lunes, 7 de agosto de 2023

Una glosa a dos citas de Ernst Bloch

 Das, was ist, kann nicht wahr sein. 

(Ernst Bloch: Philosophische Grundfragen, Frankfurt 1961, pág. 65) 

Die Welt ist nicht wahr.

(Ernst Bloch: Geist der Utopie, Frankfurt 1964, pág. 347)

Lo que es no puede ser verdad. El mundo no es verdad.


Lo que es real no es verdadero, no es verdad.

La realidad no son los hechos, cuya misma

etimología prueba su inexistencia:

que lo hecho hecho está, que ya es historia y es  

agua pasada. Terminados, acabados

los hechos, sin embargo, nunca son perfectos.

¿Hay algo definitivamente terminado,

perfectamente, que no precise nuestra fe

en su perfección? No hay hechos, no, que estén al margen

de su interpretación y de la fe que, ciega,

en ellos pongo: la realidad es falsa,

aunque no deje de ser real al mismo tiempo.

Son las palabras las que hacen que las cosas

sean lo que son. Es el lenguaje el dios que crea

 la vagarosa noche, fábrica de embelecos

que se difuminan con la clara luz del día:

el mundo, que es mentira y es real al tiempo. 

Ernst Bloch (1885-1977)

domingo, 6 de agosto de 2023

El meme de los galeotes y otros memes

   Meme es un anglicismo acuñado, al parecer sobre el modelo del griego mímēma 'cosa que se imita', derivado de mímēsis 'imitación', que la docta academia define en su primera acepción como “rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación”, y en segunda, que es la que aquí más nos interesa y la más extendida, como “imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet”.

            El que presento aquí sobre el tema de la esclavitud es una imagen tomada de la red, concretamente un fotograma de la película Ben Hur (1959) de William Wyller, correspondiente a la escena de las galeras en donde aparece en primer plano el actor Charlton Heston. Los galeotes, también llamados forzados, eran los esclavos condenados como el protagonista de la película a remar en las galeras.

    La imagen está duplicada con dos textos: Hace dos mil años, corresponde a la imagen superior, y Hoy, a la inferior. Y en la parte inferior se propone un reto a modo de entretenimiento consistente en encontrar una diferencia entre ambas imágenes exactamente iguales.

    La solución, escrita al revés de derecha a izquierda, es obviamente sorprendente por inesperada, porque no se desprende de la imagen, sino de la reflexión sobre la realidad, lo que en la antigüedad se haría por la fuerza, cualquier tipo de trabajo como el de estos remeros, hoy se haría por dinero, es decir, voluntariamente, y ahí radica la presunta gracia del meme: Antes la esclavitud era forzada, hoy es voluntaria.

    Viene así el meme a poner en solfa algunas de las creencias o verdades mentirosas establecidas, como por ejemplo, en este caso, la de que la esclavitud fue abolida de la Tierra.

    Pero no hay que hablar de los memes. Al igual que los chistes, pierden su gracia cuando se los explica. Es mejor dejar que hablen ellos, y que hagan lo que puedan: quizá hacernos sonreír un poco o dejarnos pensando un rato.

    He aquí algunos más: No puedo arrogarme su autoría enteramente. Tampoco está muy claro quién puede ser su autor: suelen ser anónimos. Podría decirse que se hacen populares y que por eso se viralizan a través de internet. Uno se encuentra con uno y piensa que tiene algo de razón, lo modifica, lo adopta y, tomado de la Red, a la Red lo devuelve para que rule por ahí, y haga lo que pueda, si puede hacer algo.

    Sobre el calentamiento global o cambio climático:


     Sobre el coronavirus:


 
 




        La mayoría de estos memes son meras imágenes (dibujos o fotografías) manipuladas o comentadas con algún texto. Algunos  son gifs, es decir archivos que se animan mediante la sucesión de varias imágenes. En todos los memes suele tener un papel importante el texto, por lo que puede afirmarse que son combinaciones de imágenes y palabras.

