martes, 30 de septiembre de 2025

Café cantante y sonante

Viaje a Egipto con visita turística guiada a la Ciudad de los Muertos, el gran cementerio cairota donde viven, paradójicamente, un millón y medio de personas. 
 
La catástrofe no es algo pavoroso que nos amenace con su futura presencia, sino la espada desenvainada de Damoclés que pende ahora mismo y aquí sobre nosotros.
 
Naufragar en el olvido donde dormitan los recuerdos y sueña el hada melancólica envuelta en espléndidos harapos, un destino turístico que no tiene turoperador.
 
El hombre, homo non sapiens más que sapiens, se considera con soberbia rey de la creación, cuando es el último mono consagrado a destruir la vida en el planeta.
 
 El periódico terrorismo climático: Del calor severo al fuego devastador y ahora las lluvias torrenciales: la crisis climática ya es lo normal en las Españas.
 
España, segundo país europeo con más muertes por calor durante el año del Señor de dos mil veinticuatro: seis mil setecientos cuarenta y tres fallecimientos.
 
No puede haber consenso científico. La ciencia es un popurrí de ideas preconcebidas que acaban en el cementerio ideológico tratando de explicar lo inexplicable. 
 
Tras el éxito de Olas de Calor, los servicios informativos de la tele, radio y prensa ponen en escena Olas de Frío, la nueva superproducción de esta temporada.
 
Por mucho que nos duela un desengaño, sea amoroso o de la índole que sea, debería ser siempre, por la liberación del engaño que supone, bienvenido y alegrarnos.
 

La salud no es el bienestar propio de cada uno sino algo público, que debe ser gestionado por el Ministerio sanitario competente en aras de un dios desconocido.
 
Los modestos placeres personales -un cigarrillo, una copa- son considerados por la Santa Inquisición Médica nocivos actos terroristas contra la pública salud.
 
El tabaco y el alcohol matan. El Estado, que no los prohíbe, desaconseja su consumo, pero, buen recaudador, los grava económicamente con impuestos gananciales.
 
No es el pueblo o gente común y corriente quien necesita a los políticos profesionales, sino estos los que necesitan al pueblo a fin de ser por él legitimados.
 
Los políticos profesionales tanto de izquierdas como de derechas no sirven al interés colectivo o común, sino solo al privado, o sea, al interés del Capital.
 
Los políticos pirómanos son los que avivan el fuego de la polarización y luego se presentan como bomberos salvadores del incendio que ellos mismos provocaron.
 
Los diputados y senadores, en el actual sistema de partidos políticos, son la voz cantante de sus respectivos partidos, no del pueblo que se supone representan. 
 
 
Nunca me ha interesado el deporte rey, balompié o football, que, como el brandy aquel, era 'cosa de hombres', elemento aglutinador de identidades masculinas.
 
En los bares y el vecindario el fútbol era la conversación masculina obligada, y uno se sentía un bicho raro marginado si no compartía la afición mayoritaria.
 
 La FIFA fomenta la participación de niñas y mujeres jóvenes en la práctica del hasta hace poco masculino deporte rey con la Liga Profesional de Fútbol Femenino.
 
Si exigimos, con toda la razón del mundo, la retirada de los libros de texto que contengan elementos de adoctrinamiento ideológico, nos quedamos sin ninguno.
 
La Plataforma Ciudadana 'Salvemos el Dinero Físico', opuesta al dinero digital exclusivamente, se aferra al pago en metálico en las transacciones comerciales.
 
Yo propondría, consciente de su poco seguimiento, la creación de la Plataforma Ciudadana: “No salvemos el Dinero en ninguna de sus formas físicas ni digitales”.
 
¿Vuelve la mili a España? Lo que no se ha ido no vuelve. El ejército sigue ahí. El servicio militar ha sido sustituido por la Educación Secundaria Obligatoria.
 
Herodes, que es otro nombre del Régimen actual que todos y cada uno padecemos, sigue asesinando al niño que llevamos dentro perpetrando la matanza de inocentes.
 
Contra la obligación compulsiva de ser, producir y consumir, lo mejor es negarse a hacerlo y entregarse sin valor consuntivo a la contemplación de la belleza.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Dos apuntes: La ociosidad y el grano de arena.

1.- OTIVM, CATVLLE, TIBI MOLESTVM EST: Dicen que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Hasta un poeta tan sensible como Catulo se dice a sí mismo que no le conviene estar ocioso, como si él supiera lo que le conviene y lo que no. ¡Qué mala prensa tiene en este mundo nuestro el ocio, il dolce far niente, que en latín se contrapone al negocio, desde que nos dijeron que teníamos que trabajar para ganarnos la “vida”, reduciéndola a mísero jornal! Y, sin embargo, de la ociosidad es de donde pueden surgir todas las artes, gozos y libertades. Lo que pasa es que a los Señores del Tiempo, es decir a los fabricantes de relojes, calendarios, y agendas varias, no les gusta que vivamos libres de su control, sin estar cumpliendo constantemente planes y objetivos preestablecidos. Quieren que planifiquemos nuestra vida, que diseñemos, como ellos dicen, nuestro futuro, que cronometremos nuestro tiempo, que trabajemos para convertir todo lo que toquemos en oro, como el rey Midas, en oro, como la rima infantil, de lo que cagó el moro, es decir, en mierda, según la lúcida interpretación freudiana del dinero. Quieren que no vivamos, que nos limitemos a existir sobreviviendo en una triste existencia que ni siquiera merece el digno nombre de “vida”, en definitiva, en una forma de muerte. Sin embargo, sólo el que no cronometra el tiempo ni hace planes para el futuro, el que no sabe ni en qué día ni hora vive, puede encontrarse lo inesperado, como el que se pierde en el bosque. Eso sí que puede ser vida: lo que no nos esperamos, lo que no estaba previsto ni programado en nuestras agendas, lo único que puede sorprendernos y que, al contrario de los negocios y empresas humanas, está más allá del éxito y del fracaso, más allá de la victoria y de todas sus derrotas, y más allá del vicio y de la virtud -dice a veces la gente que la ociosidad es la madre de todos los vicios, pero también lo es de todas las virtudes, habida cuenta de que vicio y virtud son una y la misma cosa como nos recuerda el epigrama de Prada: El vicio y la virtud, el bien y el mal, / simples cuestiones de ángulo visual. 

