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miércoles, 28 de septiembre de 2022

Llaman paz a la guerra.

    Hace ya doce años de esto, y ha llovido mucho desde entonces, pero hoy es siempre todavía, un diputado del Partido Socialista (?) Obrero (?) Español que se sentaba en el banco azul de las cortes españolas, o sea, en el del gobierno, y que era además el portavoz parlamentario del ejecutivo pontificó que la palabra inglesa “war” no significaba “guerra”. 
 
    Era su manera no poco hipócrita de explicar lo que sucedía entonces en Afganistán, que no era una guerra ni un conflicto bélico, ni siquiera un campo de batalla, sino algo distinto y relacionado con la política supuestamente pacifista de su jefe de Gobierno, que había sacado las tropas españolas de Iraq y las había llevado a Afganistán, como nos recuerdan aquellos versos que compusimos. 
 
 

    El Ministro de Defensa /  o, en honor de la verdad, / propiamente, de la Guerra, / que es la realidad, / del reino de las Españas, / retira tropas de Iraq / que, acto seguido, destina / al frente de Afganistán. /  Saca las tropas de aquí / para meterlas allá. / ¡Así es el nuevo talante / del gobierno nacional! / Quinientos paracaidistas /  sobre Kabul caerán / en misión humanitaria / de la guerra por la paz,  / por mandato del gobierno / armados para matar. / Saca las tropas de aquí /  para meterlas allá. / Demos gracias, sin embargo, / al Ministro por mostrar / que el cacareado cambio / era sólo nominal, /  y que son los mismos perros / con diferente collar: / gracias por esta lección / de democracia magistral / que saca tropas de aquí /  para meterlas allá.
 
    Dijo el susodicho: "Una misión de paz de la ONU puede tener muchísimos riesgos, a veces muchísimos más que una guerra de ocupación, pero eso no la convierte en una guerra". En todo caso, según su teoría, la convierte en "war", que es algo muy distinto. Y yo, que llevo toda la vida estudiando inglés, no me había enterado hasta ahora de semejante particularidad semántica:
 
    Habrá que darle la razón al padre Órgüel y decir “war is peace”, que la guerra es la paz y que no hay guerra en Afganistán ni en ningún otro lugar del entero mundo, ni siquiera en Ucrania, financiada por nosotros, que allí hemos enviado nuestros dineros y armas de destrucción masiva, sino paz celestial, porque “war” no significa “guerra”.
 

     Los ejércitos occidentales de ocupación, autodenominados "tropas de liberación", bombardearon territorio afgano. Los afganos se preguntaban en su fuero interno: Si las tropas extranjeras vienen a liberarnos, ¿quién nos liberará ahora de las tropas de liberación?
 
    España, para no ser menos -¡ojala España fuera un poco menos España y ojalá fuéramos un poco menos españoles todos los españoles!-, también estuvo presente en aquella carnicería, con el resto de las cuarentayún naciones invasoras. 
 
    El Gobierno de España que, enarbolando antaño el emblema pacifista del ¡No a la guerra!, sacó a sus tropas de Iraq, pero no las licenció sino que las envió, acto seguido, a un nuevo frente de combate, a la guerra abierta como una herida gangrenada y purulenta de Afganistán. Fueron enviados desde nuestro país doscientos efectivos más de esa organización solidaria y misionera de la paz e internacionalismo, y abogada defensora de los derechos humanos (no es propiamente una ONG, sino más bien una OG u Organización Gubernamental) con pistolas que es el ejército profesional español donde tienen ahora tanta cabida los mercenarios como las mercenarias. 
 
 
    En efecto, gracias al igualitarismo sexual opresor y no liberador que defendía que las mujeres se incorporaran a filas para igualarse a los varones y no que estos se licenciasen de las armas y de los ejércitos para ser iguales que las mujeres que, tradicionalmente, no combatían, ahora no sólo hay varones a sueldo del ministerio de la guerra, sino también féminas, empezando por la ministra, es decir, servidora y administradora etimológicamente hablando, del gremio de la guerra. Y es que la igualdad sexual es una cochina mentira. La igualación sexual se ha producido sólo en un sentido: las mujeres llevan pantalones, pero los hombres, no nos hemos puesto faldas.