lunes, 25 de enero de 2021

La fe y las dudas ó Dios y los diablos.

Si la fe tiene un poder tan grande que, según dicen las sagradas escrituras  (Mateo 11, 23), sagradas para los creyentes, claro está, puede hacer que una montaña se quite de repente del medio de donde está y se meta en el mar sólo con que tengamos fe en ello y no lo dudemos ni un solo momento en nuestro corazón, la duda no es menos poderosa y también puede obrar milagros. No soy yo el que lo dice, cuidado, sino el periódico independiente de la mañana más leído en español, el periódico global. Así reza un titular de la sección de economía, que es la más realista, que apareció en la primera plana de un día cualquiera ya pasado:  “Las dudas sobre el crecimiento global hunden los mercados internacionales”. 

Recordemos lo que cuenta Luciano de Samósata que le decía uno de sus personajes, Licino, a Hermótimo, su interlocutor y amigo, en el diálogo homónimo:  "Sé sensato y acuérdate de dudar." Le decía que no era una opinión personal suya, algo de su cosecha propia, sino una sentencia de algún sabio, que aconsejaba no dar crédito así como así a las cosas, sino ponerlas todas en tela de juicio, dudar de ellas, no creer en lo que está mandado. Y está claro, volviendo al titular de periódico citado, que las dudas, unas simples dudas sobre algo tan abstracto, evanescente y difuso pero real como "el crecimiento global", unas dudas que albergamos todos en nuestro fuero interno,  pueden hundir los mercados internacionales. 


 -No diré mío, sino de alguno de los sabios, aquello del "sé sensato y aprende a dudar".
(Luciano de Samósata, Hermótimo, 47)
 

Pues seamos sensatos nosotros también y acordémonos de no fiarnos mucho de nada ni de nadie, ni siquiera de nosotros mismos. Y no porque yo lo diga, sino porque lo dijo uno de los sabios de la antigüedad, un tal Epicarmo según parece que es la autoridad que citaba sin citarla Licino a su amigo Hermótimo -algunos le han atribuido la máxima al escéptico* Sexto Empírico-, un sabio que no era sabio porque sí, sino porque todos reconocemos algo de sabiduría y de razón común, o sea de sentido común, en lo que dijo, en lo que nos sigue diciendo todavía, porque hoy es siempre todavía, que es lo contrario de lo que nos dicen todos los días por todos los medios de comunicación a todas las horas los políticos y/o economistas que nos gobiernan, lo contrario de lo que está mandado, lo contrario de lo que Dios, que es el dinero,  manda: que no le demos crédito, que perdamos la fe que tengamos en la realidad, a fin de que se hundan quitándose de en medio y metiéndose en el mar ella misma y todas las bolsas y los mercados internacionales, para que se vea así la mentira podrida sobre la que se fundamentaba y cimentaba todo.

Traigamos en auxilio de los antiguos a nuestro poeta don Antonio Machado, que en su Juan de Mairena razona así la importancia del escepticismo: "Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De esta manera premia Dios al escéptico y confunde al creyente".

*Escepticismo: Para el divino Sexto Empírico los sistemas filosóficos son tres: los dogmáticos, que son aquellos que creen haber descubierto la verdad y que se creen poseedores de ella, los académicos, que son aquellos que creen que no puede ser aprehendida, y los escépticos -del griego sképthomai "investigar, mirar con detenimiento, preguntar qué es algo" y, por lo tanto, "no dar nada por establecido ni sentado"- que son los que a falta de fe en uno u otro sentido, dudan, siguen investigando y albergando numerosas dudas, como esas que han hicieron que, aunque sólo fuera por un día, se hundieran los mercados internacionales. 

El escéptico es el que no cree, porque los que creen, los creyentes, ya no necesitan investigar nada, ni preguntarse por las cosas, ni mirarlas con detenimiento: se creen en posesión ortodoxa de la verdad. 

A la pregunta que Dios en la viñeta de Montt le hace al Diablo sobre qué es lo que está haciendo en el cerebro de un ser humano, éste responde "sembrando dudas" a la vez que implanta signos de interrogación en la materia gris que harán que esa masa encefálica se cuestione, al aflorar la incertidumbre, todas sus supuestas certezas o creencias, todas sus fes, esencialmente ciegas como son todas a la luz de la razón, poniéndolas en tela de juicio. 
 