    Otros son vídeos cortos como esta reflexión impecable sobre la política profesional hecha por el que fuera vicepresidente segundo del gobierno de España, recogida oralmente y por escrito como subtítulo, que parece una reflexión trivial pero tiene el hondo calado de reconocer implícitamente que gobernar es mentir: Y yo ya no soy político, puedo decir la verdad.
 

sábado, 5 de agosto de 2023

Variaciones Mencken

Henry Louis Mencken (1880-1956)

-¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? -Sí, lo juro, pero la verdad se desdice en el acto de decirse y sin querer se vuelve  mentirosa. 
 
El empresario, que hoy suele llamarse emprendedor, es un ser socialmente despreciable, capaz a veces de admitirlo pero quejoso siempre de su pésima reputación. 
 
El empresario, cual verdugo de Berlanga, suele disculparse por su trabajo. Cuando logra su objetivo, trata de hacernos creer que el dinero no era su objetivo.
 
 Una de las opiniones más extendidas y aceptadas por la mayoría democrática de nuestra época es la de que todas las opiniones religiosas son dignas de respeto.
 
Nada hay en las opiniones religiosas, a poco que se ahonde en ellas, que las autorice a ser más respetables y menos cretinas que cualesquiera otras opiniones.
 
Los modernos teólogos o funcionarios de la fe en su modalidad de crédito que son los economistas avasallan impunemente a las poblaciones sin apenas resistencia.
 
Pocos teólogos, además de ser poco honestos, saben algo que valga la pena saber, ni siquiera de teología, que es lo suyo y en su moderna versión es la economía.
 
El mejor gobierno es el que deja en paz a sus súbditos, votantes y contribuyentes, esto es, aquel que pasa prácticamente desapercibido y brilla por su ausencia.
 
Rara vez un nuevo gobierno es mejor que el anterior, según apuntan casi todos los testimonios históricos. Otro vendrá que bueno me hará, como dice el refranero.
 
¿Qué diría, si volviera a nacer, Mencken, que constataba no lo difícil sino lo absolutamente imposible que era hace un siglo ya imaginar un mundo sin teléfonos?
 
En mi niñez el teléfono era raro y como mucho había uno por unidad familiar, hoy cada individuo tiene su aparato y número como prolongación de su personalidad. 
 
La democracia, la más lograda de las formas de gobierno hasta la fecha, siempre mata lo que ama,  afirma proteger y justifica su existencia: el pueblo soberano. 
 
No son hombres los que nos gobiernan sino unas leyes, dicen, iguales para todos, pero son hombres los que a fin de cuentas deciden lo que es ley y lo que no. 
 
Para la inmensa mayoría de la gente, lo que no es real, la ficción, como todo el mundo sabe, ejerce infinitamente una mayor fascinación y atracción que lo real. 
 
El capitalismo no está dando sus últimos estertores, como podría creerse a simple vista, sino sufriendo reajustes que, aun pareciendo debilitarlo, lo refuerzan. 
 
La principal enseñanza que se saca de la lectura de los muchos libros que se leen a lo largo de la vida es que muy pocos, poquísimos, merecen la pena de leerse.. 
 
Si la enfermedad es el pecado y la salud la virtud, el fin de la medicina debería ser redimir de los pecados contraídos, no evitar que incurramos en el vicio.

  Lo que llamamos progreso, según Havelock Ellis*, es la sustitución de una nuisance, o sea molestia, fastidio, perjuicio, inconveniente, por otro inconveniente.

*What we call progress is the exchange of one nuisance for another nuisance (Havelock Ellis).

viernes, 4 de agosto de 2023

No es el fin (A vueltas con la muerte, y III)

   En la Edad Media surgieron las célebres Danzas de la Muerte, de las que la Danse Macabre francesa parece ser una de las primeras. La Muerte invita a todos los nacidos a participar en su baile, desde papas y emperadores hasta pobres jornaleros. Nadie se salva de ella. Ya lo había dicho Horacio en un célebre verso: Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres: La pálida muerte llama con igual patada a las chabolas de los pobres y a los palacios de los reyes.

