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martes, 5 de marzo de 2024

La guerra es tendencia esta temporada

    Después de dos años de guerra a gran escala en Ucrania, el fotógrafo británico Brett Lloyd “captura la resiliencia(!)  de la vida ucraniana actual”, según asegura, para la indecente revista Vogue, reflejando el lado amable de la guerra como si fuera el último grito de la moda entre los jóvenes de ambos sexos, y lo hace para que los no tan jóvenes, es decir, los viejos, nos vayamos preparando para lo que encima se nos viene.

    La edición ucraniana de primavera de dicha revista glamurosa presenta un extenso reportaje fotográfico, que idealiza así la vida de un país que lucha por su libertad, independencia y supervivencia, a las órdenes de un títere de Guásinton, un histrión NATO, nunca mejor dicho, cuyo nombre propio omito deliberadamente, retratando a una generación juvenil que no parece muy afectada por los desastres traumáticos y postraumáticos a los que les ha llevado la guerra que, como se sabe, es una continuación de la política por otros medios. Estos jóvenes que retrata parecen felices y contentos con la suerte  que les ha tocado, lo contrario de lo que cabría suponer.

     El reportaje se abre con la imagen amable de una chica sonriente en primera fila, la modelo ucraniana Karina Mazyar, seguida de cinco cadetes igualmente sonrientes en el liceo militar de Kiev, imagen que estiliza, embellece y hace romántica y no traumática la incorporación a filas de los jóvenes abocados a ser carne de cañón.

    El mentado fotógrafo retrata también a una auténtica heroína, Oksana Rubaniak, la joven de 21 años de larga trenza pelirroja, comandante de uno de los pelotones de las fuerzas terrestres de las fuerzas armadas de ese país, trabajadora en el ayuntamiento, poeta y activista, que se incorporó a filas y combatió con sus camaradas en los frentes de Bahmut, Vuhledar y Mariupol, fue herida cerca de Vuhledar en marzo de 2022, pero pronto volvió a las armas y a primera línea de combate desmelenándose.

 

     El reportaje pasa por alto, obviamente, que las mujeres que militan en el ejército de Ucrania tienen que enfrentarse a dos enemigos, uno externo y otro interno: a los rusos en el frente, y a sus compañeros masculinos en las propias líneas, en las que no faltan el acoso y la discriminación sexuales.

    No olvidemos que en el actual escenario que nos pone por delante la sociedad del espectáculo, Ucrania quiere entrar en la OTAN y en la UE, y que tanto la una como la otra están dispuestas a aceptarla, con el beneplácito del águila calva y carroñera de los Estados Unidos que sujeta entre sus garras la rama pacífica del olivo y las flechas de la guerra,  compromiso que obligaría a Europa y a la alianza atlántica a entrar directamente en la guerra contra Rusia en la que indirectamente ya está implicada. Es lo que quieren los angloamericanos: llevarnos a la guerra contra la malvada Rusia y su perverso zar. 

     Conmovedora también la tierna imagen de este soldado barbudo y armado con un gato entre sus brazos. El fotógrafo y la revista que publica sus fotos están vendiéndonos una imagen romántica de la guerra de Ucrania, normalizándola, y haciendo que parezca heroica, épica y bella, lo que hay que relacionar, no podemos perderlo de vista, con el mensaje del otro día de la Vónder, presidenta de la Comisión Europea, que al igual que hizo negocio con las comisiones de las vacunas tratando de prevenir el virus, quiere prevenir ahora, haciendo igualmente caja, la guerra armándonos, por lo que pueda pasar, hasta los dientes.

sábado, 2 de marzo de 2024

Noticias del mundo y Cita con Adorno

Noticias del mundo
 

La Tierra, aunque achatada por los polos, no es plana sino redonda según la evidencia científica, pero el mundo es cada vez más plano, y plano su encefalograma. 

 En el Ministerio de Defensa no se habla del concepto obsoleto de “guerra” sino del eufemismo “resolución de conflictos”, como si no fuera lo mismo de lo mismo. 

Sancho Panza, antes de hacerse cargo del gobierno de la ínsula, le escribía a su mujer que iba, como todo gobernador, a hacer dineros “con grandísimo deseo”. 

La Vonder, como ya hizo durante la pandemia con la industria farmacéutica, garantiza ahora a la militar dinero de los contribuyentes y un negocio “sostenible”. 

La guerra se detiene, como todo el mundo sin duda sabe, fabricando armamento y enviándolo al frente, igual que se apaga un incendio echándole al fuego gasolina. 

 Caen las mascarillas: Si había alguna duda, ya sabemos cuál era la verdadera razón de obligarnos a llevar bozal pese a su ineficacia demostradísima: el negocio. 

El ejército protege la paz y la industria farmacopólica la salud, sosteniendo ambos guerras y enfermedades respectivamente como justificación de su existencia.

 

 ÚLTIMA HORA: Israel dispara a una multitud que asalta camiones de comida en Gaza “en un incidente (literal) con decenas de muertos”, según el Periódico Global.

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Cita con Theodor W. Adorno
 
Freiheit wäre, nicht zwischen schwarz und weiß zu wählen, sondern aus solcher vorgeschriebenen Wahl herauszutreten. (Theodor W. Adorno, Minima moralia 85). 
 
