lunes, 24 de noviembre de 2025

A vueltas con el ejército (nacional)

    Los amigos antimilitaristas del Grupo Tortuga publican en la red una cita de doña Emilia Pardo Bazán (1851-1921) que llama enseguida mi atención porque me parece que está, como suelen estar casi todas las citas, descontextualizada y aislada: “Está en nuestra conciencia que el ejército nos cuesta los ojos de la cara, y en un trance crítico de ningún apuro nos sacaría”. 
 
    Se trata, en efecto, de una cita de Emilia Pardo Bazón, en concreto de las crónicas que escribió y publicó en su libro Al pie de la torre Eiffel, con motivo de su visita a la Exposición Universal de París que tuvo lugar en el año del Señor de 1889. Compruebo en seguida que, siendo auténtica, le falta el contexto. La cita es una respuesta a la siguiente pregunta que se hace un escritor militar: ¿de qué provienen esa indiferencia, ese despego hacia las clases militares que se echan de ver en nuestra patria? A lo que doña Emilia responde: Provienen-responderíamos al distinguido oficial- de que está en nuestra conciencia que el ejército nos cuesta los ojos de la cara, y en un trance crítico de ningún apuro nos sacaría. La atribución de la cita es correcta, y también su literalidad, pero su intención crítica no es antimilitarista en general y contraria a la existencia de las fuerzas armadas, sino crítica frívola de la marcialidad del chapucero ejército español. 
 
  
    Emilia Pardo Bazán piensa que el ejército nacional es muy caro -cuesta mantenerlo, dice ella que cuesta “los ojos de la cara”- y muy ineficaz porque no iba a sacarnos de ningún aprieto en caso de apuro. Pero eso no significa, nada más lejos de la realidad, que la autora de Los pazos de Ulloa piense que el ejército es un gasto superfluo que la sociedad podría ahorrarse por innecesario sino todo lo contrario, nada más impensable en su caso y nada más lejos de la realidad. 
 
    Sólo hace falta leer, un poco más adelante, en la misma crónica, que es la carta VIII del libro, titulada: “Bayonetas, cañones.- La exposición por fuera”, el siguiente párrafo donde se declara belicista acérrima: No soy enemiga de la guerra. Al contrario, juzgo que es un factor importantísimo de la civilización; que sin las guerras médicas no hubiera llegado la cultura griega a su apogeo; que sin las púnicas no hubiera prevalecido el mundo latino sobre el africano-¡y apenas significa y representa este suceso en el desarrollo histórico!; -que sin las germánicas y coloniales romanas, el Cristianismo no se hubiera extendido tan rápidamente; que sin las de la Reconquista no existiría España, y sin la de la Independencia no tendríamos la escasa vida moderna que tenemos aquende el Pirineo
 
    Después de este somero repaso a las principales guerras de nuestra historia, que la novelista gallega aplaude, añade: Mas si aplaudo la guerra, desconfío de la paz armada hasta los dientes, que, a manera de inmóvil coloso de acero relleno de balas, pesa hoy sobre Europa.
 
Emilia Pardo Bazán, fotografiada en 1885
 
     Y a continuación pasa revista a nuestras tropas lamentando que durante los ocios de paz la profesión militar pierda su razón de ser y se convierta en el más prosaico de los oficios. Y comienza a enumerar sus frívolas observaciones: los oficiales acaban aborreciendo su oficio, no quieren vestir jamás el uniforme, se dejan crecer el pelo y la barba “con manifiesto descuido”, crían panza, se casan, se cargan de hijos y adoptan “el tipo del ciudadano pacífico por excelencia”. 
 
    Copio el siguiente párrafo de indudable calidad literaria: El pundonor quisquilloso, la galante caballerosidad, la resolución, la energía que la profesión militar lleva consigo, todo lo echa el oficial español en el desabrido pucherete de la familia modesta, y se convierte en algo semejante al hortera o canónigo que se come tranquilamente su paga desde el sombrío coro de alguna arrinconada catedral
 
    Acaba doña Emilia reprochando a nuestro militares que no se ganen el sueldo que cobran: Olvidado de la galanura y elegancia marcial, va sucio, derrotado, sin botones y con el galonaje color de desteñido cobre; y, por último, sólo se acuerda de que abrazó lo que nuestros abuelos llamaban "la nobilísima carrera de las armas" el día que tocan a cobrar; el día en que cae del cielo -mal ganado- el garbanzo maldito
 
    Nada más lejos que ver en doña Emilia Pardo Bazán una escritora antimiltarista. Si se mostró contraria al ejército no fue a la existencia de este en general, que aplaude y celebra, sino a la ineficacia y falta de profesionalidad del español, que tanto lamenta. 
 
    La mención del "garbanzo maldito" me trae a la memoria la figura del que fue su amante Benito Pérez Galdós, que he recordado antes, al que Pardo Bazón saludó una vez como "viejo chocho", y Valle-Inclán le puso el apodo de "El garbancero" por su afán realista de escribir sobre la gente corriente que se alimenta del cocido cotidiano de garbanzos. Se cuenta, por cierto, que, ya mayores y distanciados después de una relación amorosa bastante intensa durante la década de 1880, Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós se cruzaron en una escalera y se saludaron usando la misma y no la misma fórmula exactamente: ella, con ironía, le espetó: «¡Adiós, viejo chocho!», a lo que don Benito replicó, sin perder la calma, invirtiendo la colocación del adjetivo: «¡Adiós, chocho viejo!». 
 
  
    Escribe Galdós, tan amante de los juegos de palabras como era y como demostró en su respuesta a Emilia, en su novela Fortunata y Jacinta, hablando del personaje de Juanito Santa Cruz:  "Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir, o sea aprendiendo en los libros y en las aulas".

domingo, 23 de noviembre de 2025

En las nubes

    Si alguien viniera a decirnos que nos han implantado en el cerebro un chip, que son las siglas inglesas de "Consolidated Highly Integrated Processor", que en castellano podría traducirse, si a alguien le da por hacerlo, por Procesador Consolidado Altamente Integrado, diríamos que está chiflado, que alimenta teorías conspirativas, y más aún, conspiranoicas, es decir, unas ideas que son fruto de una disparatada paranoia que interpreta determinados hechos como fruto de una conspiración de una poderosísima élite perversa que trama la perdición de la humanidad. 
 