 

 Busto de Catulo en Sirmión, lago de Garda

2.- APORTAR UNO UN GRANO (O SU GRANITO) DE ARENA (PARA QUE SE HUNDA EL BARCO).- No encuentro por ninguna parte el origen constructivo del dicho “aportar uno su grano de arena” para lograr algo positivo. La IA de Gúguel me brinda, solícita y presurosa, este ejemplo políticamente correcto: "Para combatir el cambio climático, es importante que todos aportemos nuestro granito de arena con acciones diarias". Lo único que encuentro es el refrán: Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero, cuya primera parte nos recuerda la paradoja del sorites clásico que formuló Eubúlides de Mileto, de la escuela megárica: un grano de arena no hace nunca un montón (una duna, un arenal, una playa). En su lugar he hallado una cita en Agustín de Hipona donde el santo nos advierte de que hay que tener mucho cuidado con los llamados “peccata minuta”, o “faltas pequeñas” que no son graves de por sí cuando son pocas, pero sí cuando su número aumenta y llegan a ser muchas. Y pone como ejemplo los granos de arena, que si se echan en una nave en número pequeño no importan ni cuentan nada, pero en gran cantidad pueden llegar a hundirla: Quam minutissima sunt grana harenae! Si harenae amplius in navim mittatur, mergit illam ut pereat. '¡Qué menudísimos son los granos de arena! Si se echa en una nave más cantidad de arena, la hunde hasta irse a pique'. Encuentro que en francés la expresión homónima "mettre son grain de sable" significa eso mismo en sentido figurado pero tiene una connotación negativa: poner un obstáculo imprevisto a la realización de un proyecto o de un mecanismo del funcionamiento del sistema.
 
 

domingo, 28 de septiembre de 2025

Pareceres LXXXVI

421.- El pinchacito. Tal era el título, con un diminutivo cariñoso que le quita gravedad al asunto, de un episodio de la serie infantil italiano-española Croco Doc, emitido hace tres años, en el que el personaje de Dani, un torito, temía la vacuna que debía ponerle el doctor Crocodoc, el pediatra de Zoolandia, cuyo enfermero era el hipopótamo Hipo Crat, nombre que alude a Hipócrates, el padre de la medicina.  A Dani, el torito, le llega el turno de vacunarse y está preocupado por el pinchazo, como él llama a la triple inoculación, por eso se esconde debajo de la cama. No quiere ir al Centro de Salud porque no está enfermo. Su padre le convence de que "a veces hay que ir al médico para no ponerse enfermo". El médico se encargará de explicarle que la triple vírica, que no es obligatoria pero sí altamente recomendada, que le va a poner no es que sea tres veces mayor que una ordinaria, sino que inmuniza frente a tres enfermedades: rubéola, sarampión y paperas, le explica que las vacunas en general son necesarias para protegerse de futuras enfermedades y le insiste en que no duelen. Dani, convencido de que va a obtener una protección importante para su salud, se deja pinchar, y el doctor cocodrilo le firma un documento acreditando que ha sido un niño valiente y que puede sentirse orgulloso. Atención al siguiente diálogo entre el doctor y el padre y su hijo que no tiene desperdicio: -Hay un papá que no quiere ponerles vacunas a sus hijos. -Me parece mal, pero que muy mal, fatal. -Es que dice que las vacunas son malas. -Eso es una mentira grande como una casa; no, como un castillo; no, espera, como un rascacielos de cien pisos. -Papá, tenemos que decirle a ese señor que vacune a sus hijos. Si no, pueden ponerse malitos. -Exacto, y no solo ellos. También pueden contagiar a otros niños que no están vacunados.
 
  
422.- Quema de la bandera nacional. El presidente de los Estados Unidos quiere penalizar la quema de una bandera americana, pero en 1989 la Corte Suprema de Estados Unidos determinó en el caso de el Estado de Texas contra Johnson que quemar la bandera nacional en protesta por algo era un acto de libertad de expresión protegido por la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense. La decisión fue tomada por un estrecho margen de cinco votos sobre cuatro de los nueve jueces que componían dicho tribunal, pero sentó el precedente de anular las leyes estatales contra la profanación de banderas que estaban vigentes en la mayoría de los Estados. El Tribunal dictaminó que el hecho de que el público se ofendiera por una idea o expresión no es razón suficiente para prohibir esa expresión. 
 
423.- ¿Quién depende de quién? Tendemos las criaturas humanas a considerarnos el elemento agente del proceso de domesticación agropecuaria, los que domesticamos la agricultura y la ganadería. Según James C. Scott, que propone un cambio de óptica, la cosa puede verse también del revés: “Nosotros domesticamos el trigo, el arroz, la oveja, el cerdo, la cabra. Pero si observamos el asunto desde un ángulo ligeramente diferente se podría argumentar que somos nosotros los que hemos sido domesticados”. Si uno se pone a cultivar un huerto o un jardín, puede darse cuenta de que inconscientemente se convierte en esclavo de su cultivo, en que su jardín o su huerto lo domestican a uno. Uno trabaja día tras día, agachado o de rodillas, quitando la maleza, fertilizando, desenredando, podando, protegiendo y, en términos generales, remodelando su entorno inmediato para satisfacer las expectativas de su jardín o de su huerto. Mirado desde este punto de vista, no está claro quién depende de quién. Si nuestro jardín o nuestro huerto no puede prosperar sin nuestros cuidados, podría afirmarse que nuestra supervivencia como especie no puede prosperar sin esas atenciones domésticas. Sucede lo mismo con los animales. No es fácil dilucidar quién sirve a quién, en el doble sentido de ser útil y de estar al servicio de algo, con el ganado bovino, ovino o caprino, por poner solo tres ejemplos: hay que criar a las reses, llevarlas a pastar, alimentarlas de forraje y protegerlas. Al final, el ganadero se aprovecha de su ganado para comerciar con la carne, obtener leche y productos lácteos, curtir las pieles y demás. El destino final del ganado y de los productos agrícolas es el consumo humano, pero no puede pasarse por alto el hecho de que, mientras viven, los cereales y legumbres y los animales antes de ir al matadero son objeto de una rutina exigente y solícita que atiende a su bienestar y a su seguridad, lo que nos hace dependientes de ellos tanto como a ellos de nosotros.
 
 424.- TDAH.- ¿Qué significan esas misteriosas siglas? ¿Qué se esconde detrás de ellas? ¿”Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad”? Déficit es un latinajo que se utiliza en economía como sinónimo de “falta” y se opone a superávit. ¿Falta de atención? Hiperactividad, por su parte, es un término híbrido grecolatino: hiper es un prefijo etimológicamente hermano de super, pero parece que está por encima de él, dada su rareza culterana. Y actividad es un término latino. La palabra sugiere exceso de actividad. Es como si contrapusiéramos al déficit de atención el superávit de actividad. Pero la palabra clave es la primera: trastorno. Todos hemos pensado y sentido alguna vez que padecemos un trastorno, y cuando descubrimos lo que significan esas siglas, nos sentimos de alguna manera diagnosticados desde el juguete chino del tiktok hasta nuestras redes sociales más íntimas. Todos padecemos TDAH, todos tenemos dificultades de concentrarnos en lo que hacemos, y nos distraemos. No otra es la función de los medios de distracción masivos que, so pretexto de informarnos, nos desinforman de lo que pasa. Todos -no digamos ya los niños, que se distraen con el vuelo de una mosca- acabamos distraídos y dedicándonos a la multitarea, y a la ansiedad. ¿Es posible que algún niño no reciba en algún momento de su infancia ese diagnóstico cada vez más frecuente? ¿No hay TDAH en la edad adulta? ¿Hay tratamientos de psicoterapia que ofrezcan buenos resultados a la hora de aumentar nuestra atención y disminuir nuestro exceso de actividad y de activismo? ¿Habrá que recurrir a la medicación para hacer frente a esta 'enfermedad'? 
 

