martes, 29 de junio de 2021

El quinto jinete del Apocalipsis

    Apocalipsis es voz griega que significa descubrimiento. Se denomina así al último libro del Nuevo Testamento de la Biblia escrito por Juan evangelista en la isla griega de Patmos, donde tuvo una visión reveladora -de ahí el término apocalíptico- de lo que sería el fin del mundo -y de aquí la connotación tremebunda de "situación catastrófica, ocasionada por agentes naturales o humanos, que evoca la imagen de la destrucción total" que otorga al término la docta Academia
 
    Así pintó Hans Memling a Juan el evangelista recibiendo la revelación. En el primer plano de la visión de Juan pueden verse los cuatro jinetes del apocalipsis:

   Juan recibiendo la revelación, Hans Memling (1433-1494)

    Buñuel, clarividente, dejó escrito en alguna parte que la Información era el quinto jinete del Apocalipsis que no acertó a ver el evangelista, y que era el que se iba a tragar a todos los demás. Y acertó. ¿Qué iba a ser, en efecto, de los otros cuatro jinetes apocalípticos sin la Información? ¿Qué habría sido del caballo blanco cabalgado por la Victoria, del rojo de la Guerra, del negro del Hambre y del pálido montado por la Muerte sin los medios de comunicación que constantemente nos bombardean con las tropelías de los otros jinetes: las victorias relativas que hay en el mundo, los derramamientos de sangre en esas guerras que ahora se denominan "misiones humanitarias" con lenguaje políticamente corregido, las hambrunas y, en definitiva, las muertes y pestes de los hombres?

 Apocalipsis, Viktor Anetsov (1887)

    Los cuatro jinetes del Evangelio no son nada sin el más apocalíptico o revelador de todos ellos: los medios de formación de masas, según la denominación de Agustín García Calvo. Los mass media, en la lengua del Imperio, serían el cuarto poder, el único poder, una vez que ejecutivo, legislativo y judicial, que son los tres poderes clásicos del Estado que distinguió Montesquieu, han demostrado su radical impotencia, frente al poder del dinero, que se ha revelado como el único Dios verdadero que a la vez que crea el mundo lo destruye en el mismo acto de la creación. De los tres poderes fácticos: iglesia, ejército y banca... sólo queda como tal la banca, que, pase lo que pase, siempre gana y no se declara nunca en bancarrota. La iglesia ha sido sustituida por la Ciencia, la nueva religión. Y el ejército es lo que ahora se llama, con denominación más amplia y rimbombante, "Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado", incluyendo las distintas policías y la Guardia Civil, así como las tropas de tierra, mar y aire, de carácter profesional y permanente, al servicio de las administraciones públicas para el mantenimiento de la idea de seguridad en detrimento de la libertad.

    Los media, que ya no son sólo la prensa escrita en el papel y lo que sale, o nos echan como dice la gente, por la tele sino lo que aparece en nuestras pantallas individuales, vía internet,   son el cuarto poder. Los media nos informan, crean el fantasma de la opinión pública o mainstream, es decir, conforman nuestras opiniones políticas idiotizándonos, nos manipulan e inoculan el miedo, a fin de que nos acostumbremos a malvivir con él, o, lo que es lo mismo, para que no vivamos y nos limitemos de ese modo sólo a existir.

    Pero algo de rebeldía contra el orden establecido que nos condena al consumo masivo de información terrorista late todavía acaso en nuestros corazones. Hace tiempo que no reivindicamos ya como los cristianos bienintencionados pero errados que se dispense un trato humanitario a los esclavos, sino la abolición efectiva de toda forma de esclavitud de una vez por todas. Y es que con el paso del tiempo, los esclavos se convirtieron en siervos,  y los siervos en empleados -eufemismo que oculta la verdad, y la verdad es que sólo han cambiado las denominaciones, pero que perdura inalterable lo esencial de las cosas hasta el fin de los tiempos. Tampoco reivindicamos una información veraz, en estos tiempos de fake news, sino la desintoxicación de todo tipo de informaciones que nos impidan ver la falsedad de la realidad del mundo.

 Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Beato de Liébana (circa 798)

lunes, 28 de junio de 2021

Diálogo entre dos cajeras

(Diálogo entre dos cajeras de un supermercado mientras cobran a los clientes. No intervengo pero transcribo, oído avizor, con la mayor fidelidad que puedo y recuerdo sus palabras. La más joven, vamos a llamarla Marga, que es la que inicia el diálogo, tiene veintitantos años; Loly, la otra, anda por los cuarenta, la franja de edad que está siendo objeto de vacunación en la actualidad en Cantabria).

-¿Qué tal estás, Loly?

-Estoy, que no es poco, hijuca.