    Pero si lo pensamos un poco mejor, es posible que eso, fruto o no de una conspiración, ya haya sucedido; que, en efecto, nos hayan o hayamos (porque el sujeto que realiza la acción no está claro si somos nosotros o es ajeno totalmente a nuestra voluntad) implantado una prótesis o añadido, no una endoprótesis, sino una exoprótesis o prótesis ortopédica externa con nuestro beneplácito y aquiescencia, que se llama esmarfon o teléfono inteligente o, abreviando la cosa, celular o móvil. Dicho artilugio tecnológico, en efecto, no es un cacharro más, sino una prótesis cognitiva integral y una extensión de nuestro sistema nervioso central, que, con la disculpa de facilitarnos la vida y mantenernos comunicados con los que están lejos, nos incomunica con los que tenemos más a mano y nos complica la existencia dado que ya no podemos hacer algunas cosas que hacíamos antes sin él cuando no disponíamos de él. 
 
  
    Le confiamos al diabólico invento nuestra memoria, archivando en él contactos, fotos, mensajes, videollamadas, redes sociales, y lo utilizamos no solo como teléfono sino como reloj, como despertador, como cámara fotográfica, como agenda, como GPS o geolocalizador, y con el acceso a la Red obtenemos búsquedas instantáneas, Inteligencia Artificial, cálculos complejos... No nos percatamos de que cuando confiamos algunas de nuestras funciones a la tecnología, esas funciones se atrofian en nosotros. ¿Para qué vamos a recordar rutas, direcciones y mapas, para qué tratar de orientarnos en una ciudad que visitamos por vez primera si Google Maps nos guía en cada momento? 
 
    Cuando se produjo el apagón, muchos no sabían volver a su domicilio, habían perdido el sentido de la orientación y carecían de memoria espacial sin referentes. La gente de mi generación sabía decenas de números de teléfono de memoria. Hoy, si nos apuramos, apenas sabemos el nuestro propio. Hoy hay quienes pierden sus exoprótesis celulares, o se las roban, o se quedan sin cobertura como sucede a veces, y ni siquiera pueden llamar a sus parientes más allegados, familiares o amigos. 
 
    Otro ejemplo es la ortografía y la gramática. El corrector automático interviene incluso antes de que uno acabe de escribir las palabras, anticipándose siempre. Ni siquiera nos percatamos de los errores que cometemos y que nuestro inteligentísima prótesis nos ahorra, por no hablar del lenguaje jeroglífico que utilizamos para expresar nuestras emociones más primarias y simplonas. Podríamos seguir enumerando ejemplos de una atrofia cada vez más generalizada gracias a las acciones de la IA. 
 
 
    El teléfono supuestamente más inteligente que nosotros, y no es mucho suponer, moldea nuestras modalidades perceptivas y cognitivas. Nos encontramos inmersos en una hibridación cada vez más estrecha entre los seres humanos y la tecnología. No es simplemente una herramienta externa que utilizamos, sino que nos utiliza, ya que es una especie de órgano adicional, una extensión del sistema nervioso que nuestro cerebro trata como una extensión propia. 
 
    Gracias al móvil todos somos nefelíbatas o acróbatas que practicamos nefelibacias en las nubes informáticas: estamos -vivimos- en la Nube, ese vastísimo espacio de almacenamiento de archivos y aplicaciones, accesibles desde cualquier lugar siempre que tengamos conexión con la Red Informática Universal.

sábado, 22 de noviembre de 2025

Pareceres XCI

446.- 'Paz, dignidad e igualdad en un planeta saludable'. El lema de la ONU, Organización de las Naciones Unidas (UNO en la lengua del Imperio, en la que los determinantes preceden a los determinados (United Nations Organization), que fue fundada tras la Segunda Guerra Mundial por cincuenta y una naciones que se comprometieron a mantener la paz y la seguridad mundial, según sus propias palabras, es además de eso, proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre todas las personas sin importar su raza, sexo, religión u origen.  A tan nobles objetivos se añadió la coletilla de “planeta saludable” que apuntaba a la acción climática y al desarrollo sostenible, objetivos cruciales para el bienestar futuro (perdonen entre tanto las molestias actuales que puedan ocasionarles) de la humanidad y del planeta. Desde la fundación de la Organización, el mundo ha estado en guerra, una guerra interminable. La propia pretensión de que se unan las naciones existentes fortalece la existencia y no la disolución de dichas naciones que por esencia son beligerantes: la guerra es la esencia de cualquier Estado. Se cuenta que, cuando la ONU en 1946 excluyó la entrada de la España de Franco, se vio una pancarta  en un acto de adhesión fervorosa al Régimen en la plaza de Oriente, de la que desgraciadamente no hay testimonio gráfico fiable, que decía no sin chulanganería y estableciendo la diferencia entre ellos y nosotros, porque España era diferente: “Si ellos tienen UNO, nosotros tenemos dos (y bien puestos)”. España acabaría entrando en la Organización, poco después, en el año del Señor de 1955, hasta la fecha. 
 