"La libertad consiste no en elegir entre blanco y negro, sino en escapar de toda alternativa preestablecida." 

 
 
 
 

viernes, 2 de febrero de 2024

Seis cosillas más.

 ¡Viernes! Por fin el esperado y anhelado fin-de-semana, el güiquén en la lengua del Imperio, pero, cuidado, no es ni mucho menos el fin de la semana todavía.

 La prensa oficial, creadora y criadora de la opinión pública, siguiendo dictados de arriba, prepara a la población para aceptar cañones en vez de mantequilla.

Jugadores, hagan juego y pregúntese a propósito quién ganará más: ¿Ganará el que gane o el que pierda? El que pierde ganará, y el que olvide lo sabido lo sabrá.

 El alumbrado navideño es el alma de la navidad que se enciende y se apaga celebrando una vez más que el año que termina, el mismo, resucite y vuelva a comenzar.

 Dice el reportero de guerra avergonzarse del gobierno español cada vez que se topa con armas made in Spain en los campos de batalla tercermundistas y olvidados.

 Hay que preocuparse, prepararse y precaverse de la prevista y prefabricada enfermedad X, veinte veces más letal que la pandemia coronaviral; así que prevenidos.
 

jueves, 28 de diciembre de 2023

Más mensajería

 Hemos asistido estupefactos a la incorporación femenina a tareas antaño masculinas -el trabajo, la guerra y la política- so pretexto de liberación de la mujer.
 
La sociedad tripartita medieval compuesta de agentes masculinos -laboratores, bellatores y oratores- se agranda ahora con laboratrices, bellatrices y oratrices.
 
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 El mundo está en guerra... Europa está en guerra... España está en guerra... Todos los estados del universo mundo están en una guerra perpetua contra el pueblo.
 
Si se va en son de paz, va uno desarmado y con bandera blanca, negación de la bandera, pero el Gobierno envía armas y tropas al frente en misión "humanitaria".
 
 Vuelve la guerra tradicional con su propaganda bélica y sus bombas, tanques, aviones y ahora drones. Heridos y muertos yacen entre los escombros por doquier.
 

El Estado de Israel aprendió la lección alemana de la Endlösung, y ya aplica en Gaza y en Cisjordania su Solución Final al problema palestino: el exterminio.

 
 Querían en su lucha contra el terrorismo librar del mal al mundo, por lo que muchos veteranos de vuelta a casa tomaron, consecuentes, la decisión de suicidarse.
 

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Unos murieron y otros, enfermados por el suero contra el virus que iba a salvarnos, son intimidados para que guarden silencio sepulcral: no es por la vacuna... 
 

El periodismo como forma de terrorismo: El repunte infeccioso del cóctel de virus respiratorios coincidente con baja vacunación tensiona los centros sanitarios.

 
De 'Bienvenido al mundo" de Miguel Brieva (2007)

 El Ministerio de Sanidad del Gobierno de las Españas recomienda -¡mientras se quede ahí! -el uso de mascarilla ante el repunte de enfermedades respiratorias.
 

  No me explico cómo Nigeria con pocas restricciones y la tasa de vacunación mínima tuvo una mortalidad tan baja, pero no soy  Margarita del Val, o séase virólogo.

 
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Mejor que reivindicar una identidad que nos constriña como hacen todas, librarse de todas las identidades, jaulas definitorias que pretenden ser definitivas. 
 
 La filosofía capitalista del crecimiento infinito, continuo y acelerado enfocada al beneficio económico es la misma que tiene una célula cancerígena cualquiera.
 
 No hay pueblos, en plural, a pesar de las numerosas denominaciones de origen existentes, sino un único pueblo, en singular colectivo que no admite gentilicios.
 
  La religión criminales parió y despiadadas acciones (Lucrecio): Mucha de la peor violencia del mundo se ha cometido y comete en nombre de la fe o bajo su palio.  

domingo, 10 de diciembre de 2023

Nuevas y viejas guerras

    Se está celebrando en Dubai, por lo que cuentan los medios de creación de la opinión pública, la COP28, acrónimo de la vigésimo octava Conference of Parties, un evento que organiza la ONU anualmente para abordar la cuestión crítica (sic, según los organizadores, adjetivo bajo el que percibimos subliminalmente la “crisis” consustancial y esencial del sistema capitalista de producción que padecemos) del cambio climático. Esta conferencia les proporciona a los mandamases y delegados mundiales la ocasión de reunirse, opinar y figurar buscando soluciones para hacer frente al problema que plantea el cambio climático, de cara a mitigar su impacto. 

Declaración sobre Clima y Salud

      El evento, financiado con mil millones de dólares de donantes como la fundación ¿filantrópica o misantrópica? Rockefeller, al parecer ha llegado a una conclusión, que es la Declaración sobre Clima y Salud, firmada por 124 países entre los que se hallan las dos grandes superpotencias, la China y los Estados Unidos de América, y entre los que no podía faltar tampoco la España progresista que avanza no se sabe muy bien hacia dónde, pero avanza pisando “tierra firme”, como diría nuestro presidente.

