viernes, 30 de septiembre de 2022

Me parece a mí (IV)

16.- La fotografía ya no se limita sólo a reflejar la realidad; la propia realidad tiende cada vez más a asemejarse a la fotografía, por lo que cualquier parecido entre ambas es algo más que mera y fortuita coincidencia.

17.- ¿Qué es “sacrificar”? -Sacrum facere: hacer sagrado a alguien o algo, es decir: dar muerte a alguien o algo. -¿Y sacrificarse? -Matarse, generalmente uno a trabajar, para conseguir algo que no merecía la pena, lo que suele descubrirse, ay, cuando ya no tiene remedio la cosa, demasiado tarde, como la mayoría de los descubrimientos que se hacen en este mundo.

El sacrificio de Isaac, Caravaggio (1603)

 18.- Pessoa: Deixa passar o vento / sem lhe preguntar nada. / Seu sentido é apenas / ser o vento que passa. Variación: “Deja pasar el tiempo sin preguntarle nada; su sentido es tan sólo ser el tiempo que pasa.” No puedo leer esos versos sin sentir el escalofrío del estremecimiento que me produce una ráfaga de viento, imponiéndoseme la metáfora de que el viento no es otra cosa más que el tiempo, y que lo mejor que puede hacerse con él es dejarlo que se pierda en el horizonte, dejar de cronometrarlo, dejar de valorar su peso en oro: que se diluya para siempre. La mejor manera de aprovecharlo es sacar partido de su pérdida. Ése es nuestro interés, que se contradice radicalmente con el interés del capital que es, como se sabe, que transcurra el tiempo per saecula saeculorum y que nosotros lo mensuremos a él, que es inconmensurable, con relojes y calendarios subordinándonos a la dictadura más oprobiosa, olvidando las palabras del Divino Verbo que dijo que no se había hecho el hombre para el Sábado, sino el Sábado para el hombre.

Fernando Pessoa (1888-1935)

19.- Un fantasma recorre el mundo entero... Una nueva Internacional. No tiene nacionalidad. Es apátrida, pero no necesita pasaporte ni visado porque no conoce fronteras. Si las hay, se las salta alegremente. Convierte a las personas en cosas y a las cosas en ideas con cada operación de compraventa. Ha puesto marcas a todo, como el ganadero a sus reses. Nos vende sucedáneos de vida, haciendo que confundamos el precio de sus productos, siempre en alza, cada vez más cotizado en la bolsa, con el valor que las cosas tenían, ahora cada vez más menguante, cada vez menos valioso y más devaluado en realidad. Tiene muchos nombres, muchas epifanías o avatares, pero es siempre el mismo, siempre lo mismo. No hay más que un dios, que es Él, el Capital, y el liberalismo es su profeta.

20.- Dijo Mao Zedong, y cito a este personaje con su nombre propio porque está muerto, es decir, porque ya es Historia, que la política es una guerra sin efusión de sangre, pero lo que está diciendo el que fuera sabio mandarín de la China comunista, no más que otro tigre de papel como los que él denunció, es al fin y a la postre que no hay paz que valga: sólo guerra, guerra sola con o sin derramamiento de sangre, es decir con diplomacia o sin ella. 

 

jueves, 29 de septiembre de 2022

Giro a la derecha

    Mucho se habla últimamente en los foros políticos de la vieja Europa del “giro a la derecha” que ha dado el pueblo italiano o, mejor dicho, el electorado de ese país que acudió a las urnas -no hay que confundir pueblo con electorado, porque no es lo mismo-, eligiendo a la candidata de la extrema derecha como futura presidente del gobierno.
 
    Se habla en definitiva de ascenso al poder de la derecha y aun de la extrema derecha, olvidando que los gobiernos, sean del partido y del signo político que sean, son todos, velis nolis, de derechas, quieran o no quieran reconocerlo. La derecha, pues, aunque no se reconozca con esa denominación, ya estaba gobernando en Italia antes de las últimas elecciones de hecho bajo el anterior y anteriores gobiernos. 
 
    Algunos se han llevado las manos a la cabeza y rasgado las vestiduras exclamando: ¡Socorro! ¡Que viene la derecha! Y más enfáticamente: ¡Que viene la extrema derecha! ¡Vuelve Benito Mussolini! Pero la derecha, extrema o no, no viene, no ha venido porque nunca ha dejado de estar en el poder. Por eso cuando despertó Italia, la derecha -el Gobierno- todavía estaba allí, igual que el dinosaurio del microrrelato de Augusto Monterroso.
 
 
 
    Dicen que hay que ponerle un cordón sanitario al auge de la extrema derecha. Pero a quien habría que ponerle uno de esos cordones es al gobierno en general, sea del signo que sea. Como ya denunció Pasolini, el moderno fascismo es la sociedad de consumo, no la trasnochada estantigua del fascismo histórico en Italia, el nazismo en Alemania o el nacionalcatolicismo en las Españas. 
 
    Hay un poema sarcástico de Bertolt Brecht, Die Lösung, ("La Solución"), escrito en 1954, poco después de la represión por el régimen comunista del levantamiento obrero del 17 de junio de 1953, que viene muy al caso, donde se propone ante lo que hoy llamaríamos la desafección política de los ciudadanos hacia sus  representantes democráticos no la disolución del parlamento y del gobierno, sino la disolución del pueblo: que el gobierno, en quien recae la soberanía nacional, disuelva al pueblo y elija otro pueblo a fin de gobernarlo:  Tras el levantamiento del 17 de Junio / el secretario de la Unión de Escritores / mandó repartir panfletos en la avenida Estalin / en los que se leía que el pueblo / había perdido la confianza del gobierno / y que sólo con redoblado esfuerzo / podría recuperarla. ¿Pero no sería / más simple que el gobierno / disolviera al pueblo y / que eligiera a otro?( Nach dem Aufstand des 17. Juni / ließ der Sekretär des Schriftstellerverbands / in der Stalinallee Flugblätter verteilen / auf denen zu lesen war, daß das Volk / das Vertrauen der Regierung verscherzt habe / und es nur durch verdoppelte Arbeit / zurückerobern könne. Wäre es da / nicht doch einfacher, die Regierung / löste das Volk auf und / wählte ein anderes?)

