viernes, 25 de junio de 2021
Por caridad (Dos mendigos)
martes, 22 de septiembre de 2020
(In)solidarios
El adjetivo “solidario” y el sustantivo “solidaridad” se oyen a todas horas por todas partes. Es relativamente reciente su incorporación a los diccionarios de las lenguas. En la lengua del Imperio, que influye sobre todas las demás, el término solidarity entró hacia 1829, tomado del francés solidarité con el significado de “comunión de intereses y responsabilidades, responsabilidad recíproca”, de una entrada de la Encyclopédie (1765), a partir del adjetivo solidaire con el significado de común a varias personas, de manera que cada una responde de todo, derivado de solide, propiamente “sólido, compacto”, y del latín jurídico in solidum (siglo XV) "para el todo".
Ya a finales del siglo XX, en 1980 se formó en Polonia un movimiento sindical importante que se llamó Solidarność, solidaridad en polaco, de raíz cristiana y contrario al gobierno comunista del país, cuyo líder Lech Wałęsa, apoyado por Karol Wojtyła, que más tarde se convertiría en papa con el nombre de Juan Pablo II, llegó a la presidencia del país. Este sindicato contribuyó notablemente a la caída del comunismo en la Europa del este.
Tanto solidario como solidaridad, pues, son términos que proceden del adjetivo latino solidus -a -um, que en principio significa “denso, consistente, entero, completo”, relacionado con el griego ὅλος, hólos, de donde nuestros holístico, holocausto y católico, con pérdida en castellano de la hache aspirada (cf. ing. catholic), y con el latín sollus “todo, entero” y saluus. Tanto el término latino como el griego derivan de la raíz indoeuropea *sol "entero", que en grado cero y con sufijo -u dio en latín salus, origen de nuestra salud, que etimológicamente sería "condición entera o sana".
La evolución del adjetivo solidus nos da por un lado el cultismo sólido, consolidar, solidario y demás, pero por la vía popular evoluciona a sueldo (solidum, solidu, sólido, soldo, sueldo), y a los verbos soldar y, con alteración fonética, saldar.
En latín tardío el solidus era el nombre de una moneda de oro, un ducado, porque era una moneda sólida, propiamente consolidada, a diferencia de las demás de escaso valor o de valor variable. En la Edad Media sueldo era el nombre de una moneda, que era la paga del ejército mercenario, que por eso se llama soldada y a los militares soldados. De ahí evolucionó a "paga del criado" y finalmente a "salario en general", como en la expresión asesinos a sueldo.
El término insolidario, con prefijo negativo in-, es decir que no es solidario o no actúa solidariamente, se puso bastante de moda con el auge de las oenegés u Organizaciones No Gubernamentales, que apelaban al sentimiento de solidaridad o cohesión de la gente para resolver los problemas del mundo al margen de los gobiernos, aunque las más de las veces subvencionadas por estos. Se puede considerar la apelación a la solidaridad como la versión laica de la caritas cristiana, una de las tres virtudes teologales junto a la fe y a la esperanza.
Con motivo del arresto domiciliario que se decretó en las Españas desde el 15 marzo hasta el ingreso en la Nueva Normalidad el 21 de junio de 2020, se oía mucho el adjetivo "insoldiario" como reproche que se hacía a todas aquellas personas que ponían en duda la necesidad de las medidas represivas tomadas -“implementadas” como decían ellos- por el gobierno o que se replanteaban la propia gravedad e incluso la definición de la “pandemia” que trataba de justificarlas, retorciendo el significado del término.
Solidaridad, en efecto, se define como apoyo a los demás, pero la solidaridad que, sin embargo, reclaman gobiernos y medios de manipulación de masas, era acatamiento y obediencia ciega, esgrimiendo el peregrino argumento de que “debíamos sacrificarnos para proteger a las personas más vulnerables”. Aquí vemos cómo la extorsión del lenguaje llegó a calificar de “solidaridad” lo que en realidad debería denominarse “sumisión, conformismo, acatamiento, obediencia ciega”, e “insolidaridad” a la rebeldía o cuestionamiento crítico de eso, es decir a lo contrario.
lunes, 10 de febrero de 2020
Mercadillo solidario
De alguna manera padecen el síndrome de Viridiana, aquella novicia santurrona, beata meapilas sin sangre en las venas a punto de ordenarse monja, atenta sólo a sus obras egoístas de caridad, que realiza por el único afán de salvarse personalmente y redimir así su alma individual, que retrató magistralmente Buñuel en una película inolvidable.