miércoles, 23 de junio de 2021

De las intervencionens no-farmacológicas (I)

    La OMS declaró la pandemia, una fake pandemia o pseudopandemia. Modificó la definición del término, adecuando la realidad a la idea previa, para lo que prescindió de una de las notas definitorias y características del concepto, que era el alto índice de letalidad, a fin de poner en práctica los protocolos elaborados a propósito. Un propósito totalitario oculto detrás de una falsa alarma, como han denunciado algunos científicos críticos.

    Esos protocolos previamente diseñados y denominados Non-Pharmaceutical Interventions, abreviado NPI,s en la lengua del Imperio, Intervenciones No-Farmacológicas en la nuestra, están diseñados con el objetivo de imponerse a toda la población, ya que “todo” es precisamente lo que quiere decir el prefijo griego “pan”, aplicado al conjunto del “demos”, o sea el pueblo, la gente, los de abajo. 

   Lo(s) de Arriba, y lo(s) de abajo.

    Es difícil determinar si se ha aprovechado una oportunidad en el sentido del refrán a río revuelto, ganancia de pescadores, o si hay una verdadera intención, alevosía y premeditación en la instrumentalización de esta epidemia de gripe estacional que afecta a las poblaciones del mundo todos los años en la misma época. La del año pasado recibió desde el primer momento un protagonismo especial, como una estrella rutilante del mundo del espectáculo. Toda la atención se centró inevitablemente en el evento anunciado. Era difícil no sustraerse al espectáculo de algo que era objeto de la máxima expectación.

    Cuando el susodicho organismo que dice velar por nuestra salud declara la pandemia universal, no estábamos más que ante el comienzo de la epidemia anual que llegaba al hemisferio norte con un pequeño retraso. Pero la palabra pandemia era tan grave que por sí sola bastó para conjurar una ansiedad, igual que la mención de “que viene el coco” a los niños asustadizos que no quieren comer. Esta preocupación se convierte rápidamente en pánico, el terror que sembraba el dios Pan cuando era despertado bruscamente de su siesta en el bosque, un terror tan intenso que hizo que algunos exclamasen: Aquí no se salva ni Dios, vamos a morir todos si no hacemos algo, sea lo que sea, para evitarlo.

     Las intervenciones no-farmacológicas suelen definirse como las acciones fomentadas desde arriba encaminadas a mitigar la propagación de una enfermedad que puede afectar en teoría a toda la población, excluidas la vacunación y los tratamientos médicos, que serían propiamente PI,s, es decir, intervenciones farmacológicas. El afán totalitario de las NPI,s consiste en estar dirigidas, más que a las personas enfermas, a las que gozan de buena salud, y sobre todo a ellas, en previsión de futuros males catastróficos.

    El problema de esta definición negativa es que camufla la positividad que hay detrás de ella. Si estas intervenciones no son farmacológicas ni médicas, ¿qué son entonces? Está claro que political interventions: intervenciones políticas. 

 

    
    Se basan en el argumento de que la salud es un valor denominado “sanidad” por el Estado, superior a la libertad, y eso hay que denunciarlo porque no es cierto. La salud es un bien que se tiene o no se tiene, pero no puede considerarse un valor comparable a la libertad, que no se alcanza propiamente nunca porque los valores son en verdad aspiraciones, nunca posesiones como la belleza o la riqueza, que son bienes materiales.

    Si consideramos la salud un valor, es decir, una aspiración, resulta que, como consecuencia de eso, nos estamos declarando todos enfermos potencialmente, porque anhelamos algo que estamos proclamando que no tenemos o que, si lo tenemos, se nos amenaza gravemente con la espada de Damoclés sobre nuestras cabezas de arrebatárnoslo, y por lo tanto pasamos como destinatarios a ser ya objeto indiscutible de todas las NPI,s que quieran imponernos. 

 

    Dada la creencia en que la causa de la enfermedad es el virus y dada su novedad, -concepto extraño por aquello del nihil novum sub Sole, pero que ha resultado exitoso-, se supone que la humanidad no tiene desarrollada todavía una inmunidad contra él, lo que hace posible que el virus se propague rápidamente. En conclusión las NPI,s o intervenciones no farmacológicas según la doctrina del organismo mundial que dice velar por nuestra salud son la mejor manera de controlar una enfermedad que aún no se ha desencadenado, siempre futura como nuestra propia muerte, cuando no hay vacunas disponibles ni tratamientos médicos curativos.

    Pero el ataque de un enemigo vírico o bacteriano sólo tiene éxito, un exitus letalis, cuando el organismo en el que se instala está deteriorado, como nos advirtió Antoine Béchamp, que se opuso a Pasteur razonando al contrario: "Un organismo debe estar enfermo para que se cree y se multiplique un microbio". Y como han dejado traslucir los medios masivos de información cuando reportaban que algún fallecido tenía, además del sambenito del virus, una provecta edad complicada con obesidad, afecciones cardiovasculares, diabetes del tipo 2 o cualquier otra enfermedad concomitante... Por eso se puede decir sin gran escándalo científico que el presunto virus no ha matado a nadie por sí mismo... Pero hemos preferido consagrar al inventor de la leche pasteurizada y de las vacunas a la mayor gloria de la industria farmacéutica que está detrás.

    La crítica que se hace aquí del carácter políticamente totalitario de las NPI,s no debe entenderse como una defensa de las PI,s., es decir, que no por criticar las intervenciones no-farmacológicas estamos abogando por las intervenciones médicas o farmacológicas tales como la vacuna o los tratamientos existentes. No es eso, claro está. Las intervenciones farmacológicas o médicas son de dos tipos: preventivas, como las vacunas, o curativas cuando aplican un tratamiento a una enfermedad.

 


    Una diferencia importante entre las intervenciones no-farmacológicas y las farmacológicas es que estas últimas exigen un consentimiento informado: cuando se le va a aplicar un tratamiento a alguien, ya sea profiláctico o curativo, debe ser informado previamente de los riesgos que corre y dar su consentimiento individual firmado. Las intervenciones no-farmacológicas, en cambio, son medidas colectivas y totalitarias que no requieren el consentimiento de los pacientes, que pasan a ser todas las personas que gozan de buena salud, ya que se consideran enfermos en potencia aristotélica.

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