     
    Andrés Rábago, alias El Roto, acertó a expresar la indiferencia del sesgo político del gobierno en una viñeta genial que dice: "El que no haya derecha ni izquierda no significa que no haya arriba y abajo"; o, en aquella otra, en la que se lee: "Derecha e izquierda ya no sirven para orientarse. Hay que volver a los puntos cardinales", en el que aparece una brújula donde el Norte señala lo de "arriba" y el Sur lo de "abajo".



    O también, más expresiva, aquella otra viñeta que dice: "Utilizaban la izquierda y la derecha para frotarse las manos". Se utiliza aquí el frote de manos no para combatir el frío, sino como señal de expectativa positiva y satisfacción en el lenguaje corporal o no verbal ante el lucro o logro de algún beneficio en el sentido económico del término, por ejemplo el negocio rentable del Poder.
 
 
 

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Llaman paz a la guerra.

    Hace ya doce años de esto, y ha llovido mucho desde entonces, pero hoy es siempre todavía, un diputado del Partido Socialista (?) Obrero (?) Español que se sentaba en el banco azul de las cortes españolas, o sea, en el del gobierno, y que era además el portavoz parlamentario del ejecutivo pontificó que la palabra inglesa “war” no significaba “guerra”. 
 
    Era su manera no poco hipócrita de explicar lo que sucedía entonces en Afganistán, que no era una guerra ni un conflicto bélico, ni siquiera un campo de batalla, sino algo distinto y relacionado con la política supuestamente pacifista de su jefe de Gobierno, que había sacado las tropas españolas de Iraq y las había llevado a Afganistán, como nos recuerdan aquellos versos que compusimos. 
 
 

    El Ministro de Defensa /  o, en honor de la verdad, / propiamente, de la Guerra, / que es la realidad, / del reino de las Españas, / retira tropas de Iraq / que, acto seguido, destina / al frente de Afganistán. /  Saca las tropas de aquí / para meterlas allá. / ¡Así es el nuevo talante / del gobierno nacional! / Quinientos paracaidistas /  sobre Kabul caerán / en misión humanitaria / de la guerra por la paz,  / por mandato del gobierno / armados para matar. / Saca las tropas de aquí /  para meterlas allá. / Demos gracias, sin embargo, / al Ministro por mostrar / que el cacareado cambio / era sólo nominal, /  y que son los mismos perros / con diferente collar: / gracias por esta lección / de democracia magistral / que saca tropas de aquí /  para meterlas allá.
 
    Dijo el susodicho: "Una misión de paz de la ONU puede tener muchísimos riesgos, a veces muchísimos más que una guerra de ocupación, pero eso no la convierte en una guerra". En todo caso, según su teoría, la convierte en "war", que es algo muy distinto. Y yo, que llevo toda la vida estudiando inglés, no me había enterado hasta ahora de semejante particularidad semántica:
 
    Habrá que darle la razón al padre Órgüel y decir “war is peace”, que la guerra es la paz y que no hay guerra en Afganistán ni en ningún otro lugar del entero mundo, ni siquiera en Ucrania, financiada por nosotros, que allí hemos enviado nuestros dineros y armas de destrucción masiva, sino paz celestial, porque “war” no significa “guerra”.
 

     Los ejércitos occidentales de ocupación, autodenominados "tropas de liberación", bombardearon territorio afgano. Los afganos se preguntaban en su fuero interno: Si las tropas extranjeras vienen a liberarnos, ¿quién nos liberará ahora de las tropas de liberación?
 
    España, para no ser menos -¡ojala España fuera un poco menos España y ojalá fuéramos un poco menos españoles todos los españoles!-, también estuvo presente en aquella carnicería, con el resto de las cuarentayún naciones invasoras. 
 
    El Gobierno de España que, enarbolando antaño el emblema pacifista del ¡No a la guerra!, sacó a sus tropas de Iraq, pero no las licenció sino que las envió, acto seguido, a un nuevo frente de combate, a la guerra abierta como una herida gangrenada y purulenta de Afganistán. Fueron enviados desde nuestro país doscientos efectivos más de esa organización solidaria y misionera de la paz e internacionalismo, y abogada defensora de los derechos humanos (no es propiamente una ONG, sino más bien una OG u Organización Gubernamental) con pistolas que es el ejército profesional español donde tienen ahora tanta cabida los mercenarios como las mercenarias. 
 
 
    En efecto, gracias al igualitarismo sexual opresor y no liberador que defendía que las mujeres se incorporaran a filas para igualarse a los varones y no que estos se licenciasen de las armas y de los ejércitos para ser iguales que las mujeres que, tradicionalmente, no combatían, ahora no sólo hay varones a sueldo del ministerio de la guerra, sino también féminas, empezando por la ministra, es decir, servidora y administradora etimológicamente hablando, del gremio de la guerra. Y es que la igualdad sexual es una cochina mentira. La igualación sexual se ha producido sólo en un sentido: las mujeres llevan pantalones, pero los hombres, no nos hemos puesto faldas.

martes, 27 de septiembre de 2022

¿Eso es lo que te enseñan en la escuela?

    En un libro de texto de tercero de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) destinado a alumnos preadolescentes que cumplen los catorce años durante el curso, se les explica el negacionismo del siguiente modo: Negacionismo: A pesar de los avances humanos, algunas personas niegan los datos, las evidencias y los hechos demostrados. Aunque nos parezca increíble, hay quienes creen que la Tierra es plana, que el ser humano no ha llegado a pisar la Luna o que las vacunas son ineficaces y peligrosas. A estas ideas se las denomina negacionistas
 
 
    Ni siquiera se les explica el origen del término según la docta Academia: Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes, especialmente el holocausto. La voz “negacionismo”, efectivamente, se hizo conocida en los años cincuenta del siglo pasado por los nazis, pronazis o neonazis que negaban el holocausto. Derivado de 'negación' (latín negationem), con el sufijo grecolatino -ismo. La explicación adecuada sería 'interpretación deformada de la historia, que contradice la realidad y las pruebas del exterminio de la población judía de Europa por los nazis, y que niega más particularmente la existencia de las cámaras de gas en los campos de exterminio, mal llamados de concentración'. 
 
    El término puede emplearse por extensión a propósito de otras masacres a gran escala, como el genocidio armenio de 1915, pero nació específicamente para aplicarse a la shoá, que es palabra hebrea que significa 'catástrofe' o 'devastación' y es la denominación que utilizan los judíos para referirse al holocausto. 
 