-¿Qué te ha pasado que has estado mala, me han dicho, toda la semana?

-¿Que qué me ha pasao? Lo que me ha pasao, Marga, hija, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

-¿Tan malo fue?

-Malo no, peor.

-¿Qué dices?

-Lo que yo te diga.  Fue ponerme la dichosa vacuna de Dios,  que es peor que el covi, me cago en ella, y me dieron unas jaquecas por la noche que creía que se me rompía la cabeza en dos mitades, me subió la fiebre y me entró una diarrea que me cagaba por las patas abajo...

-¿No te tomaste un paracetamol?

-Me tomé unos cuantos, y me dio igual.

-¡Qué barbaridad! Se te ve mala caruca, pobre, todavía.

-¡No he estao peor en toda mi vida! No, pero ya estoy algo mejor dentro de lo que cabe.

-Se te nota que adelgazaste un montón, chica.

-Mira, eso es lo único bueno que he sacao en limpio de toda esta historia: los quilos que he perdido, así que ya no tengo que preocuparme de la operación biquini del verano.

-Y ¿todo fue por la vacuna, dices?

-A ver, ¿por qué va a ser si no? Yo, ya te digo, antes de pincharme estaba como una rosa.

-Y ¿qué te dijo el médico?

-Pues qué me va a decir, que era normal, que no me preocuparía, que eran efectos adversos o no sé cómo lo llamó.

-Y te firmó la baja...

-Sí, claro. ¡Cómo para no dármela con cuarenta de fiebre que tenía y temblaba toda y no me tenía en pie! ¡Además con la escurribanda de la cagalera como para venir a trabajar! ¡Tendría que haberme puesto pañales además de la mascarilla!

-Hay gente a la que le hace reacción el pinchazo, sí. A algunos les da después de la segunda dosis. 

 


-Pues a mi me hizo reacción después de la primera.

-¿Y qué vas a hacer cuando te toque la segunda?

-¿Que qué voy a hacer? Pues me parece a mí que no me va ta tocar más: una y no más, santo Tomás. A mí no vuelven a pillarme en otra como esta, Marga, que, si llego a saberlo, no hay ni primera vez siquiera.

-Pero no podemos ser tan irresponsables, Loly. Tenemos que hacerlo las unas por las otras. Tienes que completar la vacunación por el bien de todos. No puedes quedarte así, a medias. Dicen que hasta quince días después de la segunda dosis, no estás inmunizada.

-Pues ¿sabes que te digo? Que yo no me inmunizo, que a lo mejor soy una irresponsable, no te lo voy a negar, que no te digo que no lo sea, pero a mí me engañan una vez, pero dos no, porque tonta, desde luego, no soy.

domingo, 27 de junio de 2021

Algunos jaicus o jaicús más.

Llega ahora ya / de la escuela lo mejor: / la hora de salir. 
 
El verano al fin: / las cigarras otra vez / cantan su canción. 
 
Volveremos a ir / zarzamoras a buscar, / niños como ayer. 

Dentro del pajar, / heno seco cuyo olor / hace suspirar.
 
Nunca olvidaré / lo que no llegó a pasar / el verano aquél. 
 
 ¡Qué palpitación! /Otra vez, ninguna vez, / la primera vez. 
 
Ah, qué raro es / que se mueva y que a la vez / quieto el mundo esté.
  
La fiesta de san Juan,
Jules Breton (1875)
 
Tú, la luna y yo, / perfecto ménage à trois, / noche de san Juan.
 
Echan a volar/ pompas que hago de jabón / y estallando están. 
 
Yo te olvidaré / pero mi recuerdo a ti / no te olvidará.
 
En el abedul / una urraca se posó, / tormenta estival.
 
Porta cada cual /(porque siempre es carnaval) / máscara y disfraz.
 
 Si temo sufrir, / sufro ya por el temor / que albergando estoy.

Derecha que va / ya la flecha al corazón; / no hace mella en él.

 No, nada pasó / ni tampoco pasará: / solo paso yo.
 

sábado, 26 de junio de 2021

De algo hay que morirse.

-He decidido que voy a dejar que me inyecten.

-¿Y si te da por desarrollar un síndrome de trombosis con trombocitopenia de esos que dicen que te puede dar?

-¿Un trombo? Es un riesgo muy infrecuente que se corre.

-Sí, pero más de uno se ha ido al otro barrio a cuenta de eso.

-Bueno, no seas exagerado y no vayas a caer tú en la falacia del cum hoc uel post hoc ergo propter hoc.

-¿Qué quieren decir esos latinajos, porque eso es latín, no?

-Sí. Quieren decir que no puedes trasformar una relación de mera coincidencia (cum hoc, con esto) o posterioridad (post hoc, después de esto) en una de causalidad (propter hoc por causa de esto). 

