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jueves, 9 de octubre de 2025

Crónica de cosas que pasan (4)

Fuera de servicio: Que un cargador de automóviles eléctricos esté fuera de servicio es algo que podría parecer extraordinario y excepcional y, por lo tanto, no debería preocuparnos mucho, pero desgraciadamente no es así: muchos no funcionan, la mayoría de los gratuitos -los de pago son otro cantar, claro, funcionan pero son lentos hasta la desesperación.  Como dice el cartel que le han puesto a este: ni funcionan ni han funcionado nunca desde que los instalaron. 
  
Sin embargo, dan el pego: lucen mucho: pequeños ayuntamientos, como el de Tronchón, en el Maestrazgo turolense, han colocado un punto de recarga y aparcamiento verde para vehículos eléctricos en el centro del pueblo, bien visible, prohibiéndose el aparcamiento a los demás vehículos contaminantes; cargador que, según los vecinos del pueblo citado en El Quijote por sus ya famosos quesos de oveja y de cabra, no funciona ni ha funcionado nunca porque no ha entrado en servicio desde que se instaló hace por lo menos dos años. 
 
  
Los coches eléctricos se quedan desabastecidos sin suministro eléctrico en su santa y loable tarea de salvar el planeta debido a sus nulas emisiones de C02, aunque haya quienes defiendan que el dióxido de carbono es el peor de nuestros males, sino una bendición. En el cartel de color verde del cargador permanentemente fuera de servicio puede leerse: Plaza reservada para vehículos eléctricos durante la recarga. Se refiere a ellos como EV, y no como debería decirse en castellano VE (abreviatura de Vehículos Eléctricos, que queda más guay en inglés: Electric Vehicles). 
  
Procura que no te roben. La Guardia Civil nos regala consejos bienintencionados y útiles para “evitar que nos roben”. Sin embargo, me da a mí la sensación de que esos consejos, si vinieran de otra parte, serían aceptables, pero no proceden, nunca mejor dicho, viniendo de la Benemérita institución, que parece que quiere trasladar la responsabilidad de la inseguridad ciudadana al ciudadano particular, mientras el Estado se desentiende de garantizar dicha seguridad. Nos dice la agente que caminemos por la zona interior de la acera, con el bolso mirando a la pared, para evitar que los cacos tengan acceso a nuestras pertenencias. También que no mostremos joyas u objetos de valor, pero no por el prurito cristiano de no hacer ostentación de la riqueza, sino para que no provoquen la codicia del ladrón.
 
Me contaba a propósito mi anciana madre que el otro día  se le acercó una mujer muy simpática por la calle diciéndole que le enseñara la mano si quería que le leyera la buenaventura. Ella le ofreció la izquierda, pero la quiromante -o lo que fuera- le dijo que esa no valía, que era la mano del demonio, que era en la derecha, que era la de Dios, donde se leía en las rayas de la mano el futuro que estaba escrito. Mi madre, ingenua, se la mostró, y entonces vio como la gitana intentaba sacarle disimuladamente el anillo de oro que llevaba en el dedo anular mientras le acariciaba la mano y le leía lo que no estaba escrito... Mi madre se dio cuenta enseguida de la maniobra de sacarle el anillo y retiró la mano a tiempo, descubriendo a la ladrona, que se dio a la fuga enseguida y desapareció.  
 
La adivina, Bartolomeo Manfredi (1616-1617)
 
También nos dice la agente de la Benemérita que no aceptemos ninguna oferta que nos ofrezcan por la calle por muy ventajosa que nos parezca, porque normalmente será una estafa. En caso de viaje nos aconseja que llevemos lo estrictamente necesario y que vigilemos nuestras maletas y objetos personales -entre ellos, además de la cartera, aunque esto no lo dice, el teléfono móvil supuestamente inteligente, la más personal de nuestras pertenencias.
 
¿Este es el modelo de sociedad que queremos? ¿Un ciudadano temeroso, siempre alerta, que acepta como normal vivir rodeado de ladrones, corruptos y estafadores? El mensaje subliminal es claro, por debajo de las buenas intenciones, si te roban, es culpa tuya, porque no has tenido precaución. Algo parecido al mensaje que se decía antaño a las mujeres: si te violan es porque has provocado los bajos instintos del violador. 
 
