Una escultura llamada “Io sono” (yo soy, en italiano) del artista plástico Salvatore Garau fue subastada en Milán el pasado 18 de mayo en la Galería Art-Rite por 14.820 euros exactamente. Hasta aquí nada raro que se aleje de lo habitual, salvo cuando se nos dice que la obra escultórica en cuestión es inmaterial.
El artista italiano explica que ya hace años que trabaja con esculturas invisibles pero que sólo ahora ha decidido "exponerlas" porque son la perfecta metáfora de los tiempos que estamos viviendo.
El catálogo de la casa de subastas presentaba así la obra de de este artista contemporáneo: «"Io Sono" es una escultura inmaterial para instalar en una habitación privada, en un espacio libre de obstáculos». Las dimensiones son de aproximadamente un metro y medio por un metro y medio, detalle importante para que el comprador sepa dónde puede caberle y colocarla.
La pieza sólo puede ser vista por el artista en su cabeza, que explica, por su parte: «El vacío no es más que un espacio lleno de energía, y aunque lo vaciemos y no quede nada, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, esa nada tiene un peso. Por tanto, tiene energía que se condensa y se transforma en partículas, es decir, en nosotros»
¿Qué ha comprado el comprador de esta obra invisible con dinero bien visible, contante y sonante digitalmente hablando? Ha adquirido el concepto de "obra de arte", de la que posee un certificado de autenticidad, y un título que le hará pensar: Io sono, yo soy... ¿qué soy yo? ¿quién soy yo? Y podrá imaginar a su gusto la respuesta.
En febrero pasado, Salvatore Garau había realizado ya otra obra invisible llamada “Buda en contemplación". Podemos imaginarnos, por ejemplo, un Buda sentado en la postura del loto... Para los que no lo creen si no lo ven, he aquí la prueba irrefutable del vídeo (palabra latina que precisamente significa “yo veo”). Y ¿qué es lo que vemos? Que la escultura de Buda es invisible. O sea que su presencia brilla por su ausencia, pero no porque no exista, que sí existe y de hecho cotiza como obra de arte, sino porque sólo existe, como el amigo imaginario de la infancia, en nuestra fantasía.
En el vídeo yutubiano sólo se ve un cuadrado blanco dibujado en el suelo que señala el emplazamiento exacto de la obra fantasmagórica, delante del mítico teatro Scala de Milán.
Salvatore Garau, el artista invisible, ha presentado también otra obra inmaterial que no se puede ver pero sí imaginar en Nueva York, titulada "Afrodita llora" en frente del Federal Hall y no muy lejos del New York Stock Exchange, donde permanecerá para siempre. Nos preguntamos por qué llora esta Afrodita labrada y cincelada en la mente del artista. Llora, quizá, por la muerte de su querido Adonis, y podemos "ver" la escena que representa esta obra de arte abstracto y contemporáneo, cuyo título necesitamos conocer, como el de tantísimas otras obras modernas, para saber qué demonios representa y comprenderla.
Pero los proyectos de este genial escultor que trabaja con la materia plástica de sus sueños en el terreno de nuestra imaginación no se acaban ahí. Ya ha recibido propuestas de otras ciudades del mundo. Confiesa que quiere exponer siete esculturas invisibles en otras tantas ciudades, habida cuenta del simbolismo significativo del número siete.
Mamma mia, se non lo vedo non ci credo!
Con los dividendos obtenidos siempre podrá comprarse como complemento para esas "GAFAs" que utiliza (opacas y vaciantes), siete perros lazarillos, uno para cada día de la semana a los que puede bautizar como lunes, martes y así sucesivamente, y un bastón para invidentes con sensor de alta tecnología que transforme a este "figura" en una infografía andante, generando envidia y sirviendo de modelo para los imbéciles modernos, vacíos e insaciables, que comulgan con el arte
ResponderEliminarComo buenos coleccionistas de arte moderno y contemporáneo, todos podemos poseer varias esculturas inmateriales y varios lienzos invisibles, algunos de un valor incalculable. Como no se puede demostrar la inexistencia de hadas, dioses y demonios, duendes, extraterrestres, gnomos y demás seres fantásticos, algunos deducen de ahí que tienen que existir aunque no haya más prueba positiva que la falta de evidencia negativa. Mundo de locos.
ResponderEliminar