425.- Guerra a la guerra.  Escribía la escritora y periodista considerada la primera corresponsal de guerra española Carmen de Burgos Seguí (1867-1932) en 1910 un artículo titulado “¡Guerra a la Guerra!”, que conviene recordar en estos tiempos de guerra, beligerancia y rearme en Europa y el resto del planeta. Recoge en él multitud de reflexiones contra la guerra y contra la imposición del servicio militar obligatorio. Escribe la Seguí: “Entendamos bien todo esto, para no caer en la anomalía de que el partido socialista pida el servicio militar obligatorio; lo que hay que pedir es la supresión de los ejércitos, el desarme, las conclusiones de la conferencia de La Haya, que acaben de una vez para siempre las odiosas guerras. Las del siglo pasado costaron la vida a catorce millones de hombres. ¿Comprendéis el horror de esta cifra? ¡Ninguna guerra vale una sola vida. ¡Hay en ellas tanto amor, tanto dolor! Yo he visto la guerra, he presenciado la tristeza de la lucha; he contemplado el dolor de las heridas en las frías salas de los hospitales, y he visto los muertos en el campo de batalla...” Entresaco de su artículo este otro párrafo:  “No existe ninguna barbarie comparable a la que suscita la guerra, y sin embargo, se le concede tanto poder a los que la sostienen, que la prensa enmudece, los ciudadanos callan, y todos la secundan, escudados en la frase absurda de que es un mal necesario. ¡Necesaria la guerra!” A lo que me permito apostillar: Sí, la guerra es necesaria o quizá mejor en plural: las guerras son necesarias para que creamos que esto, por contraposición, es paz. Sucede lo mismo con las cárceles: son necesarias para que los que estamos eventualmente fuera de ellas creamos que vivimos en libertad por contraposición a los que viven dentro. 

Retrato de Carmen de Burgos, Julio Romero de Torres (1917)   

sábado, 27 de septiembre de 2025

El 'fucking master' global y su vasallo nacional

    Hay quien dice que el presidente del gobierno español actual, habida cuenta de su poca proyección nacional, ha buscado incansablemente la internacional, y la ha conseguido allende nuestras fronteras gracias a su conocimiento del idioma del Imperio y a sus asesores. Prueba de ello es el galardón que ha recibido de manos del filántropo multimillonario norteamericano cofundador de Microsoft, nada más y nada menos que el Global Goalkeeper Award del año 2025 -algo así como el Premio Mundial al Mejor Portero, Guardameta o, con una imagen mitológica clásica un tanto terrorífica, Cancerbero que ha impedido que el balón del negacionismo sanitario, climático y general entre en la portería.
 

    El caso es que nuestro querido presidente ha sido reconocido como un líder que ha impulsado el progreso -no en vano se autodenomina progresista- a escala internacional para alcanzar los inalcanzables ODS Objetivos de Desarrollo Sostenibles, guardián de los goles -goals: objetivos- de la agenda 2030, con sus diecisiete policromados colores y propósitos bienintencionados de acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, las guerras y un larguísimo etcétera fomentando el adoctrinamiento de las masas. 
 
    Estas son, entre otras, las encendidas palabras que le dedica el magnate estadounidense en la ceremonia de la entrega del preciado galardón: “Es justo decir que bajo su liderazgo hemos visto a España convertirse en uno de los países donantes más comprometidos del mundo. Presidente del Gobierno Sánchez, sus acciones están salvando y mejorando vidas tanto en España como en el resto del mundo. Es un gran honor presentarles el Premio al Mejor Guardameta Mundial de 2025”. (Sonoros aplausos y entrega del Oscar al mejor actor, que, sonriente y visiblemente satisfecho y pagado de sí mismo, se aferra al trofeo que el multimillonario filántropo no acaba de soltar, y ve recompensados sus esfuerzos por proyectarse internacionalmente, habida cuenta de la poca o mala proyección que tiene en las Españas, donde no puede salir a la calle sin ser increpado por el fascismo de la ultraderecha).
 
  
    El Jefe del Ejecutivo español ha publicado este tuit en sus redes sociales en el que rima 'futuro' con 'seguro': “España refuerza su compromiso con la Ayuda Oficial al Desarrollo: invertir en cooperación y salud global es apostar por un futuro más próspero, igualitario y seguro”. Y ha asegurado a la prensa internacional, tras su breve alocución en la sede de la ONU, que no sólo seguirá en el cargo hasta el fin de esta segunda legislatura como hicieron todos sus antecesores, que como él se pusieron como límite dos legislaturas en el gobierno, sino que, cambiando de opinión, se presentará a la tercera y a las que sigan después, perpetuándose en el gobierno y sucediéndose a sí mismo... ¿Para qué cambiar de presidente si resulta indiferente quien esté en La Moncloa y qué partido nos gobierne?
 
    Este merecido reconocimiento internacional se debe, entre otras gestas, a que llevó a cabo, como el mismo reconoció, uno de los confinamientos más severos de la población durante la pandemia del virus coronado, por lo que salvó, según sus propias estimaciones, al menos doscientas mil vidas de sus súbditos, que, de no haberse vacunado, confinado y amordazado al salir a la calle, habrían irremisiblemente fallecido. Impuso, incluso el toque de queda a la ciudadanía, pero evitó esa rancia expresión, aconsejado por sus múltiples asesores, sustituyéndola por el eufemismo de “restricción de movilidad nocturna”.
El de los cien millones de euros 
 
    Sus dineros ha costado este reconocimiento. Si recurrimos a la hemeroteca, veremos en estos dos vídeos cortos, cómo el Rey-no de España fue “uno de los países donantes más comprometidos del mundo”, como reconoce el filántropo milmillonario, por lo que cara nos ha salido la broma a los sufridos contribuyentes españoles.
 
El de los ciento treinta millones 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Rosas para Stalin

    El pintor soviético Boris Eremeevich Vladimirski (1878-1950), nacido en Kiev, la capital actual de Ucrania, fue uno de los más notables representantes oficiales y seguidores del realismo socialista ruso, el movimiento artístico de propaganda política que promovía retratos hagiográficos de los santos padres de la revolución, la ética del trabajo y el retrato amable de la vida cotidiana en la Unión Soviética bajo la férula del partido comunista. El realismo socialista, pese a su nombre, no deja de ser, sin embargo, un idealismo, una representación, como todas, idealizada e idílica de la realidad, y, por lo tanto, mentirosa como la propia realidad que reflejaba. 
 