    Así dice, por ejemplo, una copla de una de estas danzas medievales en la que la Muerte justiciera acusa al rey de tirano, avaro e injusto, invitándolo al baile ("venid para mí") y dejando bien claro quién es el auténtico monarca de este mundo:

Rey fuerte, tirano, que siempre robastes
todo vuestro reino y fenchistes(*) el arca,
de fazer justicia muy poco curastes,
según es notorio por vuestra comarca;
venid para mí, que yo só monarca
que prenderé a vos e a otro más alto... 

*fenchistes: está por henchiste, es decir, por llenaste. Robastes, fenchistes y curastes presentan una desinencia -stes de la segunda persona del singular del pretérito indefinido, con una -s superflua, porque procede de la forma latina -isti, sin -s final, pero explicable, porque es análoga al resto de la conjugación castellana, donde todas las segundas personas del singular acaban en -s salvo precisamente esa, por lo que son formas que, aunque gramaticalmente incorrectas, son lógicas y se oyen y se dicen todavía en nuestra lengua. 
 
 He aquí a propósito de las danzas de la Muerte una recreación musical del grupo alemán Corvus Corax de una de ellas, que nos invita a todos, tarde o temprano, ricos o pobres, viejos o jóvenes, hombres o mujeres a bailar democráticamente.  


 
    Los que hablamos alguno de los dialectos de la vieja lengua de Roma  consideramos que la muerte tiene género gramatical femenino, porque la palabra neutra "letum" sólo se ha conservado en el adjetivo "letal". Españoles (la muerte), franceses y catalanes (la mort), italianos (la morte), portugueses y gallegos (a morte), rumanos (moartea) imaginamos a la muerte como una terrible mujer, la señora inmortal de la guadaña, que viene a arrebatarnos la vida que nos queda. 

    Un ballet ideado por Jean Cocteau se hace eco de esta alegoría, donde la Muerte es representada por una bailarina. Tiene música de Bach, nada más y nada menos,  y trata el tema de la Muerte que viene a buscar a un hombre joven: Le jeune homme et la mort. El carácter democrático e igualitario de la muerte es innegable. Merece la pena verlo y escucharlo.


    Sin embargo, esto no sucede en todas las lenguas de Babel. En griego, sin ir más lejos, la muerte tiene género masculino (ὁ θάνατος ho thánatos), por lo que los helenos imaginaban que era un doncel,  hermano gemelo del sueño (ὁ ὕπνος, ho hýpnos). Lo mismo sucede en alemán, donde la muerte tiene también género masculino: der Tod. En inglés las palabras no tienen género gramatical, por lo que diríamos que no es ni masculina ni femenina, sino en todo caso neutra: the death.
 
  Una viñeta de Arcás, el dibujante griego, saca a relucir su humor negro presentándonos a la muerte como un apuesto caballero vestido de negro, con su guadaña y su capucha, intentando seducir a una anciana, y viene como contrapunto a hacernos sonreír un poco.

 

    En fin, como puede verse, la categoría gramatical del género no está presente en todas las lenguas, y, si lo está,  no es significativa ni universal, es completamente aleatoria y responde a criterios de formación y clasificación de palabras,  lo cual debería hacernos ver lo relativo que es nuestro ángulo de visión, nuestro propio punto de vista, la particularidad o parcialidad de nuestro idioma o idiocia lingüística, y lo necesario que es conocer algún otro para poder desengañarnos.  

jueves, 3 de agosto de 2023

No es el fin (A vueltas con la muerte, II)

     Si cantamos con Nick Cave, Kylie Minogue y amigos esta canción de Bob Dylan -"Not the end"-,  estamos negando lo que está mandado que creamos y espantando así el fantasma de la muerte, porque el que canta su mal espanta, y nuestro mal es que a menudo barruntamos que la muerte es el final,  la espada de Damoclés que pende sobre nuestras cabezas: not the end, not the end, just remember the death is not the end: No es el fin, no es el fin, recuerda que la muerte no es el fin.


