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lunes, 18 de diciembre de 2023

¡Más de 100 muertes al día! (I)

    O de cómo el Ministerio de Sanidad de las Españas nos vende la moto diciendo que va a salvarnos la vida (otra vez) y mejorar nuestra salud (otra vez). 
 
 
    "Ayer acabó la COP28 con un acuerdo insuficiente pero que supone el principio del fin de la era de los combustibles fósiles y las energías caras y sucias".
 
    La Ministra de Sanidad del Reino de las Españas, doña Mónica García, pronuncia un discurso optimista y trufado de efectos retóricos con el que celebra el acuerdo -insuficiente según ella- que se ha alcanzado en la COP28 que ha tenido lugar en Dubai, pero que no supone "el principio del fin de la era de los combustibles fósiles", como dice la ministra. Lo que sucede, según los expertos, es que los combustibles fósiles se están agotando y no hay para todos, pero no se están acabando porque se haya llegado al acuerdo de dejar de usarlos y de despreciarlos por ser “energías caras y sucias”. Son caras -lo de sucias no vamos a discutirlo- porque abundan poco, cada vez menos y no va a haber para todo el personal.
 
   "Es un paso más pero aún quedan muchos por recorrer para asegurar un futuro mejor para todos y todas."

    Se trata, según nuestra Ministra progresista,  de un paso más para asegurar “un futuro mejor para todos y todas”, lo que dice con una redundancia superflua por innecesaria, dado que diciendo “todos” estamos utilizando el género gramatical masculino como término no marcado, es decir, como equivalente a los dos géneros gramaticales, pero es una obsesión de los nuevos ministros (y ministras) emplear el género femenino para alargar sus discursos, parecer que dicen más de lo que dicen y "empoderar a las mujeres" (sic).
 
    "El cambio climático mata y empeora la salud."
 
    La afirmación de que el cambio climático mata es bastante tremendista, aunque se atenúa diciendo que empeora la salud. Se trata de un hísteron próteron. Merece la pena que nos detengamos un poco en este recurso retórico que consiste en citar en primer lugar lo que sucede cronológicamente en segundo lugar llamando así la atención sobre la idea más importante que se trata de poner de relieve: todos (y todas) vamos a morir. Lo lógico sería decir en primer lugar que empeora la salud y, a continuación, que mata, pero como se trata de impactar al auditorio lo primero que se dice es que mata, como el tabaco, y a continuación, por si eso fuera poco, que empeora la salud, algo que poco importa cuando uno ya está muerto. 
 
 
     "Los combustibles fósiles que provocan cambio climático matan y empeoran la salud."
 
    A continuación nos dice cuál es la causa de ese cambio climático que mata, que son los combustibles fósiles. Ha hecho por arte de magia retórica una ecuación de equivalencia: cambio climático igual a combustibles fósiles. Como se ha llegado al acuerdo -obligado te veas- de dejar de usarlos... el Ministerio nos "salvará la vida", con lo que justifica su existencia, como cuando nos encerró en nuestros domicilios, nos obligó a usar mascarillas para salir y nos prohibió viajar o entrar a los lugares públicos si no estábamos vacunados...
 
    "Cuando hablamos de crisis climática no estamos hablando de osos polares o de un problema que pasa muy lejos o dentro de muchos años (…)"
 
    La ministra ha introducido la palabra mágica 'crisis'. No dice ya cambio climático, sino crisis climática, lo que hace que sean términos sinónimos: el cambio es una crisis -otra crisis más, por si fueran pocas las que llevamos a rastras-, y la define negativamente: no son osos polares ni problemas que pasan lejos o que pasarán en el futuro... El paralelo con la crisis sanitaria es obvio: recurso al miedo y a una gestión autoritaria. La cuestión climática se presenta como una oportunidad para esta especie de nueva religión que se está afianzando a escala mundial que pretende salvar el Planeta. 
 
    Vemos en este discurso cómo la Ministra del Gobierno ha convertido por arte de magia retórica el clima en una crisis de salud pública, porque parece que la gente ve que lo del cambio climático es algo muy lento en el tiempo, muy lejano en el espacio, muy abstracto y abstruso, y que parece que sólo afecta a los osos (y las osas polares, se le olvidó, por cierto, mencionarlas a la señora ministra), y no hace mucho caso de las alarmas que se desencadenan, pero si se relaciona con la salud, que es lo que más nos duele, pues parece que la cosa funciona mejor.
 
 
      "Más de cien muertes al día que se podrían evitar apostando por energías baratas y limpias, comiendo dietas más saludables y viviendo en casas cómodas y eficientes."
 
     La crisis climática supone más de 100 muertes evitables al día si se apuesta por energías baratas y limpias (contrapuestas a las caras y sucias mencionadas al principio), pero ¿en dónde se producen?, ¿en España, en Europa, en el mundo? ¿En verano por el excesivo calor o en invierno por el frío extremo? Dato terrorífico y preguntas sin respuesta. Pero no bastaría con apostar por dichas energías,  además habría que comer “dietas más saludables”, expresión con la que no se refiere la señora ministra a las hamburgueserías, por ejemplo, que tanto pululan por la piel de toro, pero que son efectivamente baratas, aunque no sean muy saludables, porque va a resultar que lo saludable es caro o, al menos, que no se lo pueden permitir todos los bolsillos. Y con lo de vivir en “casas cómodas y eficientes”, no se refiere a los bloques de pisos en los que vive hacinada la mayoría de la gente.Y, por cierto, ¿qué son casas 'eficientes'?
 