  
447.- Los medios mienten. Todos en general y cada uno de ellos en particular. Hay que denunciarlo para que los que todavía se asoman, ingenuos, a las páginas electrónicas o de papel de los periódicos y a los servicios informativos de las pantallas se desengañen de una vez por todas, y para que cuando quieran acusar a alguien de mentiroso digan de él con más razón que un santo que dice más mentiras que el diario independiente de la mañana, que los servicios informativos de RTVE o de cualquier otra cadena de televisión, o que los verificadores de la verdad... Hace años se decía de los mentirosos que mentían más que la Gaceta, aludiendo a la Gaceta de Madrid, el periódico más antiguo de España, que comenzó a editarse en 1660. De este periódico se llegaron a tirar muchísimos ejemplares para su época y muchos pasaban al otro lado del charco, donde también se leía. Ya en el siglo XIX fue el órgano de propaganda de los políticos que detentaban el poder y del ignominioso rey Fernando VII. En sus páginas se mentía todo lo necesario para aplacar los ánimos del pueblo o se publicaban infundios siempre que beneficiaran a los gobiernos y gobernantes. Su carácter de prensa orgánica y oficial lo convirtió en detestable para los liberales, llegando a convertirse con el tiempo en lo que luego se llamó el BOE (Boletín Oficial del Estado), que sigue mintiendo, no hace falta decirlo, porque las noticias que publica, aunque reales, son esencialmente falsas, como la actualidad, ese trampantojo que crean los medios para que no hablemos de otra cosa y no sepamos lo que pasa. 
 
(Modificado el texto)
 
448.- ¿Deporte? ¡No, gracias! Nadar, montar en bicicleta o correr son actividades lúdicas, que se hacen libremente, o sea con mente libre. En cambio, practicar la natación, el ciclismo o el atletismo es convertir esas mismas actividades lúdicas en deporte, es decir, en ideología, competición y sufrimiento. Lo más aborrecible de la reducción a deportes del acto de correr o de montar en velocípedo es hacerlo sobre una cinta móvil o una bicicleta estática que tanto abundan en los gimnasios, esas modernas palestras donde se va a sufrir trabajando el cuerpo. ¡Qué palabra tan bella esta de gimnasia que tanto le gustaba a Mairena! ¡Qué horrible el engendro ese de Educación Física! "Gimnasia" evoca, por cierto, más que el ejercicio, la desnudez flexible del cuerpo humano, pues procede del adjetivo griego "gymnós", que significa "desnudo", es decir, desprovisto de ideas, y evoca y nos recuerda a los efebos encuerados y sudorosos de las palestras de la antigua Grecia o a los atletas olímpicos, que no llevaban encima ningún tapujo! No me gusta nada la aberración de la bicicleta estática. ¿No es lo mejor del velocípedo la sensación del aire fresco en la cara, la embriaguez de los aromas, el paisaje en movimiento o nuestra propia e impagable sensación de libertad, y lo peor el pedaleo que no te lleva a ninguna parte, por muy deportivo, sano y recomendable que sea? 
449.- Deseo de ser nadie. “Si no estás empadronado, no eres nadie”. Rezaba el lema de una campaña electoral del Ayuntamiento de Sevilla en el año del Señor de 1999. ¡Qué bendición no ser nadie, digo yo, o ser un don Nadie, si lo prefieren! Yo quisiera des-em-padronarme ahora mismo y emular a Odiseo o Ulises –ambos nombres son pseudónimos, nombres artísticos o falsos del mismo personaje-. que, cuando le preguntaron una vez quién era, es decir, cuál era su verdadero nombre, respondió diciendo más verdad de lo que pueda parecer a primera vista, que Ninguno, o sea Nadie. 

 
450.- Los mercados. ¿Qué son los mercados, esos cocos, madre mía, con los que nos meten tanto miedo políticos y empresarios? Nos preguntamos la gente corriente y moliente, los de abajo. No son monstruos de película de terror. Son bancos (o entidades bancarias, como ellos prefieren denominarse con complejo circunloquio) y Estados que prestan dinero a otros bancos y otros Estados. No son una especie de ogro enmascarado de difusa identidad, sino entidades concretas financieras y estatales, lo que demuestra que la institución estatal y el poder económico son la misma realidad, las dos caras de la misma moneda que es, obvio decirlo, su majestad don Dinero, dios todopoderoso: son tal para cual. Los capitales o caudales –no la calderilla de los dinerillos que llevamos en nuestros sueldos, pensiones de jubilación y bolsillos, sino las sumas astronómicas de miles de millones que no podemos imaginar y con las que nos apabullan- pasan de unas manos a otras en ese circuito vicioso que va de los bancos que prestan a los Estados, a los Estados que rescatan a esos bancos como si fueran caballeros que salvan a damiselas cautivas, y así hasta el infinito. Siempre según el avatar del momento, según toque, el par capital-estado mueve sus fondos hacia el lado que más interesa, y ya se sabe que el interés (del capital, por supuesto) es que el capital se multiplique con el paso del tiempo (a un supuesto rédito del 100%) alimentado con el pan del futuro y el combustible de nuestra fe, pero son dinerales de ida y vuelta. Todo, pues, queda en casa, una casa que se quema, pasto de las llamas, y de la que es menester salir corriendo cuanto antes so riesgo de perecer abrasado.
 

viernes, 21 de noviembre de 2025

Día Mundial de la Filosofía con Zizek

    El filósofo (y psicoanalista) esloveno Slavoj Žižek publicaba en Público ayer, valga la redundancia, un artículo titulado ¿Por qué necesitamos la filosofía para sobrevivir como especie? Y lo hacía el 20-N, día en que se celebra, según advertía, “como todos los terceros jueves de noviembre, el Día Mundial de la Filosofía”, que puede servirnos para distraernos de la gloriosa efeméride nacional del Gran Cambio que se produjo en las sufridas Españas con el advenimiento de la democracia. 
 
    Lo mejor del artículo es su comienzo, en el que cita a Alain Badiou, del que ya dimos cuenta y noticia en La ausencia de vida verdadera, que responde como nadie a cuál es la función de la filosofía a raíz del caso de Sócrates: corromper, en el mejor sentido de la palabra, a la juventud, interrumpiendo así su proceso de formación y de tránsito hacia la edad adulta, apartando “a los jóvenes del orden ideológico y político predominante”. Apunta Žižek, cito textualmente: Dicha "corrupción" es especialmente necesaria hoy en día, en nuestro Occidente liberal permisivo, en el que, mayoritariamente, los ciudadanos no son conscientes siquiera de que el establishment los está controlando precisamente cuando parecen ser libres: la falta de libertad más peligrosa es aquella que experimentamos como libertad, o, como dijo Goethe hace dos siglos: "nadie está más desesperadamente esclavizado que el que se cree libre sin serlo.
 