 

-Ya capisco, quieres decir que no porque algunos se hayan muerto después del pinchazo se han muerto por causa de él, aunque hayan muerto con él puesto.

-Exacto. Afirmar lo contrario es caer en el sofisma de la falsa causa.

-Pues aplícalo también a la estadística de los que después de haber dado positivo al capcioso test del bichito han fallecido al poco tiempo y los cuentan, sin embargo, como víctimas del bicho.

-No es lo mismo.

-No es lo mismo pero es igual. Tendrás que reconocer que alguna relación hay, aunque solo sea de concomitancia o de posterioridad, si no quieres establecer la de causa-efecto directa o indirecta.

-No sé si a eso puede llamarse una relación... Simplemente son dos sucesos independientes, que no tienes por qué relacionar: una casualidad.

-Ya, quieres decir que si tú te dejas inocular y al cabo de un par de horas te atropella un coche y te mata, no tienes derecho a establecer una relación de causa a efecto entre lo uno y lo otro.

-Exacto.

 

-...Aunque fueras distraído pensando en el viaje que te ibas a regalar a las Quimbambas este verano gracias al pasaporte sanitario que te otorgaba la inyección y no vieras ni oyeras el auto eléctrico -creo que son muy silenciosos- que se te echaba encima...

-¡Bah! Mira, no le des más vueltas buscándole los tres pies al gato y dando pábulo a teorías de la conspiración...

-A eso que tú llamas teorías de la conspiración, en mis tiempos, que son también los tuyos, no lo olvides, se le llamaba espíritu crítico, un espíritu crítico que no acepta el trágala de los medios de masificación que te quieren hacer comulgar con ruedas de molino. 

-No confundas el espíritu crítico, que es algo positivo, con el complotismo conspiranoico.

-Vale, pero, mira, yo lo único que te digo es que, si dejas que te metan doblada la dosis, que tengas muchísimo cuidado con las "coincidencias" y "las casualidades", que son, según la prensa del Régimen, las principales causas de muerte entre los sedicentes inmunizados. 

-Lo que está claro es que la segunda dosis, que es por ahora la definitiva, te inmuniza del covi, pero no de que te vayas a morir. Puedes morirte, de hecho, inmunizado.

-Pues es una suerte entrar así en el Reino de los Cielos, aunque lo de que te inmunice no lo tiene claro ni el que patentó el invento.

-Pues ¿sabes que te digo que si no te inmuniza y te mueres, de algo habrá que morirse, no?


-Pero que no se diga, hombre, que vas a palmarla sin haber vivido.

-Y ¿qué quieres que haga?

-Pues no sé, eso: vivir: quítate el bozal, que ese no me dirás que ha servido para inmunizarnos...

-No le llames bozal a la mascarilla, que no es lo mismo. Además a partir de hoy mismo, ha dicho el presidente, ya podemos quitárnosla en espacios exteriores... aunque no se descarta la posibilidad de que haya que volver a usarla en algún momento si la situación empeora pese a todas las medidas...

-Sí, claro, porque el presidente ha prohibido que el virus circule en espacios exteriores a partir de ahora, y sólo se le permitirá hacerlo en interiores...

-No seas sarcástico... Se debe al éxito de la inyección, que está frenando los contagios. Aunque algunos han cogido tanto miedo al virus que dicen que no piensan quitarse la mascarilla al aire libre de por vida...

 

-La mascarilla, como tú llamas al bozal, no te engañes, sólo ha servido para librarnos de la multa correspondiente si nos pillaba la pasma sin ella por la calle...

-Sirve para frenar la propagación de las nuevas variantes, por ejemplo de la variante delta, que es como llaman ahora con el nombre de esa letra griega a la variante india, que es muy contagiosa.

-Pues ya verás cuando empiece a propagarse la variante omega, que es la última letra del alfabeto, que debe ser la del apocalipsis, el acabose y el Juicio Final...

-No hagas chistes con eso, tío, que es muy serio. Pero volviendo a lo que decíamos antes ¿qué puedo hacer para no palmarla, como tú dices, sin haber disfrutado de la vida en plena juventud?

-...bueno, pues quítate la mascarilla y respira a pleno pulmón, deja de guardar las ridículas distancias de seguridad, da la mano, abraza, besa... Haz como los goliardos aquellos que cantaban: Goza, chinga, bebe, / que la vida es breve / y una puta cruz./ Bebe, goza, chinga / antes que se extinga / esta poca luz. / Chinga, bebe, goza / de la buena moza / de tu juventud.

-¿Y si pillo entonces el covi y me muero?

