miércoles, 13 de enero de 2021

Otro cuento de Navidad

Si quieres celebrar futuras y muchas navidades, no celebres la presente; hay que estar separados hoy para poder estar juntos mañana..., y mensajes así por el estilo nos han bombardeado a lo largo de estas entrañables y empalagosas fiestas navideñas. Los telepredicadores aguafiestas advertían de que la celebración de la fiesta podía ocasionar la muerte propia o la de los seres queridos, por lo que era mejor abstenerse de festejos y limitar al mínimo imprescindible el número de contactos. Ya vendrían tiempos mejores, cuando todos estuviéramos inmunizados gracias a la milagrosa y salvífica vacuna que se estaba ensayando en los laboratorios farmacéuticos... Hasta la burbujeante bebida norteamericana escribía su nombre separando las letras, y añadía debajo: "Hoy, estar separados es la mejor manera de estar juntos".


Enarbolaban así las autoridades sanitarias el Fantasma de las Navidades Futuras, ese personaje de ficción que creó Charles Dickens en Un cuento de Navidad, cuya aparición, después de haber recibido las visitas de los espíritus de las Navidades Pasadas y de las Presentes,  hará que el señor Scrooge, nuestro protagonista, cambie de opinión. Pero, al revés de lo que pretenden nuestras autoridades, que nos aconsejan que no festejemos el momento presente para poder celebrar, sanos y salvos, los muchos momentos que el futuro nos depara, Ebenezer Scrooge, que siempre había ahorrado para el incierto día de mañana, hará justamente lo contrario: tirará la casa por la ventana para disfrutar de este momento, que es el único que hay, convencido de que sólo tenemos lo que nos traemos entre manos.

El espectro que se le aparece al viejo gruñón cascarrabias de Scrooge no tiene cara. Si la tuviera, tendría que ser una calavera, el rostro de la  propia Muerte. Este espíritu llevará a Scrooge a ver el cadáver de un hombre que yacía en su lecho de muerte cubierto con una sábana a modo de mortaja. Y le llevará al cementerio donde le señalará la lápida que le ha sido destinada donde están inscritos el nombre propio y el apellido del difunto.  El fallecido, ahora puede ver su rostro, no era otro sino el mismo Ebenezer Scrooge en carne y hueso.

Scrooge y el Fantasma de las Navidades Futuras.  John Leech (1843).

Todo había sido un sueño. O, mejor dicho, una pesadilla, como comprobó nuestro protagonista cuando despertó envuelto en sudor frío y vio al arrancar la hoja del calendario que ese día era precisamente el de Navidad. Y, al contrario de lo que van a hacer muchos de nuestros compatriotas, decidió celebrar la fiesta como nunca en su vida la había celebrado: acude a cenar a casa de su sobrino y su familia, ávido de festejar con los demás,  saltándose el confinamiento y el toque de queda que se había impuesto a sí mismo hasta entonces a lo largo de toda su vida. 

Precisamente la aparición de ese tétrico fantasma es lo que hace que Ebenezer Scrooge decida celebrar la Navidad presente que tiene por delante, y no confiar en el futuro, que no le deparaba otra cosa más, como nos depara a todos y cada uno, que la propia muerte, la aniquilación de la única vida que tenemos, porque la "vida futura" no existe, desengañémonos: el futuro es la negación de lo que hay, sea lo que sea, aquí y ahora mismo.

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