sábado, 24 de septiembre de 2022

Me parece a mí (III)

11.- Reality show: el espectáculo de la realidad se convierte en la realidad del espectáculo y viceversa: la vida misma vista por el ojo desvergonzado de Dios que nunca parpadea y que tú no ves pero que sí te ve a ti y que no te pierde de vista ni de noche ni de día, hagas lo que hagas, estés donde estés. Desengáñate: Tú no ves la televisión: la pequeña pantalla te ve a ti. 


 12.- ¿Putas honradas? Contradictio in terminis. No puede haber prostitutas honradas, a no ser que la honorabilidad sean los honorarios, en el sentido que tiene el término de importe pecuniario de los servicios de algunas profesiones liberales, es decir, lo que nos confiere el poder del dinero a precio de saldo. Lo que a una mujer la convierte en prostituta es lo mismo que a otra la convierte en profesora, secretaria o ministra, la subordinación de su actividad al dinero, es decir, al capital y al tiempo que lo incrementa: que haga lo que hace no por gusto o placer sino por dinero. Uno igual que una -todos somos putas- cobra sus honorarios por hacer lo que sea, aquello que lo deshonra a uno, como tarifa que es de la mercantilización de sus gracias y venta al mejor postor. Siempre que los políticos profesionales hablan de “beneficios” se sobreentiende el adjetivo “económicos”, tal es la íntima relación secreta que hay entre política y economía, que quiere convencernos de que lo bueno, lo que nos hace el bien, es lo malo, que es el dinero.

13.- El ogro filantrópico. El estado terapéutico persigue inquisitorialmente con su visión absolutista de la sanidad pública a fumadores y bebedores hasta el límite de la extorsión fiscal y la expulsión de los espacios públicos, recluyendo esas actividades semidelictivas a los ámbitos de la privacía: a las petacas y a los retretes, nunca mejor empleado este galicismo que, como se sabe, alude a los lugares retirados. 

                                        Miente, asimismo, el Estado a través del Ministerio de Sanidad de España, pidiendo a sus súbditos mayores de ochenta años que se vacunen este otoño contra la enfermedad del virus coronado, cosecha del 2019, suministrándoles la segunda dosis de recuerdo, es decir, el cuarto pinchazo, “para continuar protegiéndose a sí mismos y para proteger a los demás”. Se trata de un chantaje moral, como dice el médico jubilado don Juan Gérvas, que denuncia el lenguaje moralizante que se ha venido aplicando al uso de mascarilla, la ablución de manos, el distanciamiento social y finalmente a la supuesta 'vacuna', que crea crispación entre 'los buenos', que se adhieren al discurso dominante, y 'los malos', que son insolidarios.

14.- EPISTEMOLOGÍA POPULAR: aprender, como bien sabe el pueblo a su modo sin saberlo, no es acumular conocimientos eruditos, sino desengaños, es decir, caer en la cuenta de lo engañados y equivocados que estábamos, para lo que es menester desaprender todo lo que nos han enseñado y hemos aprendido, dejar de ver las cosas como si las conociéramos de toda la vida, extrañándonos de todas nuestras certidumbres.

15.- Incendios forestales: uno de los muchos presidentes democráticamente electos del Imperio, de cuyo nombre no puedo acordarme, encontró en su momento la solución genial para acabar con la deforestación provocada por los incendios forestales causados por los pirómanos, y no tuvo empacho en proponérsela al mundo: una intuición que nunca se le había ocurrido antes a ninguna lumbrera: la solución final y definitiva, la Endlösung: talar los árboles para que no haya bosques que quemar.

 

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