 
    Recuerda Žižek la actitud de Sócrates que según él es la repetición infinita de la fórmula ¿qué quieres decir exactamente con… la virtud, la verdad, el bien, y nociones básicas similares? (En realidad la pregunta socrática era más sencilla que eso, simplemente: τί ἐστιν qué es...? Como si dijéramos en latín  quid est? investigando el quid de la cuestión). Y añade: Hoy en día necesitamos plantearnos las mismas cuestiones: ¿qué queremos decir con términos como igualdad, libertad, derechos humanos, ciudadanía, solidaridad, emancipación y otros similares que usamos para legitimar nuestras decisiones? Pensar hace que, cuando nos enfrentemos a la crisis ecológica, no nos centremos solo en salvar la naturaleza, sino que nos preguntemos también qué significa hoy la naturaleza. 
 
    Se enreda después el psicoanalista y filósofo esloveno con un ejemplo sencillo tomado de la realidad: el avión de Air India que se estrelló en junio de este año al medio minuto de haber despegado provocando numerosas víctimas. Parece que la causa de la catástrofe no fue un fallo humano, sino digital. El avión recibió información contradictoria: estaba en tierra y estaba en vuelo simultáneamente a los pocos segundos de despegar, por lo que ambos motores se apagaron de inmediato, y dejaron de impulsar a la aeronave. Comenta Žižek a propósitoEn resumen, la catástrofe estuvo causada por las propias medidas preventivas establecidas para evitarla. Lo que el sistema digital no pudo hacer fue tomar una simple decisión que hasta un mal piloto podría haber tomado: ves que el avión está en el aire, de modo que cambias el interruptor del combustible a la posición de 'run'.
 
    Contrapone la "rectificación de nombres" confuciana (cuando no hay relación entre las cosas y sus nombres) a la actitud socrática, que es "plenamente consciente de que pensar significa en realidad pensar en un lenguaje contra el lenguaje para, de este modo, destruir la ideología inscrita en nuestro lenguaje". 
 
Slavoj Žižek 
  
    Trae luego a colación a Demócrito, el atomista presocrático, que según él inventó un maravilloso neologismo, que sería: den. Los griegos antiguos tenían dos palabras que significaban 'nada', medén y oudén, formadas sobre las dos negaciones de la lengua griega: ou que es la negación factual, predicativa, y me que es la negación prohibitiva. Ambas negaciones se unen al número uno hén para negarlo: no-uno, o mejor, ni siquiera uno. Se enreda Žižek etimológicamente de mala manera diciendo que el den democritano “no es, por lo tanto, un no-ente sin el "no"; no es un ente, sino un "oente", un algo, pero todavía dentro del ámbito de la nada, como un muerto viviente ontológico, una espectral nada-con-apariencia-de-algo”. Y saca a colación a Lacan y a Wisman: O, como expresó Lacan: "¿Nada, quizá? No… quizá nada, pero no nada". Wisman lo dijo concisamente: "el ser es un estado privativo del no-ser", es decir, el ser se convierte en oente al sustraerle algo al no-ente (?!)*. 
 
    Llega al final de su celebración del Día Mundial de la Filosofía, haciendo un guiño filosófico y psicoanalítico a la actualidad, a la conclusión de que el verdadero sofista antiplatónico es, por supuesto un tal Donald Trump, que no escucha nunca al oponente, porque él es el más fuerte. Y eso es lo malo en la gran política y en la filosofía de hoy. Confiesa Žižek que cuando él mismo sostiene como hace a menudo que nos encontramos ante una crisis medioambiental grave por el calentamiento planetario, no se le escucha, porque como declaró el susodicho Donald Trump en un discurso pronunciado ante la Asamblea General de Naciones Unidas este mismo año, el cambio climático es "la mayor estafa jamás perpetrada en el mundo". Por mucho que argumente Žižek argumentando sobre el cambio climático, no se le escucha y se le reprocha que el calentamiento global es una campaña motivada por razones ocultas como destruir la prosperidad occidental.  
 
  Platón ante la tumba de Sócrates
 
    De todo ello saca el filósofo y psicoanalista esloveno la conclusión, con la que cierra su artículo, de que “hoy en día, necesitamos la filosofía más que nunca” para sobrevivir como especie. Pero en realidad echa el cierre de su artículo sin conclusión: “Y necesitamos reflexionar acerca de qué puede significar el término justicia hoy en día”. Es decir, necesitamos preguntarnos,  Socratico more, qué sea la justicia.
 
*Se basa en Plutarco, Contra Colotes 1109A, donde se lee lo siguiente: (Demócrito declara) que el algo (den) no tiene más existencia que la nada (meden), denominando “algo” al cuerpo, (es decir, al átomo), y “nada” al vacío, en la idea de que este último posee una cierta naturaleza y realidad propias. 

jueves, 20 de noviembre de 2025

¿Qué pasó hace hoy cincuenta años, papá?

-¿Me preguntas por la efeméride de hoy, 20 de noviembre del año del Señor de 2025, de acuerdo con la memoria histórica de esta abstracción que se nos impone, que es "España"?

-Sí, cuéntame qué pasó hace cincuenta años, porque ahora se celebra el cincuentenario de no sé qué. 