    El verso de Propercio nos lo recuerda y resuena en nosotros: letum non omnia finit: la muerte no es el final de todo, no lo acaba todo. 


    Pero quizá la sentencia más penetrante y aguda sobre la muerte sea la de Heraclito de Éfeso, que dijo (fragmento 27 D.-K.): ἀνθρώπους μένει ἀποθανόντας ἅσσα οὐκ ἔλπονται οὐδὲ δοκέουσιν. A los hombres les aguardan una vez muertos cualesquiera cosas que no esperen ni se figuren.

    Si la muerte no es el fin, como queda dicho por los poetas, ¿qué es la muerte y qué es lo que hay tras ella? Cualesquiera cosas, según el presocrático de Éfeso, con la sola condición de no esperarlas ni imaginarlas, es decir, que quedan excluidas todas las suposiciones que los hombres se han venido haciendo a lo largo de la historia y de su vida, porque todas esas imaginaciones no son más que actos de fe, creencias. Todas las cosas, es decir, ideas, que los hombres han imaginado son anuladas por la fórmula mágica del efesio: no hay inframundo ni supramundo, ni Cielo ni Infierno, ni tampoco Nada. La muerte no es nada que imaginemos, por eso tampoco es el fin ni el principio de nada. También se anula todo lo que podamos imaginar y pueda ocurrírsenos ahora. Nada más formular una ocurrencia queda eliminada automáticamente, y es así como la esperanza consiste en su frustración.


    Comenta Agustín García Calvo en su edición magistral de Heraclito (Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heraclito. Editorial Lucina, Madrid, 1985), que la frase de Heraclito puede muy bien entenderse sin el ἀποθανόντας, sin el “una vez muertos”,  de manera que puede ser válida también para los vivos: A los hombres les aguardan cualesquiera cosas que no esperen ni se figuren: todas las previsiones y pronósticos de futuro son así condenados a no cumplirse, porque son falsos por su mera ocurrencia: verdad puede ser cualquier cosa menos lo que uno crea que es verdad.

miércoles, 2 de agosto de 2023

No es el fin (A vueltas con la muerte, I)

    A la entrada principal del Cementerio Central de Managua puede leerse una leyenda en latín que reza: Letum non omnia finit, o lo que es lo mismo:  La muerte no pone fin a todas las cosas. No debe extrañarnos, por cierto, que muerte, además de "mors, mortis", que es como se dice normalmente, también se diga en latín "letum", como aparece en la frase, porque de "letum", una palabra de género neutro que es sinónima de la otra, deriva precisamente nuestro adjetivo "letal", sinónimo de "mortal".

    En otro cementerio, el insular de San Michele en Venecia, se halla la misma inscripción como epitafio de la lápida de la tumba del poeta ruso exiliado en Estados Unidos Joseph Brodsky, galardonado con el Nobel de Literatura en 1987. Brodsky quiso ser enterrado en Venecia, a la que dedicó el libro “Marca de agua”, donde el poeta y viajero, que no turista,  encontraba la paz y la belleza de "la città piu bella del mondo" reflejada en el espejo del agua de la laguna. Le encantaba viajar todos los inviernos  a Venecia, huyendo de la plaga sofocante del turismo veraniego, en invierno, cuando sólo el tañido de las campanas podía despertarlo a uno plácidamente un domingo por la mañana.


    Letum non omnia finit no es una frase cristiana todavía, sino un verso del poeta latino Propercio (muerto en el año 15 a. de C.),  escrito a raíz del fallecimietno de su amada Cintia, que ahora sirve como lema del cementerio de la capital nicaragüense y de epitafio a la tumba del poeta ruso.

