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martes, 29 de junio de 2021

El quinto jinete del Apocalipsis

    Apocalipsis es voz griega que significa descubrimiento. Se denomina así al último libro del Nuevo Testamento de la Biblia escrito por Juan evangelista en la isla griega de Patmos, donde tuvo una visión reveladora -de ahí el término apocalíptico- de lo que sería el fin del mundo -y de aquí la connotación tremebunda de "situación catastrófica, ocasionada por agentes naturales o humanos, que evoca la imagen de la destrucción total" que otorga al término la docta Academia
 
    Así pintó Hans Memling a Juan el evangelista recibiendo la revelación. En el primer plano de la visión de Juan pueden verse los cuatro jinetes del apocalipsis:

   Juan recibiendo la revelación, Hans Memling (1433-1494)

    Buñuel, clarividente, dejó escrito en alguna parte que la Información era el quinto jinete del Apocalipsis que no acertó a ver el evangelista, y que era el que se iba a tragar a todos los demás. Y acertó. ¿Qué iba a ser, en efecto, de los otros cuatro jinetes apocalípticos sin la Información? ¿Qué habría sido del caballo blanco cabalgado por la Victoria, del rojo de la Guerra, del negro del Hambre y del pálido montado por la Muerte sin los medios de comunicación que constantemente nos bombardean con las tropelías de los otros jinetes: las victorias relativas que hay en el mundo, los derramamientos de sangre en esas guerras que ahora se denominan "misiones humanitarias" con lenguaje políticamente corregido, las hambrunas y, en definitiva, las muertes y pestes de los hombres?

 Apocalipsis, Viktor Anetsov (1887)

    Los cuatro jinetes del Evangelio no son nada sin el más apocalíptico o revelador de todos ellos: los medios de formación de masas, según la denominación de Agustín García Calvo. Los mass media, en la lengua del Imperio, serían el cuarto poder, el único poder, una vez que ejecutivo, legislativo y judicial, que son los tres poderes clásicos del Estado que distinguió Montesquieu, han demostrado su radical impotencia, frente al poder del dinero, que se ha revelado como el único Dios verdadero que a la vez que crea el mundo lo destruye en el mismo acto de la creación. De los tres poderes fácticos: iglesia, ejército y banca... sólo queda como tal la banca, que, pase lo que pase, siempre gana y no se declara nunca en bancarrota. La iglesia ha sido sustituida por la Ciencia, la nueva religión. Y el ejército es lo que ahora se llama, con denominación más amplia y rimbombante, "Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado", incluyendo las distintas policías y la Guardia Civil, así como las tropas de tierra, mar y aire, de carácter profesional y permanente, al servicio de las administraciones públicas para el mantenimiento de la idea de seguridad en detrimento de la libertad.

    Los media, que ya no son sólo la prensa escrita en el papel y lo que sale, o nos echan como dice la gente, por la tele sino lo que aparece en nuestras pantallas individuales, vía internet,   son el cuarto poder. Los media nos informan, crean el fantasma de la opinión pública o mainstream, es decir, conforman nuestras opiniones políticas idiotizándonos, nos manipulan e inoculan el miedo, a fin de que nos acostumbremos a malvivir con él, o, lo que es lo mismo, para que no vivamos y nos limitemos de ese modo sólo a existir.

    Pero algo de rebeldía contra el orden establecido que nos condena al consumo masivo de información terrorista late todavía acaso en nuestros corazones. Hace tiempo que no reivindicamos ya como los cristianos bienintencionados pero errados que se dispense un trato humanitario a los esclavos, sino la abolición efectiva de toda forma de esclavitud de una vez por todas. Y es que con el paso del tiempo, los esclavos se convirtieron en siervos,  y los siervos en empleados -eufemismo que oculta la verdad, y la verdad es que sólo han cambiado las denominaciones, pero que perdura inalterable lo esencial de las cosas hasta el fin de los tiempos. Tampoco reivindicamos una información veraz, en estos tiempos de fake news, sino la desintoxicación de todo tipo de informaciones que nos impidan ver la falsedad de la realidad del mundo.

 Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Beato de Liébana (circa 798)