    En dicha declaración se encuentra, entre otras perlas preciosas, este sesudo párrafo, que expresa el objetivo que se proponen los firmantes de dicho documento: “aprovechar mejor las sinergias en la intersección del cambio climático y la salud para mejorar la eficiencia y eficacia de los flujos financieros”. Yo no sé si quien ha redactado esta frase la entiende, yo, desde luego, lo confieso, no la entiendo, pero me encantan sus efectos retóricos rimbombantes especiales: un lenguaje culto de palabras largas que no dicen sustancialmente nada: ¡Cuántos cultismos como sinergias, intersección, climático, eficiencia, eficacia! Me encanta la sutil diferencia semántica que puede haber entre estos dos últimos términos (quizá le ha faltado incluir efectividad), subrayada además por la aliteración, que es la repetición del mismo sonido al comienzo de una serie de palabras, procedentes del latín efficere, y, por lo tanto, del verbo facere “hacer”, y que culmina con la cláusula final de “flujos financieros”, cuyo efecto arrebatador y arrullador es innegable. ¡Qué prodigio de fonemas fricativos aliterados! ¡Qué retórica altisonante y huera, que cáscara vacía que no entraña ni dice nada, pero con qué efectos especiales nos lo dice! No me resisto a ofrecerla en la lengua del Imperio en que está redactada por si algún lector lo entiende mejor que yo en versión original: better leverage synergies at the intersection of climate change and health to improve the efficiency and effectiveness of finance flows.

     Cómo no hay quien lo entienda, nos lo explica nuestro secretario de Estado de Sanidad con palabras un poco más modestas y asequibles. Lo que se pretende es, dice él, "dar una respuesta global -metáfora inevitable ya por mundial o planetaria- al cambio climático y sus efectos sobre la salud y los sistemas sanitarios". Interesante doble punto de vista: el cambio climático afecta a la salud de los ciudadanos y los sistemas sanitarios que los atienden. Lógicamente, si los primeros no tienen problemas de salud no colapsarán los hospitales. ¿A que esto nos suena a “déjà entendu” cuando lo del virus y la pandemia aquella que parece ahora tan lejana? (Pero no nos preocupemos, la OMS anuncia otra para el año que viene, por eso se apresura a sacar sus protocolos).

    Explicándonoslo en palabras aún más sencillas para que las entienda hasta un tonto ha dicho nuestro delegado: "No hay personas sanas en un planeta enfermo”. Y como el planeta está malito y nosotros también, aunque seamos enfermos asintomáticos, hay que actuar sobre el cambio climático, afrontando sus efectos que repercuten en nuestra propia salud, que es donde más nos duele después de todo. Recordemos a nuestro flamante presidente afirmando que todavía estamos a tiempo de salvar el planeta (y se entiende salvarnos de paso nosotros).

El hombre de Vitruvio dándole una patada al planeta.
 

     Hemos pasado de la guerra contra el virus a la guerra contra el carbono, que puede ser más malo o peor, convenientemente demonizado, que el propio virus. Como transición hemos asistido al espectáculo de la guerra de Ucrania, que ha sido eclipsado ahora por la guerra de Gaza, dos guerras tradicionales para no perder el esplendor guerrero de la vieja epopeya homérica de la siempre viva guerra de Troya, pero el Estado, los Estados del mundo, siguen creando enemigos ficticios y abstractos a los que les declaran la guerra, guerras que se concreta en medidas que exigen el sacrificio de los pueblos sometidos, porque lo que hay en el fondo es la vieja guerra del Estado contra el pueblo.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

¡Méndez Núñez y Patiño, tornad a puerto!

    Un comunicado de la sección sindical de la Confederación General de Trabajadores (CGT) de la empresa Navantia de Ferrol, dedicada a la construcción de buques militares y civiles de alta tecnología, pone el grito en el cielo porque dos de sus barcos de guerra, construidos en esa factoría, a saber, la fragata Méndez Núñez y el buque de aprovisionamiento de combate Patiño, que según el Ministerio de la Guerra de las Españas están navegando por el Mediterráneo, dentro de la operación Escudo Noble de la OTAN, que surca la cuenca oriental del Mare Nostrum para disuadir a Rusia dentro del marco de la guerra de Ucrania, están en realidad integrados “en la flotilla que acompaña al portaviones Gerald R. Ford, el más grande de la armada estadounidense, enviado por su gobierno en apoyo de Israel”. Efectivamente el mayor portaaviones de la flota yanqui patrulla en aguas cercanas al conflicto entre Israel y Palestina. 

Así es la fragata Méndez Núñez, la "joya de la armada española".
 

    Ambos buques españoles han sido construidos en la factoría ferrolana, dice la sección sindical del sindicato, y añaden con letras mayúsculas: PERO LOS TRABAJADORES NO LOS CONSTRUIMOS PARA QUE COLABOREN EN UN GENOCIDIO, refiriéndose con este término a la masacre del pueblo palestino que está llevando a cabo el Estado sionista de Israel sobre la franja de Gaza, que si ya era un campo de concentración antes es ahora además un campo de exterminio, y en la que está colaborando indirectamente los dos barcos de guerra españoles integrados en el grupo logístico del portaaviones norteamericano desplazado a la zona para dar cobertura a Israel. 