    El dístico completo de Propercio (Elegias, IV, 7)  dice así: Sunt aliquid Manes, letum non omnia finit / luridaque euictos effugit umbra rogos.  Y viene a significar:  "Algo las ánimas son: no acaba todo la Muerte, / y huye la sombra gris, viva, de la cremación".  Hace mención a los Manes, que eran las almas de los difuntos, a los que se rendía culto en Roma para tenerlos propicios. 


    Nuestro don Antonio Machado reformula, entre nosotros, este tema ante la muerte de su amada Leonor, con la que sueña como si estuviera viva,  en su célebre poema Soñé que tú me llevabas, incluido en Campos de Castilla, en el que se pregunta al final con una exclamación interrogativa: ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!
 
 Soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda, / en medio del campo verde, / hacia el azul de las sierras, / hacia los montes azules, / una mañana serena. / Sentí tu mano en la mía, / tu mano de compañera, / tu voz de niña en mi oído / como una campana nueva, / como una campana virgen / de un alba de primavera. / ¡Eran tu voz y tu mano, / en sueños, tan verdaderas!... / Vive, esperanza: ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!

    En otro lugar, suspira hondamente Machado y canta: Late corazón... No todo / se lo ha tragado la tierra. Machado, pues, con ¡Quién sabe /  lo que se traga la tierra! y con No todo / se lo ha tragado la tierra reformula en nuestras letras el tópico properciano de Letum non omnia finit, traducido por Aníbal Núñez como "no se termina todo con la muerte". La muerte, pues, no es el fin, pero ¿qué es la muerte?

martes, 1 de agosto de 2023

Marginalia (Comentarios breves al margen)

Lo que escribió Cicerón a propósito de la memoria, que disminuye si no se ejercita, (memoria minuitur nisi eam exerceas) puede aplicarse al cerebro en general.
 
 La paulatina desaparición del dinero material aterra a quienes creen que van a sustraerles el efectivo que manejan, al que se aferran como el avaro de Molière.
 
 Vivimos en estado crítico marcado por la falta de sentido crítico y la omnipresencia del pensamiento único, equivalente gastronómico del plato único obligado.
 
 La conexión digital tecnológica reduce nuestra libertad más aún de lo que ya está y modifica profundamente nuestras decisiones, relaciones y forma de pensar.

Hay que reinstalar, dice un tecnólogo arrepentido, el botón OFF, que ha desaparecido de nuestros dispositivos electrónicos, eternamente conectados y encendidos.


 "Hemos frenado la ola reaccionaria de la extrema derecha" declara a bombo y platillo el líder progresista, empleando un discurso simplón y de lo más bobalicón.


  Los banqueros nos quieren hipotecados; la gran industria farmacopólica, pacientes crónicos; los traficantes de armas, que fabriquemos artefactos para la guerra.


 Los medios de (in)formación masivos ocultan sistemáticamente la verdad y muestran a cambio la actualidad como si fuera la realidad, esa invención decimonónica.

oOo

Frente al mantra védico de “un cuarto se aprende del maestro, otro de uno mismo, otro de los demás, y el cuarto del paso del tiempo”, aprender es desaprender.

आचार्यात् पादमादत्ते पादम् शिष्यः स्वमेधया
पादम् सब्रह्मचारिभ्यः, पादम् कालक्रमेण च 

oOo

Durante la pandemia disminuyó considerablemente gracias al arresto domiciliario la emisión de dióxido de carbono, que salvó, según algunos, vidas y el planeta.

 

 Algunos ecologistas que añoran los pasados encierros coquetean con la idea del confinamiento climático so pretexto de luchar contra las calenturas de la Tierra.

 

 Ningún partido en la pasada campaña electoral sacó a relucir la pésima gestión de la coronada pandemia viral porque entre todos la mataron y ella sola se murió.  