Para los Señores del Mundo, nunca dubitativos, la palabra "escéptico" es poco menos que un insulto, porque ellos creen en la Ciencia, que es la nueva forma que ha adoptado la vieja religión en nuestros días y en la que depositan toda su cándida fe, y creen en el Progreso de la Humanidad, y en todos los artículos de fe que se les proponga. Ellos son los que siempre dicen: "No cabe duda"  e "indudablemente". 
 
Nuestro verbo dudar procede del verbo latino "dubitare" y está relacionado etimológicamente en su origen con el número dos ("duo"), por lo que significa "estar dividido entre por lo menos dos posibilidades". El número dos representa la duda, el descubrimiento de que el uno no es ninguno (y que no hay una sola y única cosa, sino múltiples y varias) y que, por lo tanto, la unidad no existe de por sí, sino que es fruto de la dualidad, lo que nos lleva, mucho más lejos, al posible descubrimiento ontológico y esquizofrénico de que yo (y el Yo) no soy uno, sino, por lo menos, dos. 
 
Sirva como colofón esta reflexión magistral de Rafael Sánchez Ferlosio: Predicar una nueva fe entre practicantes de un viejo culto animista, tibio y desgastado puede ser un propósito con esperanza de éxito, pero proponer el escepticismo y el agnosticismo entre gentes entusiasmadas y enfervorizadas con sus propios dioses patrios no sólo parece tarea desesperada, sino también el mejor modo de atizar el fuego, ya que para la llama de la creencia no hay mejor leña que el hostigamiento, porque permite inflamarse a los creyentes en eso que suele llamarse santa indignación.

domingo, 24 de enero de 2021

Del sufragio universal

A Alexis Henri Charles Clérel, vizconde de Tocqueville, más conocido como Alexis de Tocqueville (1805-1859), famoso pensador político, historiador y escritor francés, célebre por sus análisis de la Revolución francesa y de la evolución de las democracias occidentales en general, se le atribuye una cita apócrifa que circula por la Red y que muy bien podría ser la divisa de todos los poderosos, tanto política- como económicamente hablando, que viene a destruir como por arte de magia lo que se ha dado en llamar el encantamiento de la ilusión democrática. Dice así: “No le tengo miedo al sufragio universal, la gente votará como se le diga” (Je ne crains pas le suffrage universel; les gens voteront comme on leur dira). 

Es muy común encontrarse con frases hechas como esta que cita todo el mundo atribuyéndoselas a algún autor conocido para revestirlas de su magisterio y autoridad magistral, adquiriendo así el prestigio de que son indiscutibles artículos de fe, por el criterio del magister dixit,  lo ha dicho el Maestro y lo que él ha dicho no se discute porque es irrebatible. Pero la cita es casi con toda seguridad espuria. En la obra más conocida de Alexis de Tocqueville, que es la “Democracia en América” y que he rastreado someramente por encima, no figura ni con esas palabras ni con otras parecidas. Habría que rebuscar en su obra completa para encontrarla, si es el caso, y dotarla de un contexto del que, citada en abstracto como suele hacerse, carece por completo, tarea que dejo para otros más interesados en los derechos de autor de la frase que en lo que quiere decir.

Más interesa preguntarse quién es ese “yo” que habla en primera persona y dice que no le tiene miedo al sufragio universal. No tiene mucho sentido que sea el propio vizconde de Tocqueville que analiza el funcionamiento de los sistemas democráticos modernos. Tendría mucho más fundamento si pusiera esa cita en boca de algún poderoso elegido democráticamente, por ejemplo en el presidente de la República francesa. 

Retrato de Alexis de Tocqueville, Théodore Chassériau (1850)
 
Pero ¿quiénes son exactamente los poderosos? ¿Los políticos profesionales elegidos democráticamente? ¿Los banqueros que dirigen grandes grupos financieros y los grandes empresarios de las multinacionales? ¿Los responsables de la manipulación de la información y de los medios de creación de la opinión pública? Son todos ellos en general y ninguno solo en particular porque en realidad son inseparables, son los tres vértices de un triángulo equilátero. Políticos/economistas, capitalistas y periodistas comparten el mismo modo de vida, los mismos valores, el mismo mundo... Forman una familia inseparable. Y no temen al sufragio universal, sino todo lo contrario: lo desean fervientemente porque legitima y justifica la gobernanza a la que aspiran o que ostentan.

Además, si ponemos la frase atribuida al vizconde al día, “la gente” puede sustituirse por “la opinión pública” y el “se” de “se le diga” representa, obviamente, al poder político y económico, es decir a quienes lo ejercen, y de alguna manera refleja a quien está hablando y diciendo que no le teme al sufragio universal en que un hombre (y una mujer también, por supuesto) es un voto con fecha de caducidad de cuatro o cinco años, y nada más que eso.