    El sindicato exige al gobierno español la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, que vuelvan los buques ya, y la anulación de toda colaboración de su empresa con empresas israelíes. 

    

    Cabe recordar a estos sindicalistas bien intencionados que lo que están fabricando, a cambio del salario que reciben por ello, no son buques civiles para transporte de mercancías o de pasajeros en cruceros de placer, sino barcos de guerra militares: fabrican armas bélicas que serán utilizadas en "conflictos", minimizando la cosa, en guerras, para llamarlas por su nombre, e incluso en genocidios, como en el presente caso, por sus compradores.

    No es muy coherente escandalizarse por el uso que se da a un arma después de haberla fabricado. Los barcos de guerra, como su nombre indica, se construyen para la guerra, no para navegar por el mundo repartiendo sonrisas y golosinas a los niños que los saludan desde el puerto. Si uno no desea ver el producto de su trabajo empleado en causar destrucción y muerte, lo que tiene que hacer es negarse a fabricarlo.

    Uno de los argumentos que esgrime a veces la impresentable Ministro de la Guerra del sedicente gobierno progresista y esquizofrénico de las Españas, que pone una vela a Dios y otra al diablo,  es que la industria armamentística genera puestos de trabajo, algo de lo que no cabe duda, pero que no justifica su existencia, pues la industria militar puede reconvertirse como han hecho otras industrias, cosa que no solo es posible sino que además es moralmente deseable, justa y necesaria para que no tengamos que lamentar estos usos.

    

La versión oficial del Ministerio de la Guerra

 
    Esto es lo que hace el mal llamado “gobierno de la gente”, porque la gente no gobierna, sino que se deja gobernar, y el gobierno que gobierna a la gente, pero nunca la gente que lo vota, es quien envía esos buques de la Armada a las costas palestinas, así como los mejores aviones de combate a las fronteras de Rusia a las órdenes de la OTAN mientras algunos de sus ministros y ministras se rasgan las vestiduras hipócritamente.

    Pero en una cosa sí que tienen razón los sindicalistas: hay que exigir al gobierno esquizofrénico de coalición progresista en funciones que la fragata Méndez Núñez y el Patiño vuelvan a Ferrol, y de ahí vayan al desguace, a deshacer y desbaratar lo que no tenía que haberse hecho nunca si queríamos evitar su uso, que, habida cuenta de su función militar, no podía ser bueno, por muchas pamemas y milongas que nos cuente la Ministro de la Guerra.  

viernes, 10 de noviembre de 2023

Seguidillas palestinas

 

Cuando duermen los ángeles, niños pequeños, no a despertarlos vayas, guarda silencio,
 
deja que en brazos caigan del buen Morfeo, en el pozo bendito del dios del sueño, 
 
pero cuando los maten y caigan yertos, cercenadas sus alas, quebrado el vuelo, 
 
-ahora mismo en Gaza, flor del desierto, ya enterrada entre escombros de bombardeos-, 
 
 alza la voz y el grito pon en el cielo, maldice al Dios que exige crimen horrendo.
 
 ¡Ay del Dios de Israel, señor de ejércitos, cruel patriarca borracho, Yavé sangriento, 
 
que ha mandado a sus huestes dar muerte al pueblo palestino: no quede ni rastro de ellos! 
 

Los hijos de Israel cumplen, guerreros, sin compasión sus órdenes y mandamiento. 
 
Matan hombres, mujeres, niños de pecho. Y no dejan a nadie vivo viviendo. 
 
 No son seres humanos iguales que ellos: no tienen a la vida ningún derecho.
 
En el nombre de atroz dios justiciero truenan los cielos, se hunde ya el firmamento. 
 
Las madres, pobres, no hallan ningún consuelo: sollozan, chillan dándose golpes de pecho, 
 
rasgan sus vestiduras, mesan el pelo, gritan al mundo, sordo, su planto y duelo. 
 
No encuentran las palabras en sus adentros.  Y a mí, ay, el corazón me ha dado un vuelco. 



domingo, 5 de noviembre de 2023

Plan de paz para Oriente Próximo (y otras guerras).

    Este plan de paz que se propone aquí no es una mera proclama pacifista al uso que pide el alto el fuego sin más, sino algo más: una guerra a la Guerra establecida, que se fundamenta en el abandono de sus dos principales armas ideológicas y estratégicas:
 
1.- Abandono de la religión: Las tres religiones monoteístas históricas (el judaísmo, el cristianismo y el islam, que quiere decir 'sumisión') son las responsables principales de las guerras históricas (cruzadas, guerras santas, yihads, o como quieran llamarse) pero no solo de las guerras religiosas, entre las que puede incluirse sin mucho escándalo el conflicto de Oriente Próximo, sino de todas las guerras, porque hasta las modernas que calificamos de económicas o políticas, que viene a ser lo mismo, tienen una raíz religiosa.
 
