión en serie para referirse a un método de producción que fabrica objetos idénticos mediante medios mecánicos. También empleamos la expresión contraria fuera de serie para referirnos a una fabricación esmerada y excepcional que la distingue de los productos fabricados en cadena.

    La palabra está de actualidad porque se habla, por ejemplo, de asesinos en serie (serial killers en la lengua del Imperio), o de series de olas, que dicen los surfistas, para referirse a las que ellos surfean, pero también a las olas de la pandemia. En España, en efecto, ya se ha contabilizado, según los expertos, una serie de seis olas en los dos últimos años, por lo que ahora estamos remontando, dicen, la sexta 'ola' de la serie. En Francia, sin embargo, van por la quinta... 

    Muchísimo antes del confinamiento, ya eran populares los seriales, término derivado de serie que según la docta Academia era una 'obra radiofónica o televisiva que se difunde en emisiones sucesivas'. En los años setenta se hizo famoso en España el serial radiofónico Simplemente María que tanto hizo llorar a tantas amas de casa. Ahora, caído en desuso ese término de 'serial', se habla simplemente de series audiovisuales como pasto de entretenimiento de las masas de individuos. A raíz precisamente del confinamiento se ha visto incrementada su popularidad que la crisis sanitaria ha venido a dar un largo impulso, parejo al desarrollo de la industria tecnológica a través de la Red. No sólo se ha fomentado el trabajo on line, sino también el ocio en las largas tardes y noches del encierro. 

 

    Que las series o seriales televisivos son subproductos de pésimo gusto, insuperable mediocridad, y política- e ideológicamente sesgados es algo innegable que no merece la pena que discutamos mucho. Cualquiera que se haya enganchado a alguno de estos seriales puede corroborar que vienen a ser algo así como los libros de caballerías que enloquecieron a Don Quijote sorbiéndole los sesos.

    Más interesante resulta constatar que forman parte de una estrategia de los medios de formación y entretenimiento de masas de robarle a la gente su tiempo, ofreciéndole un sucedáneo de la actualidad y, de alguna forma, un analgésico, aprovechando precisamente que la gente debía confinarse en casa bajo arresto domiciliario para 'salvar vidas'. ¿Qué va a hacer uno, cuando no es un trabajador esencial, para matar las largas horas durante un confinamiento? Pues engancharse a una serie elegida por él dentro de un repertorio más o menos amplio de plataformas de streaming como Netflix, Disney+, HBO Max, Movistar+ Lite, Prime Video, Filmin y SKY, que ofrecen un amplio catálogo de varios tipos de contenidos previo pago.


     Son muchas las horas, las temporadas, de estos seriales que pretenden engancharnos con argumentos grotescos y rocambolescos, con constantes proyecciones hacia el futuro y flashbacks o escenas retrospectivas, con la inevitable aparición de algún deus ex machina que resuelve al final los desaguisados de las tramas enrevesadas a que nos tienen acostumbrados, destinados a consumir nuestro tiempo de ocio, un tiempo que podría emplearse en otros quehaceres mucho más interesantes y creativos. La visión de series nos convierte en espectadores o receptores pasivos dentro de esta sociedad del espectáculo, en consumidores de subproductos culturales que no hacen otra cosa más que repetir los estereotipos consabidos.

    Nos roban nuestro tiempo so pretexto de entretenernos y de evadirnos de la realidad, acabando para ello con la regla de oro del arte cinematográfica que era la hora y media que debía durar una película, o una obra teatral, que quisiera captar nuestra atención: menos es quizá poco y más es mucho, demasiado.