«Rosas para Stalin» (1949) de Boris I.Vladimirski. 
 
    Su cuadro Rosas para Stalin es un buen ejemplo de arte al servicio del Poder y de realismo socialista. El cuadro muestra a Joseph Stalin,  o José Estalin, si adaptamos su nombre como se hacía antaño a nuestro idioma con los nombres propios, el político, revolucionario y dictador soviético nacido en 1879 y muerto en 1953, coetáneo del pintor, que fue Secretario General del PCUS y Jefe del Estado de la difunta URSS entre 1946 y 1953, cuyo nombre propio dio origen al estalinismo, una doctrina basada en su interpretación del leninismo y caracterizada por una organización estatal rígida y totalitaria. Stalin aparece en el óleo como figura central y destacada rodeado de un grupo de niños pequeños que le hacen ofrenda de un gran ramo de rosas blancas y rojas. 
 
    El simbolismo del color en el lienzo es fundamental. Stalin está vestido completamente de blanco y semeja una figura angelical. Las representaciones heroicas y divinas de Stalin eran comunes en el arte soviético y formaban parte del gran mito político del Estado como padre benevolente del pueblo que mira por su bien. Los cuatro niños y una niña están vestidos con camisas blancas muy sencillas y de corte limpio, pantalones cortos azules, ella lleva falda, y pañoletas rojas al cuello, semejando boys scouts
 
    El rojo de los pañuelos, que era el color de la bandera revolucionaria, y las rosas contrasta con el blanco angelical y con los suaves tonos azules y verdes del paisaje de fondo, que presentan una naturaleza amable y romántica.  La compostura de Stalin y las expresiones de asombro de los niños que miran hacia arriba evocan un sentimiento de orgullo, respeto y reverencia. El cuadro es sencillo y resulta agradable de contemplar.  Hay poco margen para la interpretación más allá del mensaje evidente de rendir culto a la personalidad del camarada Stalin, el viejo pederasta en el peor sentido de la palabra, que no es el de amante de los niños, sino el de corruptor de la infancia. 
 
    Su mayor perversión, que no fue personal sino general y característica del comunismo soviético, es la de hacerse llamar “camarada”, una palabra igualitaria que pretendía equiparar al jefe y a sus súbditos bajo el mismo rasero; pero ya se sabe, donde hay capitán no manda marinero. 'Camarada' quiere decir compañero de habitación, aquel con quien se comparte cámara, por dormir y convivir en el mismo aposento, y compañero es aquel con quien se comparte, etimológicamente, el pan. 
 
    Las tiernas criaturas le rinden culto a la personalidad del Jefe, porque les han inculcado el culto a la personalidad, ofreciéndole un ramo de rosas.  El leader o Führer se presenta como Salvador del pueblo, como Cristo redivivo, como ángel inmaculadamente blanco, cuando en realidad tenía las manos, sí, esa misma mano que coloca sobre el hombro del infante, manchadas de sangre.

jueves, 25 de septiembre de 2025

¡Por güebos!

Por uebos y Manda uebos no son expresiones malsonantes ni contienen faltas de ortografía de grueso calibre como pudieran parecer a primera y simple vista: uebos es un término recogido en el diccionario de la docta Academia, aunque en desuso, que se ha visto confundido y sustituido por hipercorrección no sé si política, gramatical o por ambas a la vez por "huevos".
 
Se trata de un arcaísmo, sí, pero que, empleado en situaciones que son desgraciadamente de una actualidad muy rabiosa, como suele decirse, sirve para constatar una realidad que nos apremia. 
 
Si hacemos el análisis sintáctico, aplicando las viejas artes de la gramática que nos enseñaban en la escuela,  resulta que "uebos" es el sujeto y no el complemento directo de la frase 'manda uebos' porque si analizamos morfológicamente el término,  resulta que no es  un sustantivo plural, como pudiera parecer de entrada ni son por equivalencia fonética los huevos de las gallinas ni los testículos de ningún macho según la exitosa metáfora que evoca la forma oval de los testículos y que aventaja en popularidad a 'pelotas',  sino singular, porque si fuera plural el verbo debería concertar con él en número y decirse en congruencia *mandan uebos. Es singular como demuestra la expresión latina de la que procede mandat opus, utilizada en lenguaje jurídico en el ámbito judicial, que significa que la necesidad obliga por la fuerza, por lo que es una expresión coloquial que muestra desaprobación o incredulidad ante algo que se considera excesivo, llamativo, irracional y totalmente inesperado. 'Por uebos' se utiliza con el significado de 'sin motivo aparente, porque sí'. Etimológicamente significaría  'por obligación', porque como dice la gente, a la fuerza obligan y ahorcan.  
 
Tampoco, huelga decirlo, es en su origen una expresión sexista ni políticamente incorrecta, contra lo que pudiera parecer, pues en principio no hay ninguna alusión a los órganos genitales masculinos ni al sexo por ningún lado.
 
La evolución de la palabra es muy sencilla:  OPUS conserva la /s/ final, que no es marca de plural (porque ha evolucionado como dios, que también acaba en /s/ y resulta que es singular, como bien saben los monoteístas que dicen que Dios sólo hay uno y verdadero, llámese Dios, Alá o Jehová, y que para el plural hay que añadir –es: dioses), la /u/ se abre en /o/ > opos; la /p/ intervocálica se sonoriza y se convierte en /b/: obos, y finalmente la o breve y tónica diptonga en /ue/: uebos.  Si queremos escribirlo de una manera más fonética y acorde con la pronunciación, deberíamos hacerlo así: güebos: manda güebos.  

La palabra es castellana vieja. Aparece varias veces en el primer monumento de la literatura española que ha llegado a nosotros, el Cantar de Mío Cid. En el cantar primero, por ejemplo, que trata del destierro del Cid, en el trato de Martín Antolín con los judíos: Nos uebos avemos en todo de ganar algo, que quiere decir: “nosotros tenemos la necesidad en todo de ganar algo”. 
 
El problema es que mucha gente no entiende ya esta expresión en su sentido originario y cree que contiene una alusión sexual metafórica y explícita, y hay quienes llegan incluso a decir que hay que hacer algo “por cojones”, lo cual sí es una grosería malsonante, e incluso, algunas feministas contratacan esta expresión que tildan de machista,  diciendo “por ovarios” para contrarrestar, ovarios que no dejan de ser los órganos hueveros donde se forman los óvulos, huevitos o huevecillos. 
 