La gente votará lo que se le mande, pero no nos engañemos: lo primero que se le manda es que vote. Todos los candidatos insisten en la importancia de acudir a las urnas, porque lo que salga de ahí y que legitimará su poder personal en el fondo es indiferente. Con esta maniobra se convierte al pueblo en electorado. 

La elección que haga la gente mediante el sufragio universal es absolutamente irrelevante porque nunca va a servir para que cambien las cosas de verdad, el sistema, sino, en todo caso, para que cambien superficialmente en su apariencia y puedan maquilladamente seguir en el fondo igual, que es lo que importa.

No perdamos de vista que en latín el verbo suffragari significaba en sentido figurado “apoyar a alguien, favorecerle” y en concreto “apoyar una candidatura y, por consiguiente, votar a favor de ella”. El diccionario de nuestra academia recoge, sin embargo, como primera acepción de sufragar “costear, satisfacer” y como segunda “ayudar o favorecer”.

¿Cómo se explica que la palabra “suffragium” que era sinónima de “voto electoral” acabe significando suma de dinero u otro soborno o prebenda que se daba a cambio de él? Se explica porque el voto no era algo gratuito, tenía un precio, lo que se ve en las modernas campañas electorales de los partidos políticos, que necesitan subvenciones millonarias para costearlas. 

El fenómeno histórico arranca de la república romana y los comienzos del imperio, relacionado con la institución del patronazgo o patrocinio, que en principio era la protección o defensa de los patricios respecto a los plebeyos, convertidos en clientes de aquellos, a cambio de su voto. 

"Patrocinar" acabó queriendo decir “apoyar o financiar una actividad, normalmente con fines publicitarios”, dada la necesidad de los votos para la adquisición del poder político. La clientela estaba obligada a votar a su patrono a cambio de su protección económica, una protección que en principio era un sustento alimenticio, la espórtula, por el nombre de la cestilla o espuerta, donde se llevaba. El voto, pues, tenía un precio. Los votos valen dienro, ya que eran imprescindibles para alcanzar el poder. Se ve, con esto, la íntima y antigua relación entre la política y la economía, entre el poder y el dienro, entre el Estado y el capital.

Sucede lo mismo con el término "cliente", que en primer término es actualmente “Persona que compra en una tienda, o que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”, es decir, que establece una relación económica, pero también “persona que está bajo la protección o tutela de otra”, o, lo que es lo mismo persona que se halla en una determinada relación política de subordinación.

sábado, 23 de enero de 2021

La Iglesia de Inglaterra presta sus lugares de culto al Estado

La Iglesia de Inglaterra ofrece generosamente sus sagrados templos para la vacunación contra la enfermedad del virus coronado y para la realización de pruebas de detección del susodicho virus durante todo el año. Han dejado de celebrarse en sus iglesias y catedrales las ceremonias de culto religioso por razones sanitarias, y pasan así a convertirse en centros del culto masivo del nuevo ídolo: una salud que no consiste en la curación de un mal efectivo, sino en su prevención. 


La Iglesia de Inglaterra justifica la medida como un gran acto de servicio a la comunidad,  como si reconociera que, ante la urgencia de la situación, no se trata tanto ya del negocio de la salvación de las almas de los fieles sino de sus cuerpos, que son prioritarios y podrían contagiarse, enfermar y fallecer. 

 

La argumentación que se ha seguido es la siguiente: La mayoría de los centros de vacunación que se están abriendo esperan pinchar (inmunizar, dicen ellos, siguiendo las últimas y capciosas recomendaciones lingüísticas de la OMS, que hace sinónimo este término de "vacunar", cuando es algo que está por demostrarse) a más de 1.000 personas diarias por lo que se necesitan grandes espacios que no sean necesarios para otros propósitos.

En las iglesias británicas, donde ya no se realizan ceremonias religiosas, se practica ahora la comunión de la salud. Los feligreses  viven con ardorosa fe su creencia firme en el retorno a la normalidad, a pesar de que se les dice que las cosas no volverán ya nunca a ser lo que eran.

No es algo anecdótico o casual, sino profundamente significativo y simbólico: Las primeras personas en Inglaterra han sido inoculadas contra el virus coronado en la catedral de Lichfield, en el norte del país, y en la famosa catedral de Salisbury, en el sur, donde se acompañaba la eucaristía de la vacuna con el sonido de las notas del órgano que interpreta música sagrada. 

