Dice
la docta Academia que un mentecato es un tonto, fatuo, falto de
juicio, privado de razón, pero revela más la etimología: mente
captus: cautivo de su mente.
El éxito abrumador de la
palabra “protocolo” ha consistido en desbancar y oscurecer un
término que ya no sonaba muy bien debido a su trasparencia:
“reglamento”.
Para
ser un triunfador en una sociedad como la nuestra donde la imagen lo es
todo, importa muchísimo más que ser honesto, como la mujer del César,
parecerlo.
El que avisa... El módulo de FOL (Formación y Orientación Laboral) de Formación -Deformación- Profesional informa del síndrome del burnout o de quema laboral.
El Líder Supremo cántabro rechaza
usar la mascarilla playera “porque es un incordio tremendo” pero
acatará la medida si la acuerden las autoridades competetentes.
La
gente en su inmensa mayoría obedece resignadamente para que esto se
acabe de una vez, pero esto no va a terminarse nunca mientras la
gente siga obedeciendo.
Hay
quienes se privan de oxígeno y de aire libre en soledad y en plena
naturaleza para autoprotegerse de un virus respiratorio que acabarán
dejándose inocular.
Hay
anarquistas de salón que, enemigos del Estado, Le reclaman educación
y sanidad pública, asistencia social, subsidio de desempleo, renta
básica... seguridad.
Cuando se nos mete una idea en la
cabeza, se incrusta como un clavo remachado a machamartillo o rémora
que impide el razonamiento, y no hay manera de sacarla.
“Estamos
trabajando para mejorar su futuro. Disculpen las molestias.” En aras de
un dios sangriento, el futuro, sacrifican lo único que tenemos, el
presente.
"Trabajamos
en pro de su calidad de vida. Obras de acondicionamiento del
cementerio". Mensaje sarcástico en la lengua de Molière de un
ayuntamiento quebequés.
El
príncipe y la princesa se casaron y fueron felices. Todos fueron muy
dichosos en el reino, salvo las perdices sacrificadas a fin de celebrar
el casamiento.
Plutarco
biografió las vidas paralelas de griegos y romanos, pero ahora cada uno
llevamos dos vidas que no convergen nunca, una doble vida: pública y
privada.
Hay
lugares "sagrados" o "santuarios" para los creyentes que ya no creen en
Dios ni en el Hombre, sino en otro fetiche, la Naturaleza: los Parques
Naturales.
Dicen
que dijo Tales que agradecía haber nacido humano y no animal, varón y
no mujer, griego y no bárbaro, en un mundo que era ya racista, machista y
especista.
Decía
el filósofo galo Michel Serres que la música, sin ser portadora de
ningún sentido, los poseía todos, lo que yo hago extensivo a la vida de
los hombres.
El
éxito profesional no puede ser ninguna otra cosa más que lo que sugiere
la etimología del vocablo "exitus": una salida, una válvula de escape
del trabajo.
La
gente, acostumbrada a imágenes espectaculares, se decepciona ante la
naturaleza, que hay que tunear para que se parezca a la foto del
National Geographic.
Al
complejo de Edipo que Freud diagnosticó a todos los varoncitos y su
correlato femenino el de Electra, hay que añadir ahora el moderno
complejo de Narciso.
Suele
ser tarde cuando uno descubre, ay, que el sueldo que gana por la
dedicación que conlleva su trabajo no le compensa en absoluto por su
pérdida de tiempo.
En
nuestra sociedad del espectáculo sólo faltaba un adolescente enamorado
de su hermosa figura proyectando sus selfis en las mil pantallas de la
red universal.
Una superstición tan grande -tanta religio, en latín- se apoderó de la ciudad, según Livio, que el senado prohibió las supercherías religiosas... extranjeras.
Virus coronado persistente gracias
al empeño esmerado de periodistas y políticos, que tanto de
izquierdas como de derechas sacan rentabilidad de su existencia.
Marcio, un célebre adivino, profetizó a posteriori el desastre de Cannas, que, dado a conocer después de realizado, "se había cumplido": uaticinium ex euentu.
Marcelo,
viendo bajo sus ojos la ciudad de Siracusa que había conquistado, quizá
la más bella del mundo por entonces, lloró de alegría y de pena por su
hazaña.
Dice
Livio que en dos años no había sucedido nada digno de memoria en España
porque la guerra, lo solo reseñable, se hacía más políticamente que con
las armas.
La
esquizofrenia de la doble vida, maldición bíblica del trabajo y tiempo
libre, la obligación y la devoción, las dos caras de la misma y falsa
pieza de moneda.
Caronte, el barquero, le dijo al millonario: Deja el dinero aquí, que de nada te va a servir en el otro mundo: a mí dame sólo un simbólico óbolo por el pasaje.