-El 20 de noviembre de 1975, el Veinte-Ene, hace medio siglo, no pasó nada especial, hija mía. Entre otras cosas, murió un dictador que, según el testamento de sus propias palabras, lo había dejado todo “atado y bien atado”. Y así fue. Su muerte sirvió para que pudiera seguir viviendo la oprobiosa dictadura, denominada ahora “democracia constitucional” o también monarquía parlamentaria”: el mismo perro con distinto collar. Puedes ver aquí, hija mía, cómo se utilizan efemérides como esta con fines políticos e ideológicos a fin de construir una determinada identidad nacional y democrática basada en una narrativa específica impuesta desde las altas esferas del gobierno, sobre todo cuando la mayoría de los españolitos (y las españolitas, como añaden innecesariamente los feministas) tiene menos de cincuenta años, y no ha vivido aquello que, en esencia, era lo mismo que esto. 
 
No te preocupes, RTVE, el llamado Ente Público, la Voz de Su Amo, ha hecho gala de su gran trabajo en torno a la Memoria Democrática, 'uno de los ejes principales de actuación', ha revolucionado su parrilla para darnos la matraca con una programación especial durante todo el mes con un especial que se llamará "20-N: 50 años del Gran Cambio", con motivo del cincuenta aniversario de la muerte del dictador, que falleció a los ochenta y dos años de edad en su lecho de muerte, numerosos eventos documentales, reportajes y demás para que te enteres de que desde entonces España -¿quién será esa moza, quién la ha visto y quién la ve, que no hay quien la conozca?- vive en libertad.
  
 
Ya lo reconoce la sabiduría desengañada del pueblo, ese gran escéptico: “A rey muerto, rey puesto”. O sea, que las cosas cambian para poder seguir igual, o peor aún, si cabe, porque disimulan mejor su perversa e inmutable esencia y condición con la falsa ilusión del cambio. A ese cambio lo llamaron transición de la dictadura a la democracia, de lo uno a lo otro, que es lo mismo. Por mucho que se diga que aquello era mucho peor que esto, es mentira: para nosotros, que vivimos ahora, en esta época, que es la única que hay,  lo peor es esto, que es lo que ahora se nos impone, aunque nos distraigan con aquello "otro". 
 
Nadie ya (o casi nadie) lucha contra la dictadura, y no digamos ya nuestros mandamases, que mandan mucho menos de lo que se cree y de lo que ellos mismos creen, porque ahora la dictadura (esta es su mayor victoria) es la democracia. Llaman libertad a lo que hay pero lo que hay no es la libertad.  Hay que gritarlo a los cuatro vientos. 

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Maldición del turismo

    ¡Qué mundo!, ¡Qué mundo este!,¡Vaya mundo! o quizá, ¡Mundo inmundo! podrían ser algunas de las traducciones de 'Quel monde!', lo que se definió como un proyecto fotográfico global ('a global photographic project', en la lengua del Imperio, publicado por Éditions Marval en 1995) que recoge fotografías tomadas por el fotógrafo británico Martin Parr (1952-...) en el último cuarto del siglo XX, que van del año del Señor de 1987 al de 1994, desde la Acrópolis de Atenas hasta el Templo Dorado de Bangkok, pasando por Tenerife y Río de Janeiro, entre otros hitos, en las que explora no sin ironía lo absurdo de la religión del turismo.
 
Fotomontaje de Gabriel Pérez-Juana (2025)
 
     El álbum fotográfico va acompañado de un texto a modo de introducción que denuncia la moderna plaga turística de Roland Topor (1938-1997), el artista francés de múltiples facetas como la literatura, a la pintura, el dibujo y el cine, cuya traducción se ofrece en página adjunta aquí mismo: ¡Qué mundo! 
  
     Las palabras de Topor sintonizan bastante bien con las fotografías críticas y satíricas de Martin Parr. Unas y otras vienen a decirnos: Desengañémonos, no existe el viaje: lo único que existe, y mucho, es el turismo, término que viene del francés “tour”, que significa “vuelta”, lo que sugiere que el turista es el que da una vuelta o más vueltas que un torno hasta descubrir un buen día en el mejor de los casos que no va a ninguna parte dando tantas vueltas, revueltas y requetevueltas como da, que es como una peonza que siempre está girando sobre su propio eje en el mismo lugar, tornando y retornando al mismo punto de partida. 
 
 
 Astuto como tres monos, Roland Topor (1972)
 
    El viajero, como mucho, descubrirá acaso la verdad de que no existe el viaje, y, mucho menos, la evasión: los problemas viajan con él, en la mochila, el equipaje de mano o en la maleta facturada. Las preocupaciones son como su sombra, fiel compañera… Ya lo dijo Horacio con una economía lingüística insuperable, y además en verso: 'post equitem sedet atra cura': con el jinete va negra murria; exactamente galopa a la grupa del caballero, bien aferrada a él, la sombría preocupación: su angustia. 
 
    No tenemos ninguna necesidad de ir a ver el Coliseo de Roma, ni la Torre Eiffel de París, ni las pirámides de Egipto, ni montar en el tren que sube al Machu Pichu… El Coliseo, la Torre Eiffel, las Pirámides o el Machu Pichu, todos esos Altos-Lugares-Comunes, como los denomina Roland Topor, están bien allí donde están, y a ellos no les hace ninguna falta tampoco que nosotros vayamos a visitarlos para dar fe de su existencia y de la nuestra, mostrando que hemos estado allí, y, por otra parte, nosotros estamos bien aquí, donde estamos, y tampoco nos hace, sinceramente, ninguna falta ir a ver esos monumentos y lugares: por mucho que queramos huir de nosotros mismos y distraernos con su contemplación, no vamos a librarnos de esos incómodos compañeros de viaje que somos precisamente nosotros mismos. 
 
El hombre de las maletas,
Roland Topor (1973)
 
    Ya lo dijo el inmenso Baudelaire: “Amer savoir, celui qu'on tire du voyage!” Saber amargo aquél que se extrae del viaje, amargo saber y amargo sabor de boca que deja. Otro poeta, Constantino Cavafis insiste en el mismo descubrimiento en su poema La ciudad: “No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. / Tras ti irá la ciudad. Y por las mismas / calles vagarás...” 
 
