miércoles, 12 de agosto de 2020
De la ley sálica
martes, 11 de agosto de 2020
Woodstock y El virus de Hong Kong
A diferencia de la gripe de Hong-Kong del invierno de 1968, invisible porque no fue retransmitida por televisión ni propagada por la prensa, la enfermedad del virus coronado de 2019, Covid-19 en la lengua del Imperio, de una letalidad muy similar, tiene sin embargo un protagonismo absoluto y monotemático en nuestras vidas, hasta el punto de que nos ha instalado en una Nueva Normalidad.
Cuando los historiadores escriben sobre las pestes y epidemias de épocas pasadas, se ocupan, entre otras, de la peste de Atenas, en la que murió Periclés, la peste antonina, la peste bubónica que asoló Europa durante la Edad Media, o, más modernamente, la gripe española de 1918. Ignoran, a menudo, que mucho más cerca de nosotros, en 1968, hubo una epidemia que causó alrededor de un millón de muertos en todo el mundo y unos cien mil en los Estados Unidos, mayores de 65 años en su mayoría, a la que se le dio un tratamiento político y médico muy distinto. Dichos historiadores tienen que investigar y rebuscar en las fuentes escritas y orales de los recuerdos de los mayores de 52 años para encontrar documentación sobre la gripe hongkonesa.
Un testimonio: "En 1968/69", dice Nathaniel L. Moir en National Interest, "la pandemia de H3N2 -nombre técnico de la gripe de Hong Kong- mató a más personas en los Estados Unidos que el número total combinado de muertes estadounidenses durante las guerras de Vietnam y Corea".
Algunos no recuerdan casi nada de aquello. No hubo confinamiento. La mayoría de las escuelas y universidades permanecieron abiertas. Si se cerraron algunas no fue por órdenes de arriba, sino por absentismo escolar. Empresas y comercios no cerraron. Se podía ir al cine. Se podía ir a bares y restaurantes. Hay quien recuerda haber asistido a un concierto de Grateful Dead.
De hecho, la gente no tiene memoria o conciencia de que el famoso concierto de Woodstock de agosto de 1969, planeado en enero durante el peor período de mortalidad de la epidemia, ocurrió entre la primera y la segunda oleada de la gripe hongkonesa en los Estados Unidos.
Los mercados bursátiles no colapsaron debido a la gripe. El Congreso no aprobó ninguna legislación específica. La Reserva Federal no hizo nada. Ningún gobernador actuó para imponer el distanciamiento social, el aplanamiento de curvas (a pesar de que cientos de miles de personas fueron hospitalizadas), la libertad de movimiento, el confinamiento o la prohibición de las multitudes.
La prensa habló de aquello, pero, como señala Bojan Pancevski en el Wall Street Journal: “En 1968-70, los medios de comunicación dedicaron atención superficial al virus mientras ponían la lupa en otros eventos como el la llegada a la Luna y la guerra de Vietnam, y la agitación cultural de la sociedad civil, movimientos por los derechos, protestas estudiantiles y la revolución sexual ".
La mítica pareja actual de Woodstock
La comunidad médica asumió la responsabilidad principal de paliar y mitigar la enfermedad, como cabía esperar. Se asumió ampliamente que las enfermedades requieren respuestas médicas y clínicas, no políticas.
Entonces se entendía que las personas menos vulnerables que contraían la gripe no solo fortalecían el sistema inmunitario sino que también contribuían a la mitigación de la enfermedad al alcanzar la "inmunidad colectiva".
Si hubiéramos aplicado los criterios sanitarios y políticos actuales entonces como ahora, la nación de Woodstock, que reunió a medio millón de personas del 15 al 17 de agosto de 1969, que cambió la música y la forma de vivir y de pensar de muchas personas para siempre y aún resuena hoy en nuestros oídos nunca habría ocurrido.
El contraste entre 1969 y 2020 no podría ser más sorprendente. Eran inteligentes. Somos idiotas O al menos nuestros gobiernos lo son.
Este virus en los EE. UU se produjo en dos oleadas en los meses de invierno de 1968 y 1969, mientras que Woodstock, apogeo hippie del amor libre y de la música rock, se celebró en agosto, entre la primera y la segunda oleada. A los organizadores de Woodstock no se les pasó por la cabeza suspender el festival en enero cuando fue programado.
domingo, 9 de agosto de 2020
Terrorismo informativo
viernes, 7 de agosto de 2020
Esperpento aragonés
jueves, 6 de agosto de 2020
De límites y fronteras
Sobre ese surco se alzará una muralla como baluarte defensivo y a la vez definidor de la ciudad, con el concepto aparejado de ciudadano para el que goza del privilegio de vivir bajo su protección intra muros y de disfrutar del derecho de ciudadanía.
