jueves, 7 de enero de 2021

Breve mensajería variada

En las estaciones del metro madrileño: “Si vas de fiesta, la próxima estación puede ser el tanatorio”. Próxima parada: Tanatorio. No olviden sus pertenencias. 
 
 
 
Los que tienen fe, fieles feligreses, no contentos con su credo, se obstinan además con que esa fe que tienen y los tiene es, el colmo de los colmos, la razón.
 
Hay jóvenes preocupados por fraguarse su identidad virtual en las redes sociales, adictos contumaces compulsivos a una religión tecnocrática, idiotas redomados. 
 
Hablamos una lengua franca que es el inglés comercial básico que nos enseñan ahora para andar por un mundo y mercado de moneda universal, la lengua del Imperio.
 
El orden social clasifica a los individuos en identidades conceptuales categóricas tratando de definirlos. Lo peor de la definición, su pretensión definitiva. 
 
Cada uno ve la realidad a su manera, por eso no nos ponemos de acuerdo en ver cómo son las cosas, aunque todos coincidimos unánimes en que no son como debieran. 
 
La Historia, como ciencia social, se fundamenta en la creencia falsa como todos los credos en el tiempo: en la existencia del pasado y, por tanto, del futuro.
 
Sean del signo que sean, los políticos son nacionalistas: tanto el nacionalismo emergente como el establecido, que pasa más desapercibido, resultan deleznables.
 
Los medios informan puntualmente de la violencia sexual, invisibilizando otras que ni siquiera conceptualizan, como la ejercida contra los animales o los niños. 
 
Se ha expandido una red global de comunicación que hace que estemos siempre conectados, pero a la vez cada vez más desligados de nosotros mismos y de los demás. 
 
 
Desengáñate de todo, y sobre todo de ti mismo. El fetiche de tu identidad que te persigue como si fuera tu sombra, es el más peligroso de todos los fetiches. 
 
La vida cotidiana se asienta en cómodas y cobardes seguridades cuya posesión pretende dar algún sentido a una existencia como la nuestra que carece de sentido. 
 
Unus uir nullus uir: Uno no es ninguno, para que haya uno tiene que haber por lo menos dos; y un matemático pitagórico, a más, que haga el cómputo y los cuente. 
 
El dinero, que es racional, lo conceptualiza todo convirtiendo las cosas en ideas de sí mismas y, al ponerles un precio en el mercado, les quita todo su valor. 
 
Ante esta sociedad funcional, eficiente, desalmada, hay que reivindicar el derecho humano irrenunciable a la tristeza, una tristeza existencial sin paliativos. 
 

Si no existe violencia ni brutalidad policial, no entiendo por qué se prohíbe filmar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a los policías, en acción. 

Los gobiernos crean a menudo problemas donde no los hay para que los gobernados les reclamen la milagrosa solución prevista con anterioridad que los resuelva.

 
Aviso de cierre: Ahí queda eso, valga para lo que valga, si vale para algo. Y si no, que lo borre el viento. Se cierra, valga la paradoja, aquí, sin conclusión.

2 comentarios:

  1. reivindicar el derecho humano irrenunciable a la tristeza? Ésta se puede decir que nos viene dada por añadidura, incluso se puede considerar un pecado capital más, la alegría (de vivir) sería mejor reivindicación para cada día.

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  2. La reivindicación de la tristeza existencial era irónica. Claro que es mejor reivindicación la alegría de vivir, una alegría vital que no oculte la tristeza de existir.

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