    Se incluye a veces también, por extensión, entre los negacionistas a los revisionistas, que son aquellos que, si bien no niegan directamente el hecho histórico de la shoá, minimizan la amplitud de su alcance. Pero en este último caso es preferible el término 'revisionismo'). 
 
Los inútiles para el trabajo, David Olère, 1952
 
     Los terraplanistas y los que niegan el alunizaje de la NASA no se pueden comparar con los que creen que las vacunas son ineficaces y peligrosas. En primer lugar, porque no se puede generalizar, y porque habría qué especificar antes qué es una vacuna, a qué llamamos “vacuna”, y de qué vacunas estamos hablando. Porque si metemos en el saco de las vacunas las inoculaciones de adenovirus y de ARN mensajero contra la enfermedad del virus coronado del 2019, yo también creo que son ineficaces y que son peligrosas, y no me considero por ello yo negacionista, porque no niego el alunizaje de la NASA ni la redondez de la Tierra, aunque redonda como una pelota no es exactamente, sino achatada por los polos, como me enseñaron en la escuela. 
 
    En cuanto a la llegada del Apolo XI y de Neil Amstrong a la Luna, siempre recordaré que lo vi por televisión, en blanco y negro y en directo. ¿Cómo no iba a creer lo que veía con mis propios ojos y echaban por la tele?
 
 
    Yo tenía 9 años, y mi padre me despertó para ver aquel acontecimiento histórico a las cuatro de la mañana, diciéndome que no lo olvidaría nunca, como así ha sido. 
 
    Muchos profesionales de la medicina, que no tienen conflicto de intereses con los laboratorios farmacéuticos, consideran que tanto la vacuna contra el covid-19 como la de la gripe son vacunas fallidas. 
 
    Hay algunos que consideran que todos los medicamentos tienen efectos secundarios adversos, y probablemente es verdad, y hay quien llega a decir que muchas personas han muerto por tomar una simple aspirina. Pero quien considere que las vacunas de adenovirus y de ARN mensajero son medicamentos, se equivoca porque no curan ninguna enfermedad ni previenen el contagio. Quien diga que son medicamentos está justificando los efectos adversos en el proceso de inoculación, que, por cierto, en nuestro país no ha sido obligatorio. 
 
    
     Es cierto que no nos han obligado por la fuerza, poniéndonos la pistola en el pecho, a que nos vacunásemos, pero sí nos han constreñido y estigmatizado de mil maneras, desde considerarnos insolidarios (hazlo por ti y por los demás, para protegerte tú y proteger a tus seres queridos, nos decían), egoístas, magufos -magos que creen en los UFOS u OVNIS- que no creíamos en la Iglesia de la Santa Ciencia hasta criminales que queríamos matar a nuestra abuela, nos han exigido el carné de vacunación para entrar a los restaurantes y bares y para viajar, y a muchos hasta para trabajar so pena de despido. 
 
    Eso no es, desde luego,  ponerte una pistola en el pecho, cosa que hoy está muy mal vista, pero poco falta. Hoy no se estila obligar a nadie por la fuerza: se prefiere que sea uno mismo quien, voluntariamente, cumpla con las obligaciones que le mandan.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Perteneciendo al futuro

    Hablando el otro día con un amigo, recordábamos a propósito de la irrupción en la vieja Europa del nazismo, la espléndida película musical de 1972 de Bob Fosse titulada Cabaret

    En el Berlín alegre de entreguerras de los años treinta tiene lugar una historia de amor entre la bailarina Sally Bowles, papel que protagoniza Liza Minnelli, y un estudiante inglés llamado Bryan Roberts, encarnado por Michael York, con el trasfondo del auge político del partido nacionalsocialista alemán. 

    Uno de los números musicales más celebrados del filme es, sin duda, aquel Money, money, que repite Money makes the world go round, y constata la importancia del poderoso caballero y dios verdadero que es don Dinero: Un marco, un yen, un dólar o una libra, / un dólar o una libra, / un dólar o una libra / es todo lo que hace que el mundo gire alrededor. / Ese sonido de tintineo metálico / puede hacer que el mundo gire alrededor. Resulta curiosa en la enumeración de las monedas cómo el marco alemán, un siglo después, ha desaparecido, sustituido por el euro en el ámbito de la Unión Europea, que absorbió las viejas monedas nacionales como el franco francés, la lira, la peseta, el escudo, la dracma..., mientras que la libra, el dólar y el yen citados persisten todavía.


     Un momento estremecedor de la película que recuerdo es aquella escena en una cervecería alemana al aire libre donde un adolescente rubio y de ojos azules, de aspecto angelical, se levanta y comienza a cantar a toda la concurrencia lo que parece una inocente melodía cuya letra evoca imágenes de  un sol cálido y veraniego en  una pradera y un ciervo que corretea libre por el bosque, hasta que en medio de idílicas visiones un susurro dice: Alzaos, alzaos...  
 
    Y se le pide a la Patria, la tierra del Padre, entonces, que dé la señal de apoderarse del mundo: Patria, patria, muéstranos ya la señal / que tus hijos han esperado ver. / El amanecer llegará cuando el mundo sea mío. / El mañana me pertenece, / el mañana me pertenece / el mañana me pertenece a mí. Poco a poco se van uniendo más voces de los presentes.

     Al comienzo sólo se ve el rostro de una pureza angelical en primer plano, pero la cámara va mostrando lentamente que el adolescente, que encarna la juventud, lleva uniforme militar, y una cruz gamada en el brazo izquierdo. Al final de la canción se colocará la gorra y hará el saludo fascista. La inocente balada se ha convertido poco a poco en un himno nazi que hace que prácticamente todos los adultos y jóvenes presentes se levanten y coreen la canción formando una masa homogénea.

    Finalmente todos con el brazo en alto y la palma abierta hacen el saludo fascista. Sólo un anciano permanece sentado, expresando su desacuerdo con el siniestro futuro que anuncia la canción, que repite el estribillo una y otra vez: tomorrow belongs to me: el mañana me pertenece a mí. El mañana, es decir, el futuro. 

    Pero dándole la vuelta a ese estribillo: si el mañana me pertenece a mí, yo pertenezco al mañana, es decir, al futuro, que es la muerte, y no al presente, que es lo único que hay aquí y ahora. Casi todos los que estaban en la cervecería, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, han formado una masa homogénea, aglutinándose en torno a ese himno que, como cabe esperar de todos los himnos en general y de cualquiera de ellos en particular, no puede augurar nada bueno.