    Los tres dioses monoteístas Jehová, Yavé, Dios o Alá han sido siempre excluyentes y exclusivos. Consideraban que sus fieles eran el pueblo elegido, y sembraban el odio con los dioses y pueblos vecinos, que eran tachados de infieles o de gentiles. Hoy día, aunque muchas personas siguen creyendo en las viejas religiones, han sido sustituidos por su más moderna epifanía laica, que es el Dinero. Solo el abandono de la fe en esos dioses monoteístas, incluida la pérdida de la fe en su más moderna encarnación, puede garantizar el alto el fuego y el cese de las hostilidades, la anápneusis polémoio (ἀνάπνευσις πολέμοιο), el respiro de la guerra, que cantaba el divino Homero en la Ilíada, y que calificaba siempre de breve olígue (ὀλίγη), porque la paz no era más que una tregua efímera en el eterno combate entre tirios y troyanos. 
 
    Cuando se propugna aquí el abandono de la religión, se incluye también, por lo tanto, el abandono de la religión económica, que es en definitiva el resultado moderno de la evolución de las viejas religiones. 
 

 
2.- Abandono de la fe en la democracia y el Estado: Resulta duro decirlo así porque parece que si predicamos la pérdida de fe democrática estamos haciendo apología de la dictadura y de otras formas de gobierno más autoritarias y despóticas. Y no es así. No, las democracias occidentales son regímenes teocráticos, donde se sustituye la voluntad de Dios por la voluntad no del pueblo, que se caracteriza por no aceptar ninguna forma de gobierno, sino de la mayoría de los contribuyentes y votantes que suman sus voluntades individuales, traducidas en votos, para conformar una mayoría que se imponga a la totalidad, como si fuera la voluntad del viejo Dios, por lo que resultan las dictaduras más perfectas y las formas más totalitarias de Estado contra las que no es lícito alzar la voz, en las que se confunde el gobierno con el pueblo gobernado. 
 
    La democracia no es el menos malo de los sistemas de gobierno posibles, como suele decirse, sino el más perverso, porque es el único que hay, y por eso mismo no puede ser bueno, porque es el que hay y es el que nos toca combatir para que no haya guerras en el mundo. Todos los gobiernos del mundo, sean de izquierdas o de derechas, sirven a los intereses económicos del sacrosanto Capital. 
 
    La única forma de fomentar la paz, por lo tanto, en Oriente Próximo y en cualquier otro lugar del mundo es declararle la guerra al Capitalismo, que justifica como antaño los viejos dioses monoteístas, todas las guerras, desde la guerra de Troya hasta la guerra de Israel que nos sirven ahora puntualmente todos los informativos durante veinticuatro horas.
 

      Ningún Estado, por otra parte, puede garantizar la paz, porque la guerra es la esencia misma del Estado, el bienestar y la salud, como decía Bourne, de todos y cada uno de ellos, y el hecho de que haya varios, muchos, no hace más que complicar la cosa por sus luchas constantes por mantener su identidad nacional y defender sus fronteras, una identidad que solo se sostiene en la contraposición con las demás identidades nacionales.

lunes, 23 de octubre de 2023

¿De qué lado estás tú? (y II)

    Los que ya peinamos canas, si aún no nos hemos quedado calvos, recordamos cómo nos engañaron durante más de cuarenta años con la llamada Guerra Fría. Nos inculcaron que había dos bandos opuestos y que había que decidirse por uno o por otro, el prosoviético o el proamericano, y resultó que los dos no eran tan distintos, sino dos caras de la misma moneda: uno consistía en que el estado estaba sometido al capital, el norteamericano, y el otro, el soviético, que el capital estaba sometido al estado.
 
   Parecía que no había ninguna alternativa a esa falsa disyunción. Parecía que uno no podía decir que no a ambas formas de poder, porque si negaba una afirmaba, así nos hacían creer, inevitablemente la otra. 
 
    Cuando con la caída del muro de Berlín se vio que sólo quedaba una forma ya, que era la democrática progresada en la que se funden y confunden estado y capital, la mayoría de la gente, profundamente anestesiada, sólo sabía gastar dinero compulsivamente y comprar cosas que no necesitaba para nada: viajes y vacaciones para huir a ninguna parte, móviles y ordenadores para conectarse a la red y desconectarse de la realidad entre otras cosas por ejemplo. 
 

 
    Tras la caída del muro, asistimos a la retransmisión en directo de la Guerra del Golfo, una guerra autorizada y orquestada por la ONU contra el régimen iraquí, encabezada por Estados Unidos. Era fundamental que viéramos que había una guerra en el golfo pérsico, en la que participaba nuestro país entre muchos otros, de modo que creyéramos como contrapartida que vivíamos bajo un régimen de paz, democracia y libertad. El poder había progresado tanto que había encontrado a través de la información la forma sofisticada de entretenernos y de mantenernos subyugados. 
 
    Después entramos en el siglo XXI con la retransmisión una y otra vez, entrando en bucle, de la destrucción de las torres gemelas, que sirvió de pretexto al Imperio para declarar la guerra al terrorismo, bajo la que hemos vivido durante este primer cuarto de siglo hasta que en 2019 se declaró la guerra al virus con la proclamación de la Pandemia merced a la Organización Mundial de la Salud. 
 
    Desde arriba se fomenta el miedo. Lo hemos vivido muy recientemente. Nunca se nos dijo desde las altas instancias que no cundiera el pánico y que mantuviéramos la calma, sino todo lo contrario: se procuró alarmarnos, declarándose estados de emergencia y la guerra de todos contra todos, contra nosotros mismos y la naturaleza... 
 