-Pues en ese caso, que te quiten lo bailao, y como tú muy bien decías  antes, “de algo habrá que morirse ¿no?”.

viernes, 25 de junio de 2021

Por caridad (Dos mendigos)

    ¿Qué nos dicen desde su mutismo estos “dos mendigos en las afueras de un pueblo”, pintados por David Teniers el Joven? Son dos indigentes que piden limosna “por Dios”: pordioseros que apelan a la caridad, convertida en una virtud por el cristianismo, que la hermana con la fe y la esperanza, formando las tres llamadas virtudes teologales, de las que San Pablo en la carta primera a los corintios, afirma que la más grande de las tres es la caridad. 
 
Dos mendigos en las afueras de un pueblo, David Teniers el Joven (1610-1690)
 
     El término griego ἀγάπη (agápe), que es el original paulino, se vertió al latín como caritas, y este a su vez se ha vertido al español como “caridad”, así, por ejemplo en la traducción citada de la Biblia que manejo que es la de Nácar-Colunga. Sin embargo, hay quien traduce el término caritas legítimamente por “amor”: Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, el amor; pero la más excelente de ellas es el amor
 
    No es ningún disparate: Según Corominas, el término “caridad” entró en castellano, tomado directamente del latín caritate(m), hacia el año 1140. El significado latino es, efectivamente, amor, relacionado como está con el adjetivo carus -a -um “querido, amado”.  La caridad, interpretada como amor al prójimo, es término que ya ha quedado un tanto obsoleto y recluido prácticamente a la sacristía, por lo que ha perdido su barniz religioso y se ha convertido en la laica y moderna solidaridad: un comportamiento altruista, opuesto en principio al egoísmo que sólo mira por su propio beneficio. 
 
     Una traducción más moderna y laica de esta sentencia paulina debería decir, sin embargo: Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, la solidaridad; pero la más excelente de ellas es la solidaridad.  
 
    Pero el altruismo de la solidaridad o la caridad o el amor y el egoísmo no están tan divorciados como puede parecer a simple vista, sino que, por el contrario, son un matrimonio muy bien avenido. Forman una pareja perfecta como las dos caras de la misma moneda que son. El que ayuda al necesitado dándole, por ejemplo, una limosna obtiene el beneficio interior de la satisfacción egoísta, en el sentido de que espera que Dios se lo pagará, porque lo hace por el amor de Dios, o que, al menos, la sociedad laica y humanitaria se lo reconocerá aceptándolo entre los elegidos como uno de sus miembros predilectos. 
  

    Los dos mendigos, volviendo a ellos, con su silencio y con su mirada nos están diciendo: Hemos heredado todo lo que tenemos, todo aquello que vosotros poseéis y de lo que nosotros carecemos. O mejor aún: Nuestras pertenencias, que son lo que veis, es lo que nosotros hemos heredado, nuestra herencia son todas nuestras carencias. Dos pobres hombres que, a su modo, nos recuerdan como Proudhon, el anarquista: La propiedad es un robo.
 
    Ellos son los desheredados, los expropiados, los parias de la tierra, famélica legión, los desahuciados, los excluidos que llevan consigo todas sus escasas o nulas pertenencias. No tienen un techo que los proteja de las inclemencias del tiempo. Ni un hogar que los acoja: son homeless en la lengua del Imperio. Son "sin techo" en la nuestra.  Su techo es el cielo. Pero el cielo mismo, se preguntan más de una vez mirando las nubes pasar por el día delante de sus ojos o las estrellas que titilan en la fría bóveda de la noche, ¿tiene techo propiamente dicho? Ellos no lo tienen.
     

jueves, 24 de junio de 2021

De las intervenciones no-farmacológicas (y II)

    La pandemia ha sido la coartada perfecta para librar una guerra psicológica mundial sin precedentes de lo de Arriba, el binomio Estado-Capital, lo que podemos denominar las Élites según la retórica al uso de la nueva terminología, o sea los "elegidos", bien porque se hayan autoproclamado así ellos mismos o bien porque hayan sido designados por el trampantojo democrático, contra el pueblo, contra la gente de a pie que anda por aquí abajo, bajo la excusa de implantar un Nuevo Orden Mundial, o, más modestamente, una solución al problema que han creado para aplicar la solución.

    No se trata de una guerra con armas convencionales como las desplegadas a lo largo de la historia hasta la fecha, sino de una nueva y no menos perniciosa modalidad bélica de guerra psicológica establecida en el alma de las personas, que se ve desgarrada también en un Arriba que ordena y manda (el Super Yo) y un Abajo que se somete (el Ello). Desde un primer momento ha resonado en todos los idiomas la palabra “guerra”, una guerra que tenía la connotación de justa y lícita, más que ninguna otra habida o por haber, porque se trataba de salvar vidas para la causa.