 

 La propuesta ecológica de la ciudad del cuarto de hora es una vuelta de tuerca al gueto de Varsovia, un confinamiento que reducirá la movilidad de las personas. 

 

oOo

Glosas de H.L. Mencken* sobre el mesianismo: El poder y no la salvación de la humanidad es lo que buscan real- e indefectiblemente todos los mesías redentores.

La urgencia apremiante por la salvación de la humanidad es casi siempre la excusa de la máscara falsa que oculta la más que apremiante necesidad de gobernarla.

*Power is what all messiahs really seek. The urge to save humanity is almost always only a false-face for the urge to rule it.  (Minority Report, H. L. Mencken's Notebooks,  1956)


lunes, 31 de julio de 2023

El Estado es la guerra (Bourneana)

El escritor norteamericano Randolph Bourne (1886-1918) expresó como nadie mediante la fórmula «la guerra es la salud del Estado» cuál era la esencia del Estado.
 
 
Nunca se comprende del todo bien que la guerra es una función de los Estados y no de los pueblos gobernados; de hecho, es la función principal de los Estados.
 
No hay un movimiento contra la guerra porque la guerra es la salud del Estado, porque la guerra engorda al Estado, porque el Estado protector es beligerante.
 
El Estado está íntimamente ligado a la guerra, pues es la organización de la comunidad arrebañada para actuar políticamente frente al enemigo real o imaginario.
 
 
 La guerra aumenta el poder estatal, merma las libertades individuales y convierte como por arte de magia la excepción en la regla, lo coyuntural en permanente.
 
«Tenemos la desgracia de nacer no sólo en un país sino en un Estado, y según crecemos aprendemos a mezclar los dos sentimientos en una confusión desesperada».
 
Son los Estados los hacedores de la guerra pero no las naciones, o mejor: los Estados son beligerantes pero no así los pueblos que sufren los yugos estatales.
 
No en vano se considera al propio Estado como el Padre (patria) o la Madre (matria) protectores, y la relación con él se concibe en términos de afecto familiar.
 
 
La bandera no es un símbolo del país como grupo cultural con ciertas normas comunes de vida, sino un simbolismo político del Estado y estandarte de la guerra.
 
La bandera, junto con el himno, el escudo y la fiesta nacional son los símbolos místicos del Estado, pero nunca del pueblo organizado políticamente y subyugado.
 
 Si la Iglesia era en otro tiempo el medio para lograr la salvación espiritual, el Estado es pensado como el medio para lograr la salvación política del hombre.
 
El Tío Sam es un símbolo de autoridad protectora, y la figura de la madre como enfermera aparece en muchos carteles de la Cruz Roja al servicio de la guerra.
 
 
  La guerra es el sostén del Estado: guerra al Enemigo, ya sea éste otro estado rival o ya sea el terrorismo, la pobreza, los virus, las calenturas del planeta...

domingo, 30 de julio de 2023

Mammón o Don Dinero

    Una cita espuria de las muchas falsas que circulan por la red le atribuía a Henrik Ibsen una reflexión sobre el dinero que, investigando un poco, descubro que le corresponde a otro escritor noruego Arne Garborg (1851-1924), que desconocía, y  del que leo en la inevitable Güiquipedia, que defendió el uso del Landsmål ahora conocido como noruego moderno como lengua literaria,  a la que al parecer tradujo la Odisea de Homero. 
 
Retrato de Arne Garborg, Eilif Peterssen (1894)

     Pero dejémonos del autor y vayamos a su obra, en concreto, a la reflexión sobre el dinero que nos trae aquí y que escribiera Garborg para un libro de lectura de niños de 7 a 14 años "Libro de lectura para la escuela popular" (1903), y que ofrezco en traducción castellana de Ida Teresa Raab:  
 
    El dinero no tiene ningún valor intrínseco; pero constituye un gran bien para quien sabe emplearlo como debe. 
    Dícese que por dinero todo se consigue; pero no, esto no es posible. 
    Puede comprarse comida, pero no apetito; camas suaves pero no sueño; medicinas, pero no salud; instrucción, pero no sabiduría; adornos, pero no hermosura; brillo, pero no satisfacción; diversiones, pero no alegría; relaciones, pero no amistad; servidores pero no fidelidad; días tranquilos, pero no paz; la cáscara de todo puede conseguirse mediante el dinero, pero no la pepita; esta no cae por la acción del oro. 
 