Catedral de Rochester, en el condado de Kent (Inglaterra)

Los feligreses siguen ahora las ceremonias religiosas en directo por telepantallas al no poder asistir a los templos. Siempre habían retransmitido las televisiones misas para los enfermos que no podían asistir a los oficios, encamados como estaban en hospitales o en sus propios hogares, pero ahora, con los confinamientos y la prohibición del culto, han aumentado considerablemente sus índices de audiencia. 

La novedad es que ahora es toda la población la que se considera enferma, poco importa si tiene o no tiene síntomas, si enfermos reales o imaginarios. Los creyentes no pueden asistir a los templos más que a testarse, es decir, a someterse al control de una prueba (al famoso test, en la lengua del Imperio), o a vacunarse en espera de la siempre futura redención.

viernes, 22 de enero de 2021

La muerte, toda la vida

El poeta Neorrabioso escribe, en una de sus pintadas callejeras en un contenedor de basura, que tomo sin permiso de su blog:  LA MUERTE ES TODA LA VIDA, NO SU CONCLUSIÓN. 


Viene a decirnos en castellano con una admirable economía de palabras lo mismo más o menos que le escribía Séneca a su amigo Lucilio en una carta (24. 19-20), donde le decía en latín*: Recuerdo que en una ocasión trataste el tópico aquel de que no nos morimos de repente, sino que caminamos hacia la muerte poco a poco; morimos cada día. Pues cada día se nos arrebata alguna porción de vida, e incluso entonces, cuando estamos creciendo, nuestra vida decrece. Perdimos nuestra infancia, luego la niñez, luego la adolescencia. Todo el tiempo que ha transcurrido hasta ayer mismo se nos ha ido; este mismo día, en que estamos viviendo, lo compartimos con la muerte. Tal como a la clepsidra no la vacía la última gota de agua, sino todas las que se filtraron antes, así la última hora, en la que dejamos de ser, no causa ella sola la muerte, sino que ella sola la consuma; entonces llegamos por fin a ella, pero hacía tiempo que nos aproximábamos.

*memini te illum locum aliquando tractasse, non repente nos in mortem incidere, sed minutatim procedere; cotidie morimur. cotidie enim demitur aliqua pars uitae, et tunc quoque, cum crescimus, uita decrescit. infantiam amisimus, deinde pueritiam, deinde adulescentiam. usque ad hesternum, quicquid transit temporis, perit; hunc ipsum, quem agimus, diem cum morte diuidimus. quemadmodum clepsydram non extremum stillicidium exhaurit, sed quicquid ante defluxit, sic ultima hora, qua esse desinimus, non sola mortem facit, sed sola consummat; tunc ad illam peruenimus, sed diu uenimus.

 

 

jueves, 21 de enero de 2021

Siete mensajes breves

El neopuritanismo higiénico y sanitario impuesto fomenta los contactos virtuales en detrimento del sentido propio del tacto y las caricias reales en la piel. 
 
La mascarilla obligatoria que oculta el brote de acné que ella misma provoca con su uso prolongado es uno de los mejores ejemplos de relación tóxica que existe. 
 
La pitonisa vislumbró en la bola de cristal que los seres humanos iban a sacrificar su libertad a cambio de “seguridad”, pero nunca su vida a cambio de “salud”. 
 
De lo mejor de Einstein: Las proposiciones matemáticas en cuanto se refieren a la realidad no son válidas, y en cuanto son válidas no se refieren a la realidad. 
 

La historia nacional que se enseña en las escuelas consolida la idea falsa pero real a fuerza de imposición doctrinal de que somos una nación con una identidad. 
 
Hay palabras sonoras y altisonantes que son como el ciprés, árbol hermoso y espigado, pero que, proyectando su sombra en cementerios, no da fruto de provecho. 
 
En la mitología moderna destacan desde Bela Lugosi en La legión de los hombres sin alma y G. A. Romero, los zombies, muertos vivientes, nuestro vívido retrato.

miércoles, 20 de enero de 2021

Globalización y perversión del lenguaje

Perversión del lenguaje: El lenguaje se ha pervertido de tal forma que se le hace decir lo contrario que dice: se bombardea a un pueblo en nombre del Pueblo (“tuvimos que destruir la aldea para salvarla”, como declaró un veterano del Vietnam), se mata a los hombres en nombre de la Humanidad, se invade un país para llevarle la democracia, se le masacra para liberarlo de una dictadura brutal, se violan los derechos humanos para hacer que se respeten, se priva de libertad en defensa de la propia libertad, se nos quita la vida porque no es saludable y se salta por encima de cualquier vestigio de derecho para imponer el imperio de la ley. En suma, el fin justifica los medios. Maquiavelo, triunfal, sonríe desde lejos. Y, encima, quieren que comulguemos con ruedas de molino.