Salvador Dalí pintando El rostro de la guerra en 1940
 
 
    Tanto la pandemia, como la guerra de Ucrania, y ahora la de Israel y Hamás son creaciones de los mal llamados medios de comunicación. El Estado, mediante la información, nos hace creer en la realidad y en la necesidad de lo que por todos los medios a su disposición nos ofrece. Los televidentes somos telecreyentes. 
 
    Decir que la prensa es el cuarto poder es algo ya obsoleto. Es la televisión en el sentido más amplio del término, que incluye además del electrodoméstico que casi nadie que pase de los cuarenta reconoce públicamente que ve por vergüenza, la radio que escuchan los taxistas, la prensa escrita y todas las redes sociales a través de ordenadores, tabletas y móviles, la que nos hace tragar la realidad por un tubo a raudales con la producción acelerada de noticias para pasto y entretenimiento de las masas, que mueve tanto dinero y tiene un poder tan elevado que a su lado los demás poderes del Estado no tienen que esforzarse mucho, les basta con dejarse llevar por la corriente actualizada y dominante. 
 
 
    Nuestros gobiernos y gobernantes procuran que estemos entretenidos y al día... que nos aprendamos los nombres propios de los supuestos protagonistas, títeres en realidad de los hilos que los manejan, las cartas geográficas que nos facilitan, los datos históricos, gráficos y porcentajes numéricos, y que discutamos sobre todo ello, que nos informemos, en definitiva, para que nos formemos nuestra propia opinión personal, sin que nos hartemos nunca del mar innumerable de opiniones en el que bogamos: cada cual tiene el derecho y el deber de tener la suya, por muy modesta que sea, porque ese es el sello de identidad que configura su personalidad.
 
    Las guerras que se libran actualmente no son las de un pueblo contra otro. Son guerras, en plural, pues tiene que haber más de una, que los líderes mundiales están librando contra todos los pueblos del mundo. Es la guerra de las altas finanzas, o del Dinero sin más, contra la humanidad.

sábado, 21 de octubre de 2023

¿Tú de qué lado estás? (I)

    ¿De qué lado estás tú? ¿Tú con quién estás? ¿Con Putin o con Zelensky? ¿Con los judíos o con los palestinos? Es una pregunta viciosa, capciosa, engañosa, que intenta alinearnos en uno de los dos bandos que se presentan como rivales, cuando en realidad no lo son, no son sino uno solo y el mismo bando subdividido por cada lado en pueblo frente a gobierno, que tiene tomado al pueblo como rehén. . Nos hacen creer que hay dos bandos y que tenemos que tomar partido por uno u otro, y decidir cuál es el bueno y cuál el malo de la película que nos proyectan en la caverna de Platón.
 
    Y el pueblo, sea judío o sea palestino, es víctima ante todo de su gobierno que le impone una bandera y que lo sacrifica en nombre de la Patria haciendo que se enfrente a otro pueblo. Por eso no hay que posicionarse a favor de una u otra bandera, de Israel o de Palestina, ni de Rusia o de Ucrania como se nos exige a cada paso, sino en contra de todas las banderas y todos los Estados, porque todos los Estados son terroristas -y no sólo el de Israel, por cierto, aunque sea uno de los mayores- a favor sólo del pueblo sometido. 
 
 
    La caverna de Platón sigue siendo una metáfora ilustrativa muy válida de la situación actual en la que estamos inmersos, una metáfora perfecta de la esclavitud contemporánea a la que nos someten los gobiernos y los medios de comunicación a su servicio y que no vemos porque creemos que la esclavitud es un fenómeno histórico abolido de la haz de la tierra. Somos esclavos ignorantes que ignoran su esclavitud y aman las propias cadenas, que son sus banderas, que las aceptan en lugar de la libertad y que se baten con quien quiera rompérselas porque no saben vivir sin ellas. 
 
    Lo que Platón no había imaginado ni por asomo seguramente todavía es lo que solo se manifiesta plenamente hoy, que allá abajo, en la oscura caverna, los esclavos se enfrentan a hostia limpia entre sí, defendiendo cada uno las opiniones que los encadenan a la pantalla donde se proyecta no la realidad, sino su simulacro. Los esclavos, en lugar de cooperar en nombre de la común liberación, se declaran la guerra unos a otros, y, en cuanto al resto, unos aplauden, otros abuchean la película que les proyectan los mal llamados medios de comunicación al servicio del Poder. 
 
 
    Si uno ve la televisión, escucha la radio, que es lo mismo para el caso que la televisión pero sin imágenes, que no dejan por otro lado de ser imágenes, lee los periódicos de cuando en cuando, entra en las redes sociales, visualiza los vídeos de youtube, vive, aunque no lo parezca, de espaldas a la realidad so pretexto de estar paradójicamente informado de ella. Nos piden que nos informemos para poder formarnos una opinión personal propia, y poder opinar sobre las noticias que nos sirve por esos medios la industria descomunal de producción de eventos que mueve cantidades ingentes de dinero, enterándonos de las actualidades, profundizando en sus causas y proponiendo soluciones, opinando constantemente, que no razonando, al cabo y al fin. 
 