      La traducción de Ida Teresa Raab omite, al parecer un par de frases al comienzo del texto  El dinero no tiene valor en sí mismo. No puedes comerlo, ni beberlo, ni usarlo. Podrías tener el bolsillo lleno de dinero y pasar hambre, sed, congelarte hasta morir, donde no hubiera comida, bebida o ropa. El dinero está lejos de ser el mayor bien, pero tampoco el segundo. Pero es un gran bien para aquellos que los usan sabiamente. 
 
    Se trata, como puede comprobarse tras la lectura, de una crítica moralista -lo malo no es el dinero en sí, sino el mal uso- pero no una condena del dinero, pues 'constituye un gran bien' si se hace buen uso de él. Hay que tener en cuenta que el texto está inserto en un libro pedagógico para niños con el que se trata de educarlos para una sociedad capitalista en la que deben hacer un buen uso del dinero. 
 
    Buceando un poco sin embargo en la obra de Garborg, en la medida de mis escasas posibilidades por desconocimiento total de su lengua, encuentro una condena sin paliativos en estos versos, donde se alude al capitalismo como Mammón, un monstruo siniestro que se alimenta de la sangre y de la médula de los seres humanos, y que ni siquiera les proporciona riqueza a los que lo poseen y controlan. Se trata, según la inevitable Güiquipedia, de una palabra aramea que representa al dios o demonio más bien de uno de los siete pecados capitales: la avaricia. 
    
Mammón y su esclavo, Sascha Schneider (c. 1896)
     
    Es famosa la frase de Jesucristo de que no se puede servir a Dios y a Mammón, que hemos denunciado por aquí en alguna ocasión: ¿Quién es este Mamón, también llamado Mammón y Mamona? Es sin duda el espíritu diabólico que controla las finanzas de este mundo, es decir, el Dinero. Se puede glosar la enseñanza evangélica como que no se puede servir a la vez a Dios y al Demonio, que es el Dinero. Sin embargo, ambos señores contrapuestos en el Sermón de la Montaña han resultado al fin y a la postre ser el mismo señor, dado que Dios ha resultado que era Mamón y viceversa, o dicho de otra manera resultó que Dios era el Becerro de Oro, cuyo culto prohibió Moisés fundiendo la idolatrada estatua,  con lo que se destruye la afirmación evangélica de que no se puede servir a la vez a Dios y al Dinero porque son lo mismo: dos caras de la misma moneda 
 
    A partir de la traducción al inglés, me atrevo a versificarlos en castellano: 
  Nunca ha sido tan listo / como ahora Satán, / que de sus siervos hizo / a Mammón capitán. 
 
Sólo así consiguió / un poder tremebundo, / colocando a Mammón / a gobernar el mundo. 
 
Ahora es Mammón / el mayor comandante / mucho más poderoso / que cualquier gobernante.

sábado, 29 de julio de 2023

Quien paga manda

    Uno de los periódicos británicos más considerado es sin duda The Guardian, orientado ideológicamente hacia la izquierda política. Se dice que mientras The Times, el diario conservador, es el periódico de los que mandan en el Reino Unido, The Guardian, el rotativo progresista, es el de los que aspiran a mandar.

