La Ciencia ha sustituido en la actualidad a la religión y, como ella, exige la devoción de sus fieles y feligreses a los que constriñe con sus prescripciones.
Al igual que las religiones del libro -cristianismo, judaísmo e islamismo-, basadas en un texto sagrado, sea la Biblia o el Corán, la Ciencia se presenta revelada en publicaciones científicas, de revistas especializadas, artículos que han sido revisados por pares, es decir, por otros expertos que corroboran lo que dicen las escrituras de sus colegas, que luego es divulgada, como hemos visto a lo largo de la presente crisis sanitaria, para hacerla más accesible a las masas, por los periodistas, que se dedican a propagar los estudios científicos, haciéndolos 'asequibles'.
Cientos y miles de artículos escritos por expertos en la materia de tal o cual Universidd, publicados en tal o cual revista científica y avalados por pares, validan sus hipótesis como si fueran la verdad divina revelada por Dios mismo, olvidando el carácter provisional, no dogmático, hipotético y siempre provisional, sujeto a revisión y discusión que la ciencia, con minúscula, debe tener.
Lacan, en la citada entrevista, se desentiende olímpicamente de la ciencia oficial “que tiene sus altares en los laboratorios”, y muestra su preferencia por la ciencia-ficción, que considera la única ciencia verdadera. No creo que sea una boutade del genial psiquiatra y psiconalista francés: Novelas como '1984' de George Orwell o 'Un mundo feliz' de Aldoux Huxley, las dos grandes distopías literarias del siglo XX, o películas como 'Matrix' (1999), dan cuenta mejor de la realidad del mundo que vivimos que muchos tratados sociológicos en el ámbito de las ciencias sociales.
En la citada entrevista afirma Lacan a propósito de los científicos: En sus laboratorios asépticos, en sus batas almidonadas, esos viejos chiquillos que juegan con cosas desconocidas, fabricando aparatos cada vez más complicados e inventando fórmulas cada vez más oscuras, comienzan a preguntarse lo que podrá venir mañana, a dónde nos llevarán finalmente sus investigaciones siempre novedosas.
En fin, yo me pregunto ¿y si fuera demasiado tarde?
Los biólogos se lo preguntan hoy, o los físicos, los químicos. Para mí, están locos. Aunque ya están en el proceso de cambiarle el rostro al universo, sólo ahora, en el presente se les ocurre preguntarse si por casualidad esto no podría ser peligroso
¿Y si todo saltara? ¿Si las bacterias cultivadas tan amorosamente en los blancos laboratorios se transformaran en enemigos mortales?
¿Y si el mundo fuera barrido por una horda de estas bacterias con toda la mierda que lo habita, comenzando por esos sabios de los laboratorios?
Hay una obsesión (científica) por poder condicionar la vida, algo mucho más complejo e "interesante" que el acostumbrado dominio con mero exterminio y asesinatos, de ahí los esfuerzos de las agencias militares, tras el cansancio de las "guerras humanitarias", en alianza "emprendedora" con los entusiastas inciviles en los grandes laboratorios, prestos a patentar todo lo habido y por haber, satisfechos y alucinados cuando ven que lo viviente puede estar en sus manos. El modelo, ya se sabe, es la industrialización imparable y conquista de todo aquello que los medios tecnológicos permitan y las mentes imbricadas con ellos exijan. Para estos dementes, "bien formados", el mundo entero y quiénes lo habitan solo son materia prima que hay que someter a transformación para que adquiera "valorización", y a la población, seducida por los espejismos del desierto televirtual, solo le cabe contemplar y sumarse a la "innovación" encomendándose al mejor postor.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Como decían Lacan: "Están locos". Y rara vez se preguntan estos dementes -militares, científicos, tecnócratas... -si su locura podría ser peligrosa. Quizá no sea demasiado tarde para echar el freno. Un saludo.
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