    La realidad de verdad no es la virtual que nos sirven los medios, sino la que está, sospechamos, en el exterior de la caverna. La guerra no se libra sólo en los campos de batalla, se libra principalmente en nuestras mentes a través de la manipulación que llevan a cabo las pantallas que retransmiten tanto imágenes como palabras. 
 
    Uno no se libra ingenuamente de la caverna porque se niegue a ver imágenes y prefiera oír palabras: las palabras son también imágenes. En la caverna abundan tanto las sombras como los ecos. Todos los dispositivos hacen posible programar nuestras percepciones. Desde los temas propuestos hasta los dogmas que los sustentan y el ángulo o sesgo elegido, la información a la que tenemos acceso por cualesquiera medios está ahí para (in)formarnos y conformarnos haciéndonos creer lo que quienes nos dirigen quieren que pensemos y creamos como si fuera cosa de nuestra propia cosecha personal. Y como tienen el monopolio de la información, las élites gobernantes pueden hacer que creamos cualquier cosa.
 
 
    A la pregunta de la viñeta de Caín publicada en La Razón de “¿Con quién vas tú en esta guerra?”,la respuesta podría ser mejor: “Con el que me digan los medios, que son los que me informan de que hay una guerra y de que hay dos bandos, uno bueno y otro malo". Ahora bien, lo que dice la mujer tiene también su miga: "Yo voy con quienes me manden. Y ¿quiénes me mandan a mí? Mis representantes, aquellos que yo he votado, que para eso los he elegido: para que me manden. Para eso simpatizo con ellos, no hace falta que vaya a votarles, puedo abstenerme, y es igual, para que me digan lo que debo pensar y con quién tengo que alinearme en esta guerra".

lunes, 9 de octubre de 2023

La guerra saludable del Estado

    De alguna forma Randolph Bourne (1886-1918), del que hablábamos aquí, fue un escritor maldito, no sólo por su aspecto físico de fácil caricatura debido a su baja estatura,  rostro deformado por los fórceps en el parto, y jorobado, como consecuencia de la tuberculosis vertebral que padeció a los cuatro años, sino sobre todo por su firme postura contracorriente opuesta a la primera guerra mundial, que lo enfrentó a casi todos los intelectuales norteamericanos tanto progresistas como conservadores, que apoyaban la participación de su país en la guerra que había estallado en Europa y que iba, según creían, a poner fin a todas las demás, actitud antibelicista por la que fue marginado y lo expulsaron de los medios progresistas, que rompieron definitivamente con él, cada vez más aislado y marginado, cuando, en abril de 1917, Estados Unidos declaró la guerra a Alemania y se unió a la Triple Entente. 
 
Randolph Bourne
 
     Logró publicar algunos artículos en pequeñas revistas como The Seven Arts, que tuvo que cerrar al año de fundada, o The Masses, que fue clausurada bajo la acusación de poner trabas al reclutamiento militar obligatorio. 
 
    El 22 de diciembre de 1918, apenas un mes después de finalizado el conflicto bélico, Bourne moría a los 32 años de edad víctima de la epidemia de la llamada gripe española provocada por la guerra a la que tan implacablemente se había opuesto. 
 
    En este apasionante alegato, que cautivó a John Dos Passos, Lewis Mumford o Noam Chomsky, el Estado se quita su máscara pacifista y muestra su verdadero rostro beligerante, que se sirve de la guerra para extender su dominio sobre otros Estados y para aplastar toda disidencia interna con leyes de excepción que acaban normalizándose. Bourne hace un análisis mordaz de cómo el intelectual progresista americano, aliándose con las fuerzas más reaccionarias, abandona su pacifismo e internacionalismo y pasa a defender una guerra humanitaria que se hace en nombre de la democracia, de la libertad y de la propia paz, y muestra la esencia totalitaria del Estado que impone un único discurso y pensamiento. 
 
    La denuncia de Bourne, viniendo a nuestros días, sigue viva más de un siglo después: tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania, hemos visto cómo se fabricaba un relato único y un consenso a todos los niveles y se imponía una censura a todo asomo de crítica en torno al apoyo militar a Ucrania. Nadie defiende una solución diplomática y pacífica del conflicto: hay que responder militarmente a la intolerable agresión militar.  Políticos e intelectuales que habían criticado el imperialismo yanqui y habían dicho "No a la guerra" en otras ocasiones respaldaban ahora el envío de armas al gobierno de Zelensky, y lo recibían a este con las manos abiertas: un actor títere que viste siempre de soldado y que se pasea por todo el mundo impunemente reclutando dinero y armas para enviar a su pueblo al cementerio. 


     Sin embargo, esta unanimidad resultaría incomprensible sin el fenómeno de la guerra al virus declarada previamente por la OMS y seguida por casi todos los gobiernos desde marzo de 2020. Recordemos aquellas proclamas: “Lo paramos (al enemigo, que era el virus) unidos, detener el coronavirus es responsabilidad de todos y todas. Si te proteges tú, proteges a los demás”. No podía haber fisuras, había que unirse contra el enemigo, que era la encarnación del mal, como enseguida pasó a serlo Putin, el zar democrático de Rusia. Se puso en marcha la propaganda de guerra: censura de los fact-checkers, intoxicación informativa... 
 