Rómulo estaba fundando Roma y el prototipo de todas las futuras romas. Nadie atravesaría impunemente ese surco primigenio, ni siquiera su propio hermano Remo, al que el digno vástago de Marte dará muerte cuando, burlándose de sus pretensiones, se atreva a traspasar ese límite trazado arbitrariamente. Y le increpará con estas palabras: “Así muera en adelante cualquier otro que franquee mis murallas”.
Rómulo, pues, se convertía en el primer rey de esa ciudad, a la que daría su nombre, porque lo último que le faltaba a su proyecto político era un nombre propio que también la definiera: se llamaría Roma, forma abreviada y femenina del nombre de su fundador. Inauguraba así, regándolo con la sangre de su crimen fratricida, el trazado de la futura urbe, asesinato debido, como advierte el historiador Tito Livio, a ese mal ancestral que es la ambición de poder (regni cupido).
Entre nosotros, la muralla de Lugo (Lucus Augusti), conservada impecablemente, aunque de época tardía, es un buen ejemplo de muralla romana defensiva y definidora de una ciudad que acabará como todas desbordándola y extendiéndose extra muros.
Otro ejemplo de muro es el uallum o vallado del campamento romano, que será el germen de tantas futuras ciudades. Tanto la muralla de la ciudad (murus) como la valla del campamento militar (uallum) servirán como modelos para trazar una vez que Roma se extienda por toda la cuenca del Mediterráneo el limes del Imperio romano allá donde no haya límites naturales como ríos, cordilleras, mares o desiertos.
Las fronteras no aparecieron en Europa hasta los primeros tiempos del Imperio romano, pero el germen había surgido ya en el acto fundacional de Roma. El término "frontera", derivado del latín frons frontis “frente”, es de hecho una creación romance o neolatina que no existía en la lengua clásica, donde se prefería limes (genitivo limitis) o finis para expresar ese concepto. El sentido del término "frontera" sería "que está en frente, opuesto, confrontado", evocando el frente de combate y aludiendo a la parte frontal de un territorio opuesto.
En muchas de las provincias sometidas al Imperio había límites naturales, por lo que no era preciso levantar muros. Pero a Roma se le plantearon algunos problemas de definición en sus límites septentrionales principalmente. Para resolverlos recurrió a un complejo sistema de fortines, torres de observación y vigilancia y muros que, como se verá, nosotros hemos de alguna forma heredado y recreado.
Un sistema de fronteras por el estilo se montó desde el Mar del Norte hasta el Mar Negro a lo largo del Rin y del Danubio que, junto con otras fortificaciones, constituyó el llamado LIMES ROMANVS o límite sin más: fortines, torres de vigilancia y los campamentos legionarios allí destacados. De igual modo se protegió el espacio entre ambos ríos, desde el sur de Bonn hasta un punto cercano a Regensburg, reforzándolo con foso y empalizada que en algunos puntos dieron paso luego a una muralla de piedra. Este muro se extendería a lo largo de 382 quilómetros.
Se celebra ahora por todo lo alto, además, por lo que leo en la prensa, la caída del muro de Berlín hace 30 años, pero no hay que cantar victoria en absoluto, porque Europa misma no ha dejado por eso de llenarse desde entonces de vallas y de muros. Desde 1990, en efecto, los estados de la UE y del espacio Schengen han construido unos 1.000 quilómetros de muros terrestres, el equivalente a seis Muros de Berlín, la mayoría de ellos en la Europa del Este y en los Balcanes, para detener la llegada de emigrantes y refugiados, ampliándose, por ejemplo, en 40 quilómetros la valla divisoria entre Eslovenia y Croacia, o empezándose a construir una barrera entre Letonia y Bielorrusia, por citar sólo un par de casos significativos.
miércoles, 5 de agosto de 2020
El traje nuevo del Emperador
martes, 4 de agosto de 2020
La modorra de la razón
lunes, 3 de agosto de 2020
"¡Vosotros, periodistas, sois los terroristas!"
A lo largo
de la historia humana ha habido muchos miedos: el temor de Dios o al Demonio con
su apocalíptico juicio final que decidirá la salvación o la
condena de los mortales, el miedo al Otro y a lo que hay de otro en uno mismo, y el
miedo del varón a la Mujer, el llamado "metus cunni", que en la actualidad subsisten bajo
otras manifestaciones: xenofobia, miedo al cambio climático, miedo al virus
coronado, miedo a las armas de destrucción masiva, miedo al desplome de la economía mundial, miedo al fin del mundo... En realidad miedo a lo desconocido, cuando es a lo conocido a lo que deberíamos temer.