    Hay quienes dicen que las series vienen a ser «un nuevo cine», la continuidad del cine por otros medios. De hecho no pocas películas se conciben ya como series televisivas no porque se hagan pensando en segundas y sucesivas partes, que nunca fueron buenas, sino en futuras secuelas y hasta precuelas. Se ha resucitado así en el cine el concepto de trilogía (y tetralogía, si añadimos el drama satírico), tomado de los festivales teatrales griegos en Atenas, cuya representación en serie conllevaba tres tragedias y el drama satírico. Conservamos, por ejemplo, íntegra la Orestíada de Ésquilo, compuesta por Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides, faltándonos el drama satírico, Proteo, que cerraba la trilogía y no se ha conservado. El público asistía an Atenas a una larga tarde de teatro, un atracón de tragedias, una catarsis que podía durar hasta siete horas. El argumento, tomado generalmente de la mitología, era conocido por el público, pero el espectáculo era algo pocas veces visto, parecido a una ópera moderna de música, poesía y baile que se representaba 'en vivo y en directo' ante un público numeroso, como nuestro teatro o nuestro cine. Las series, sin embargo, de las que estamos hablando se representan en privado, en la intimidad o soledad del hogar. No necesitamos asistir al teatro, sino que este entra en nuestro hogar a través del televisor o el ordenador.


     Convendría preguntarse si valió la pena tragarse no sé cuántas horas de pantalla, temporadas y episodios, para asistir a la adulteración gradual de un relato, un personaje, un argumento que pretende sorprendernos a cualquier costa con increíbles retorcimientos y trucos baratos de abracadabra. Démonos cuenta de que los mecanismos utilizados para capturar nuestra atención usados por las plataformas de streaming tienen más elementos en común con Silicon Valley y las redes sociales que con Hollywood y el cine clásico. ¿Qué opinar de un género cuya modalidad de consumo prototípica es el binge-watching, expresión que se traduce, literalmente, por “atracón visual o maratón de series”, en la que el espectador se traga todos los episodios de una sentada, fenómeno fomentado por algunas de estas plataformas, ya que cuando acabas de ver un capítulo, si no pulsas el botón que detenga inmediatamente la emisión, comienza el siguiente enganchándote en pocos segundos? ¿Qué vamos a decir aquí de un género que tiene “fans” antes que “espectadores”, o, peor aún, “serieadictos”, otro neologismo más que elocuente que anda circulando por Internet? 

 


     Desengañémonos: Las series son un dispositivo diseñado para tenernos el mayor tiempo posible enganchados frente a la pantalla que, de paso, nos cuentan una historia cuyo argumento no enriquece en absoluto al espectador, ni lo incomoda cuestionando su forma de vida y el rumbo del sistema que lo fomenta, y son un producto de entretenimiento, artísticamente pobre y maniqueo que no merece mucho la pena siquiera que sigamos hablando de ello, la verdad.

viernes, 4 de febrero de 2022

Varios telegramas y una profecía

El protocolo sanitario que impone el Ministerio de Sanidad puede transformar a las personas en pacientes sin estar enfermos, malades imaginaires, asintomáticos. 

La ministra de Sanidad ha reiterado que la mascarilla dejará de ser obligatoria "pronto" en espacios exteriores: "Ha cumplido el papel que tenía que cumplir".


(Aduersus paedagogos) Los pedagogos, como gansos que van a la zaga de sus polluelos guiándolos a picotazos, llevan así a los escolares al mercado del trabajo.

Este mundo, la llamada realidad implícita en la frase “esto es lo que hay”, ha sido puesto delante de nuestros ojos a guisa de venda para ocultarnos la verdad.

Inversión de carga de prueba: Sólo se libra uno de la sospecha general de perjudicar potencialmente la salud de los demás si presenta un certificado sanitario.

¿Por qué se censura al mensajero que da cuenta de la existencia de una conspiración? Porque si no se menciona, pasa desapercibida, cual pistola con silenciador. 

El hexámetro 688 del poema Trabajos y Días de Hesíodo reza: χρήματα γὰρ ψυχὴ πέλεται δειλοῖσι βροτοῖσιν: Que es para el desgraciado mortal el dinero la vida.

  
Todo el mundo bajo sospecha: Uno tiene que demostrar fehacientemente que sus acciones no favorecen la propagación del virus o el cambio del clima de la Tierra.
 
  

El anuncio continuo de la inminente catástrofe, extrínseca y futura, es la tapadera ideal para hacernos olvidar la presente e intrínseca, catastrófica realidad. 