    Nadie discutió que la causa de la nueva enfermedad nunca antes vista era un virus, ese latinajo que significa “veneno”. Todo el mundo se creyó el cuento del virus y lo declaró culpable, siguiendo la estela de Louis Pasteur. El enemigo era un demonio patógeno maléfico, un monstruo ubicuo, como Dios, que estaba en todas partes en general y en ninguna en particular. Era invisible. No podía verse a simple vista. Hacía falta un microscopio. Y no uno cualquiera. Uno electrónico. No valía cualquier lupa. Y además hacía falta una fe macroscópica para declarar que lo que se veía allí era el virus coronado de espinas. Era un dogma indiscutible. No cabía ninguna duda. La duda se quedó fuera, reducto negacionista. Pero el veneno podía estar dentro de nosotros mismos, ignorantes.

 

     Las palabras de todos aquellos que expresaban una duda sobre la versión oficial fueron censuradas y tachadas de irresponsables desde el principio. Sin embargo, nadie cuestionó la creación de la pandemia. Salieron a relucir la falta de camas de los hospitales, la privatización de la sanidad pública, el colapso de las UCIs, el origen del virus, si era natural o artificial, su modo de transmisión aéreo o por fómites, el contagio, la segunda ola después del verano...

    Poco se discutieron las medidas adoptadas por los gobiernos y apremiadas por lo urgente de la situación: las intervenciones no- farmacológicas. Las medidas se sentían como males necesarios o menores: el confinamiento, la distancia física o social, como preferían otros, los gestos de barrera, el uso obligatorio de mascarillas, las pruebas de detección del virus, el rastreo, el uso de aplicaciones digitales... Y resulta que son esas medidas las armas que han matado a la gente, muerta en vida, y no el presunto virus en esta guerra sin cuartel, sobre todo en el ámbito psicológico, pero lo psicológico es parte de lo biológico, no puede desgajarse de lo somático. El alma es una parte del cuerpo, que somatiza sus problemas. De alguna manera toda enfermedad es psicosomática y orgánica, en cuanto que la psique es un órgano corporal, o, mejor dicho, el alma es la conciencia que tenemos de nuestro propio cuerpo.

     Pero hay que plantearse, como en cualquier investigación policial de una muerte sospechosa que quiera descubrir al asesino, cuál es el móvil y quién se beneficia del crimen... Los principales beneficiarios y ganadores de esta pseudopandemia son los más poderosos financieramente, así como los gobiernos cuyos poderes discrecionales y de control se han incrementado considerablemente, reduciendo drásticamente el ejercicio de la libertad de las personas. Hay una frenética competición entre los laboratorios farmacéuticos más poderosos para ganar el premio gordo sobre una clientela de siete mil millones de consumidores.


    Esta guerra contra la gente es un crimen de lesa humanidad. No estábamos ante la vieja peste bubónica, como temían algunas almas cándidas y melindrosas. Las auténticas pestes, además de las NPI,s citadas, han sido las siguientes, que no hae falta citar, pero lo digo como lo siento y como creo que lo siente cualquiera con el corazón en la mano: la sobre-mediatización del espectáculo pandémico y sus supuestas consecuencias catastróficas que genera sentimientos paranoicos y comportamientos fóbicos; la somatización de los sentimientos de culpabilidad, que conducen a enfermedades cardiovasculares y suicidios;  el miedo a morir de los que son portadores del virus, porque han resultado positivos, como si estuvieran apestados o endemoniados, o están enfermos, y la estigmatización de quienes se niegan a cumplir unas órdenes que consideran injustas e irracionales; la propaganda agresiva de que dar un beso a la abuela iba a llevarla a su lecho de muerte. Es difícil imaginar mayor violencia que convertir un gesto de amor en una muerte fingida. 

    Algún Jefe de Estado ha habido que ha llegado a decir que había que mantener los "gestos de barrera para protegernos los unos de los otros", en lugar de decir "...los unos a los otros".  No se sabe si era un lapsus linguae, o la cruda realidad. "Sean solidarios, no se reúnan". Se han oído muchos discursos paradójicos del tipo: "Si amas a tus seres queridos, aléjate de ellos". Estas proclamas, multiplicadas hasta la saciedad, crean una disociación cognitiva que impide cualquier análisis racional y lógico de la situación.

    La auténtica peste ha sido que han creado el problema del caos para imponer la solución de restablecer el orden, provocado el incendio para, acto seguido, apagarlo y salvarnos de las llamas, creado la enfermedad para vendernos el remedio. 