    El turismo es como el trampantojo del espejismo del fin de semana, mero pretexto para que la semana, que no se acaba nunca de verdad porque no tiene fin -la expresión 'fin-de-semana' es un engaño-, vuelva a empezar otra vez. Lo mismo sucede con la celebración del fin de año: un año acaba para dar paso a otro, que es el mismo siempre con distinto nombre y número: el mismo perro con diferente collar, como suele decirse. Lo bueno sería que se acabara el año que está en vigor -este mismo de 2025, por ejemplo- para siempre, no para que empezara 2026 a continuación como sucederá inevitablemente a menos que hagamos algo para remediarlo. 
 
    Hay muchos turistas, como denuncian Topor y Marr, pero ningún viajero, porque, como dijimos una vez con una fórmula clara y concisa, el viajero de verdad no sabe a dónde va, mientras que el turista lo sabe muy bien: al mismo hotel, al mismo restorán, al mismo país, al mismo sitio siempre, un lugar -un destino, según el lenguaje de las agencias- que solo difiere de los demás en su nombre propio. 

     La litografía de Topor 'El viajero inmóvil' (1968) presenta el mismo tema recurrente: el viaje no existe porque no existe el movimiento, el viajero permanece, paradójicamente, quieto. El viajero lleva abrigo, sombrero y dos maletas; tras él un paisaje como telón de fondo, fijado a dos extremos como un panel de fondo que se va desplegando. Topor explora la tensión entre deseo de desplazamiento y la parálisis efectiva. El viajero lleva dos maletas (está preparado para partir) pero tiene los pies amarrados a un clavo que le impide el movimiento. El paisaje que él contempla y dos mujeres van desplegando a sus espaldas no es el mundo real, sino una representación o simulacro de él, lo que revela la farsa de la comercialización del viaje.
 
 

martes, 18 de noviembre de 2025

Quince estelas de condensación

 La ciudad en que naciste ya no es la que era, cada día se parece menos a sí misma y más a las demás; todas las ciudades, en plural, son ya la misma en singular.

El turismo, maldito sea, está desalojando a los vecinos de toda la vida para alojar a turistas eventuales que, vayan donde vayan, se topan siempre con lo mismo.

 ¡Adelántate al black friday, que comienza antes de tiempo, no esperes hasta la fecha señalada: ya hay, aquí y ahora, ofertas y descuentos -exclusivos- para ti!

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 Dice Paul Ricoeur que la identidad es un relato; mejor, quizá, la máscara (persona, en latín) de un actor que pone en escena en el teatro del mundo su papel.

Si yo me llamo como me llamo, o mejor, si me llaman como me llaman, es porque no tengo propio nada más que mi nombre para existir, compartido con algunos otros.

Hay algo engañoso en la expresión “muerte natural” que no está tanto en el sustantivo “muerte” como en el adjetivo “natural”; no hay muerte (ni vida) naturales.

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 España en alerta roja por gripe aviar. Sanidad ultima un plan estatal ante infecciones del virus Hache-Cinco-Ene-Uno en humanos negociando la compra de vacunas. 
 
 España confina todas sus gallinas. Algunas, como manda Dios-Estado terapéutico, se asoman a balcones y ventanas a las ocho a aplaudir el encierro sanitario.
 Medicar el malestar infantil que revela que los niños no se adaptan a una familia, escuela y organización social enfermas conlleva eliminar un síntoma molesto.

Decir que el auge notable de enfermedades mortales que se llevan por delante a mucha gente joven antes de tiempo es multifactorial camufla la causa principal. 

 Tras la toma de posesión del cargo, la presidenta de la Comisión Europea, que vacunó y armó a sus vasallos, se convirtió en la emperatriz del viejo continente.

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Una ex ministra nacional de Asuntos Exteriores opinó que la guerra había tenido buenas consecuencias: había subido la bolsa y bajado el precio del petróleo.

  Los primeros ministros y jefes de Estado nunca viajan en transporte público como el resto de los mortales: vuelan en yets privados a sus olímpicos congresos.

La lucha contra el poder, que no tiene ideología política -o tiene cualquiera-, no tiene nada que ver con la pugna electoral entre la izquierda y la derecha.

   El neopontífice, que carece del carisma del anterior, invita a celebridades del séptimo arte al Vaticano, impregnando de agua bendita el jolivudense putiferio.  

lunes, 17 de noviembre de 2025

Sobras de ortografía y esmárfones

    Adictos como son los adolescentes en su mayoría a las redes sociales, se dedican, una vez que han caído en ellas y se han convertido de peces que eran en el río o en la mar salada en pescados de la pescadería,  a leer lo que otros escriben y a publicar ellos sin piedad, consideración ni pudor todas las ocurrencias que les pasan por las mientes, descerrajando sin ton ni son las opiniones y los gustos personales más idiotas de sus idiosincrasias: cómo les mola –o disgusta, para el caso da igual- el último temazo infumable de la diva milmillonaria y estrafalaria de turno que ha visto la luz y acaba de vomitar un adelanto de su último álbum que todavía no está en el mercado, o los exabruptos de cualquier politicastro de turno, tertuliano o concursante televisivo...


    Y así uno puede leer, por ejemplo, entre tanta morralla y bazofia gritos desesperados y desgarrados en menos como: HABER SI ME MUERO (sic). Que en seguida recibirá la adhesión de varios “like”, “me gusta”, “fav”, o lo que sea, porque de lo que se trata es de permanecer atentos a la pantalla y de reaccionar ante lo que airean los demás dentro de la Time Line. 


    Lo que no consiguió, precisamente, la televisión cuando decía aquello de “permanezcan atentos a su pantalla” –algunos nos desenganchamos de aquella droga estupefaciente y nos quitamos de ella para siempre- lo han logrado los teléfonos supuestamente inteligentes, a cuyas pantallas permanecen atentos los jóvenes y no tan jóvenes en su inmensa mayoría a todas las horas del día y de la noche.   