  
Pero nada de eso está en el origen, aunque la confusión resulte no poco significativa. También hay quienes modifican, tal es el éxito de la metáfora aplicada a los testículos masculinos, la expresión por "manda cojones", dando por supuesto que los huevos son los cojones, sustituyendo una palabra que nada tenía que ver con los atributos masculinos en cuestión, o centrándonos en otra parte de la anatomía, "manda narices", de donde derivan las expresiones con el verbo 'tener': "la cosa (sujeto) tiene (verbo) huevos, cojones o narices (complemento directo)".
 
El Ministerio de Igualdad -que igual da que exista o que dejé de existir, sirviendo para lo poco que que sirve, que no deja de ser mucho a la hora de sostener el tinglado- se descuelga con una zafia campaña no voy a decir que de mal gusto, pero sí de muy poco acierto, como aquella otra del Ministerio de Sanidad de "Hoy follas seguro", protagonizada por un conocido actor, que busca “sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de una transformación cultural hacia masculinidades más igualitarias y corresponsables, y lo hace a través del lema “por huevos”, una expresión muy asociada al universo masculino, al que se ha dado la vuelta con sentido del humor, resignificándola” (sic). 
 
La campaña institucional juega con la metáfora de los huevos para promocionar masculinidades más feministas como dice la letra pequeña de los carteles. 
La letra pequeña: Por una masculinidad más libre, más diversa, más feminista. 

miércoles, 24 de septiembre de 2025

A propósito de Casanchaquis

Nicos Casanchaquis, o como prefieren transcribir algunos su nombre Nikos Katzantzakis (1883-1957), es un célebre escritor griego conocido entre nosotros más que por la lectura de sus libros, por tres películas de desigual interés basadas en tres de ellos: El que debe morir (1957) de Jules Dassin, basada en Cristo de nuevo crucificado, la espléndida Zorba el Griego, dirigida por Mijalis Cacoyannis en 1964, y La última tentación de Cristo, dirigida por Martin Scorsese en 1988. Casanchaquis en su Carta a El Greco, un libro de memorias sobre su apasionada vida, relata una ocasión en la que, contemplando unas feroces máscaras africanas en un museo, se hace a sí mismo la siguiente reflexión digna de interés:

Un domingo lluvioso me paseaba lentamente en un museo y contemplaba las máscaras salvajes africanas, hechas de madera, de piel, de cráneos humanos, y me esforzaba en aclarar el misterio de la máscara. Ahí está, pensaba, nuestro verdadero rostro, nosotros somos esos monstruos de fauces ensangrentadas, de labios colgantes, de ojos espantosos. Tras el rostro hermoso de la mujer que amamos, aúlla una máscara repugnante, tras el mundo visible, el caos; tras el dulce rostro de Cristo, Buda. A veces, en los terribles momentos del amor, del odio o de la muerte, desaparece el encanto engañoso y vemos el terrorífico espectáculo de la verdad.

 
En su esfuerzo por desentrañar el misterio de las máscaras, descubre que la máscara es nuestro auténtico o verdadero rostro. En su cita, sin embargo, se me escapa por completo el sentido de la contraposición que establece entre Buda y Cristo, salvo que Buda represente la nada del nirvana. Su descubrimiento me trae a la memoria lo que escribió Séneca en latín: 'Nadie puede llevar puesta la máscara mucho tiempo' (Nemo enim potest personan diu ferre). 

Máscara se decía, por cierto, en latín: 'persona', palabra de origen etrusco (phersu), que significaba 'máscara de actor' y de ahí 'personaje teatral' que la llevaba, y por extensión nuestra moderna 'personalidad' y 'persona', un cultismo empleado en todas las épocas, según Coromines, y popularizado por lo menos desde fines de la Edad Media entre nosotros en un mundo en que todo tiende a estar cada vez más personalizado y, etimológicamente, más enmascarado. Cita Coromines que la expresión 'la persona' se gramaticalizó en castellano como pronombre impersonal con el sentido de “uno, la gente en general”, sobre todo en textos jurídicos y morales, algo parecido al uso de omne/ome ('hombre') como sujeto indeterminado, en favor de los usos impesonales que acabaron triunfando de 'uno' y 'se'. 

Epitafio y variación

Cuando uno en persona llega en avión a Heraclio, la capital de la isla de Creta, cuyo nombre recuerda hoy al héroe griego Heraclés o sea a Hércules, se encuentra con que el aeropuerto donde aterriza lleva el nombre del escritor Nicos Casanchaquis, porque aquí fue donde nació nuestro autor cuando la ciudad se llamaba Megalo Castro, y se hallaba bajo dominio turco. En Heraclio reposan hoy sus restos mortales bajo una cruz desnuda. La iglesia ortodoxa griega no permitió que fuera enterrado en un cementerio por lo que su tumba se halla sobre una de las murallas de la ciudad. El epitafio del prolífico escritor cretense, reza  lo siguiente sobre la lápida: "No espero nada, no temo nada, soy libre" (Δεν ελπίζω τίποτα Δε φοβάμαι τίποτα Είμαι λέφτερος).



Arcás, nuestro dibujante griego moderno más clásico, se nos descuelga, por su parte, con una variación un tanto paródica del epitafio del escritor cretense, conservando la primera frase pero modificando significativamente las dos siguientes: un rostro entristecido y compungido, dice:  "No espero nada, lo temo todo, ¿soy libre?".

Si comparamos el texto de la lápida del escritor y el de la viñeta de Arcás observamos que además  de las significativas variaciones de la segunda línea -supresión de la negación y sustitución de la palabra 'nada' por 'todo'- el texto concluye con un expresivo signo de interrogación griego ";". La afirmación jubilosa de la tumba del escritor "soy libre" se convierte en la viñeta de Arcás en una pregunta poco menos que retórica o por lo menos irónica: ¿Soy libre? 