Lo que está claro es que la inseguridad no ha venido para quedarse, siempre ha estado presente y formado parte de la normalidad. Las FCSE, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que incluyen a la Policía Nacional, y demás policías autonómicas y municipales o locales, y a la Guardia Civil, son los organismos encargados de mantener el orden público y velar por la seguridad ciudadana, quienes, en lugar de combatirla de raíz, cosa que no pueden hacer en una sociedad esencialmente capitalista, es decir, injusta como la nuestra, nos dicen que procuremos acostumbrarnos a convivir con la inseguridad. 
  
Algo falla cuando el poder que encarna el Estado pide a sus súbditos que se comporten como víctimas indefensas y se acostumbren a vivir con miedo, cosa que pone de relieve su fracaso.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Actualidad del mito de Europa

No sólo los antiguos creían en los mitos. También los modernos creemos en ellos, otros mitos pero mitos al fin y a la postre. El problema es que muchas veces nos pasa desapercibido el carácter mítico de nuestras creencias; tan nuestras que son y tan firmes y arraigadas como las tenemos, no somos capaces de verlas como tales en primer lugar y de cuestionarlas mínimamente con sentido crítico en última y no menos importante instancia.  


Un buen ejemplo puede ser el mito de Europa, de la que tanto se oye hablar últimamente porque se siente amenazada e indefensa. Para los antiguos, Europa era una princesa fenicia de la que se enamoró Zeus o Júpiter, que le decían los romanos,  cuando la vio jugando con sus amigas en la playa de Sidón, o de Tiro, según otras fuentes. El dios, enardecido de amor por la belleza de la muchacha,  se transformó en un toro de resplandeciente blancura y cuernos en forma de luna creciente -"media Luna los cuernos de su frente", que cantó Góngora-; y se tumbó  mansamente a los pies de la doncella. Ella, asustada al principio, cobró ánimo y acabó confiándose, acariciando al toro y sentándose sobre su lomo, momento en el que la bestia aprovechó para lanzarse al mar y llevársela consigo. La travesía, rumbo a Occidente, a través de las olas acabó en la isla de Creta, donde el "mentido robador de Europa",  según el verso gongorino que evoca al falso toro que la raptó, se une carnalmente a la virgen, y, como recompensa, otorga el nombre propio de la princesa a esa parte del mundo donde se había producido la unión de la que nacerá el legendario rey Minos. Había nacido Europa. 

El toro, cuya forma había adoptado Zeus se convirtió, posteriormente, según la leyenda, en una constelación que fue colocada entre los signos del zodíaco y que conserva, como cultismo, su antiguo nombre: tauro.

Europa, fotografía de Madame Yevonde,  (1935)

El simbolismo de esta princesa fenicia, por otra parte, está abierto a toda clase de sugerencias e interpretaciones: "ex Oriente lux" dice el proverbio latino, que significa que de Oriente nos viene la luz del sol, como vienen de Oriente los Reyes Magos, en la tradición cristiana, a adorar al recién nacido... Y de Fenicia, en concreto, tomaron los griegos algo tan importante y crucial para nuestra cultura como el alfabeto, que es el origen del abecedario latino que empleamos hoy casi universalmente.  Así que de Oriente nos vino, al menos, la escritura alfabética, y con ella el comienzo de la historia humana propiamente dicha y de nuestra cultura.

  Europa, Valentin Serov (1910)

Los mitos modernos, tales como el Progreso, Europa, la Democracia, los Mercados... y un larguísimo etcétera son mucho más prosaicos que los antiguos, como podéis comprobar, pero no menos poderosos y más dogmáticos, por lo que no es mal ejercicio desmitificarlos, es decir, analizarlos, disolverlos como si de un análisis químico se tratara. Nos exigen no sólo la fe ciega de que creamos en ellos sin ponerlos nunca en tela de juicio,  sino también  que hagamos algún sacrificio que otro en sus altares.

 Rapto de Europa, Botero (1995)

"Somos conscientes de los sacrificios exigidos para fortalecer Europa", ha dicho recientemente un prohombre del Estado y político de las finanzas elegido democráticamente. Lo ha dicho en pleno siglo XXI de la era moderna. Ha querido decir que hay que fortalecer un dogma de fe, un mito ("Europa"), que hay que darle credibilidad -ahora no dicen "fe", que suena a religión, sino "credibilidad", que es lo mismo pero parece más moderno y distinto porque,  frente a la monosilábica "fe",  la "credibilidad" tiene nada más y nada menos que cinco sílabas, lo que le da mucha más enjundia y empaque a la palabra. Hay que fortalecer a Europa, ha dicho, y rearmarla porque su seguridad está en peligro, aunque exija en sus aras y a tumba abierta  el sacrificio de todos los europeos.


