viernes, 9 de septiembre de 2022

Un jarro de agua fría (restricciones energéticas)

    Nos enseñaba en plena crisis sanitaria Úrsula Gertrudis von der Leyen, la europresidenta de la Comisión de la UE, a la ciudadanía europea cómo lavarnos y secarnos correctamente las manos para prevenir la contaminación del virus coronado, en un alarde pedagógico de desinfección que mezclaba hábilmente la mínima teoría con la práctica. 
 
'Salva vidas lavándote las manos' (y ahorra de paso energía, que hay crisis).

     Ese higiénico y patético vídeo en el que Úrsula se lavaba las manos simbólicamente contaminadas de virus o de sangre como Pilatos sigue siendo válido en la coyuntura actual de crisis energética, una vez finiquitada la sanitaria. Recuérdese que, una semana antes de que comenzara la guerra de Ucrania que ha desencadenado la crisis actual de la energía, la Unión Europea comenzó a relajar las restricciones sanitarias para dar paso a la nueva crisis y las restricciones energéticas. No vamos a gastarnos el dinero en hacer otro vídeo, parece que dijeran, cuando podemos reutilizar uno del que  disponemos, si no fuera porque en este que tenemos la europresidenta se olvida de cerrar el grifo mientras se seca las manos, aunque, en el último momento, se da cuenta de su pequeña infracción y la corrige cerrándolo apresuradamente. No tiene desperdicio.
 
 
     ¿Es usted idiota, parece decirnos a la puta cara, o no sabe usted cómo lavarse las manos sin derrochar agua, que, amén de escasear en medio de la pertinaz sequía que padecemos, fruto del cambio climático por el calentón planetario, ahora es, además, un valor que cotiza en Bolsa desde que hace dos años debutó en el mercado de futuros de Wall Street?
 
    La señá Úrsula, siguiendo las instrucciones de la ominosa OMS en forma de nueve consejos prácticos escritos en la lengua del Imperio, nos enseña a lavarnos las manos sin más palabras, que no hacen falta, como si fuésemos idiotas, con la musiquilla de fondo de la Ode an die Freude que se ha convertido en la banda sonora del prostíbulo que regenta. 
 
    No hace falta que usted utilice agua caliente para lavarse las manos, así que hágalo con agua fría a fin de no despilfarrar energía que nos hace dependiente del gas del malvado zar de todas las Rusias que ha invadido Ucrania, un gas que ahora compramos a China, que lo que hace es vendernos como intermediaria que se lleva la parte del león el gas que compra ella sí a Rusia, y nos lo revende a nosotros a precio de oro. 
 
Úrsula cierra el grifo, para ahorrar, mientras se enjabona las manos.
 
     Y es que como dice el periódico El (In)Mundo: “Bajo la premisa de hacer frente a la escasez del hidrocarburo, los Estados de la UE ya han puesto en marcha diversas medidas de ahorro”. 
 
    Aparte de bajar unos grados la calefacción, claro está, como nos recomendaba en España Ana Codicia Botín, perdón, Patricia, quería decir, esa banquera feminista y ecologista, no faltaba más, aparte de eso, decía,  se recomienda no ducharse tanto, no hace falta hacerlo todos los días, o, si nos empeñamos en la ducha diaria, no hacerlo con agua caliente, sino con agua tibia o, mejor aún, con agua fría, que, si me apuran, es hasta más sano seguramente, y más económico y solidario con Ucrania desde luego.
 
     Este miércoles pasado hemos visto una nueva comparecencia de la señá Úrsula en la que haciendo uso de la consabida retórica propone que lo que tenemos que hacer ante los picos de demanda de gas que encarecen el precio de la electricidad en el mercado es -lo dice en la lengua del tío Sam, que es la del Imperio-: flatten the curve, o sea, “¡aplanar la curva!”.
 
 
    ¿No te suena y resuena esto de 'aplanar la curva'? Sólo le faltó decir a la europresidenta que las restricciones energéticas que propone para la reducción del uso de la electricidad en horas pico durarán sólo quince días, dos semanas, como aquellas otras restricciones sanitarias que nos impusieron más que propusieron para reducir aquella otra curva de la pandemia de los demonios, que se sabe ya lo que duró.
 
 
       ¿Veremos pronto el vídeo de Ursula Gertrud von der Leyen en su cuarto de baño bajo la ducha de agua gélida tiritando de frío pero guardando el tipo y canturreando el Himno a la Alegría de Ludwig van Bethonven, cuyos huesos seguro que están removiéndose ahora en su tumba al enterarse de que es el himno de la Unión Europea? 

    ¿O nos sorprenderá nuestra querida europresidenta proponiéndonos una cena en penumbra en una hora pico de consumo, sin alumbrado eléctrico, a la luz de unas románticas velas,  -y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos, como cantaba Carlos Gardel- que nos aseguren una no menos romántica velada?
 

2 comentarios:

  1. Con el payaso de Ucrania y la presidenta de la banda europea la imbecilidad está asegurada, el demente de los USA ya reduce su gesticulación y movimientos a los de una torpe marioneta y en el vacío consustancial de los figurantes nacionales y regionales la imitación hace estragos, configurándose una pandemia donde la memez contagiosa puede poner a la humanidad más progresada en la situación propicia para que el delirio transhumanista se cubra de gloria.

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    1. Reza el refrán: "Cada día que amanece, la grey de los tontos crece".

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