 


    Hoy no sería impúdico denunciar en voz alta y clara un régimen que prepara el totalitarismo o una dictadura. Ha triunfado el divide y vencerás: Operación exitosa por el momento en los grupos de amigos y en las propias familias: los desgarros se han consolidado en el cuerpo social entre los pro- y los anti-mascarillas, entre los pro- y los anti-encierro, entre los pro- y los anti-vacunas ahora... 

    Así que sí, la segunda ola reclamada por los gobiernos y los comités de expertos científicos está aquí, pero no tiene nada que ver con un virus, excepto por su dudosa detección mediante una prueba de resultados más que dudosos. La segunda y tercera y cuarta y enésima olas y variantes están aquí creadas desde cero por las medidas patógenas que las autoridades sanitarias han impuesto a la población. La constante y desconcertante variedad de síntomas y enfermedades que observan los sanitarios revela que estamos ante un ser como Proteo, que cambia constantemente de forma escapando de cualquier definición.

    ¿Qué se puede hacer? ¿Cuáles son las soluciones? Yo no tengo ninguna solución, desde luego. Las soluciones las plantean los que proponen los problemas.  Pero se me ocurre que, por lo pronto, podríamos liberarnos de todas las restricciones que nos imponemos a nosotros mismos, organizar fiestas para festejar el fin del invierno y la llegada del verano, por ejemplo al modo de las hogueras de san Juan donde quemar las mascarillas, pero no sólo eso, también la distancia de seguridad que pretende sustituirlas. Habría que organizar hogueras donde quemar los miedos que nos han inculcado, para lo que no hace falta esperar a la noche mágica del solsticio de verano, sino que se puede hacer en cualquier momento, aquí y ahora mismo, por ejemplo... Y en poco tiempo ya nos sobrarán camas en los Hospitales y en las Unidades de Cuidados Intensivos. Y también Hospitales.

miércoles, 23 de junio de 2021

De las intervencionens no-farmacológicas (I)

    La OMS declaró la pandemia, una fake pandemia o pseudopandemia. Modificó la definición del término, adecuando la realidad a la idea previa, para lo que prescindió de una de las notas definitorias y características del concepto, que era el alto índice de letalidad, a fin de poner en práctica los protocolos elaborados a propósito. Un propósito totalitario oculto detrás de una falsa alarma, como han denunciado algunos científicos críticos.

    Esos protocolos previamente diseñados y denominados Non-Pharmaceutical Interventions, abreviado NPI,s en la lengua del Imperio, Intervenciones No-Farmacológicas en la nuestra, están diseñados con el objetivo de imponerse a toda la población, ya que “todo” es precisamente lo que quiere decir el prefijo griego “pan”, aplicado al conjunto del “demos”, o sea el pueblo, la gente, los de abajo. 

   Lo(s) de Arriba, y lo(s) de abajo.

    Es difícil determinar si se ha aprovechado una oportunidad en el sentido del refrán a río revuelto, ganancia de pescadores, o si hay una verdadera intención, alevosía y premeditación en la instrumentalización de esta epidemia de gripe estacional que afecta a las poblaciones del mundo todos los años en la misma época. La del año pasado recibió desde el primer momento un protagonismo especial, como una estrella rutilante del mundo del espectáculo. Toda la atención se centró inevitablemente en el evento anunciado. Era difícil no sustraerse al espectáculo de algo que era objeto de la máxima expectación.

    Cuando el susodicho organismo que dice velar por nuestra salud declara la pandemia universal, no estábamos más que ante el comienzo de la epidemia anual que llegaba al hemisferio norte con un pequeño retraso. Pero la palabra pandemia era tan grave que por sí sola bastó para conjurar una ansiedad, igual que la mención de “que viene el coco” a los niños asustadizos que no quieren comer. Esta preocupación se convierte rápidamente en pánico, el terror que sembraba el dios Pan cuando era despertado bruscamente de su siesta en el bosque, un terror tan intenso que hizo que algunos exclamasen: Aquí no se salva ni Dios, vamos a morir todos si no hacemos algo, sea lo que sea, para evitarlo.

     Las intervenciones no-farmacológicas suelen definirse como las acciones fomentadas desde arriba encaminadas a mitigar la propagación de una enfermedad que puede afectar en teoría a toda la población, excluidas la vacunación y los tratamientos médicos, que serían propiamente PI,s, es decir, intervenciones farmacológicas. El afán totalitario de las NPI,s consiste en estar dirigidas, más que a las personas enfermas, a las que gozan de buena salud, y sobre todo a ellas, en previsión de futuros males catastróficos.

    El problema de esta definición negativa es que camufla la positividad que hay detrás de ella. Si estas intervenciones no son farmacológicas ni médicas, ¿qué son entonces? Está claro que political interventions: intervenciones políticas. 