Globalización: Todo el mundo bebiendo el mismo jarabe burbujeante, no alcohólico, de color oscuro, embotellado en vidrio o en lata, cuya publicidad rezaba antaño que era la chispa de la vida, el aguachirle universal y mundializado. Las letras blancas de su marca comercial entrelazadas sobre fondo rojo, los colores del impresentable Papá Noel, su engendro más logrado y el mayor corruptor de la infancia que en el mundo ha sido, son el símbolo mundial del American Way of Life. Se une ahora su nombre a la guerra contra el presunto virus que han declarado los Amos del Mundo abogando por el distanciamiento social, y haciendo campaña contra las interacciones -¡qué palabro!- sociales y familiares. Su lema es esta curiosa paradoja: “Hoy, estar separados es la mejor manera de estar juntos”.   


No, señor, la mejor manera de estar juntos no es estar separados. ¿En qué cabeza caben una memez y una sinvergonzonería como esas?

 


 

martes, 19 de enero de 2021

De la crisis sanitaria

La crisis sanitaria ha reforzado el poder del Estado sin debilitar, como pretendían algunos, el del Capital, que a la postre ha salido también robustecido. Es decir, el presunto virus ha venido a beneficiar el binomio Estado/Capital en detrimento del bienestar de la gente. 



No sólo, pues, se ha incrementado el dominio del sistema político democrático que padecemos sino también el sistema económico, que avanza cada vez más hacia las formas de dinero virtual e ideal más abstractas. Es el sistema en general, lo que en los años sesenta se denominaba genéricamente el “establishment” y también el “status quo”, el que ha salido beneficiado.

Algunos intelectuales no poco ingenuos saludaban la llegada del virus que, aseguraban, iba a firmar el acta de defunción del capitalismo, y se alegraban en su fuero interno de que algo tan diminutamente minúsculo e invisible como un bichejo como ese ser pudiera cargarse la economía... A la vista está que no ha sido así, que en todo caso lo que se ha cargado no el bicho sino la gestión sanitaria de la crisis es la microeconomía, pero no la macroeconomía digital. 

No Global Tour, obra de Santiago Sierra.

No, la crisis sanitaria no ha reforzado el Estado en detrimento de la economía y del mercado, sino que ha reforzado ambas cosas porque iban en el mismo paquete: reforzar el Estado era reforzar el Mercado, y viceversa. No se puede desligar Estado y Mercado, porque son dos aspectos de lo mismo, dos caras de la misma real y falsa moneda.

El empobrecimiento innegable de las pequeñas y medianas empresas y negocios no era la única consecuencia lógica del refuerzo del Estado y de las políticas del quédate-en-casa-si-no-eres-ensencial, dado que ese empobrecimiento llevaba aparejado el enriquecimiento de las grandes empresas tecnológicas informáticas del entretenimiento y la distracción y los grandes negocios. No hace falta dar ejemplos que están en la mente de todos.

 

El futuro en llamas, obra de Santiago Sierra

Pero tampoco podemos quedarnos en ese análisis superficial. Cuando decimos que se ha reforzado el poder del Estado/Capital, que simplemente ha cambiado de manos concentrándose en unas pocas y bien digitalizadas, entendemos también que se ha reforzado la gestión, vamos a llamarla así, del tiempo que hacen uno y otro, que es la principal arma de dominio que tienen sobre nosotros, es decir, la imposición del ideal del futuro, que viene a decirnos sin cesar que pospongamos la vida, sea lo que sea, para otro día (si quieres celebrar muchas navidades futuras, no celebres la presente... y mensajes así por el estilo), entristeciéndonos, aguándonos la fiesta y amargándonos el día de hoy.

(Igual que hacía la Iglesia católica, por cierto, que nos prometía la vida verdadera, la vida eterna sin asomo ni amenaza de muerte ni de condenación en las calderas de Pedro Botero, la vida ideal pospuesta para después de la muerte si renunciábamos básicamente a los placeres de la vida, la única que teníamos, en aras de nuestra salvación o, como dicen ahora, de nuestra salud).

Dejar la vida para otro día supone postergarla para un momento que no pertenece al presente, sino que se proyecta indefinidamente en el futuro, dado que el futuro es por esencia procrastinación: mañana es siempre pasado mañana, lo que significa que mañana es nunca.