    HABER SI ME MUERO:  Se trata de un exabrupto adolescente donde lo que a mí más me preocupa no es su carácter infantiloide, ni siquiera la falta de ortografía consistente en meter una B de burro donde no debería, sino el carácter –me refiero ahora a la letra-  que está de más, es decir, la sobra de ortografía consistente en meter una H donde no debería haber (aquí sí que está justificada la hache) nada. Porque, vamos a ver (sin hache y con uve), a ver si nos enteramos: la B y la V se pronuncian igual y puede entenderse que alguien medianamente instruido cometa una falta de ortografía confundiendo una letra por otra y escriba por ejemplo *avalanzarse, con uve,  o *abalancha con be, porque, a fin de cuentas, ambas letras representan un mismo fonema oclusivo labial sonoro castellano que escribimos unas veces con be y otras con uve por razones meramente etimológicas y conservadoras que la mayoría de los hablantes ignoran, pero son dictados prescriptivos de la RAE, que nos dice que abalanzarse es con be, como balanza, y avalancha es con uve, porque viene del francés avalanche, donde la uve por cierto es un fonema distinto de la be, y donde no es lo mismo “je bois”  (bebo) que “je vois” (veo).  Pero lo que demuestra una sumisión total a la autoridad y un miedo pluscuampatológico a cometer una falta ortográfica que nos lleva a perpetrar lo contrario, para mí mucho más grave, si cabe: una sobra ortográfica.


    No me extraña que muchos jóvenes y no tan jóvenes utilicen las redes sociales que los utilizan a ellos para mostrar su insatisfacción y su ilibertad, motivadas entre otras cosas por su dependencia y grado de adicción a dichas redes. Y es que, como muy bien escribió el recientemente laureado Byung-Chul Han, la red digital, que se recibió al principio como un medio de libertad ilimitada, pasada la euforia inicial,  se muestra hoy como una decepción: “La libertad y la comunicación ilimitadas se convierten en control y vigilancia totales”. Y también: “El smartphone  es un objeto digital de devoción”. Y “devoto” significa “sumiso”, por lo que el smartphone es un objeto de sumisión y alienación. Funciona, dice el ocurrente maestro coreano, como un rosario, ya que ambos –el teléfono inteligente y el rosario- sirven para examinarse uno y controlarse a sí mismo. “El me gusta es el amén digital. Cuando hacemos clic en el botón de me gusta  nos sometemos a un entramado de dominación. El smartphone no es sólo un eficiente aparato de vigilancia, sino también un confesonario móvil. Facebook es la iglesia, la sinagoga global (literalmente, la congregación) de lo digital.”  (Byung-Chul Han, La crisis de la libertad, en su libro Psicopolítica).

domingo, 16 de noviembre de 2025

Lo que cuentan los relojes

Los relojes antiguos no se limitaban como hacen los modernos a decirnos la hora exacta que es, cosa que, por otra parte, nunca podremos decir ni saber con precisión matemática ni exactitud, porque nada más decir la hora, ya habrá pasado, ya ha dejado de ser. Una hora bien contada nunca se acaba de contar, como nos enseñó Machado. 


 
Estos toscos relojes antiguos -horologia o cuenta horas, ya sean de arena, de agua o clepsidras  o bien cuadrantes solares-  nos hacen reflexionar con su sabiduría. Contienen a menudo  una frase lapidaria en latín, nuestra entrañable lengua muerta, una máxima generalmente mínima, compuesta por pocas palabras que sugieren muchas cosas de índole filosófica o poética,  sobre la realidad y simultáneamente falsedad del paso del tiempo que pretenden contar, la fugacidad de la vida y nuestra condena a muerte, es decir, sobre la inminencia de nuestra hora, esa hora siempre futura sin embargo y nunca presente todavía y tan nuestr que pende sobre nosotros como una espada de Damoclés.

Cotidie morior (Cada día muero. Lo dice el reloj solar en primera persona, que muere sin el sol para renacer al día siguiente, y que sugiere un poco lo que nos pasa a todos y cada uno de nosotros) 

Dum loquimur fugit irremeabile tempus (Mientras hablamos huye sin retorno el tiempo, variación sobre verso de Horacio)

Dum quaeris hora fugit (Mientras preguntas por ella, la hora huye)
                                    
Dum spectas fugio, sic vita (Mientras me miras, huyo, así la vida. Es decir, mientras me estás mirando porque pretendes saberme y atraparme con tu mirada, yo -habla el reloj, o sea el tiempo- he huido; me he escapado; luego es imposible que me detengas. Lo mismo sucede con la vida, y con toda la realidad. Si nos hacemos, llegados a este punto, la pregunta crucial de qué es el tiempo, podremos decir, como san Agustín, que «Si no me lo preguntan lo sé. Si quiero explicárselo a quien me lo pregunta, ya no lo sé»)

Fugit irreparabile tempus (El tiempo huye irrecuperable). Está tomado de un hexámetro de Virgilio: Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus. "Pero se va entre tanto el tiempo imparable marchando"

Hora pro nobis (Que la hora sea para nosotros, juego de palabras con el ora pro nobis  (ruega por nosotros) de la liturgia católica)

Lente hora, celeriter anni (Lentamente la hora, rápidamente los años, sobre la relatividad del paso del tiempo que hace que la hora transcurra lenta y los años raudos y veloces)

Me lumen, uos umbra regit (A mí me gobierna la luz, a vosotros la sombra. Habla el cuadrante solar, que se rige por los rayos del Sol, y que nos reprocha a los hombres que nos rijamos por las tinieblas)

Meam non tuam noscis (Sabes la mía, no la tuya)

Praeteritum nihil, praesens instabile, futurum incertum (Nada el pasado, inestable el presente, incierto el futuro. Se muestran aquí, con terminología gramatical, el pasado, el presente y el futuro, las tres cabezas del Cancerbero, el monstruo que es el Tiempo, guardián del infierno, es decir, de la realidad)

Quae sit quis scit? (¿Quién sabe cuál es?)