 

domingo, 25 de septiembre de 2022

De la Inmaculada Concepción a la Unión Europea y a Eurovisión

    El logotipo de la Unión Europea, presente en su bandera,  que consiste en doce estrellas doradas de cinco puntas dispuestas en círculo sobre un fondo azul fue diseñado por el pintor estrasburgués Arsène Hetiz en 1955 y tiene un claro simbolismo religioso, católico y mariano para más señas como veremos a continuación. 
 
  
    Según la inevitable Güiquipedia sabelotodo, el artista se inspiró en un texto del Apocalipsis XII, 1, sobre la inmaculada concepción de la virgen María, que dice en la versión vulgata latina: et signum magnum paruit in caelo: mulier amicta sole et luna sub pedibus eius et in capite eius corona stellarum XII (duodecim), o lo que es lo mismo en castellano: Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.

    Es decir, se inspiró en algo como esto, donde vemos a la virgen María resplandeciendo como un sol con una corona de doce, precisamente una docena de estrellas sobre su cabeza -doce son los meses del año, doce las horas del día y doce las de la noche, doce los apóstoles, doce las tribus de Israel, doce los dioses del panteón olímpico, doce los trabajaos de Hércules, doce los signos del zodíaco...-, y el niño Jesús en sus brazos. Encima, debajo y a los lados el texto apocalíptico latino.


    O, como esta Inmaculada Concepción de Murillo, que tiene la luna a sus pies, resplandece como un sol y está coronada por la docena de estrellas doradas. Todo ello nos lleva a la sugerencia de que Europa, que ya no es la princesa fenicia raptada e inseminada por el rijoso toro de Zeus/Júpiter de la vieja fábula mitológica, sería la virgen María que está a punto de concebir (concepción "inmaculada", sin mácula, sin mancha) un engendro político y económico, tanto monta, denominado Unión Europea.


    El número de estrellas del logotipo europeo no alude a los países que forman dicha unión, que creo que son 28 en la actualidad, 27 si excluimos al Reino Unido tras su salida decidida en referéndum, sino a las estrellas de la corona de la Virgen que son tradicionalmente doce desde el texto apocalíptico de la mujer  preñada que clamaba con dolores de parto y sufría tormento por parir, mientras que el Dragón -el diablo- esperaba ese momento para devorar a la criatura recién nacida, que sería un hijo varón... Pero los ángeles, capitaneados por el arcángel Miguel, lucharán contra el Dragón, la serpiente antigua, lo arrojarán a la tierra, y lo llamarán Diablo y Satanás.

    Siempre que TVE conectaba con eurovisión en los años setenta para ofrecer algún evento, por ejemplo el indecente festival de la canción el llamado eurofestival,  la pantalla se ocupaba con un logotipo con las doce estrellas en círculo mientras se oía el Te Deum de Charpentier a guisa rimbombante de himno. Aquí puede observarse esta relación simbólica religiosa, católica en concreto y mariana más específicamente, de las doce estrellas unidas en círculo que coronaban la cabeza de María santísima.



    Sin menoscabo de todo lo anterior, me gustaría resaltar la similitud existente entre el logotipo de la Unión Europea y el Ícaro de Matisse, que simplifica al máximo la historia mitológica que subyace: el vuelo de Ícaro que dotado de unas alas se acercó tanto al sol que éste derritió la cera que las ligaba, precipitándose al mar donde morirá ahogado el desafortunado volador. Matisse, utilizando la técnica del collage, con una mínima expresión plástica, nos hace ver una gran figura negra humana, cuyas extremidades superiores podrían ser tanto sus brazos como sus alas,  entre estrellas amarillas sobre un fondo de azul celeste oscuro, sin olvidar el pequeño punto rojo de la silueta humana que simbolizaría sin duda el corazón.

   Ícaro, Henri Matisse (1944)

    Quien no conozca la historia de Dédalo e Ícaro puede pensar que se trata de la caída del ángel, o del ángel caído, es decir, de Lucifer, expulsado del cielo por rebelarse contra los mandatos de Dios y desobedecerlos. Otra vez Dragón, la vieja serpiente del paraíso... Su nombre Lucifer significaba "portador de la luz". También era conocido como Luzbel, "el de bella luz", pero desde su expulsión pasó a llamarse Satanás o Satán.

    Sin embargo, el cuadro de Matisse no deja lugar a la duda. Se titula "Ícaro" y refleja la caída de Ícaro, y la reflexión de que sólo el que se eleva, el que levita y alcanza el cielo puede sucumbir a la dura ley de la gravitación universal y caer, después de tocar con su mano las estrellas, en las profundidades del océano. Pese a su fracaso,  un puntito rojo, su corazón, sigue latiendo en su pecho todavía.

    Otro tratamiento moderno de este mito, mucho más convencional, sería el que hizo Marc Chagall en 1975, que reflejó así la caída de Ícaro, entre una multitud de gente que lo observa y que no hace o no puede hacer nada por evitarlo, reducida a su condición de telespectadora.  En nuestros días la multitud seguramente sacaría su esmarfon y grabaría el vídeo para colgarlo en las redes.

La caída de Ícaro, Marc Chagall (1975) 

    ¿Estará el engendro político-económico o económico-político de la Unión Europea, abocado como Ícaro, tras haber alcanzado las doce estrellas del firmamento, una vez abrasadas sus frágiles alas por haberse acercado demasiado al astro rey,   abocado a precipitarse en el mar y ahogarse ante el asombro y la indiferencia de todos? ¿Será retransmitida su caída y el hundimiento de todas las bolsas europeas por eurovisión? Permaneceremos atentos a las pantallas de nuestros teléfonos inteligentes en las próximas horas de los próximos días... 

Un pueblo, un imperio, una moneda.

sábado, 24 de septiembre de 2022

Me parece a mí (III)

11.- Reality show: el espectáculo de la realidad se convierte en la realidad del espectáculo y viceversa: la vida misma vista por el ojo desvergonzado de Dios que nunca parpadea y que tú no ves pero que sí te ve a ti y que no te pierde de vista ni de noche ni de día, hagas lo que hagas, estés donde estés. Desengáñate: Tú no ves la televisión: la pequeña pantalla te ve a ti. 


