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miércoles, 1 de octubre de 2025

Versos de Prada

    Este Prada no es el agudo columnista de algunos periódicos y revistas españoles de derechas, novelista por otro lado notable además de católico practicante, obeso confeso y a mucha honra, y mártir de las tres o cuatro lectoras desocupadas y beatas y de todos los que todavía lo soportamos, ni tampoco es el costurero italiano, el cual, que yo sepa, no se ha metido de modisto de altos vuelos a poeta todavía. 

    Los que traigo hoy aquí a colación son unos versos breves pero llenos de enjundia epigramática de don Manuel González Prada, escritor peruano injustamente olvidado o más bien poco conocido o ignorado por estos pagos, ya fallecido, pero cuyas rimas siguen vivas, hoy más que nunca, todavía, sin perder ni ripio del ritmo en el baile de las palabras.

Manuel González Prada  (1844-1918)

    Vienen como anillo al dedo  para este medio de lectura rápida sobre la pantalla fugaz que es internet, o sea la Red de la telaraña cibernética, y no sobre el papel –aunque no hay mal que por bien no venga, ya que la falta de papel supone muchos más árboles que se salvan de la tala.

    Su característica más notable es, aparte de la brevedad telegráfica, la condensación aforística del pensamiento. Allá van, espigados aquí y allá de su obra poética, estos epigramas que hablan un poco de todo: de la maldad e ignorancia, si no son la misma cosa, del ser humano; del amor; de la relatividad del bien y el mal; y una declaración de principio que no tiene desperdicio, antes del “Je ne regrette rien” de Edith Piaf.

Quien muchos días se pasa /  sin ver a un necio de frente, / no tendrá seguramente /  ningún espejo en su casa. 
*
El vicio y la virtud, el bien y el mal, / simples cuestiones de ángulo visual.
 * 
De nada estuve nunca arrepentido, /  a no ser del pecado... no cometido. 

Todo cabe en lo posible; / ¿Por qué razón no cabrá? / Nada existe más absurdo /  que la misma realidad. 
 * 
Yo figuro en la comedia /  de mi vida, o la tragedia, / como el autor, el actor /  y el sereno espectador.
 *
 Ser el diamante o la arcilla, /  la palmera o el zarzal, / el rumiante o el microbio, / el monarca o el patán, / todo es el mismo, /  todo es igual. / Sucumbir hoy o mañana, / de vejez o enfermedad, / podrirse bajo la tierra /  o en los abismos del mar, / todo es lo mismo, / todo es igual. 
 * 
 La dulce muerte del sueño /  venga y cierre mis pupilas: /  el olvidar que se vive / es lo mejor de la vida. 

 En la sesuda experiencia / de las personas ancianas, / no busquéis verdad o ciencia, / buscad errores con canas. 
*
 La creencia prudente y acertada, / la más segura, no creer en nada. 
*
 ¿Dónde tus luces divinas,  / oh Religión decantada? / Viejo candil de posada, /  más humeas que iluminas.
 * 
Todos somos hermanos /  (recordémoslo bien); /  todos somos hermanos, /  como Caín y Abel. 
 * 
Orgullo no te cause el patriotismo, / que son también patriotas / que aman sus escondrijos y sus peñas /  los topos y las ostras. 
 * 
 ¡Es un perro! decimos / al denigrar a un zote. / Con más razón, al insultar a un perro, /  repetirán los perros: ¡Es un hombre!

domingo, 15 de enero de 2023

Desengaño de la política en general (y de la española en particular)

    A lo largo de estos años hemos visto los que ya peinamos más de una cana cómo se han sucedido en España dos regímenes políticos formalmente diferentes pero en el fondo iguales, la dictadura y la democracia, tres jefes de estado (el dictador, el ahora rey emérito que nombró el dictador y el hijo de ese rey, cuyas indignas posaderas se asientan sobre un trono que no debería ocupar nadie durante más de veinticuatro horas) y, ya en la democracia, varios presidentes del gobierno (Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez). Hemos podido ver cómo se disuelven y vuelven a constituir las cámaras del congreso y el senado, renovándose o perdurando sus componentes. 
 
   
    Hemos visto cómo se suceden los gabinetes ministeriales, cómo alguno de los gobiernos llegó a ser tan paritario (sic) que hubo tantas ministras como ministros, hasta el punto de que ya daba igual el timbre masculino o femenino de la voz de mando por aquello del "tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando", pero nadie debería montar más que nadie. Y hemos comprobado cómo sucede todo esto para nada, es decir, para que todo se mantenga igual; todo cambia aparentemente para que pueda permanecer lo esencial: la corrupción política inherente al sistema democrático de dominio vigente que, so pretexto de darle al pueblo su soberanía, se la arrebata inexorablemente en el mismo acto litúrgico de concedérsela supuestamente en los comicios electorales. Santa Rita Rita, la soberanía que la democracia le otorga al pueblo, el Estado a través de sus tres poderes constitutivos y a través del parlamento y gobierno se la quitan. 
 
 
    Rindo mi pequeño homenaje aquí, a propósito del desengaño de la política que hacen los políticos profesionales, al lúcido pensador y escritor peruano don Manuel González Prada que dejó escrito este agudo aforismo: “La soberanía popular y el régimen parlamentario se fundan en el axioma de que un asno más otro asno no parecen sumar dos borricos.” Lo reformulo del siguiente modo, glosándolo: El régimen democrático parlamentario se funda en el axioma de que el voto de un asno más el voto de otro asno forman la soberanía popular y no la voluntad de dos borricos.