     "Celebramos el acuerdo alcanzado en la COP28 y desde el Ministerio de Sanidad nos ponemos a trabajar desde ya para que España siga liderando la transición ecológica hacia un mundo mejor y hacia un planeta sano y seguro."
 
    Pero está bien que España siga liderando esa “transición ecológica” hacia un mundo mejor y hacia un planeta sano y seguro, nótese la aliteración "sano y seguro", que es lo que queremos todos (y todas, claro).

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un jarro de agua fría (restricciones energéticas)

    Nos enseñaba en plena crisis sanitaria Úrsula Gertrudis von der Leyen, la europresidenta de la Comisión de la UE, a la ciudadanía europea cómo lavarnos y secarnos correctamente las manos para prevenir la contaminación del virus coronado, en un alarde pedagógico de desinfección que mezclaba hábilmente la mínima teoría con la práctica. 
 
'Salva vidas lavándote las manos' (y ahorra de paso energía, que hay crisis).

     Ese higiénico y patético vídeo en el que Úrsula se lavaba las manos simbólicamente contaminadas de virus o de sangre como Pilatos sigue siendo válido en la coyuntura actual de crisis energética, una vez finiquitada la sanitaria. Recuérdese que, una semana antes de que comenzara la guerra de Ucrania que ha desencadenado la crisis actual de la energía, la Unión Europea comenzó a relajar las restricciones sanitarias para dar paso a la nueva crisis y las restricciones energéticas. No vamos a gastarnos el dinero en hacer otro vídeo, parece que dijeran, cuando podemos reutilizar uno del que  disponemos, si no fuera porque en este que tenemos la europresidenta se olvida de cerrar el grifo mientras se seca las manos, aunque, en el último momento, se da cuenta de su pequeña infracción y la corrige cerrándolo apresuradamente. No tiene desperdicio.
 
 
     ¿Es usted idiota, parece decirnos a la puta cara, o no sabe usted cómo lavarse las manos sin derrochar agua, que, amén de escasear en medio de la pertinaz sequía que padecemos, fruto del cambio climático por el calentón planetario, ahora es, además, un valor que cotiza en Bolsa desde que hace dos años debutó en el mercado de futuros de Wall Street?
 
    La señá Úrsula, siguiendo las instrucciones de la ominosa OMS en forma de nueve consejos prácticos escritos en la lengua del Imperio, nos enseña a lavarnos las manos sin más palabras, que no hacen falta, como si fuésemos idiotas, con la musiquilla de fondo de la Ode an die Freude que se ha convertido en la banda sonora del prostíbulo que regenta. 
 
    No hace falta que usted utilice agua caliente para lavarse las manos, así que hágalo con agua fría a fin de no despilfarrar energía que nos hace dependiente del gas del malvado zar de todas las Rusias que ha invadido Ucrania, un gas que ahora compramos a China, que lo que hace es vendernos como intermediaria que se lleva la parte del león el gas que compra ella sí a Rusia, y nos lo revende a nosotros a precio de oro. 
 
Úrsula cierra el grifo, para ahorrar, mientras se enjabona las manos.
 
     Y es que como dice el periódico El (In)Mundo: “Bajo la premisa de hacer frente a la escasez del hidrocarburo, los Estados de la UE ya han puesto en marcha diversas medidas de ahorro”. 
 
    Aparte de bajar unos grados la calefacción, claro está, como nos recomendaba en España Ana Codicia Botín, perdón, Patricia, quería decir, esa banquera feminista y ecologista, no faltaba más, aparte de eso, decía,  se recomienda no ducharse tanto, no hace falta hacerlo todos los días, o, si nos empeñamos en la ducha diaria, no hacerlo con agua caliente, sino con agua tibia o, mejor aún, con agua fría, que, si me apuran, es hasta más sano seguramente, y más económico y solidario con Ucrania desde luego.
 
     Este miércoles pasado hemos visto una nueva comparecencia de la señá Úrsula en la que haciendo uso de la consabida retórica propone que lo que tenemos que hacer ante los picos de demanda de gas que encarecen el precio de la electricidad en el mercado es -lo dice en la lengua del tío Sam, que es la del Imperio-: flatten the curve, o sea, “¡aplanar la curva!”.
 
 
    ¿No te suena y resuena esto de 'aplanar la curva'? Sólo le faltó decir a la europresidenta que las restricciones energéticas que propone para la reducción del uso de la electricidad en horas pico durarán sólo quince días, dos semanas, como aquellas otras restricciones sanitarias que nos impusieron más que propusieron para reducir aquella otra curva de la pandemia de los demonios, que se sabe ya lo que duró.
 
 
       ¿Veremos pronto el vídeo de Ursula Gertrud von der Leyen en su cuarto de baño bajo la ducha de agua gélida tiritando de frío pero guardando el tipo y canturreando el Himno a la Alegría de Ludwig van Bethonven, cuyos huesos seguro que están removiéndose ahora en su tumba al enterarse de que es el himno de la Unión Europea? 

    ¿O nos sorprenderá nuestra querida europresidenta proponiéndonos una cena en penumbra en una hora pico de consumo, sin alumbrado eléctrico, a la luz de unas románticas velas,  -y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos, como cantaba Carlos Gardel- que nos aseguren una no menos romántica velada?