 

    
    Se basan en el argumento de que la salud es un valor denominado “sanidad” por el Estado, superior a la libertad, y eso hay que denunciarlo porque no es cierto. La salud es un bien que se tiene o no se tiene, pero no puede considerarse un valor comparable a la libertad, que no se alcanza propiamente nunca porque los valores son en verdad aspiraciones, nunca posesiones como la belleza o la riqueza, que son bienes materiales.

    Si consideramos la salud un valor, es decir, una aspiración, resulta que, como consecuencia de eso, nos estamos declarando todos enfermos potencialmente, porque anhelamos algo que estamos proclamando que no tenemos o que, si lo tenemos, se nos amenaza gravemente con la espada de Damoclés sobre nuestras cabezas de arrebatárnoslo, y por lo tanto pasamos como destinatarios a ser ya objeto indiscutible de todas las NPI,s que quieran imponernos. 

 

    Dada la creencia en que la causa de la enfermedad es el virus y dada su novedad, -concepto extraño por aquello del nihil novum sub Sole, pero que ha resultado exitoso-, se supone que la humanidad no tiene desarrollada todavía una inmunidad contra él, lo que hace posible que el virus se propague rápidamente. En conclusión las NPI,s o intervenciones no farmacológicas según la doctrina del organismo mundial que dice velar por nuestra salud son la mejor manera de controlar una enfermedad que aún no se ha desencadenado, siempre futura como nuestra propia muerte, cuando no hay vacunas disponibles ni tratamientos médicos curativos.

    Pero el ataque de un enemigo vírico o bacteriano sólo tiene éxito, un exitus letalis, cuando el organismo en el que se instala está deteriorado, como nos advirtió Antoine Béchamp, que se opuso a Pasteur razonando al contrario: "Un organismo debe estar enfermo para que se cree y se multiplique un microbio". Y como han dejado traslucir los medios masivos de información cuando reportaban que algún fallecido tenía, además del sambenito del virus, una provecta edad complicada con obesidad, afecciones cardiovasculares, diabetes del tipo 2 o cualquier otra enfermedad concomitante... Por eso se puede decir sin gran escándalo científico que el presunto virus no ha matado a nadie por sí mismo... Pero hemos preferido consagrar al inventor de la leche pasteurizada y de las vacunas a la mayor gloria de la industria farmacéutica que está detrás.

    La crítica que se hace aquí del carácter políticamente totalitario de las NPI,s no debe entenderse como una defensa de las PI,s., es decir, que no por criticar las intervenciones no-farmacológicas estamos abogando por las intervenciones médicas o farmacológicas tales como la vacuna o los tratamientos existentes. No es eso, claro está. Las intervenciones farmacológicas o médicas son de dos tipos: preventivas, como las vacunas, o curativas cuando aplican un tratamiento a una enfermedad.

 


    Una diferencia importante entre las intervenciones no-farmacológicas y las farmacológicas es que estas últimas exigen un consentimiento informado: cuando se le va a aplicar un tratamiento a alguien, ya sea profiláctico o curativo, debe ser informado previamente de los riesgos que corre y dar su consentimiento individual firmado. Las intervenciones no-farmacológicas, en cambio, son medidas colectivas y totalitarias que no requieren el consentimiento de los pacientes, que pasan a ser todas las personas que gozan de buena salud, ya que se consideran enfermos en potencia aristotélica.

martes, 22 de junio de 2021

In tech we trust

    Si nos fijamos atentamente en la visionaria portada de la revista "The economist" correspondiente a la semana del 4 al 18 de mayo de 2021, cuya fotografía se adjunta, veremos el simbolismo de la nueva y futura moneda mundial digital o numérica, si se prefiere esta otra denominación.

    Entre otros símbolos tradicionales heredados del dólar norteamericano, encontramos que la divisa in God we trust de los billetes de dólar ha sido sustituida por in tech (i.e. in technology) we trust

    Se cambia el nombre común ascendido a nombre propio de Dios (in God) por la nueva divinidad vicaria que cumple sus funciones (in tech), la tecnnología, en las futuras govcoins o monedas digitales emitidas por los Bancos Centrales. Pero en el fondo hay algo que no ha cambiado, la misma fe (we trust). 

     Cambian las formas del dinero; aunque deje de usarse el efectivo, se usa el ideal y espiritual, que es mucho más cómodo, reducido a entidades numéricas matemáticas, y permanece inalterable y efectivamente la confianza, que es fe, despositada en él, de sus usuarios. Esa fe inquebrantable que mueve montañas hace que el dinero siga siendo el creador y destructor en el mismo acto de creación del mundo, el demiurgo que siempre ha sido, pero dotado ahora de una inmaterialidad incombustible. 