 12.- ¿Putas honradas? Contradictio in terminis. No puede haber prostitutas honradas, a no ser que la honorabilidad sean los honorarios, en el sentido que tiene el término de importe pecuniario de los servicios de algunas profesiones liberales, es decir, lo que nos confiere el poder del dinero a precio de saldo. Lo que a una mujer la convierte en prostituta es lo mismo que a otra la convierte en profesora, secretaria o ministra, la subordinación de su actividad al dinero, es decir, al capital y al tiempo que lo incrementa: que haga lo que hace no por gusto o placer sino por dinero. Uno igual que una -todos somos putas- cobra sus honorarios por hacer lo que sea, aquello que lo deshonra a uno, como tarifa que es de la mercantilización de sus gracias y venta al mejor postor. Siempre que los políticos profesionales hablan de “beneficios” se sobreentiende el adjetivo “económicos”, tal es la íntima relación secreta que hay entre política y economía, que quiere convencernos de que lo bueno, lo que nos hace el bien, es lo malo, que es el dinero.

13.- El ogro filantrópico. El estado terapéutico persigue inquisitorialmente con su visión absolutista de la sanidad pública a fumadores y bebedores hasta el límite de la extorsión fiscal y la expulsión de los espacios públicos, recluyendo esas actividades semidelictivas a los ámbitos de la privacía: a las petacas y a los retretes, nunca mejor empleado este galicismo que, como se sabe, alude a los lugares retirados. 

                                        Miente, asimismo, el Estado a través del Ministerio de Sanidad de España, pidiendo a sus súbditos mayores de ochenta años que se vacunen este otoño contra la enfermedad del virus coronado, cosecha del 2019, suministrándoles la segunda dosis de recuerdo, es decir, el cuarto pinchazo, “para continuar protegiéndose a sí mismos y para proteger a los demás”. Se trata de un chantaje moral, como dice el médico jubilado don Juan Gérvas, que denuncia el lenguaje moralizante que se ha venido aplicando al uso de mascarilla, la ablución de manos, el distanciamiento social y finalmente a la supuesta 'vacuna', que crea crispación entre 'los buenos', que se adhieren al discurso dominante, y 'los malos', que son insolidarios.

14.- EPISTEMOLOGÍA POPULAR: aprender, como bien sabe el pueblo a su modo sin saberlo, no es acumular conocimientos eruditos, sino desengaños, es decir, caer en la cuenta de lo engañados y equivocados que estábamos, para lo que es menester desaprender todo lo que nos han enseñado y hemos aprendido, dejar de ver las cosas como si las conociéramos de toda la vida, extrañándonos de todas nuestras certidumbres.

15.- Incendios forestales: uno de los muchos presidentes democráticamente electos del Imperio, de cuyo nombre no puedo acordarme, encontró en su momento la solución genial para acabar con la deforestación provocada por los incendios forestales causados por los pirómanos, y no tuvo empacho en proponérsela al mundo: una intuición que nunca se le había ocurrido antes a ninguna lumbrera: la solución final y definitiva, la Endlösung: talar los árboles para que no haya bosques que quemar.

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

Sócrates visto por Quino

 


 
Sócrates: Sólo sé que no sé nada.

Hoplita: ¡¡Queriendo desprestigiar nuestro sistema educativo, eéeeh? 
 
    Según la historieta de Quino, a Sócrates lo mataron por desprestigiar el sistema educativo tras haber pronunciado su famosa frase, “sólo sé que no sé nada”, que nunca pronunció, como veremos enseguida.
 
    Sabemos que su muerte no fue exactamente como la pinta el inconfundible dibujante argentino, aunque en cierto sentido no vaya muy descaminado. A Sócrates, en efecto, no lo mataron a flechazos los hoplitas, sino que murió condenado a beber una pócima de veneno letal después de un juicio democrático, en el que fue acusado de los cargos de corromper a la juventud y de no creer en los dioses en los que creía la ciudad, o sea, el Estado. 
 
    No obstante, decía, Quino no iba muy descaminado: Sócrates corrompe a la juventud haciendo que someta a la crítica de la razón las creencias en las que sus conciudadanos depositaban su fe y que a los jóvenes les habían inculcado, es decir, haciendo que la juventud descrea de la educación o ideas recibidas. En ese sentido se oponía a la pretensión de cualquier sistema educativo de creer que se sabe lo que no se sabe. 
 
    Que se sepa, Sócrates nunca dijo “Sólo sé que no sé nada”, según los testimonios de Platón y de Jenofonte, sino que él, a diferencia de la mayoría, que no sabe pero cree saber, no creía saber lo que ignoraba. Fue el oráculo de Delfos, consultado por su amigo Querefonte, el que dijo que Sócrates era el hombre más sabio del mundo, como él mismo nos cuenta en su discurso de defensa ante el jurado ateniense, pero el primer sorprendido fue el propio Sócrates, que nunca había alardeado de su supuesta sabiduría.
 
    οὗτος μὲν οἴεταί τι εἰδέναι οὐκ εἰδώς, ἐγὼ δέ, ὥσπερ οὖν οὐκ οἶδα, οὐδὲ οἴομαι· ese cree saber algo que no sabe, mientras que yo lo que no sé no creo que lo sé.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Ad maiorem Medicinae gloriam

    La señá ministra de Sanidad, que no de salud, ha defendido en varias ocasiones la postura institucional de seguir manteniendo la imposición de las mascarillas en los ámbitos en los que aún es obligatoria: en el transporte público, en los entornos sanitarios, incluidas farmacias, y para los trabajadores de las residencias de mayores. 
 
    Cuando alguien la interpela y le dice que en muchos países europeos como Portugal, Francia o Reino Unido han retirado ya la obligatoriedad del bozal en el transporte público y no ha pasado nada malo, ella saca a colación que, sin embargo, en otros países con los que nosotros preferimos alinearnos, como Alemania -donde es obligatoria la FPP2 en el transporte público-, Austria o Italia se mantiene todavía. 
 
     Si alguien vuela desde España al Reino Unido debe llevar la mascarilla puesta porque es obligatoria a bordo, pero si lo hace desde el Reino Unido a España no. ¿Dónde está la lógica de este sinsentido?
 
