lunes, 14 de junio de 2021

De la covidiotez como covidiotismo

No estoy de acuerdo yo con la docta Academia que adapta el anglicismo covidiot a la lengua de Cervantes como covidiota y lo define así: [Persona] Que se niega a cumplir las normas sanitarias dictadas para evitar el contagio de la covid. Y se queda tan ancha y tan pancha. No estoy de acuerdo con la definición. Es verdad que el terminacho fue inventado por periodistas norteamericanos como insulto para ofender a la gente que no se creía el relato oficial de la pandemia, pero puede volver como el bumerán hacia quien lo lanzó, y es lo que modestamente aquí voy a proponer.
 
El palabro es un calco estructural del inglés covidiot, voz atestiguada en la lengua de Shakespeare desde el año pasado en la prensa del Régimen, y consignada ya en el Oxford Advanced Learner's Dictionary (2020), lo que no extraña nada por la rapidez de los acontecimientos que se suceden de la noche a la mañana. Está fabricado como resultado de la suma de covid y de idiot. Y no hay que perder de vista que covid, a su vez, está creado ex nihilo a partir de la soldadura de tres términos corona, virus y disease, nombre este último de la enfermedad, por lo que significa "enfermedad del coronavirus" o, como preferimos algunos, "...del virus coronado". 
 
Parece que la palabra les viene como anillo al dedo a las autoridades académicas para describir en sintonía con las sanitarias a aquel que no cree en la declaración de la pandemia universal que proclamó solemnemente urbi et orbi la OMS y, como consecuencia, no practica -o se niega a cumplir como dice la docta institución- las normas sanitarias dictadas para evitar el contagio. 
 
Es decir se aplica el vocablo a los no creyentes y no practicantes, cuando lo lógico sería utilizarlo para describir a los creyentes y practicantes, porque no hay que perder de vista el significado del griego ἰδιώτης idiṓtēs, que es mucho más que un insulto similar a tonto o estúpido y el apelativo del que padece idiocia, que como término médico define la docta Academia del siguiente modo: Trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida
 
Si consultamos un diccionario de griego, veremos que su significado original es “particular”. Debe compararse, para entenderlo bien, con el término emparentado “idioma”, y los famosos idioms ingleses, o expresiones peculiares de una lengua que no se dan en las demás: un idioma en castellano era también en principio una particularidad de estilo y una locución de sentido especial, uso del que derivó el actual de “lenguaje propio de una nación”. 
 
Además en griego también significaba “privado” como opuesto a “público”, y “propio” contrapuesto a “común”, por ejemplo en Heraclito aparece la locución idíe phrónesis -pensamiento particular o ideas propias, diríamos nosotros- opuesto al logos xynós o razón común. Pero no perdamos de vista el significado popular de “tonto, necio, ignorante”, que es como habitualmente se usa el término, y preguntémonos quién es el tonto, si el que cree que las normas sanitarias que se han dictado son para evitar el contagio de la covid, como dice la docta Academia, o el que duda de su eficacia y las critica abiertamente e incluso se niega a cumplirlas.
 
Pongamos un ejemplo: el hecho de llevar mascarilla nasobucal en plena naturaleza, por ejemplo en la playa cuando uno no está aquejado de ningún síntoma que delate una enfermedad que pueda contagiar a los demás poniendo en peligro su vida. En este caso vemos enseguida que la covidiotez o el covidiotismo consiste más bien, dando la vuelta a la definición académica, en [Persona] Que cumple las normas sanitarias dictadas, que no aconsejadas, para evitar el contagio de la covid
 
La duda, y de ahí el escepticismo y la incredulidad, nace de dentro y de abajo, mientras que la creencia es algo que se nos impone (y nos imponemos) desde fuera y desde arriba, es decir, desde las Altas Instancias tanto del Poder como de uno mismo, por la necesidad que tenemos de creer en algo, da igual que sea en los Reyes Magos que en la socialdemocracia. 
 
¿Quién es más covidiota, por lo tanto? ¿Este hombre que se echa una siesta solo, en plena naturaleza, embozado con la mascarilla nasobucal, como las autoridades sanitarias mandan, aquellas que tienen la autoridad del gobierno pero no la del conocimiento?
 
 
¿O esta mujer, que hace lo mismo, pero desoyendo las normas sanitarias vigentes, como aconseja el sentido común?



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