    Si consultamos la página electrónica de la milmillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates, comprobamos enseguida que Guardian News & Media Ltd, la empresa que lo edita, recibe fondos habitualmente de dicha organización en concepto de subsidios o subvenciones gratuitas (grants, en la lengua del Imperio). El último dato publicado corresponde a septiembre de 2020, fecha en la que recibió gratis et amore en concepto de Global Health and Development Public Awareness and Analysis la suma de 3.499.032 dólares americanos para cubrir treinta y seis meses, es decir, tres años, por lo que es previsible que en septiembre de este año vuelva a recibir otra subvención por la misma cantidad o superior. 

    Su equivalente español sería El Periódico Global, alias El País. Ediciones El País, S.L. recibió, por su parte, en octubre del año pasado de la misma fundación la cantidad de 1.205.016 dólares bajo el mismo concepto que The Guardian, con una duración de treinta y cinco meses. 

    Vemos así cómo periódicos supuestamente independientes y progresistas son financiados no por sus lectores sino por la pseudo- filantrópica fundación, a más de la publicidad que suelen incluir.

    El caso es que en la portada de The Guardian de anteayer aparecía en primera plana este alarmante titular que forma parte de los análisis y concienciación pública sobre desarrollo y salud globales que subvenciona la mentada Fundación.

     El calentamiento global es noticia, es un hecho. Destaca en letra llamativamente roja el titular: global heating. Deberíamos mejor decir en castellano "calentamiento mundial o planetario", pero usamos el anglicismo 'global' para referirnos al planeta como globo terráqueo y que se vea, con la imagen del globo, que no somos terraplanistas. Podemos pecar de testaplanismo o encefalograma plano, pero nunca de terraplanismo.

    Las olas de calor son mortales y son el resultado de la crisis climática, y por lo tanto el fruto del calentamiento global, según los científicos expertos.

    El calentamiento global  es causado por el hombre, o, dicho en griego para que suene más científico y técnico, es antropogénico.

    Destruye vidas.

    Y lo peor de todo es que lo peor, valga la redundancia, está todavía por venir si no se producen recortes drásticos de emisiones.

    ¡Cuánto nos recuerda esta retórica a la del fiero virus coronado! Se habla de una amenaza inminente y, al mismo tiempo, se nos vende el remedio: el amuleto de la vacuna, en aquella ocasión, o la reducción de las emisiones en esta. ¡Cuánto terrorismo periodístico desprende!

    Pero pongamos esta noticia ahora en relación con otro periódico subvencionado por la Fundación de los señores Bill y Melinda, el francés Le Monde, de la misma ideología aproximadamente que The Guardian y El País, que recibió en agosto del año pasado la suma cuantiosa de 2.133.071 dólares con una duración de treinta y cinco meses, y que publicaba en noviembre de ese mismo años, pocos meses después de recibida la donación, la siguiente noticia significativa: Reducir la población contribuiría a la atenuación del calentamiento climático.

    ¿No nos hallamos ante un nuevo malthusianismo ecológico disfrazado de filantropía y amor al planeta?  Aquí tenemos, además,  la ecuación perfecta: la reducción de las emisiones se consigue rebajando la población, lo que en buena lógica se logra frenando los nacimientos (para que no seamos más de los que somos) y acelerando las defunciones (para que seamos menos de los que somos). 

   Lo primero, además, se consigue fomentando medios anticonceptivos y el aborto, promoviendo cambios de sexo y sexualidades LGTBIQ+ no reproductivas, insistiendo pedagógica- y machaconamente en que ya somos muchos y no cabe ni uno más en el planeta,  y económicamente en que es poco sostenible traer hijos al mundo, que no vienen con un pan bajo el brazo como se decía antaño, sino demandándolo; pero para reducir efectivamente el número existente hay que soltar algún virus y simultáneamente algún remedio que sea peor que la enfermedad que pretende combatir, como las inoculaciones a las que nos forzaron recientemente, hay que favorecer sedaciones y eutanasias, fomentando suicidios y profilaxis que hacen que perdamos el gusto por la vida, y  subvencionando y promoviendo, por supuesto, alguna que otra guerra que contribuya a hacernos creer que si no nos afecta directamente estamos en paz por contraposición.