Sol me regit, vos umbra (El sol me gobierna a mí, a vosotros la sombra, variante del que empieza Me lumen...)

Solarius nobis comminuit articulatim diem (El reloj solar nos ha partido el día en pedazos, verso modificado y tomado de Aquilio, también atribuido a Plauto) 

Sua cuique hora (Cada uno tiene su hora, hora que, como dice a veces la gente, es la 'hora de la verdad', una hora que no puede ser otra más que la del descubrimiento de la mentira constitutiva)

                                    

Tempus fugit (El tiempo huye. Si hubiera que elegir un lema clásico de los relojes sería este, sin duda: El tiempo, en efecto, huye, pero eso no quiere decir que pase: el tiempo no pasa, pasan las cosas, incluidos nosotros, las personas, entre las cosas. Y sin embargo el tiempo se nos escapa siempre, huye de nuestra ideación, de la idea que nos hacemos de él)

Vivere memento (No está mal esgrimir, frente al clásico Memento mori -acuérdate de que eres mortal-  este epicúreo "acuérdate de vivir", cosa que a menudo se nos olvida)


Vulnerant omnes, ultima necat (Hieren todas, la última mata; se sobreentiende "hora", claro)

sábado, 15 de noviembre de 2025

Elementos mnemagógicos

Uno de los primeros relatos de Primo Levi incluido en su libro de cuentos “Historias naturales” se titula Los mnemagogos. La palabreja es un neologismo inventado por él basado en “demagogos”, “pedagogos” y “psicagogos”, por ejemplo; los primeros son los conductores del pueblo, los que lo llevan por mal camino, los que lo engañan y manipulan de mala manera; los segundos, más civilizados, hacen lo mismo pero con las tiernas criaturas que son los niños; y los terceros, lo mismo con las almas. 
 
El primer componente de la palabra proviene del sustantivo griego -y es que todavía seguimos hablando griego aunque parezca mentira y no seamos conscientes de ello- μνήμη (mnéme=recuerdo, memoria), y la segunda, del adjetivo y sustantivo igualmente heleno ἀγωγός (agogós=guía, conductor), derivado a su vez del verbo ἄγειν (ágein=conducir), por lo que formado como está el término por mnem(e) y agogo, significará 'suscitador o evocador de la memoria y sus recuerdos'. 
 
El cuento trata sobre un médico viejo, el doctor Montesanto, que está a punto de jubilarse y que, como muchos ancianos, vive en un mundo de recuerdos. Los diarios y las fotografías le ayudan a evocar el pasado, pero su formación farmacológica le ha permitido idear otra forma ingeniosa de luchar contra la amnesia y despertar recuerdos vívidos de lugares, personas y épocas: mediante aromas, preparados con sustancias químicas y guardados en frascos. Posee unos cincuenta, cinco de cuyas esencias se describen en el cuento. 
 
La nariz, John Steinberg (1967)
 
El primero es el aroma de las aulas de las escuelas de enseñanza primaria, en concreto de su clase del colegio. Para los demás puede que no represente nada, pero para el doctor Montesanto es la esencia -nunca mejor dicho- de su propia infancia: Conservo incluso la fotografía de mis treinta y siete compañeros de la escuela primaria, pero el olor de este frasco está enormemente más predispuesto a traerme a la mente las horas interminables de tedio sobre el abecedario; el particular estado de ánimo de los niños (¡de mí cuando niño!) ante la terrorífica expectativa de la primera prueba al dictado. Cuando lo huelo (ahora no: hace falta, claro, un cierto grado de concentración), ...cuando lo huelo, decía, se me revuelven las vísceras igual que cuando, a los siete años, estaba esperando a que me preguntaran la lección (traducción de Carmen Martín Gaite). 
 
El segundo aroma suscita el recuerdo del aliento de su padre diabético, el tercero un hospital donde trabajó, el cuarto las cumbres de las montañas, y el quinto esenciero, que “desprendía un ligero aroma a piel limpia, a polvos de tocador y a verano” no evoca ningún lugar ni tiempo determinados, sino a una mujer en particular: Questo non è un luego né un tempo. È una persona
  
Los aromas conservan las esencias de las cosas y tienen el poder de despertar y evocar nuestros recuerdos personales e individuales, como de alguna manera también lo hacen las etimologías, a las que era tan aficionado Primo Levi, que tienen el poder de despertar nuestros recuerdos históricos compartidos, por lo que ambas cosas, aromas y etimologías, son mnemotécnicas. 
 
Incluiría, por mi parte, en el repertorio mnemagógico los sabores, como la famosa magdalena de Proust mojada en el té de En busca del tiempo perdido, y la música, que nos arrebata a veces y nos transporta a un pasado que hemos olvidado pero que, por su parte, no se ha olvidado ni olvida fácilmente de nosotros. 
 
Suena una emisora de radio captada por azar en el dial. De pronto, reconocemos los primeros acordes de la melodía de una vieja canción que nos resulta familiar y cuando queremos darnos cuenta estamos tarareando sin querer melódicas notas musicales que nos hacen evocar nuestros recuerdos más imprecisos y desmemoriados. Se arremolinan pensamientos y sentimientos en nuestra cabeza que nos transportan a hace más de cincuenta años, y recordamos un día de verano en la playa, o una tarde lluviosa de invierno detrás de los cristales. 
 
Es la banda sonora de la película autobiográfica de nuestra vida que desata unas emociones como por arte de magia transportándonos al mundo de los recuerdos olvidados en el desván de una memoria involuntaria. 
 

En mi caso, las notas musicales del Canon en Re Mayor de Pachelbel son, como algunos aromas, un potente motor que libera los recuerdos más insospechados e inconscientes de un pasado que puede que no haya pasado nunca todavía porque no ha acabado de pasar. Quizá la música sea un buen antídoto contra el mal del olvido, capaz de liberar nuestras emociones y nuestros más recónditos recuerdos.