martes, 23 de septiembre de 2025

Pareceres LXXXV

416.- The right side of History. Yo no sé cuál es el lado correcto de la Historia del que tanto se oye hablar últimamente a los políticos profesionales de uno y otro signo, indiferentes en el fondo. Es sin duda una expresión grandilocuente, muy a la moda, que sirve para 'congregar acólitos' en torno a la bandería del gobierno o, en su caso, de la oposición. En España se ha viralizado a propósito de Gaza y Palestina para distraer a la opinión pública de los asuntos nacionales. ¿Por quién tomar partido? Por una Palestina libre, por supuesto, libre de Israel y de sí misma. Lo que está pasando allí es una tragedia de grueso calibre, algo atroz y condenable, pero nada distinto de lo que ocurre en cualquier guerra.  ¿Quienes estuvieron en el lado correcto de la Historia en la guerra de Troya, los griegos vencedores o los troyanos derrotados? ¿Los cartagineses o los romanos que echaron sal en Cartago? ¿Los moros o los cristianos? ¿César o Pompeyo? ¿Putin o Zelensky? Sin duda alguna, el lado correcto de la Historia es el de los vencedores. Siempre podemos darle la vuelta al argumento y hacer como Catón y declarar nuestro amor por la causa de los derrotados, y decir que pese a que a los dioses del cielo les agradó la causa victoriosa a nosotros nos agrada la vencida. Pero cualquier guerra que se encause es siempre horrible y execrable. No hay crímenes específicos de guerra porque la guerra  de por sí es un crimen de lesa humanidad. No olvidemos los muertos que han caído como moscas en Yemen, medio millón en la última década, la mayor hambruna y crisis humanitaria en el mundo moderno, en Sudán, más de ciento cincuenta mil en los últimos dos años, en Siria, medio millón de sirios asesinados, en el Sahel en tantos y tantos puntos del planeta que ahora no son relevantes, y, por supuesto, también en Palestina. No olvidemos la tragedia olvidada del pueblo saharaui. Ahora no se habla de ellos, pero se hablará de estos y de muchos otros 'conflictos' cuando convenga para distraer nuestra atención de otros asuntos que nos conciernen más directamente (la vivienda, la sanidad, la carestía de 'la vida', como llaman sarcásticamente al índice de precios al consumo, y un larguísimo etcétera), pero podemos sentirnos orgullosos creyendo, hipócritas fariseos, que estamos en el lado correcto de la Historia. 

 417.- Cisgéneros y tra(n)sgéneros.  Se preguntaba una periodista no poco ingenua en un artículo que sacaba el Periódico Global, alias El País, si era legítimo que actores y actrices cisgénero -atención al neologismo, que, al igual que cis(s)exual, indica que alguien se identifica con su sexo biológico, es decir, que reconoce que tiene los órganos sexuales que la madre naturaleza le ha atribuido- interpretaran en el cine o el teatro a personajes tra(n)s(género) -que son los que no se identifican con el sexo biológico que tienen. Según la mentada periodista, debería dárseles visibilidad a los actores y actrices tra(n)s haciendo que ellos interpreten sus propios roles. El debate, se mire por donde se mire, resulta ridículo y carente además de recorrido. ¿Cómo no va a ser legítimo eso, y lo contrario, si la esencia del actor es precisamente ser lo que no es interpretando cualquier papel sobre las tablas del teatro del mundo? ¿No puede un actor o una actriz encarnar a un asesino sin necesidad de serlo, o a un vegetariano siendo carnívoro?

 

418.- ¿Un Estado o dos Estados? Hay quien dice que la solución al problema palestino es la imposición de un único Estado sobre el territorio considerado Tierra Santa. Las opiniones, las hay para todos los gustos, se dividen entre quienes creen que ese Estado debe ondear la bandera de Israel y los que creen que la de Palestina. Ese Estado único, además, podría ser aglutinante, o exclusivo, y en este último caso, enteramente judío -aunque habría que definir qué pureza de sangre o de religión se requiere para el caso-, con expulsión de los palestinos, o totalmente palestino con expulsión de los judíos invasores. Hay, por otra parte, quienes son partidarios de la creación de dos Estados: el actual de Israel, que debería replegarse y dejar de invadir la franja de Gaza y la Cisjordania, y el de Palestina. Tanto unos como otros abordan el problema desde una óptica estatal, como si el Estado en cualesquiera de sus formas -uno, bien inclusivo o bien exclusivo, o dos y reconocidos por el resto de la comunidad internacional- fuera la solución del problema, cuando no puede serlo de ninguna manera porque precisamente la imposición del Estado es lo que creó el problema en 1948. ¿Sería una locura, me pregunto yo, proponer que no haya ningún Estado en ese territorio? Ni uno exclusivo ni inclusivo ni dos tampoco, sino todo lo contrario: ningún Estado en la denominada Tierra Santa donde ninguna bandera ensangrentada -y todas lo están sin excepción- ondearía a los vientos.

 419.- Reducción de la población. El 11 de septiembre del año del Señor de 2025 vigente, la revista británica The Economist publicó un artículo bajo el título Peak human, que sugería que habíamos alcanzado el tope de población en el planeta, y decía: «No te preocupes por el colapso global de la fertilidad. Un mundo con menos personas no sería del todo malo», acompañado de una imagen inquietante y provocadora: un aparcamiento de coches casi vacío y una pareja humana con un niño y un globo dirigiéndose hacia el único auto aparcado, el suyo, simbolizando un planeta despoblado. Este mensaje, presentado con una frialdad calculada, minimiza o relativiza la gravedad de la caída demográfica global. Parece querer sugerir que «sobra gente en el mundo», por lo que la reducción de la población no es ningún problema, sino una solución. No se puede negar que las tasas de fertilidad están cayendo a un ritmo no sé si alarmante, pero sí muy rápido desde luego, lo que puede deberse a múltiples factores: presiones económicas debidas al costo de la 'vida', la postergación de la maternidad, problemas de vivienda, políticas gubernamentales como la antigua de China de un solo hijo... Decir que eso no es malo del todo es una declaración cuando menos provocativa. ¿Qué significa esto? ¿Que hay que «eliminar» a una parte de la humanidad para aliviar los problemas del planeta? La imagen del estacionamiento vacío, con sus líneas blancas desoladas y su atmósfera casi post-apocalíptica, refuerza la idea de un mundo «mejor» sin gente. Hay quien ha censurado la portada como inaceptable y ha visto en ella una clara declaración de intenciones. ¿Salvaríamos el Planeta? El problema se plantea cuando la reducción de la población no solo se consigue con el colapso de la fertilidad, sino también con el aumento de la mortalidad y con la 'muerte asistida'. 

 

420.- Dinero efectivo. -Los defensores a ultranza del dinero en efectivo enarbolan la consigna: “¡El dinero efectivo es libertad!”, y se declaran enemigos del dinero digital que consideran, no sin razón, que es control social, por lo que recomiendan pasar a la acción y pagar siempre en metálico, con billetes y monedas, evitando los establecimientos que exijan pagos con tarjetas y huyendo del inminente Euro digital, que la Unión Europea se dispone a implementarnos. Consideran que la imposición de la moneda digital va a aumentar el control social, como si no estuviéramos ya suficientemente controlados. La creación del dinero digital, en efecto, guarda relación con la Agenda 2030, que fomenta precisamente la digitalización para financiar los ambiciosos ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), y con la emisión de monedas digitales, como el euro digital, del Banco Central (CBDC, Central Bank Digital Currency) en la lengua del Imperio: Al parecer, el dinero digital coexistirá en un principio con el dinero en efectivo. Recordemos los más viejos que el 1 de enero de 2002 entró el euro en funcionamiento en la eurozona, sustituyendo a las viejas monedas, que en principio coexistieron con él hasta el 28 de febrero en que desapareció la peseta. Posiblemente acabe sucediendo lo mismo con el dinero físico en un mundo cada vez más digitalizado. En todo caso, la crítica del dinero digital y la defensa del metálico, no afecta para nada a la esencia inmaterial del dinero y del capitalismo, y eso conviene recordárselo a los que se aferran a sus billetes y monedas como si fueran el avaro de Molière y les fuera la vida en ello, una vida que, efectivamente, se les va. 