    El impulso gregario que, en palabras de Bourne, alienta el Estado con el sostén de los intelectuales para aplacar el menor signo de disidencia, encontró en la pandemia su mejor plasmación: esta, y no otra, era la inmunidad de rebaño que perseguían quienes nos gobiernan, que, como señala con mucho acierto Giorgio Agamben, pretende instalarnos en un estado de excepción permanente. Y de la pandemia hemos pasado al apoyo incondicional a Ucrania que ni siquiera ha sido objeto de debate en las recientes elecciones españolas, donde todos los partidos, tanto del gobierno como de la oposición, igual que en la pandemia, están de acuerdo y no ponen trabas al apoyo a Ucrania.  
 
    Hay que saludar la traducción al castellano de La guerra es la salud del Estado de Randolph Bourne, que publica entre nosotros ediciones El Salmón.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Cíborgs guerreros

    ¿Sustituirán los organismos cibernéticos a los soldados de carne y hueso? ¿Harán los robots la guerra por nosotros? Eso parece que es lo que sugiere el Proyecto “Replicator”, anunciado el pasado 28 de agosto por la Secretaria de Defensa, es decir de la Guerra, de los Estados Unidos de América, la señora Kathleen Hicks.
 
    El proyecto del Pentágono trata de poner en marcha un ejército de cíborgs o drones supuestamente inteligentes -cuando usan este adjetivo quieren decir 'obedientes'- y autónomos, previsto a más tardar para 2025.
 
Kathleen Hicks amenaza con miles de futuros drones.
 
 
    Dron desde 1946 es el nombre que se da en la lengua del Imperio a una aeronave no tripulada o sin piloto humano a bordo dirigida por control remoto. En inglés antiguo drone era el nombre del macho de la abeja reina (θρῶναξ thronax en dialecto griego laconio), es decir, del zángano. Parece que la palabra es de origen onomatopéyico en ambos casos, por lo que trata de imitar el zumbido de la abeja macho en principio y el del motor del aparato. 
 
   El Imperio del tío Sam quiere contrarrestar así el poder chino del Ejército Popular de Liberación -¿cuándo se liberará el pueblo del ejército 'popular' que pesa sobre él como la losa de una lápida?- cuyas fuerzas armadas tienen la superioridad numérica. Como dijo la Secretaria de la Guerra, la principal ventaja del gigante asiático es “mass”, o sea, la cantidad: more ships, more missiles, more people: más naves, más misiles, más soldados a su servicio, por lo que el Pentágono no pretende igualarlo "libra por libra" (pound for pound), sino superarlo tecnológicamente.
 
    El proyecto militar del Pentágono es la respuesta a la amenaza china de invasión que se cierne sobre Taiguán. Lo que quiere el tío Sam es un ejército de drones-soldados impulsados por la presunta inteligencia artificial. Estos robots realizarían varias actividades militares como reconocimiento, comunicación, designación de objetivos y... atacar. El Pentágono quiere desplegar plataformas autónomas que se caracterizarán por ser "pequeñas, inteligentes, baratas y muchas".
 

  Al utilizar robots para materializar la amenaza, Estados Unidos se asegura de no usar su propio ejército profesional, mientras pone al chino, superior numéricamente, en  peligro de extinción. Si esto se materializa, ya no habría ninguna distancia reflexiva ni ningún escrúpulo moral entre el arma y la persona que la empuña, porque ya "nadie" empuñaría el arma. El anuncio de la Secretaria de la Guerra de Estados Unidos abre la puerta a una violencia ilimitada. 
 
    El tío Sam ya no necesitará reclutar jóvenes como hizo para la guerra de Vietnam, levantando protestas contra el reclutamiento obligatorio ni dotarse de un ejército estrictamente profesional y mercenario como el que posee ahora y tener que afrontar los traumas psicológicos de los veteranos de guerra. Si era dulce y hermoso morir por la patria, como cantó Horacio, ahora matar por ella eximirá al Imperio del alto tributo de vidas humanas que tenía que pagar.
 
"Drones baratos dirigidos a China"
 
     Estos robots “inteligentes”, drones baratos dirigidos a China, o cíborgs -organismos cibernéticos, como el cinematográfico Robocop, con el que la ciencia ficción superó a la Ciencia- no desobedecerán nunca una orden porque no se les planteará ninguna duda, dilema o vacilación como a cualquier soldado, que nunca sería tan "inteligente", es decir, tan obediente. 
 
    Los robots no hacen preguntas. No van a declararse insumisos o desertores. No tienen crisis de estrés postraumático. El problema que plantean es precisamente que no desobedecen nunca. Al igual que la bomba atómica, esta innovación tecnológica podría tener efectos devastadores matando sin piedad. Una vez abierta la caja de Pandora, será difícil que se cierre.
 
 
 
    Hoy en día, la posible pérdida de vidas humanas es un elemento disuasor a la hora de iniciar o intensificar un conflicto (eufemismo de una guerra). Pero cuando las principales víctimas son robots o cíborgs, el factor disuasivo cambia por completo. Las armas ofensivas autónomas destinadas a matar permitirán conflictos armados en una escala jamás imaginada.