Ahora no es el momento de amar, de buscar la verdad, de crear, de experimentar la libertad y de vivir en definitiva porque hay algo que nos lo impide, llámese virus, cambio climático o como quiera llamarse: eso es lo esencial que dice el Estado que vela por nuestra salud con consejos paternalistas de las autoridades sanitarias, por las buenas, o por las malas con la "actuación" de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

El reforzamiento del Estado implica que el dominio del futuro sobre el presente se hace más sólido, pues siempre habrá alguna nueva crisis que el Estado tendrá que resolver antes de que la gente pueda, finalmente, vivir, pero esto implica también que luchamos contra el Estado/Capital cada vez que vivimos no voy a decir “el presente”, sino ahora, aquí y ahora, cada vez que conseguimos razonar, desear, crear, luchar, experimentar la libertad a pesar de todo sin confiar en ningún mesías salvador o salvífica vacuna.

lunes, 18 de enero de 2021

De lo que Séneca le dijo a Nerón

Circula por ahí una frase atribuida a Séneca que le habría dicho en algún momento a Nerón y que, por lo que a mí se me alcanza y he podido averiguar, no tiene mucho fundamento histórico. Se trata de una cita espuria, pero que está muy bien traída sin embargo porque se puede aplicar a cualquier relación humana de poder y de dominio. 

Nerón y Séneca,
Eduardo Barrón González (1904)

La frase vale para cualquiera del común si se entiende que “Séneca” no es ahí Lucio Anneo Séneca, nacido en Córdoba en torno al año 4 de nuestra era y muerto en el 65, filósofo estoico y preceptor del emperador Nerón, sino “séneca”, un nombre común y no propio dentro de la Historia de la Cultura, y como define nuestro Diccionario de la Real Academia “hombre de mucha sabiduría”, y si se entiende que Nerón, por su parte, no es el emperador romano de la dinastía julio-claudia nacido en el 37 y muerto en el 68, sino “nerón”, con minúscula, es decir un “hombre muy cruel”, según el citado Diccionario, definición a la que habría que añadir la nota imprescindible de “poderoso, el hombre más poderoso del mundo en su tiempo”. Como se sabe, Nerón acusó a su antiguo maestro de haber participado en la conspiración de Pisón contra el Imperio y le concedió la gracia de quitarse voluntariamente la vida.

Hay que tener en cuenta que la institución del Poder se basa en dos cosas: la mentira y el miedo. ¿En qué consiste la primera? ¿Sobre qué engaño se fundamenta? Entre nosotros, occidentales, hay que remontarse hasta, por lo menos los griegos, y en concreto hasta el maestro Aristóteles, que escribió en la Política lo siguiente: "Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarias, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar". (Política. 1.1254a, τὸ γὰρ ἄρχειν καὶ ἄρχεσθαι οὐ μόνον τῶν ἀναγκαίων ἀλλὰ καὶ τῶν συμφερόντων ἐστί, καὶ εὐθὺς ἐκ γενετῆς ἔνια διέστηκε τὰ μὲν ἐπὶ τὸ ἄρχεσθαι τὰ δ᾽ ἐπὶ τὸ ἄρχειν). 

Aristóteles estableció la necesidad y conveniencia de que haya gobierno, unos hombres que manden y otros que obedezcan, y lo justificó diciendo que era natural que así fuera, es decir, que lo que había era así porque lo había querido la naturaleza y no se podía evitar. Justificaba así la existencia de la esclavitud y la supremacía del varón sobre la mujer. Si negamos que sea verdad lo que dijo Aristóteles, ¿qué les queda a los poderosos de este mundo para sustentar y sostener el Poder que encarnan, una vez denunciada la mentira? Sólo  les queda el miedo.

 ¿Qué le dice un hombre sabio, en el sentido popular de la palabra, es decir, un hombre del pueblo, que es consciente de su vasta ignorancia, pero que pone en duda, precisamente porque nada sabe, las palabras del maestro Aristóteles de que sea necesario y conveniente que haya gobierno, un hombre que ni siquiera tiene nombre propio, sino común, al poderoso? Le dice algo que le puede decir cualquiera al poderoso para, de ese modo, desempoderarlo: “Tu poder radica en mi miedo; yo ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder”.

domingo, 17 de enero de 2021

2 + 2 = 5

Muy recomendable este cortometraje del director iraní Babak Anvari (2011). Se titula 2+2=5. Hablado en persa o farsi, está subtitulado en inglés y se entiende fácilmente. 
 