 

lunes, 22 de septiembre de 2025

Electrodoméstica televisión

    Quizá merezca la pena volver a ver (o ver por primera vez si no se ha visto antes) El televisor (trastorno obsesivo-compulsivo), una de aquellas terroríficas Historias para no dormir que vi y me impresionó cuando tenía quince años, un terror en este caso que no es de índole sobrenatural, sino que emana de la naturaleza del 'inofensivo' electrodoméstico del título, un mediometraje rodado para la pequeña pantalla que digiera en 1974 Narciso Ibáñez Serrrador.
 
    Enrique, interpretado magistralmente por Narciso Ibáñez Menta, es un hombre gris y rutinario, un españolito medio de la época que se mata a trabajar revisando cuentas en un banco de ocho de la mañana a doce de la noche para brindarles lo mejor a su mujer, Susana, una conmovedora María Fernanda D'Ocón, y a sus hijos.
 
    Su vida cambia radicalmente cuando hace realidad su sueño de adquirir un televisor de veinticuatro pulgadas a todo color que instala en el salón de su pisito colmenero. A partir de ese momento, Enrique descubre un mundo nuevo, un universo invasivo lleno de maravillas que ignoraba y de peligros sin cuento en el que se funden y confunden la realidad y la ficción televisada.
 

    'El televisor' no solo es un relato que nos arrastra hacia el abismo de la locura de su protagonista, sino que conserva, cincuenta y un años después, parece mentira, su carácter visionario y premonitorio, todo un alegato contra la sociedad del espectáculo y el reality show y mucho más que una crítica satírica, como han querido ver algunos, de la televisión del régimen franquista, porque su calado político y premonitorio va más allá de la realidad de aquel entonces y llega a nosotros, adquiriendo proporciones descomunales con la oferta audiovisual de las plataformas actuales y la vida virtual paralela que nos proporcionan las redes sociales. 
 
    Enrique se convierte en un teleadicto, deja incluso de trabajar y traga todo lo que le echan por la tele, sentado en el sillón ante la pequeña pantalla desde que empieza la carta de ajuste hasta la despedida y cierre de la emisión. Cuando su esposa le ruega que vuelva al trabajo y que deje de ver televisión, le responde: 
-No puedo, Susana. No puedo regresar hasta que no sepa si el autor que quiere estrenar su obra pudo por fin estrenarla, no puedo si no sé si ese policía gordo y simpático se retira o no, o si encuentra a su hermano. Necesito saber el desenlace de todos esos problemas. 
Susana.- Es que no puedes seguir viviendo así. 
Enrique.- Antes sí que no vivía, pero la televisión me ha dado muchas vidas. Pero mañana, Susana, mañana lo arreglaré todo para que el televisor no sea peligroso.
 
    Enrique fabrica una caja de cartón, que pone delante de la pantalla a modo de tapa con un pequeño agujero para poder ver él lo que pasa y que no pueda salir esa realidad de la televisión por el agujero diminuto. 
 
    Susana comprende entonces que Enrique, como Alonso Quijano, el Caballero de la Triste Figura, ha enloquecido y pide ayuda a un psiquiatra. 

 He aquí el diálogo entre el loquero y el loco de Enrique: 
 
-¿Por qué puso usted esta caja delante de la pantalla? 
-Por mi familia, no quiero que a ellos les ocurra nada. (...) 
-¿A qué se refiere? 
-Al horror. ¿Qué ocurriría si Quique, Quique, mi hijo menor -tiene doce años- , qué ocurriría si viese a los niños que yo he visto el otro día, si a uno de esos niños se le ocurre salir del televisor y entrar en casa y mis hijos lo ven. 
-¿Qué niños? 
-Los desfigurados, quemados por el napalm y todos esos cadáveres de guerrilleros palestinos y las bombas que estallan en Oriente. Hace días que me di cuenta pero ya era tarde. 
-¿Se dio cuenta de qué? 
-De que todo lo que sale por aquí es mentira, o es maldad, porque Canon,Canon parece simpático ¿eh? No sé, será porque es gordo y le gusta comer, pero Canon mata. Y Caine, a pesar de no usar armas, a pesar de su filosofía oriental, de su aparente bondad, Caine también mata. Y los concursos. Se da dinero, se muestran muchos billetes de mil y la gente sonríe, pero solo ganan una o dos parejas, solo ganan los que concursan y yo sé que hay millones que no lo ganan y lo necesitan... Y los dibujos animados, qué cosa más estúpida. De pronto comprendí que los dibujos animados también matan. Vemos a un ratón travieso que corre tras un gato, pero corre para ponerle una bomba que estalla o lo empuja por la nieve hasta hacerle caer en un precipicio. El gato y el ratón y el pato y el conejito sobreviven siempre, sí, pero siguen tratando de matarse los unos a los otros, y hay un hombre, bueno no sé cómo se llama, un hombre que habla de los animales, que defiende a los animales. ¡Que va! Lo que hace es mostrar cómo los animales se matan los unos a los otros o cómo los hombres matan a los animales. Hasta la misa es mentira porque no vale. 
-Pero usted tiene que comprender que la televisión es simplemente un espectáculo del que no se puede abusar, como no se debe abusar del cine o del teatro. Debe usted seleccionar los programas y ver solo unos pocos... 
-No, no es solo eso... 
-...o no verlos. 
-Por un tiempo debe usted de dejar de ver televisión. 
-No puedo. 
-¿Por qué? 
-Porque ya no sé pensar. Aquí, en este estante, yo tenía libros. Ahora solo tengo revistas de televisión para conocer las programaciones y estar al tanto. Aquí tenía libros. Y los libros me hacían imaginar, pero ya no, no sé imaginar, porque ahí me lo ofrecen todo imaginado por otros, y mal imaginado. Aquí tenía discos y le parecerá estúpido pero antes me gustaba mucho Beethoven... Hace días que no puedo recordar los compases de la quinta sinfonía. Trato de recordarlos... Ahora... Me estoy concentrando ¿eh? No puedo, no, no puedo. Las únicas músicas que en estos momentos me están pasando por la cabeza son esas que dicen: “Qué suavidad, todo esplendor, para el cabello es lo mejor”, o esas otras que dicen “Siempre sea alegre, siempre sea joven, sienta burbujas en su corazón" (Llora) ¡Ay! 
-¿Usted me permite? 
-Sí, claro. 
-Voy a abrir la tapa del televisor para hacerle ver que esto es solo un aparato electrónico lleno de cables, de lámparas y … 
-¡No lo haga! 
-¿Por qué no? 
-Sería como abrir una catarata de maldad... Aquí dentro está la violencia, la sangre, el horror, la mentira, todo está aquí, tratando de salir e invadir las casas. Hasta los locutores, que parecen hombres y mujeres normales, no lo son porque solo hablan de guerras, de asesinatos, de raptos, de linchamientos... 
-Pero si usted ve todo eso ¿por qué sigue viendo televisión? 
-Porque la necesito, porque ya no sé pensar. Es ella la que piensa por mí. 
 
