El absentismo laboral motivado por la crisis de ansiedad que provoca el trabajo es el mal del siglo que afecta especialmente, dicen, a las jóvenes generaciones.
viernes, 10 de octubre de 2025
Hojas secas
jueves, 9 de octubre de 2025
Crónica de cosas que pasan (4)
miércoles, 8 de octubre de 2025
Crónica de cosas que pasan (3)
martes, 7 de octubre de 2025
Obituario de Gianfranco Sanguinetti, el último situacionista

lunes, 6 de octubre de 2025
Crónica de cosas que pasan (2)
domingo, 5 de octubre de 2025
Crónica de cosas que pasan (1)
sábado, 4 de octubre de 2025
Recuperar la soberanía
viernes, 3 de octubre de 2025
Elogio de la docencia
 La
 docencia es una de las profesiones más nobles a las que uno puede 
dedicarse. Por eso se la llama magisterio, que en latín quiere decir “lo
 más importante”.
Magisterio se contrapone etimológicamente a ministerio,
“lo menos importante”; la condición propia de los que mandan, que son los más mandados: la servidumbre.
Pero la docencia no consiste en transmitir
conocimientos, sino en despertar la inteligencia, para lo que es contraproducente la acumulación
de los saberes. 
Pues solo se aprende de los propios desengaños; saber, no sabemos nada, pero tenemos muchas, demasiadas certezas que entorpecen el descubrimiento de la verdad.
Aprender es liberarse, tanto el maestro como el discípulo de su condición previa, y de la fe y las creencias que albergan, que hacen imposible el arte de vivir.
Aprender es desaprender, desprenderse de certidumbres e ideas que ciegan razón y corazón. Aprender es liberarse uno. Enseñar es ayudar a liberarse a los demás.
Las aulas son jaulas donde los niños, pájaros prisioneros dentro, aprenden a hacer lo que la propia institución académica que los recluye no les permite: volar.
Aprender, amarrados al palo de una estaca como estamos y pudiendo movernos solamente según la longitud de la soga, es romper el cordel invisible que nos ata.
La buena conducta y buena educación no se basan en la vieja moral retributiva de premio y castigo, sino en el paulatino desprendimiento del ego de uno mismo.
Se elogia aquí la docencia porque despierta la inteligencia y abre la mente, embotada de ordinario por prejuicios y condicionada por el lastre del pasado.
Si se elogia tanto la docencia es porque rompe moldes y esquemas, y enseña la mentira de las verdades y la realidad, cuya falsía suele pasarnos desapercibida.
Contra la educación que predica los valores bursátiles, la sumisión a la dictadura de los mercados y la venta al mejor postor de nuestra fuerza de trabajo;
contra la pedagogía moderna, que desprecia la inteligencia y fomenta la visceral incontinencia del esfínter anal, consagrándola como libertad de expresión;
contra la venta de la mano de obra y conversión de nuestra vida en trabajo asalariado, reloj cronometrado y misérrimo jornal: no hay dinero que lo valga.
jueves, 2 de octubre de 2025
Supermercados futurizos
A la vista del vídeo que acompaña a esta entrada, se pregunta uno hasta qué punto una emisión televisiva como esta de un informativo que hace una cadena privada, pero podría ser pública, porque para el caso da igual, es información o es propaganda. De hecho es más un anuncio publicitario que una noticia informativa, aunque también lo es. Atención al mensaje implícito y subyacente, porque parece que todo son bondades y no lo son: un establecimiento comercial abierto las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Es el triunfo total del mercado, que no se subordina ya a los horarios laborales ni a las festividades, sino que salta por encima de ellos y se abre al flujo constante de capitales y mercancías.
Para entrar en el establecimiento hay que identificarse previamente introduciendo el nuevo DNI que es nuestro número de teléfono móvil individual e intransferible, y a continuación nuestra tarjeta de crédito, pues el pago que se haga será siempre con dinero digital.
El abanico de mercancías, una vez que se ha abierto la puerta del comercio, es amplio en este caso, desde alimentos frescos y congelados hasta productos de limpieza e higiene. Al final no se pasa por caja, dice la locutora televisiva. En su lugar, funciona la Inteligencia Artificial, que detecta automáticamente todos los productos que llevamos y nos cobra descontando su precio de nuestra tarjeta de crédito. Acto seguido, recibimos el tique en la pantalla de nuestro teléfono supuestamente inteligente, cuyo número hemos introducido al comienzo de la operación para entrar en el establecimiento mercantil.
Se ha creado, dice la información publicitaria o la publicidad informativa, un nuevo espacio “que tiene las bondades del autoservicio y la bondad de una tienda”, con lo que “se mejora muchísimo la experiencia de compra del cliente”.
Si entran varias personas a la vez no hay ningún problema: la IA, que funciona mediante cámaras y sensores de peso en las estanterías, detecta a cada cliente y lo va siguiendo.
Los entusiastas de este nuevo sistema dicen que es más rápido ya que se evitan las largas colas frente a la caja y está abierto al público en cualquier horario.