Un maestro da una lección que consiste en escribir en la pizarra la ecuación: "2 + 2 = 5". Cuando los niños protestan, inmediatamente los silencia, llamándolos al orden. Un estudiante levanta tímidamente la mano y sugiere cuidadosamente que dos más dos son, a su entender, cuatro, no cinco. Pero el maestro le dice que no tiene que pensar por su cuenta, que se limite a asimilar y a repetir oralmente y a copiar por escrito lo que él les está enseñando... 
 
 
Otro estudiante se levanta en protesta y grita que la respuesta correcta es cuatro. El profesor le pregunta enfadado, "¿Quién te dio permiso para hablar?" El alumno se mantiene firme, sosteniendo que dos más dos es igual a cuatro, como le dice a él y a cualquiera su sentido común.
 
Hacen su aparición entonces tres estudiantes mayores del último curso, con brazaletes rojos, a los que el profesor pregunta la solución de la suma elemental, y los tres responden al unísono que cinco. 
 
El estudiante sale a la pizarra y se le obliga a resolver la ecuación planteada: "2 + 2 = ?." El chico, después de alguna deliberación, escribe audazmente "4". 
 
 
Los tres alumnos mayores le disparan con sus rifles invisibles, la sangre salpica la pizarra y el cuerpo del chico se desploma, sin vida, por el suelo. El resto de la clase permanece en silencio, intentando procesar lo que acaba de ver mientras los alumnos de último curso retiran el cadáver del chico muerto y el maestro reanuda por su parte la lección como si no hubiera ocurrido nada.
 
Los alumnos han aprendido la lección y escriben en sus cuadernos escolares la ecuación aprendida: "2 + 2 = 5".
 
¿Todos? No, todos no. No todos los niños copian la fórmula irracional escrita en la pizarra por el maestro. Uno tachará el 5 y pondrá sobre él el 4. No lo hace públicamente, porque, como hemos visto, sufriría primero el reproche de la mayoría de sus compañeros y finalmente la violencia de los alumnos avanzados, que simbolizan el sistema, es decir, el Estado totalitario y policial que mata al que no se somete. 
 
Algunos han apuntado, lo que me parece muy plausible, que el vídeo está inspirado en la frase de la novela 1984 de Orwell, que aparece al final del capítulo VII de la primera parte, que escribe Winston en su diario y dice  en versión original "Freedom is the freedom to say that two plus two makes four. If that is granted, all else follows", (Libertad es la libertad de decir que dos y dos son cuatro. Si se concede esto, todo lo demás se sigue de suyo).
 
Se trata de una breve y hermosa parábola audiovisual sobre cómo el sistema educativo o, si se prefiere, la sociedad en general, representada aquí por la figura autoritaria del maestro, les inculca a los niños algo (que no es otra cosa más que la Realidad), que ellos sienten inmediata- e instintivamente que es mentira, porque algo -la razón común, que diría Heraclito de Éfeso- les dice en su fuero interno que eso no puede ser verdad, pese a su imposición, rebelándose algunos, muy pocos a la sazón, mientras que la mayoría otorga silenciosa.


El título no es más que una metáfora matemática que viene a sugerirnos también cómo desde pequeños se nos enseña que lo malo es bueno, y viceversa, que lo bueno es malo, contra lo que nosotros sentimos, y, lo que es lo mismo, que la mentira que se nos impone (2 + 2 = 5 en este caso) es la verdad que hay que asimilar por las buenas o por las malas repitiéndola a coro.

sábado, 16 de enero de 2021

Seis mensajes breves

Minister dixit: Es posible que tengamos que llevar mascarilla para siempre... Ya lo dijo la gente al declararse la pandemia: esto ha venido aquí para quedarse.
 
El material escolar de vuelta al colegio se incrementa tras la pausa navideña, abiertas de par en par las ventanas, con imprescindible par de mantas zamoranas.


Titular del periódico Noticias de Navarra: "Muere un joven en Teruel abatido por un guardia civil". Debería decir: Un guardia civil mata a un joven en Teruel.


El telepredicador, presentando datos del impacto de contagios y culpabilizando a la ciudadanía: "Lo hemos pasado mejor de lo que deberíamos estas navidades".


Muchos se preguntan cuándo volverán las cosas a la normalidad. La respuesta, en una palabra, es: nunca, una vez convertida la excepción en la regla normativa.


