viernes, 22 de enero de 2021

La muerte, toda la vida

El poeta Neorrabioso escribe, en una de sus pintadas callejeras en un contenedor de basura, que tomo sin permiso de su blog:  LA MUERTE ES TODA LA VIDA, NO SU CONCLUSIÓN. 


Viene a decirnos en castellano con una admirable economía de palabras lo mismo más o menos que le escribía Séneca a su amigo Lucilio en una carta (24. 19-20), donde le decía en latín*: Recuerdo que en una ocasión trataste el tópico aquel de que no nos morimos de repente, sino que caminamos hacia la muerte poco a poco; morimos cada día. Pues cada día se nos arrebata alguna porción de vida, e incluso entonces, cuando estamos creciendo, nuestra vida decrece. Perdimos nuestra infancia, luego la niñez, luego la adolescencia. Todo el tiempo que ha transcurrido hasta ayer mismo se nos ha ido; este mismo día, en que estamos viviendo, lo compartimos con la muerte. Tal como a la clepsidra no la vacía la última gota de agua, sino todas las que se filtraron antes, así la última hora, en la que dejamos de ser, no causa ella sola la muerte, sino que ella sola la consuma; entonces llegamos por fin a ella, pero hacía tiempo que nos aproximábamos.

*memini te illum locum aliquando tractasse, non repente nos in mortem incidere, sed minutatim procedere; cotidie morimur. cotidie enim demitur aliqua pars uitae, et tunc quoque, cum crescimus, uita decrescit. infantiam amisimus, deinde pueritiam, deinde adulescentiam. usque ad hesternum, quicquid transit temporis, perit; hunc ipsum, quem agimus, diem cum morte diuidimus. quemadmodum clepsydram non extremum stillicidium exhaurit, sed quicquid ante defluxit, sic ultima hora, qua esse desinimus, non sola mortem facit, sed sola consummat; tunc ad illam peruenimus, sed diu uenimus.

 

 

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