Cita Erasmo en sus Adagios este trímetro yámbico de una comedia perdida: Τἀργύριόν ἐστιν αἷμα καὶ ψυχὴ βροτοῖς El dinero es la sangre y el alma de un mortal.

Hay un altruismo esencialmente egoísta, disfrazado de solidario y humanitario, tras el que se ocultan deseos inconfesables de salvación y promoción individual.

Agustín de Hipona, antes de ser canonizado como santo: “Si se me pregunta qué es, no lo sé, pero si no se me lo pregunta, lo sé”, dejó escrito sobre el tiempo. 

 


oOo

Profecía apocalíptica: El fin del mundo entendido como aniquilamiento de toda forma de vida humana inteligente sobre la faz del planeta Tierra no tendrá lugar en un futuro más o menos inmediato o lejano por la sencilla razón de que ya se ha producido y sucedido. 

jueves, 3 de febrero de 2022

"¡A ver si vas a saber tú más que la Ciencia!"

Jacques Lacan (1974): La ciencia sustituye a la religión, y es mucho más despótica, obtusa y oscurantista... Para mí la única ciencia verdadera, seria, que hay que seguir es la ciencia-ficción.
 
Jacques Lacan (1901-1981)
 
Estas palabras de Lacan han resultado proféticas cuarenta y ocho años después de pronunciadas en una entrevista de 1974 a la revista Panorama. La Ciencia, palabra que procede del latín scientia “saberes, conocimientos”, formada sobre el participio de presente sciens, scientis del verbo scire 'saber', documentada en castellano ya por primera vez en Berceo, lejos de su papel descriptivo, ha adquirido como si fuera la verdad revelada, una función prescriptiva y coercitiva.

La Ciencia ha sustituido en la actualidad a la religión y, como ella, exige la devoción de sus fieles y feligreses a los que constriñe con sus prescripciones.

Al igual que las religiones del libro -cristianismo, judaísmo e islamismo-, basadas en un texto sagrado, sea la Biblia o el Corán, la Ciencia se presenta revelada en publicaciones científicas, de revistas especializadas, artículos que han sido revisados por pares, es decir, por otros expertos que corroboran lo que dicen las escrituras de sus colegas, que luego es divulgada, como hemos visto a lo largo de la presente crisis sanitaria, para hacerla más accesible a las masas, por los periodistas, que se dedican a propagar los estudios científicos, haciéndolos 'asequibles'. 

Viñeta de Mortadelo y Filemón (F. Ibáñez)
 

Cientos y miles de artículos escritos por expertos en la materia de tal o cual Universidd, publicados en tal o cual revista científica y avalados por pares, validan sus hipótesis como si fueran la verdad divina revelada por Dios mismo, olvidando el carácter provisional, no dogmático, hipotético y siempre provisional, sujeto a revisión y discusión que la ciencia, con minúscula, debe tener.

Lacan, en la citada entrevista, se desentiende olímpicamente de la ciencia oficial “que tiene sus altares en los laboratorios”, y muestra su preferencia por la ciencia-ficción, que considera la única ciencia verdadera. No creo que sea una boutade del genial psiquiatra y psiconalista francés: Novelas como '1984' de George Orwell o 'Un mundo feliz' de Aldoux Huxley, las dos grandes distopías literarias del siglo XX, o películas como 'Matrix' (1999), dan cuenta mejor de la realidad del mundo que vivimos que muchos tratados sociológicos en el ámbito de las ciencias sociales. 

Mortadelo y Filemón en el laboratorio del profesor Bacterio (F. Ibáñez)
 

En la citada entrevista afirma Lacan a propósito de los científicos: En sus laboratorios asépticos, en sus batas almidonadas, esos viejos chiquillos que juegan con cosas desconocidas, fabricando aparatos cada vez más complicados e inventando fórmulas cada vez más oscuras, comienzan a preguntarse lo que podrá venir mañana, a dónde nos llevarán finalmente sus investigaciones siempre novedosas.

En fin, yo me pregunto ¿y si fuera demasiado tarde?