Ha desaparecido el factor humano: el dependiente, el cajero, el tendero... Se eliminan así puestos de trabajo, aumentando la cifra de desempleados y el trato personal o la interacción, como dicen ahora, con los clientes. Sucede ya en muchas gasolineras, donde el usuario hace el trabajo del empleado. El empresario se ahorra, así, un puesto de trabajo ya que el cliente hace su trabajo bajo el nombre de “autoservicio”: antes te servían la gasolina, ahora te la sirves tú y te cobran lo mismo, porque si bien la desaparición del trabajo asalariado podría considerarse una liberación de la maldición bíblica de ganarse el pan con el sudor de la frente, mientras no desaparezca el salario -cada vez se habla más de una renta básica para todos-, o sea, el capital, seguimos en las mismas o peores circunstancias.
La tecnología no está colaborando con el trabajo humano facilitándolo y haciéndolo más cómodo, sino reemplazándolo. De hecho se habla de robots reponedores de productos en las estanterías.
Ha desaparecido el dinero en efectivo prácticamente, pero no seamos ingenuos, pecado imperdonable a estas alturas: eso no significa que haya desaparecido efectivamente el dinero. Nada más lejos de la realidad, sino todo lo contrario: se ha sublimado, adquiriendo el carácter sobrenatural e inmaterial, espiritual y divino, que siempre ha tenido. La desaparición del dinero contante y sonante, por otra parte, ya sucede en los establecimientos actuales donde se puede efectuar el pago en metálico o con tarjeta, que a su vez puede ser de débito o de crédito, y que resulta para todos más cómodo ya que no hay que andarse con engorrosos cambios.
Uno no necesita hablar con nadie. Hace la compra silenciosamente con total privacidad. Y se va, como si hubiera entrado a hacer sus necesidades en un retrete.
Pero la IA de Gúguel también nos informa y hace al mismo tiempo propaganda so pretexto de información que la emisora televisiva emitiendo juicios de valor como este: Atención: Los supermercados del futuro se caracterizarán por el uso intensivo de inteligencia artificial (IA), cámaras y sensores para un seguimiento en tiempo real de los productos y clientes, y pantallas digitales que ofrecerán información detallada de los alimentos. Esto permitirá la compra autónoma sin colas y pagos automáticos, experiencias de compra personalizadas y la promoción de hábitos alimentarios más saludables y sostenibles.
¿Qué quieren decir las dos últimas frases? ¿Qué es una experiencia de compra personalizada? ¿Qué hábitos alimentarios más saludables y sostenibles fomentan estos supermercados futurizos? Al parecer se “minimizan la interacción física y la manipulación de objetos, mejorando la higiene” En Amazon Go hay hasta la posibilidad de comprar con este sistema de autoservicio, el colmo de los refinamientos, sentado uno, sin apearse de su automóvil.
miércoles, 1 de octubre de 2025
Versos de Prada
Este Prada no es el agudo columnista de algunos periódicos y revistas españoles de derechas, novelista por otro lado notable además de católico practicante, obeso confeso y a mucha honra, y mártir de las tres o cuatro lectoras desocupadas y beatas y de todos los que todavía lo soportamos, ni tampoco es el costurero italiano, el cual, que yo sepa, no se ha metido de modisto de altos vuelos a poeta todavía.
El vicio y la virtud, el bien y el mal, / simples cuestiones de ángulo visual.
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De nada estuve nunca arrepentido, / a no ser del pecado... no cometido.
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Todo cabe en lo posible; / ¿Por qué razón no cabrá? / Nada existe más absurdo / que la misma realidad.
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Yo figuro en la comedia / de mi vida, o la tragedia, / como el autor, el actor / y el sereno espectador.
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Ser el diamante o la arcilla, / la palmera o el zarzal, / el rumiante o el microbio, / el monarca o el patán, / todo es el mismo, / todo es igual. / Sucumbir hoy o mañana, / de vejez o enfermedad, / podrirse bajo la tierra / o en los abismos del mar, / todo es lo mismo, / todo es igual.
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La dulce muerte del sueño / venga y cierre mis pupilas: / el olvidar que se vive / es lo mejor de la vida.
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En la sesuda experiencia / de las personas ancianas, / no busquéis verdad o ciencia, / buscad errores con canas.
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La creencia prudente y acertada, / la más segura, no creer en nada.
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¿Dónde tus luces divinas, / oh Religión decantada? / Viejo candil de posada, / más humeas que iluminas.
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Todos somos hermanos / (recordémoslo bien); / todos somos hermanos, / como Caín y Abel.
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Orgullo no te cause el patriotismo, / que son también patriotas / que aman sus escondrijos y sus peñas / los topos y las ostras.
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¡Es un perro! decimos / al denigrar a un zote. / Con más razón, al insultar a un perro, / repetirán los perros: ¡Es un hombre!






















