Lo que denominaron 'pandemia' nunca fue tal cosa, sino un simulacro perfectamente orquestado por la sociedad del espectáculo, cuyas secuelas persisten todavía.
Diez mil millones de inyecciones y hay más infecciones que nunca mientras que en países empobrecidos poco inoculados apenas hay casos. ¿Habrá alguna relación?Obligado a llevar mascarilla en la calle, asegura que seguirá llevándola por seguridad aunque deje de ser obligatoria, y espera que no le obliguen a quitársela.
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Un gerifalte autonómico defiende a capa y espada el uso de la mascarilla en espacios exteriores: “Es un símbolo de que la pandemia está entre nosotros”. No es un símbolo, sino un fetiche u objeto de culto al que se le atribuyen poderes sobrenaturales que no tiene, y que tiene, por el contrario, el poder de hacer realidad el simulacro de pandemia que pretende conjurar dándole carta de naturaleza. Dicho de otra manera, la mascarilla no es un símbolo de que la pandemia esté entre nosotros, sino que es ella y no un presunto virus letalísimo la auténtica pandemia que habita entre nosotros. El personal sanitario de los hospitales protocolizados por las autoridades sanitarias desautorizadas por la ciencia del sentido común porta doble mascarilla a fin de reforzar así el embeleco.
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