Los biólogos se lo preguntan hoy, o los físicos, los químicos. Para mí, están locos. Aunque ya están en el proceso de cambiarle el rostro al universo, sólo ahora, en el presente se les ocurre preguntarse si por casualidad esto no podría ser peligroso

¿Y si todo saltara? ¿Si las bacterias cultivadas tan amorosamente en los blancos laboratorios se transformaran en enemigos mortales?

¿Y si el mundo fuera barrido por una horda de estas bacterias con toda la mierda que lo habita, comenzando por esos sabios de los laboratorios?

miércoles, 2 de febrero de 2022

El fascismo del antifascista

    Declaraba Pier Paolo Pasolini en 1974 en una entrevista a L'Europeo,  recogida en la colección de artículos póstumos  “El fascismo de los antifascistas” (Milán, 2018): Existe hoy una forma de antifascismo arqueológico que es además un buen pretexto para procurarse una patente de antifascismo real. Se trata de un antifascismo fácil que tiene por objeto y objetivo un fascismo arcaico que ya no existe y que no existirá ya nunca.” (...)

    Por eso gran parte del antifascismo actual, o al menos lo que se llama antifascismo, es ingenuo y estúpido o es injustificado y de mala fe: porque lucha o pretende luchar contra un fenómeno arqueológico, muerto y enterrado, que ya no puede asustar a nadie. Es, en definitiva, un antifascismo totalmente cómodo y totalmente descansado.

Pier Paolo Pasolini (1922-1975)
 

    Creo, creo profundamente, que el verdadero fascismo es lo que los sociólogos han llamado, con demasiada buena intención, "sociedad de consumo". Una definición que parece inofensiva, puramente descriptiva. Pero no. Si se observa bien la realidad, y sobre todo si se sabe leer en torno a los objetos, el paisaje, el urbanismo y, sobre todo, los hombres, se ve que los resultados de esta despreocuapda sociedad de consumo son los resultados de una dictadura, de un verdadero fascismo.(...)

    En cambio, este nuevo fascismo, esta sociedad de consumo, ha transformado profundamente a los jóvenes, les ha tocado la fibra, les ha dado otros sentimientos, otras formas de pensar, de vivir, otros modelos culturales. Ya no se trata, como en la época de Mussolini, de una regimentación superficial y escenográfica, sino de una verdadera regimentación que les ha robado y cambiado el alma. Lo que significa, en definitiva, que esta "civilización del consumo" es una civilización dictatorial. En resumen, si la palabra fascismo significa la arrogancia del poder, la "sociedad de consumo" ha alcanzado el fascismo.

    Para mí, la cuestión es muy compleja, pero también muy clara: el verdadero fascismo, lo he dicho antes y lo volveré a decir, es el de la sociedad de consumo y los demócratas cristianos se han convertido, incluso sin darse cuenta, en los verdaderos y auténticos fascistas de hoy. (…)

    La reflexión de Pasolini distingue un fascismo arcaico, histórico, ya inexistente, en el sentido propio de la palabra que agrupa a todo aquel que formó parte de un movimiento o partido político que estuvo activo en Italia de 1919 a 1945, o de otros partidos que, incluso después, se inspiraron abierta y justificadamente en él, y un fascismo genérico mucho más amplio con el que se refiere a todo aquel que para ejercer el poder no tiene reparos en utilizar diversas formas de violencia a fin de reducir a los demás a una condición de sumisión.

    Su reflexión de hace cincuenta años sigue plenamente vigente, aunque nos resulten obsoletas ya las expresiones de la 'sociedad de consumo' y los 'demócratas cristianos'; habría que sustituirlas por el 'estado de bienestar', la 'social democracia' o la 'democracia' sin más u otras expresiones análogas, para actualizarlas. 

 


    Hay fascistas en este último sentido que se indignarían si alguien les llama así, porque muchos, por no decir la mayoría, suelen considerarse antifascistas en el sentido propio de enemigos de un régimen político que ya no existe.

    La reflexión de Pasolini me recuerda el dicho que se atribuye a Ennio Flaiano, y que en realidad se debe a su amigo Mino Maccari: "Los fascistas se dividen en dos categorías: fascistas y antifascistas". Cuando dice “los fascistas” como sujeto de la frase está usando el término en sentido genérico, pero cuando lo dice en el predicado, equiparándolo con antifascistas, se refiere a los fascistas propiamente dichos y a los antifascistas, que para definirse necesitan recrear el monstruo que van a combatir, como el bombero pirómano que necesita provocar el incendio que va a apagar.