    Cuando se llama la atención de su señoría sobre la contradicción de acudir a un evento multitudinario donde se reúnen miles de personas sin mascarilla, y tener que tomar el metro para ir y tener, por lo tanto, que embozarse el tapabocas durante el trayecto porque es un transporte público, lo que es una situación bastante surrealista, se mire como se mire, ella, echando el balón fuera del campo de juego y políticamente corregida e 'inclusivista', dice que no se puede actuar al margen del asesoramiento de las ¿personas expertas?, en lugar del genérico "los expertos”, con lo que la señá ministra, muy salerosa ella, utiliza dos palabras en vez de una, y lo hace varias veces, repitiendo hasta la saciedad la lección bien aprendida de lenguaje políticamente correcto y superfluo a guisa de mantra, con el que parece que dice cosas de más enjundia y más de lo que dice.
   
 
   Esas expertas (personas) avalan que en las Españas de María Santísima se siga manteniendo a fecha de hoy esa medida incomprensible. El razonamiento, si se puede llamar así, es que la situación de la pandemia es ahora buena gracias a la gestión, loada sea,  del Gobierno de España,  y loado sea su consejo de ministros y ministras del que forma parte, junto con los reinos de taifas que son las diecisiete comunidades autónomas, lo que ha reconocido la OMS, que fue quien organizó el cotarro de la pandemia ad maiorem Medicinae gloriam
 
    Afirma también su señoría que la clave de esa buena gestión gubernamental ha sido el seguimiento de las propuestas de las 'personas expertas', que son las que tienen experiencia, porque los gobernantes son unos inexpertos y necesitan el asesoramiento de los peritos.
 
    Asimismo, la señá ministra de Sanidad, que no de salud, anuncia la llegada prevista para el último cuatrimestre del año en curso de cuarenta y cuanto (44) millones de dosis, que se dice pronto, del experimento génico que ella y toda la prensa oficial denomina genérica- y alegremente 'vacunas'. Asegura, además, que dentro de este mes de septiembre recibiremos ya 16 millones de dosis de sueros innecesarios y pagados con dinero público “para seguir protegiendo a la ciudadanía, para seguir protegiendo a las personas más vulnerables”. 
 
 
     Ha manifestado que "todas las vacunas" -se refiere a las sustancias aprobadas por la AEM (EMA en inglés), las de las casas Moderna y Pfizer- tienen una altísima protección (sic) contra la variante 'omicrón' (sic), que es la de mayor circulación ahora que ya no circula o, si circula, no nos enteramos. Resulta gracioso, si no fuera sarcástico, eso de la “altísima protección”, porque van por la cuarta dosis o 'segundo refuerzo' en no hace todavía dos años, y aún dicen que necesitan seguir protegiéndonos. ¿De qué? ¿De un virus inofensivo para el que, cuando sacan el suero, ya ha cambiado, semper mutabilis como Proteo?
 
    Pero ¿quién nos protege de los efectos secundarios de la protección que deprime nuestro sistema inmunitario despertando en él una falsa alarma? Si no sirve para protegernos, para algo tendrá que servir, algo tendrá que hacernos, dice resignadamente la gente, sobre todo los mayores, que ya se han metido tres balas y que se pondrán la cuarta ahora que incrustan en el cargador de la ruleta rusa. Y se meterán todas las que hagan falta y que les digan.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Carp-us carp-it

    Escribe Elías Canetti en Masa y Poder: “La orden es más antigua que el habla, si no, los perros no podrían entenderla. El amaestramiento de animales descansa precisamente en el que ellos, sin que conozcan un habla, aprenden a comprender qué se quiere de ellos.” 
     Aplicado a la comunicación humana, las entonaciones interpelativa y yusiva son anteriores a la predicativa o enunciativa y a las palabras del propio lenguaje: La entonación interpelativa, que se caracteriza por una curva melódica ascendente (por ejemplo: “¡Niño!”), sirve para llamar a alguien, pero no para decir nada de él todavía convirtiéndolo en tercera persona.  Cuando interpelamos a alguien usamos el nombre en su forma primaria, que es el caso vocativo, que sirve par apelar, pero no para predicar. La entonación yusiva, por su parte, que se caracteriza por la entonación descendente, sirve para dar una orden, como si fuera un verbo en su forma primigenia, que es el modo imperativo: “¡Ven!”
 
    En esta fase prehistórica de las lenguas no se distinguen nombres comunes de nombres propios todavía. La combinación de ambas tonalidades produce una frase como: “¡Niño, ven!”. A partir de una producción como esta, donde se combinaban las entonaciones interpelativa y yusiva, como funciones primarias del lenguaje, puede pasarse, entrando en la gramática de las lenguas, a la función predicativa, que es secundaria, y que conlleva el fenómeno de la declinación del nombre y de la conjugación del verbo: “El niño viene”
 
    Es la función lógica del lenguaje, que sirve para constatar la realidad. Hemos pasado a la predicación, es decir, a la afirmación, en el ejemplo que nos ocupa, de la obediencia del niño. El niño ha pasado de segunda persona, de ser el oyente al que se dirige la llamada y la orden, a convertirse en tema de conversación. Se ha creado la tercera persona. Asimismo,  en la conjugación del verbo podemos incluir el accidente temporal, introduciendo el tiempo y creando un pasado y un futuro como proyecciones del presente, y comenzar a predicar: “El niño vino, venía, vendrá...” 
 
     En una fase anterior de las lenguas, de las que algunas como el inglés nos dan testimonio todavía, no había tal distinción entre nombres y verbos, es decir, una misma palabra podía usarse con entonación interpelativa y yusiva, aunque no fuera algo frecuente. De hecho, una misma palabra, puede ser usada con ambas funciones, para llamar a alguien, como si fuera un nombre en su forma primaria, que es el caso vocativo, y a la vez darle una orden, como si fuera un verbo en la forma primaria del verbo, que es el imperativo. 
 
     Es algo más que un juego de palabras al que asistimos en latín durante la cena de Trimalción. Al comienzo del banquete, el nuevo rico Trimalción, que ha olvidado el significado de la palabra 'pobre', llama para deslumbrar a sus invitados a un sirviente repitiendo varias veces su nombre con una voz muy lenta. Encolpio, el protagonista de la novela, asombrado de que su anfitrión repita varias veces la misma palabra  “Carpe, carpe” con un tono monocorde (lentissima uoce, en latín) cuando el interpelado ya está presente, pregunta al comensal que tiene al lado, quien le informa de que el amo está llamando al esclavo encargado única- y exclusivamente de trinchar la carne y a la vez le está ordenando que trinche efectivamente las viandas que van a consumir. 
 
