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viernes, 4 de febrero de 2022

Varios telegramas y una profecía

El protocolo sanitario que impone el Ministerio de Sanidad puede transformar a las personas en pacientes sin estar enfermos, malades imaginaires, asintomáticos. 

La ministra de Sanidad ha reiterado que la mascarilla dejará de ser obligatoria "pronto" en espacios exteriores: "Ha cumplido el papel que tenía que cumplir".


(Aduersus paedagogos) Los pedagogos, como gansos que van a la zaga de sus polluelos guiándolos a picotazos, llevan así a los escolares al mercado del trabajo.

Este mundo, la llamada realidad implícita en la frase “esto es lo que hay”, ha sido puesto delante de nuestros ojos a guisa de venda para ocultarnos la verdad.

Inversión de carga de prueba: Sólo se libra uno de la sospecha general de perjudicar potencialmente la salud de los demás si presenta un certificado sanitario.

¿Por qué se censura al mensajero que da cuenta de la existencia de una conspiración? Porque si no se menciona, pasa desapercibida, cual pistola con silenciador. 

El hexámetro 688 del poema Trabajos y Días de Hesíodo reza: χρήματα γὰρ ψυχὴ πέλεται δειλοῖσι βροτοῖσιν: Que es para el desgraciado mortal el dinero la vida.

  
Todo el mundo bajo sospecha: Uno tiene que demostrar fehacientemente que sus acciones no favorecen la propagación del virus o el cambio del clima de la Tierra.
 
  

El anuncio continuo de la inminente catástrofe, extrínseca y futura, es la tapadera ideal para hacernos olvidar la presente e intrínseca, catastrófica realidad. 

Cita Erasmo en sus Adagios este trímetro yámbico de una comedia perdida: Τἀργύριόν ἐστιν αἷμα καὶ ψυχὴ βροτοῖς El dinero es la sangre y el alma de un mortal.

Hay un altruismo esencialmente egoísta, disfrazado de solidario y humanitario, tras el que se ocultan deseos inconfesables de salvación y promoción individual.

Agustín de Hipona, antes de ser canonizado como santo: “Si se me pregunta qué es, no lo sé, pero si no se me lo pregunta, lo sé”, dejó escrito sobre el tiempo. 

 


oOo

Profecía apocalíptica: El fin del mundo entendido como aniquilamiento de toda forma de vida humana inteligente sobre la faz del planeta Tierra no tendrá lugar en un futuro más o menos inmediato o lejano por la sencilla razón de que ya se ha producido y sucedido. 

lunes, 24 de enero de 2022

Más telegramas

El gobierno, de vacaciones. ¿Cómo vamos a estar dos semanas desgobernados?  Va a ser el caos. Dice un alma cándida, pero ¿hay acaso más caos que el gobierno?

A punto de finalizar la exitosa serie El cuento chino del virus de Wuhan, se estrena el lunes la prometedora El zar invade Ucrania levantando gran expectación.

 

Medidas sanitarias en caso de guerra: mascarilla, distancia física, gel hidroalcohólico, desinfección de granadas y salvoconducto de acceso al campo de batalla.


 
Crean un conflicto internacional para llenar los telediarios y para, al mismo tiempo, vaciarlos de paso de la cansina narrativa terrorista del virus asesino. 

 

 Sustituyen, como si no hubiera pasado nada durante los dos años que pronto van a cumplirse un trampantojo por otro, el fantasma de una guerra por el de otra.
 
Si la enfermedad es un error y el paciente un síntoma del error, la medicina se convierte en el arte de erradicar la enfermedad y por lo tanto a los pacientes.
 
 
 
Mientras que la medicina pretende curar al enfermo, la política sanitaria, mucho más soberbia, codicia exterminar las enfermedades exterminando a los enfermos.

 
 Según las palabras de algunos altos funcionarios, ministros y autoridades sanitarias: Usted es culpable de su mala salud. Usted es responsable de su situación. 
 
 
 El sano está, según la secta sanitaria, potencialmente enfermo y debe recibir para entrar en el reino de los cielos el bautismo vacunal de la nueva religión.  

Durante el año 2020 de la era cristiana se propagó que los que gozaban de buensa salud eran enfermos asintomáticos, una amenaza letal para la vida de los otros.


  Pretender dedicarse a salvar abstracciones fetichistas como el planeta o la vida es la nueva religión que exige que nos sacrifiquemos por mor de esos ideales.

Doctores tiene la Iglesia, o sea la comunidad científica, que en lugar de encomendarnos a la razón y la sabia duda, nos instilan una fe ciega en sus creencias.

 

 
La viróloga oficial del reino de las Españas dice que los que se han tridosificado se han adelantado a la mutación vírica poniendo la tirita antes de la herida. 
 
 El sistema penitenciario crea delincuentes; el sistema sanitario, enfermos, y, dentro de él, el manicomio, locos; todo a la mayor gloria del poder establecido.