En la moneda griega de dos euros figura hoy, qué paradoja, el rapto de Europa, dando a entender mucho más de lo que parece que representa. ¿No será acaso el toro bravo hoy en día una metamorfosis no ya del obsoleto Júpiter o del no menos rancio Zeus, sino del propio Euro, la "moneda única" que está a punto de digitalizarse y es la última epifanía del poderoso caballero Don Dinero (Quevedo dixit), o Das Kapital, que diría don Carlos Marx, el nuevo, único y moderno dios verdadero que rige los destinos no sólo de la llamada comunidad o unión europea,  que necesita estar constantemente fundándose y refundándose y defendiéndose de los euroescépticos sino también del mundo entero? 

Una muestra del humor genial del llorado Forges abunda sobre el mismo tema, muestra el moderno "rapto" de Europa.

sábado, 8 de mayo de 2021

ESQUIVA LA MUERTE. ABRÓCHATE SIEMPRE EL CINTURÓN DE SEGURIDAD

    Se considera una infracción grave no llevar puesto el cinturón de seguridad en el vehículo en marcha según el artículo tantos del Real Decreto Legislativo cuantos. En las Españas nuestras su uso es obligatorio desde 1974 en carretera, y desde 1992 también en zonas urbanas. 
 
    El argumento que esgrimen las autoridades para imponer su uso es que reduce en un cincuenta por ciento la probabilidad de morir en la carretera de resultas de un accidente de tráfico, es decir, “salva vidas”, y en un setenta y cinco por ciento el riesgo de sufrir lesiones graves, por lo que se considera un elemento de seguridad imprescindible, cuando lo más seguro sería prescindir del vehículo rodado sin más, ese utilitario que nos utiliza a nosotros convirtiendo a los conductores en chóferes y que, como el caballo de Atila, arrasa por donde pasa y no deja que crezca la hierba. 
 
 
 
    Un anuncio publicitario reza lo siguiente con lenguaje inclusivo políticamente correcto pero incorrecto gramaticalmente: El cinturón de seguridad, salva vidas. Úsalo y exige su uso. Prevenir es tarea de todas y todos. Las autoridades correspondientes no nos advierten de que no conducir un vehículo también salva vidas porque uno no se expone ni expone a los demás a los accidentes de tráfico. Uno puede conducir con el cinturón de seguridad debidamente abrochado y atropellar a un peatón y matarlo. No cabe duda de que si se prohíbe el tráfico rodado se reducen drásticamente los accidentes en la carretera.

    Hay quienes nunca van a intentar salir de los límites perimetrales que les imponen. Hay quienes no se cuestionan nunca las consignas de las Autoridades Sanitarias, y otros que, cuestionándolas, las cumplen a rajatabla para no ser señalados con el dedo por la calle y por no sufrir el reproche de sus conciudadanos.


     Hay quienes ante un anuncio como este que presentamos aquí de Obligatorio el uso de cinturón de seguridad ahora también en el exterior de los vehículos, sonreirían y la risa vendría a rebelarse con el sentido del humor contra la seriedad reinante y lo absurdo de la medida. Pero hay, seguramente, también más de uno que se apresuraría sin duda a ponérselo por la calle como ciudadano ejemplar de irreprochable conducta cívica y solidaria, como han hecho con las mascarillas, no vaya a ser multado por la Dirección General de Tráfico, con una sanción económica aparejada de pérdida de puntos.

    Si uno paga la multa lo antes posible, demostrando así que está de acuerdo con la sanción que se le ha impuesto, se beneficia de una reducción de la mitad de su cuantía, pero si no está de acuerdo puede recurrirla. De este último modo pierde el derecho a la reducción del cincuenta por ciento en el caso de no ser estimado su recurso. Recordemos que, tal y como establece la actual Ley de Tráfico, la multa por no usar de forma adecuada el cinturón de seguridad asciende a doscientos euros y conlleva la pérdida de tres puntos del carnet de conducir.

    A fin de cuentas: es por nuestra seguridad, por nuestro bien, por nuestra salud. El Estado vela por nosotros.