 


lunes, 21 de junio de 2021

Mensajería estampada



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Detectan brote de virus coronado en cárcel de Valparaíso y decretan la cuarentena de los internos, que son, huelga decirlo, los presos: el colmo de los colmos.

Han creado el problema del caos para imponer la solución de restablecer el orden, provocado el incendio para, acto seguido, apagarlo y salvarnos de las llamas.

No sé si lo habré entendido bien, pero ¿van a reabrir las fronteras que habían desaparecido entre los países de la Unión Europea por lo del pasaporte vacunal?

Se había enamorado perdidamente de los egipcios, cuyos genitales eran como los de un asno y su semen como el de un caballo. (Ezequiel 23:20, libro de la Biblia).

Los líderes del G7 no  necesitan mascarillas en el exterior ni guardar distancias de seguridad. Nosotros tampoco, ay, mas a la fuerza ahorcan, reza el refranero. 

La epidemia viralizada en pandemia por arte de birlibirloque se equipara ya a endemia que reina, coronada, en el interior del alma de uno mismo y del sistema.

El presidente publica en su red social: Hoy he recibido la primera dosis. Y acompaña la noticia con la foto del evento eucarístico de su primera comunión.

Ante la coacción efectiva del Estado de Hecho, hay algunos anarcos que, volviéndose paladines de la constitución, reclaman la aplicación del Estado de Derecho
 
"No pienso quitarme la mascarilla. Me siento desnuda".  El miedo al contagio sigue presente en las almas y no cesará hasta que esté toda la población inmunizada.


domingo, 20 de junio de 2021

"Vacúname otra vez"

No sé si recordarán (los más viejos quizá sí, los mileniales nacidos en el nuevo milenio seguro que no) el escándalo político que se organizó en el año del Señor de 1997 a cargo del Presidente del Congreso de los Diputados y Diputadas, un tal Trillo vacunando a sus hijos de la meningitis C y saltándose los protocolos para acceder a las vacunas con la utilización de su coche oficial para ir a buscarlas... 

 Con motivo de aquel incidente, Nino Montana hizo una parodia satírica titulada “Vacúname otra vez”, que era una versión de la canción “Ven, devórame otra vez” del portorriqueño Lalo Rodríguez, con letra del dominicano Palmer Hernández, que se oía mucho por aquel entonces en la versión sobre todo de Azúcar Moreno entre nosotros. La letra original de la canción aportaba a la salsa un componente erótico muy acentuado. Una de las gracias de la parodia es el simbolismo fálico de la jeringuilla.
 
He aquí el vídeo de Nino Montana, que va alcanzando más gracia según avanza la actuación hasta el apoteósico final:
 
 
Modificándole la letra y adaptándola a la situación actual en que la vacunación de la mayoría democrática de la población se ve como única (falsa) salida de la crisis sanitaria, podemos a su vez hacer una parodia de aquella parodia con su mismo ritmo salsero:
 
    Yo no sé por qué algunos critican, si es lo más normal, / comulgar con la santa vacuna, como es natural. / Conque venga, no se me demore, no lo piense usted, / pida cita para que le inyecten y arremánguese. 
 
    Que el Gobierno y la tele predican a la población / que no existe el más leve motivo de preocupación. / Mi vecino ya se inoculó / y hasta al loro se lo vacunó. / Y mi abuelo y mi madre, y la tía Isabel / y un cuñado que tengo en Teruel. 
 
    Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez / en el brazo o la nalga y, si quieres, / ponme dosis hasta en el carné. / Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez / que aunque tengan efectos adversos, / algo bueno tendrán que tener. 
 
    Impacientes algunos no pueden, qué exageración, / esperar que les llegue su turno de vacunación, / y se quieren colar de rondón, / y no muestran mucha educación. / Están locos de atar, / y se van a matar / por dejarse chutar la inyección. 
 
 
    Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez, / que me quede bien inmunizado, / a la una, a las dos y a las tres. / Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez, / que por más veces que me la metas / encantado estaré de volver. 
 
    La vacuna es la hostia bendita, pan espiritual, / lo que va a devolvernos la vida, en carne mortal. / Si nos sube la fiebre un montón / y los trombos a todo meter, / es por el subidón / de nuestra salvación: / ya podemos morirnos después. 
 
    Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez. / Han comprado millones de dosis, / no se van a quedar sin poner. / Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez. / Pónsela a viejos, jóvenes, niños, / y al que no quiera, a ese también. 
 
    Ven, vacúname otra vez, vacúname otra vez, / de la covi, del sida, del cáncer, / de la peste futura, y amén. / Vacúname otra vez, vacúname otra vez, / para que el pasaporte a la Gloria / telemático y verde me den.