    La paradoja quizá pretendía aludir a la irrelevancia de tales autoproclamaciones. Cualquier autoproclamado 'antifascista' puede suscitar en nosotros cierto recelo fundado en las mismas razones del que proclama que no es racista o que no es machista. Tanto para Macari, como para Flaiano o Pasolini hay fascistas en sentido amplio incluso entre los antifascistas en el sentido más restringido del término: nadie puede considerarse inmune. 

Os vacunaremos a todos (Acción antifascista que pretende vacunar a todo el mundo contra su voluntad)

    Hoy en día el comportamiento fascista en sentido amplio parece aumentar a un ritmo rápido, probablemente con una progresión geométrica: hay en la sociedad actual comportamientos fascistas generalizados, camuflados en los hábitos y comportamientos habituales.

    Como dice Giorgio Agamben, hablando de la situación actual y ciñéndose a su país, pero puede extrapolarse a cualquier otro, en Italia se ha producido un auténtico golpe de Estado so pretexto de una crisis sanitaria. Pone como ejemplo el allí llamado Green Pass, que representa el modelo político de lo que se llama “libertad autorizada”, que no concede nuevos derechos a la ciudadanía, pero que autoriza el ejercicio de los ya existentes: salir de casa, ir a un restaurante, tomar un tren... El Estado de excepción se ha convertido en la regla: ese es el fascismo actual que algunos antifascistas no quieren ver.

martes, 1 de febrero de 2022

A Dios rogando... (*)

    Leo las declaraciones del que fuera obispo de Palencia desde 2016 hasta la fecha don Manuel Herrero en la prensa autonómica de campanario, nunca mejor dicha la expresión. Monseñor deja su cargo al cumplir los 75 años. Preguntado por los numerosos casos de pederastia que se dan en la Iglesia católica, afirma -y es el titular de la noticia- que «Hay que investigar los abusos en toda la sociedad, no solo a la Iglesia», como si el hecho de que la pederastia se diera en la sociedad justificase el que haya pululado tanto en el seno de la Iglesia.

    A la pregunta de la periodista de -¿Qué le(s) diría a los antivacunas? Responde sin ningún rebozo el prelado: Respetaría su conciencia, pero les diría que están poniendo en riesgo tu vida, y el quinto mandamiento dice 'no matar', lo que quiere decir que hay que cuidar la vida porque es un don de Dios, la tuya y también la de los demás.

    Habría que recordarle al prelado, por si lo ha olvidado el decálogo, que hay también un octavo mandamiento de la ley de Dios que dice: No darás falso testimonio ni mentirás. Que aparece literalmente mencionado en el Antiguo Testamento por ejemplo en Éxodo 20, 16: No testificarás contra tu prójimo falso testimonio y en Deuteronomio 5, 20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

Moisés y los diez mandamientos, J. J. Tissot (c.1896-1902)
 

    El octavo mandamiento se opone a todas las formas de la mentira y obliga a los cristianos a dar testimonio de las verdades conocidas, lo que presupone que sabemos cómo llegar al conocimiento de la verdad y qué significado tiene la verdad para nosotros. Quizá deberíamos emplearnos más modestamente no tanto en buscar la verdad como en denunciar las mentiras que se nos imponen y que quieren hacerse pasar por la verdad revelada y absoluta. Y una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente, ya sea desde el púlpito de una catedral o del mediático de dos páginas enteras de un periódico de provincias en su edición dominical.

    Monseñor Herrero incurre en el pecado de calumnia atribuyendo al prójimo, en este caso a los que se han opuesto a la inoculación experimental -llamarla 'vacuna' está fuera de lugar y sería demasiado-, la pretensión de cometer el delito de asesinato, ya que los acusa de poner en riesgo la vida de los demás, simplemente por declararse contrarios a una terapia genética nunca antes experimentada y ahora impuesta a toda la población mundial, como si su intención fuera querer matar a sus semejantes contagiándoles un virus que parece que tienen por el simple hecho de haber rechazado la inyección de la sustancia.