  
    No voy a destripar el final, absolutamente genial y kafkiano. Pero resulta interesante ver cómo un producto de la televisión se vuelve y revuelve contra la propia televisión que lo ampara. El espectáculo de la sociedad que nos ofrecen los medios de (in)comunicación de masas nos ha convertido en la sociedad del espectáculo que con tanta lucidez analizó -desmenuzó- Guy Debord, y antes que él el mito de la caverna de Platón. Querámoslo o no, somos el producto de esa sociedad espectacular en el peor sentido de la palabra, que es el etimológico. El espectáculo nos lo sirven en bandeja, bien entrados ya en el siglo XXI, las redes sociales de la Red Informática Universal, no solo la añeja televisión familiar que solo vemos, muy de cuando en cuando ya, los mayores, es decir, los viejos, siendo para muchos la única compañía de su soledad. Hoy el televisor y su trastorno obsesivo-compulsivo es el teléfono móvil que tantas utilidades nos proporciona y tanto nos utiliza haciéndonos agachar la cabeza religiosamente como si de un piadoso devocionario se tratara.
 
    En la sociedad del espectáculo la realidad y la ficción se confunden constantemente hasta el punto de que nos convierten a los espectadores en seres alienados. El estado natural del hombre posmoderno es el de la enajenación mental orquestada por los medios que, so pretexto de comunicarnos, nos incomunican, y so pretexto de informarnos nos desinforman conformándonos como orates víctimas de ataques de delirios colectivos que alteran nuestra percepción de la realidad impostada por una virtualidad que ha sido concebida para modificar las creencias y opiniones del público sometido al espectáculo y a la propaganda comunicativa e informativa del Poder. 
 
 

domingo, 21 de septiembre de 2025

Así es la realidad (o la tomas o la dejas)

    De la palabra neolatina realitas, realitatis, acuñada en la Edad Media a partir del adjetivo del bajo latín realis, reale, derivado del sustantivo clásico res rei 'cosa', 'propiedad', surgió hacia 1607 nuestra famosa 'realidad', que como tal no existía en la antigüedad grecorromana. De ella derivó con decimonónica posterioridad nuestro 'realismo' para dar nombre a la corriente artística y vital que, contrapuesta al romanticismo y, falsamente, al idealismo porque las cosas no dejan de ser ideas -tanto como podemos decir que las ideas son cosas-, quiere atenerse a la realidad.
 
    Posteriormente a la entrada de la realidad en nuestro vocabulario, en la segunda mitad del siglo XVII entró en las lenguas modernas el verbo 'realizar', a través del francés 'réaliser' con el sentido jurídico de 'convertir en dinero', que es uno de los más antiguos usos jurídicos del término, porque lo que subyace por debajo las cosas, como veremos, es la propiedad que otorga Don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros.
 
 

    Es curioso cómo también en francés durante el siglo XX se empleó el verbo con el sentido de 'comprender, hacerse cargo', como préstamo del inglés to realize, que vendría a ser algo así como 'aceptar la realidad tal como es'. Y a esta realización -en realidad cosificación o conversión en dinero o, propiamente, nomismatopoiesis- contribuye la moderna expresión “autorealización” o “realización personal”, en la que uno se convierte a sí mismo en dinero como si fuera el rey Midas palpándose y transformándose en oro.
 
    Es curiosa en inglés la expresión real state para referirse a la tierra, incluyendo lo que está natural- o artificialmente sobre ella o en ella, registrada desde la década de 1660, pero ya en inglés medio 'real' se utilizaba en derecho haciendo referencia a la propiedad inmobiliaria emparejada con y distinguida de la personal. La expresión 'real time', en la segunda mitad del siglo XX, alude al tiempo real (como si hubiera otro que no estuviera cosificado o convertido en dinero) durante el que se produce un acontecimiento o suceso.
 
    Real, entre nosotros, se aplica a lo que ciertamente existe, en oposición a lo que es imaginario o fingido: como, causa real de alarma; un suceso real; una persona real, y no un fantasma o una sombra, y a lo que ha llegado a ser o a suceder, en oposición a lo que es posible, probable, concebible, aproximado, estimado o adivinado.
 
  
    En este sentido es particularmente elocuente el término compuesto y de origen clásico latino república, tomado del latín res publica: la cosa pública, el Estado, aplicado por antonomasia a la forma de Estado que rigió a Roma en el siglo de oro de su literatura y que posteriormente, cuando había cambiado el Régimen para seguir igual, siguió denominándose al Imperio para disimular: la administración política y económica que se le impone al pueblo.
 
    El lingüista Michiel De Vaan remonta la etimología de la palabra 'res' a la raíz protoindoeuropea *Hreh-i- "riqueza, bienes", de donde deriva el sánscrito rayim, rayah "propiedad, bienes" y el avéstico raii-i- "riqueza". 
 
    Que las cosas son una creación del dinero lo sugiere un curioso derivado de la palabra latina 'res', que es precisamente 'res' con el sentido de 'cabeza de ganado' o, como la define la docta Academia: 'Animal cuadrúpedo de ciertas especies domésticas, como del ganado vacuno, lanar, etc., o de los salvajes, como venados, jabalíes, etc.' Entró en castellano hacia 1200 por una concreción de sentido semejante a la sufrida por la palabra 'ganado', que propiamente significaba 'bienes adquiridos'. Por razones de índole fonética no parece posible la hipótesis de que venga del árabe rá's cabeza, cabeza de ganado, como hay quien ha postulado. 
  
    La palabra "reo", que se utiliza en español para referirse a una persona acusada o culpable de un delito, también tiene su origen en el latín, y está relacionada con "res, rei" (cosa, asunto). En latín, "reus, rei" originalmente significaba "el que está involucrado en una res" (es decir, en un asunto o causa, que es el origen de nuestra 'cosa', especialmente judicial). Este término hacía referencia tanto al demandante como al demandado, ya que ambos estaban implicados en un caso o litigio. Con el tiempo, el uso de "reus" se restringió principalmente para designar al acusado o culpable de un delito. Así, "reo" en español conserva esta conexión con el ámbito legal y judicial, derivando directamente de "reus" y, en última instancia, vinculándose a "res" como el "asunto" o "cosa" que está en discusión o juicio. De ahí que al reo se le denominara encausado o, con más precisión, 'accusatus'.