El cantautor catalán Lluis Llach compuso una canción, L'estaca en 1968, que se convirtió enseguida en todo un himno prohibido contra la dictadura franquista en primer lugar, y que alcanzó enseguida la categoría de un símbolo contra todo tipo de dictaduras o ataduras. Actualmente se cuentan hasta cincuenta versiones de esta canción en francés, inglés,
corso, vasco, occitano, italiano, sueco... La
canción, compuesta originalmente en catalán, se ha traducido a
numerosas lenguas, y ha llegado a popularizarse tanto que, según la
inevitable Güiquipedia, en algunos lugares se considera que es una
canción autóctona, convertida en un símbolo de lucha por la libertad. Al
parecer ha sido himno del sindicato polaco Solidarnosc, de la
revolución tunecita de 2011 y hasta de un club de rugby... Compuesta y cantada originalmente en catalán, se ha interpretado también como un alegato a favor de la independencia de Cataluña del garrote del Estado español. Si Cataluña logra la independencia algún día, la canción sin embargo podrá seguirse cantando: la estaca en ese caso ya no representaría a España, sino a la propia Cataluña. Es lo bueno de algunos símbolos, que valen para todas las circunstancias.
La letra es un diálogo entre un abuelo llamado Siset y un joven. El viejo le dice al muchacho que si no ve la estaca a la que están amarrados y que les impide andar. Si no ve la atadura, jamás podrá liberarse de ella. Pero esa atadura no es solo individual, sino colectiva, por eso es preciso tirar fuerte todos juntos para romperla.
La expresión 'estar a (la) estaca' es en la jerga marinera estar con sujeción, sin poder separarse de un lugar. De ahí que se diga que si alguien está a la estaca está reducido a pocos medios, a escasas facultades, como dice la docta Academia con su inmensa pedantería, y, en definitiva, que tiene poca libertad. El verbo 'estacar', por su parte, significa clavar en tierra una estaca y atar a ella una bestia. Se ha empleado sobre todo, en la esfera caballeresca, para sujetar al caballo. Por lo que el simbolismo de la estaca está relacionado íntimamente con la falta de la libertad, dado que es el obstáculo que impide el movimiento circunscribiéndolo a un punto.
En la siguiente imagen se insiste precisamente en esto último, en tirar todos juntos de la cuerda que nos ata a la estaca, que por otro lado está podrida, para que caiga, por lo que no será difícil derribarla. La canción se convierte enseguida en un himno que se corea, que anima tanto a cantar el estribillo como, haciendo lo que dice la letra, a tirar todos juntos de la cuerda para liberarnos de la sujeción.
El problema de esta imagen es que no refleja la atadura individual de cada uno de los que están tirando de la cuerda para derribarla: es una exhibición de tiro de cuerda en equipo. Deberíamos suponer una única estaca a la que todos estamos amarrados por una cuerda individual, de modo que tirando todos y cada uno de ella podamos troncharla.
He aquí la letra, compuesta por Lluis Llach a los veinte años, en versión original y traducida al castellano:
L'avi Siset em parlava / de bon matí al portal / mentre el sol esperàvem / i els carros vèiem passar.
El viejo Siset me hablaba / al amanecer, en el portal, / mientras esperábamos la salida del sol / y veíamos pasar los carros.
Siset, que no veus l'estaca / on estem tots lligats? / Si no podem desfer-nos-en / mai no podrem caminar!
Siset: ¿No ves la estaca / a la que estamos todos atados? / Si no conseguimos liberarnos de ella / nunca podremos andar.
Si estirem tots, ella caurà / i molt de temps no pot durar, / segur que tomba, tomba, tomba / ben corcada deu ser ja. / Si jo l'estiro fort per aquí / i tu l'estires fort per allà, / segur que tomba, tomba, tomba, / i ens podrem alliberar.
Si yo tiro fuerte por aquí / y tú tiras fuerte por allí, / seguro que cae, cae, cae, / y podremos liberarnos. / Si tiramos todos, ella caerá. / Ya no puede durar mucho tiempo. / Seguro que cae, cae, cae, / pues debe estar ya bien podrida.
Però, Siset, fa molt temps ja, / les mans se'm van escorxant,/ i quan la força se me'n va / ella és més ampla i més gran.
¡Pero, ha pasado tanto tiempo así! / Las manos se me están desollando, / y en cuanto abandono un instante, / se hace más gruesa y más grande.
Ben cert sé que està podrida / però és que, Siset, pesa tant, / que a cops la força m'oblida. / Torna'm a dir el teu cant:
Ya sé que está podrida, / pero es que, Siset, pesa tanto, / que a veces me abandonan las fuerzas./ Repíteme tu canción.
Si estirem tots, ella caurà...
Si tiramos todos, ella caerá...
L'avi Siset ja no diu res, / mal vent que se l'emportà, / ell qui sap cap a quin indret / i jo a sota el portal.
El viejo Siset ya no dice nada; / se lo llevó un mal viento / - él sabe hacia donde -, / mientras yo continúo bajo el portal.
I mentre passen els nous vailets / estiro el coll per cantar / el darrer cant d'en Siset, / el darrer que em va ensenyar.
Y cuando pasan los nuevos muchachos, / alzo la voz para cantar /
el último canto de Siset, el último que me enseñó.
Si estirem tots, ella caurà...
Si tiramos todos, ella caerá...
Puede suceder como escribíamos en Confidencias de un paquidermo, recreando la fábula de Jorge Bucay, que esa estaca ya no exista, o que sólo exista ya en nuestra mente, porque es fruto de nuestra educación, o que siendo insuficiente para detenerlos, como les sucede a los elefantes adultos, estos no hagan amago de tirar de ella y se limiten a moverse en círculo, sin alejarse de la tranca. Cuando son jóvenes, son encadenados a una estaca de la que entonces no tienen fuerzas para liberarse. Cuando son adultos, siguen encadenados a la misma estaca, ridícula ya, de la que ya no les costaría nada zafarse dada la robustez que ha adquirido su masa corporal, pero ni siquiera lo intentan porque han aprendido la lección, porque creen que es imposible. No en vano se ha dicho muchas veces que las cadenas más difíciles de romper y las prisiones de la que es prácticamente imposible escapar, porque son las de máxima seguriad, son las mentales. El que no sabe que está prisionero nunca intentará escapar de la prisión.
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