    Ignora quizá el prelado, que reconoce que no es ningún científico, que no son pocas ya las víctimas mortales de la sedicente vacuna, nunca tantas es verdad, afortunadamente, como los 'vacunados', que se cuentan por millones en todo el mundo, y no son pocas las secuelas que está dejando y que están empezando a asustar a médicos y sanitarios por sus efectos desconocidos nunca hasta ahora vistos. Quien ha puesto en peligro de muerte la vida de los demás no es el no inoculado que está en contra de la 'vacuna', sino precisamente la industria farmacéutica que la ha comercializado y los laboratorios que se apresuraron a poner un producto en el mercado que no está todavía aprobado, sino sólo autorizado por razón de emergencia (comercial).

    Habría que recordarle al señor obispo que, aunque Su Santidad el Papa haya dicho que la 'vacuna' es un 'acto de amor', eso no es palabra de Dios, sino una opinión muy personal y por lo tanto falible del vicario de Cristo cuando no habla como tal sino de un tal Jorge mario Bergoglio, creo que ese era su nombre secular, como hemos denunciado en su momento en El Papa no tiene razón, el cual, quizá con las mejroes intenciones del mundo, con las que por otra parte, como se sabe, está pavimentado el suelo del infierno, le está haciendo el juego a la industria farmacéutica, cuyo interés no es salvar vidas, precisamente, sino el beneficio económico a toda  costa.

    Actualmente son frecuentes estas ofensas a la verdad en los medios de comunicación o, mejor dicho, de adoctrinamiento, por lo que es necesario ejercitar el sano espíritu crítico y el escepticismo al recibir las verdades reveladas de los periódicos, las revistas, la radio, la televisión, las redes sociales.

 


    Como escribe Juan Manuel de Prada en su artículo 'Infierno tragacionista' publicado en ABC (28 de enero de 2022) Muchas sociedades europeas se han convertido en infiernos distópicos, en donde la estigmatización de las personas no inoculadas ha alcanzado cotas monstruosas”. Se refiere sobre todo a Macron y a Draghi, a los que acusa de que no pueden ahora dar marcha atrás en su persecución de sus compatriotas no inoculados; y van a seguir persiguiéndolos sin descanso, para que no haya población de control, para que no quede constancia de sus crímenes, para salir indemnes del infierno que ellos mismos han creado. Es cierto que en nuestro país no se ha llegado todavía a la persecución francesa -Macron ha dicho que quería 'enmerder', o sea joder, a los no vacunados- o la italiana, pero eso no significa que no vayamos en esa dirección, ni tampoco que no haya en España una estigmatización de los no inoculados desde todos los púlpitos tanto laicos como religiosos.      

    Recordemos a nuestro presidente, el doctor Sánchez, enfatizando que había que "vacunar, vacunar y vacunar", y afirmando algo tan peregrino como que la vacuna era ni más ni menos que "la libertad". Pero la crítica de De Prada disculpa a nuestro gobierno, como si quisiera congraciarse con él, inculpando al de Francia y al de Italia. Según el escritor zamorano nuestra sociedad española no sería uno de esos infiernos distópicos y tragacionistas que han alcanzado 'cotas monstruosas'. Menos mal. Pero yo no estaría tan seguro.

 
NOTA (*).- No utilizo el viejo refrán castellano A Dios rogando y con el mazo dando como se empleaba en época clásica para dar a entender que hay que conseguir las cosas rezando y al mismo tiempo trabajando para lograrlas, como hacen el carpintero o el albañil sirviéndose  del mazo en sus respectivas faenas, sino en el sentido moderno que ha adquirido la expresión, que interpretamos como sinónima de “haciendo daño”, porque entendemos que el mazo funciona como análogo de “palo”, refiriéndose al descalabro o perjuicio que se produce a consecuencia del golpe del palo o mazazo, y por lo tanto de una acción violenta que se contrapone al rezo piadoso a Dios.