Ilustración de Georges-Antoine Rochegrosse (1859-1938)
 
     Esta es la explicación: (Petronio, Satiricón 36, 5-8): Carpus uocatur. Itaque quotiescumque dicit “Carpe”, eodem uerbo et uocat et imperat. (Se llama Trincha. Y así cada vez que dice “trincha”, con la misma palabra lo llama y le da una orden). Efectivamente, una misma palabra, que es CARPE, sirve como vocativo que es de Carpus, para interpelarlo, y como imperativo de carpere “cortar, trinchar, partir”, como en el carpe diem horaciano -aunque ahí tiene el sentido semántico de 'aprovecha el día, sácale el jugo-,  para ordenarle que haga lo que le está mandando. Una misma palabra, en este caso en el que se neutralizan la función apelativa y la yusiva, identifica la acción imperativa y el nombre propio del destinatario que tiene que ejecutarla.
 
    El desconcierto que crea Trimalción se debe a que utiliza un tono monocorde, anulando las marcas entonativas y prosódicas respectivamente constituyentes de las funciones interpelativa y yusiva, creando así una ambigüedad pragmática y performativa. Para deshacer esa ambigüedad, tendría que haber pronunciado el primer “Carpe”, interpelativo, con una entonación ascendente, y haber hecho una pausa, y pronunciar el segundo “carpe”, yusivo, con una curva melódica descendente. 
  
     La importancia de estos criterios entonativos pone de relieve que una producción oral, sin sus entonaciones propias, o un texto escrito, reducido a su exclusiva expresión gráfica, puede ser interpretado en dos sentidos opuestos, incurriendo en la ambigüedad. 
 
Fotograma de Satiricón, correspondiente a la cena de Trimalción, de Federico Fellini (1969)
 
    Manuel C. Díaz y Díaz, en su espléndida traducción del Satiricón de Petronio, opta por traducir carpe por "parte", y vierte así el pasaje:
     -Parte -dijo.
    Llegó al punto un trinchador y acompasando las posturas al ritmo de la música tajó la vianda con un estilo que recordaba el de un conductor de carro que luchase a son de órgano.
    Seguía repitiendo sin cesar Trimalción con voz melosa:
    -Parte, parte.
    Yo barrunté que tanto repetir esta palabra encerraba alguna ingeniosidad; y así no tuve empacho en preguntarlo al comensal de mi derecha. Él, que muchas veces había contemplado juegos de este tipo, me dijo:
    -Ves al que hace las tajadas: se llama "Parte". Y así cada vez que dice "Parte", con una sola palabra lo llama y lo manda.
  
 Cuando el esclavo obedece, y ejecuta su cometido, podemos utilizar el lenguaje en su función secundaria, que es la predicativa, y, así como el "¡Niño, ven!" del principio se convertía en "El niño viene", podemos en este caso, entrando ya en la gramática de la lengua propiamente dicha, afirmar algo como: “Carpus carpit”, donde Carpus actúa ya como sujeto y carpit como predicado verbal.

martes, 20 de septiembre de 2022

Me parece a mí... (II)

6.- No se dejen engañar por la jerga que manejan los políticos. Desengáñense. En realidad son, más que políticos, economistas. Usan una jerga que no entienden ni ellos mismos. Un ejemplo tomado de la prensa: La debilidad del euro por el riesgo de recesión consolida la inflación pese a la agresiva subida de tipos (de interés) del BCE.  No van, por lo tanto, a incluir en su programa electoral la única medida auténticamente popular: abolición efectiva de las deudas contraídas y del dinero. No, eso no: prefieren hablarles de reducción (insignificante) del precio de los alquileres, de construcción de numerosas viviendas sociales económicas (conejeras) para jóvenes, de disminución de los tipos de interés (pero el interés del capital sigue ahí, deseando que transcurra el tiempo para generar beneficios), aumento (infinitesimal) del salario mínimo interprofesional y de las pensiones, o reducción progresiva de la carga de imposición fiscal contributiva... Callan lo fundamental: que van a procurar gestionar lo que hay para que todo siga igual con los mínimos reajustes necesarios: procurarán que estemos pagando toda la vida algo, lo que queramos, que eso es cosa hasta cierto punto de nuestra elección, pero algo: el auto, el chalé adosado, las vacaciones, lo que sea. 

 
7.- Izquierda/Derecha: Todos los gobiernos que hay en el mundo son, aunque algunos pretendan lo contrario, de derechas, porque gobernar se hace con la mano derecha. A la mano izquierda sólo le queda el desgobierno, levantarse contra el poder, hacer otra cosa distinta, a desmano de lo que hace la diestra. La izquierda no existe dentro del poder, es la que se levanta contra él. Por eso la imaginación nunca podrá acceder al poder, como pretendían los ilusos jóvenes sesentayochistas en París, sino luchar siempre contra él. La expresión “poder para el pueblo” sólo puede querer decir “poder para que el pueblo pueda librarse del yugo del poder”. 
 
 
 
8.- ¡Que se besen! La prensa publicó una fotografía de una pareja de novios orientales recién casados, impecablemente vestidos según los cánones occidentales. Sonrientes y risueños, insultantemente jóvenes, envidiables y felices si no fuera por que ambos llevan sendas y asépticas mascarillas a modo de condón en la boca. ¿Cómo harán para darse un beso en los labios exorcizando su peligro a fin de no contagiarse de la neumonía asiática, esa peste amarilla que galopa a lomos de uno los cuatro jinetes del Apocalipsis que cabalga de nuevo por el universo? 
 
 
9.- Deberíamos prestar más atención a la función de las puertas, benditas sean, que no sólo nos invitan a penetrar en aquellos recintos consagrados que nosotros mismos hemos cancelado entre cuatro paredes, sino que, más bien, nos exhortan a atravesarlas rompiendo la claustrofobia del arresto domiciliario -confinamiento según la jerga política y sanitaria- y salir de la cárcel de nosotros mismos.
 