Pregunta ingenua: ¿A dónde van los votos depositados por la ciudadanía en las urnas después del recuento electoral? Respuesta: -¿A dónde van a ir? ¡A la basura!

viernes, 15 de enero de 2021

Mafalda aprende el significado de "democracia"


La palabra democracia une dos cosas contrapuestas: ‘pueblo’, demo, y ‘poder’, kratos en griego. ¿Cómo hay que entenderlo? Hay dos posibilidades: poder, fuerza o soberanía que se ejerce sobre el pueblo, tomando a este como objeto, como súbdito gobernado, o poder, fuerza o soberanía ejercida por el pueblo, tomándolo como sujeto, esto es, como gobernante. 
 
El problema de esta última interpretación, que es la políticamente correcta, es que si el pueblo está compuesto exclusivamente de gobernantes... ya no hay gobernados, lo que significaría que tampoco hay gobierno y viviríamos en la más perfecta edad de oro de la acracia y en la república de la anarquía, lo que salta a la vista enseguida que no es en modo alguno cierto porque no es el caso, y es lo que produce sin duda no ya la sonrisa irónica, sino la franca carcajada de Mafalda. 

Nada más lejos de la realidad, porque lo cierto es que en las democracias modernas hay gobierno, no puede faltar,  y no deja de haberlo, lo que quiere decir que hay gobernantes y gobernados. ¿Quiénes son los gobernantes? Al no poder serlo efectivamente todos los ciudadanos que entran en la definición de “pueblo”, estos eligen a sus representantes mediante el sufragio universal, no a los representantes de todos, porque eso es imposible, sino a los de la mayoría, una mayoría que hará valer su elección imponiéndosela a todos. 

¿Quiénes son los gobernados? El pueblo. “Pueblo”, en efecto, sólo puede definirse como ‘gobernado’ (súbditos, o, más insidiosamente, ciudadanos, contribuyentes o votantes, objetos, en definitiva, de la administración del gobierno y sus ministerios). 
 
El engaño que entraña la palabra democracia consiste en definir al pueblo como “gobernante” también, como si así pudiera anularse la contraposición gobernante/gobernado y disimularse el hecho de que hay gobierno, y no un gobierno Dei gratia, impuesto por la gracia soberana de Dios, sino, digamos, populi gratia, por la gracia aquiescente, resignada y sumisa, del pueblo. El pueblo sería el gobernante/gobernado, desdoblado esquizofrénicamente a la vez en sujeto y objeto del gobierno.

Y aquí es donde reside el éxito del engaño de la palabra: hay una tercera forma de entender el significado de "democracia", que en principio habíamos descartado por la contradicción lógica que entrañaba, pero es la que se ha impuesto y es la políticamente correcta: sería el poder o fuerza ejercida por el pueblo, tomado como sujeto, sobre el propio pueblo tomado al mismo tiempo  como objeto.
 
Es lo que reza la cacareada definición de Abraham Lincoln (democracy is "government of, by and for the people"), en su primera parte: "el gobierno del pueblo". Como gramáticos debemos preguntarnos si people's government o, lo que es lo mismo government of the people es un genitivo objetivo o subjetivo,  y llegaremos a la perplejidad de que pretende ser ambas cosas a la vez  estableciéndose una escandalosa anfibología o ambigüedad pretendida de doble sentido o disemia: gobierno por el pueblo (genitivo subjetivo, el pueblo gobierna) y gobierno para el pueblo (genitivo objetivo, el pueblo es objeto de gobierno y gobernado).

Lo que nos lleva al credo quia absurdum, a creerlo porque es ilógico y carece de sentido. La democracia se ha cargado al pueblo: ya no hay pueblo que valga: ya no hay gobernados: sólo gobernantes, sólo gobierno, sólo cracia. Estamos, pues, ante el régimen más dictatorial y totalitario, y en ese sentido el más "perfecto", que se ha podido inventar y que nos ha tocado padecer. 

Supongamos que  todos somos soberanos: todo hombre es un rey y toda mujer una reina: todos reyes y reinas. ¿Sobre quiénes gobernaríamos? ¿De qué reino seríamos monarcas? ¿Quién sería el pueblo sobre el que ejerceríamos nuestro reinado y monarquía? ¿Sobre nosotros mismos? Bien, pues hagámoslo, pero eso significaría que nadie más que yo mismo podría gobernar sobre mí mismo, por ponerme como ejemplo y por no pasar al plural, y por supuesto, yo no podría pretender gobernar a nadie más (“De nadie soy siervo, de nadie señor” como cantaba Zorrilla, a lo que añadiríamos: "ni de mí tampoco"). ¿Qué necesidad tengo de elegir entonces a un representante para que me gobierne a mí en mi nombre y a todos en nombre de una mayoría totalitaria introduciendo una papeleta en una urna electoral que acabará yendo tras el recuento a la papelera?