 

10.- En conclusión: sin conclusión. Una conclusión es lo que consigues cuando, cansado de pensar, decides abortar el proceso interminable de la razón en marcha y fondear en las lagunas mentales donde naufragan las ideas estancas que impiden la fluidez del río del pensamiento. Pensar es remover nuestras creencias más encallecidas y anquilosadas, empezando por la más engolfada de todas ellas, que es la fe ciega en nuestra propia identidad personal. ¿Existe, preguntémonos, una identidad verdadera dentro de nosotros que pueda contraponerse a las numerosas identidades falsas que adoptamos? No, sin duda. Lo que existe son múltiples y falsas identidades: lo que hay son mentiras: no hay verdad. Conclusión: Pero no saquemos conclusiones apresuradas. Una conclusión es lo peor que hay: es una oclusión, una reclusión, un cierre del proceso que suponer hacer el ejercicio de la razón y de la sensibilidad.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Bendiciendo las armas

    El Papa defiende la entrega de armas a Ucrania para su "legítima defensa", consagrando de este modo la política belicista de la Unión Europea, que en poco más de medio año ha destinado la friolera de 2.600 millones de euros, que se dice pronto, a tal fin, ya que como razonaba, es un decir 'razonaba', el señor Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, “Las guerras se ganan con armas”, como si fuera posible, humanamente hablando con el corazón en la mano, 'ganar una guerra'. 

    Resulta chocante que un cristiano, y no uno cualquiera, sino precisamente el vicario de Cristo, justifique el uso de las armas. Quizá no sea tan chocante si en lugar de ver en él al vicario de Cristo, vemos al vicario, es decir al que hace las veces,  de un personaje histórico nacionalista judío -y no cristiano-, demasiado humano, que se llamó Jesús, el Nazareno. 

    No es la primera vez que Su Santidad se alinea de este modo con la política institucional del engendro de la U.E. Ya lo hizo poniéndose de parte de la industria farmacéutica y bendiciendo la hostia que se veía así consagrada de la supuesta vacuna contra el virus coronado que él veía como un "acto de amor", de lo que dábamos cuenta en este arcón en El Papa no tiene razón.  

    No es extraño, pues, que ahora el romano pontífice se ponga de parte de la industria armamentística justificando su existencia y bendiciendo el uso de las armas  "en legítima defensa" de uno mismo, de su patria y de todo lo que uno ama.

     Hay suficientes indicios en la lectura de los evangelios que justifican el uso de las armas, en los que puede haberse inspirado Su Santidad para defender el derecho a la legítima defensa armada de los ucranianos, lo que le ha llevado a bendecir la guerra de Ucrania como si de una cruzada se tratara contra el infiel, como tantos de sus antecesores en el pontificado. 
 
 

    Un dicho puesto en boca de Jesús afirma: No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada (Mateo 10, 34). Hay quien opina que no hay que entender este dicho, que contradice el espíritu cristiano de irenismo y amor universales, en sentido literal, que “espada” quiere decir otra cosa distinta de lo que dice, como por ejemplo, división, cizaña o enfrentamiento no sangriento, pero que contradiga precisamente la figura idealizada de Jesús, el llamado Cristo de la fe, que es una elaboración fundamentalmente paulina, es uno de los argumentos a favor de la historicidad de la proclama.

    Téngase en cuenta también que el Imperio envió una cohorte romana, compuesta entre cuatrocientos y seiscientos legionarios al menos, al mando de un tribuno, como refiere Juan 18, 12, para detener al Nazareno: La cohorte, pues, y el tribuno y los alguaciles de los judíos se apoderaron de Jesús y le ataron. No parece muy congruente desplegar una fuerza militar tan desproporcionada en un territorio ocupado para detener a un hombre rodeado de una banda de seguidores pacíficos y desarmados. 

     En Lucas 22, 36, aconseja Jesús a los discípulos que compren una espada: Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente las alforjas, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada. Y más adelante, (Lucas, 22,49): Viendo los que estaban en torno de Él lo que iba a suceder, le dijeron: ¿Herimos con la espada?

    Como escribe Gonzalo Puente Ojea en su “El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia”, edit. Siglo XXI (Madrid, 1992): La impresión neta de que Jesús y los suyos iban armados para una contienda, y no excluían la posibilidad de violencia, se impone por sí misma

    Uno de los discípulos le corta una oreja con la espada al servidor del Sumo Sacerdote. Allí Jesús no hace ninguna condena del uso de la violencia, se limita a curar al herido. El clero judío estaba bien avenido con el poder imperial romano por entonces. Jesús se limita a decir prudentemente: Dejadles, no haya más

Expulsión de los mercaderes del Templo, El Greco (1600)
 
     No olvidemos otro episodio que narran los cuatro evangelistas, que es la expulsión de los mercaderes y cambistas del templo, donde Jesús usando un látigo de cuerdas y haciendo uso de la violencia expulsa a todos del Templo. 

    Su Santidad afirma que Es más que lícito entregar armas a otros países para que se defiendan. Se refería a la invasión rusa de Ucrania y a los países que han enviado armamento al Gobierno de Kiev. Para el romano Pontífice es moralmente aceptable: Los ucranianos están protegiendo su país. No solo es lícito, es también una expresión de amor a la patria. Quien no se defiende, quien no defiende alguna cosa, no la ama. En vez de eso, quien defiende, ama

    No obstante, también, dando una de cal y otra de arena, pide como buen cristiano al Gobierno de Zelenski que abra las puertas al diálogo para zanjar cuanto antes esta guerra, cuyo relato ha venido a sustituir en el imaginario colectivo al cuento aquel de la pandemia, cuyo final "está ya a la vista", según declaración del ceo de la OMS.

    Declarar el fin, por otra parte, de la pandemia es reconocer que la ha habido, que ha habido de hecho una pandemia como tal, lo que, si bien desde el principio era mentira no ha dejado, sin embargo, de ser real, como el protocolo que se aplicó ad hoc, que nos llevó a situaciones como esta que refleja la icónica fotografía de los dos ancianos plastificados y embozados besándose, que puede resumir la pesadilla vivida durante dos años largos. 

   

 Ahora reconocen que estamos en las postrimerías de lo que se denominó 'plandemia', que se acabó lo que se daba, pero lo que se acabó es el cuento de la pandemia, que ha sido sustituido rápidamente por este otro de la guerra de liberación de Ucrania de la ocupación del malvado zar y déspota de Rusia.