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martes, 16 de diciembre de 2025

Comunicado núm. 1: Contra la semana (remitido por ¡ALTO!)

Nuestra lucha más encarnizada se libra contra la institución de la semana, que es la epifanía más mortífera del tiempo. Así como algunas divisiones cronológicas tienen un fundamento que se podría considerar más o menos natural (la división del día en 24 horas según la rotación de la Tierra en torno a su eje polar, o del año en 365+1/4 días según la órbita de la Tierra en torno al Sol), denunciamos que la semana, por su parte, no tiene ninguno: es totalmente artificial y artificiosa. Es la única división cronológica que no tiene ningún fundamento natural, sino puramente convencional, es la semana de siete días que padecemos, y que sin embargo sentimos como si fuera lo más normal y aun preternatural del mundo, tanto que ya existía el primer día antes de la Creación, según la Biblia, y antes de que Dios creara la luz lo primero de todo,  separándola de las tinieblas.
 
 
Releamos el comienzo del capítulo primero del libro del Génesis: En el principio crió Dios el cielo y la tierra. La tierra empero estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo; y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Dijo pues Dios: Hágase la luz. Y la luz quedó hecha. Y vio Dios que la luz era buena; y dividió la luz de las tinieblas. A la luz la llamó día, y a las tinieblas noche; y así de la tarde aquella y de la mañana siguiente, resultó el primer día. (...) Una vez establecidos los números ordinales y acabadas las obras de la creación en seis días, descansa Dios el séptimo, y santifica ese día sabático, colocando al hombre en el paraíso, formando a Eva e instituyendo el matrimonio, como había hecho en el sexto día: "Crio pues Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios lo crio; criolos varón y hembra. Y echóles Dios su bendición, y dijo: "Creced y multiplicaos, y henchid la tierra, y enseñoreaos de ella, y dominad a los peces del mar, y a las aves del cielo, y a todos los animales que se mueven sobre la tierra".  

Los romanos y los griegos antiguos no la conocieron ni sufrieron en sus calendarios hasta que el emperador Constantino el Grande la estableció en el año 321 después de Cristo. Su fundamento, por lo tanto, es claramente religioso: su origen, como queda dicho, está en las sagradas escrituras de la cultura judeo-cristiana.
 

Los días de la semana no tienen nombres de dioses romanos, como podría parecer a simple vista, sino de astros que fueron bautizados con dichos nombres de dioses romanos: la Luna, nuestro satélite, Marte, por ser el planeta rojo, como la sangre derramada por obra de Marte, el dios de la guerra,  Mercurio, por ser el planeta más rápido, como el mensajero de los dioses,  Júpiter, por ser el mayor de todos los dioses, Venus, por ser el planeta de luz más bella, Saturno, porque los antiguos confundieron a Saturno con Crono, el Tiempo, que es el planeta más lento de los conocidos entonces en orbitar alrededor del Sol, sugiriendo la lentitud del tiempo: la luna y cinco planetas de nuestro sistema solar, y el propio Sol como epicentro de dicho sistema. ¿Por qué? Porque cuando se estableció la semana eran los astros conocidos dentro del sistema establecido por Ptolomeo para describir el universo geocéntrico. Ptolomeo, en efecto, creía que la Tierra era el centro a cuyo derredor giraban la Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter, Saturno y el propio Sol. Esta concepción estuvo vigente hasta que en el silgo XVI fue desplazada por la heliocéntrica de Copérnico. 
Los nombres latinos de los días de la semana eran, pues: Lunae dies, Martis dies, Mercurii dies, Iouis dies, Veneris dies, Saturni dies y Solis dies. Nótese cómo en castellano los nombres del martes, jueves y viernes proceden precisamente de las formasl de genitivo latino, con el paso de la i final a e: Martis, Iovis y Veneris respectivamente. 
 
Hay cierta polémica sobre cuál es el primer día de la semana, si el domingo, como sugieren algunos calendarios religiosos, o el lunes. En 1988 se firmó una convención internacional que establecía, entre otras cosas, que la semana comenzaba el lunes y finalizaba el domingo.​ Sin embargo, en los calendarios litúrgicos y en algunos países, la semana comienza el domingo, como sugieren los nombres griegos y portugueses, lo que no impide que la institución complementaria del Fin de Semana incluya el sábado y el domingo.
 
San Martín de Braga, que vivió en el siglo VI, predicó que deberían desecharse los nombres paganos que evocaban a divinidades romanas y sustituir los siete nombres de los días de la semana por una nomenclatura cristiana más acorde con su origen judeo-cristiano, costumbre que se impuso en Portugal donde los días se llaman: domingo, segunda feira (lunes), terça feira (martes), quarta feira (miércoles), quinta feira (jueves), sexta feira (viernes). La palabra feira significda “feria”, según la liturgia cristiana. El sábado conservó su nombre bíblico (sabbat) y se llama como en castellano sábado. 
 
¿Por qué cada siete días se repite la misma y absurda agenda nos preguntamos en ¡ALTO!? ¿Por qué es preciso volver a empezar el Lunes, que sería el presunto día de la Luna? ¿Por qué tiene que haber Lunes? ¿Por qué se nos impone, semana tas semana, la misma historia? ¡Basta ya! Los simpatizantes de ¡ALTO!, la Alianza para la Liberación del Tiempo y su Ordenamiento, no queremos someternos a una división del tiempo artificial que se ha generalizado a todo el universo mundo y que además no tiene ningún otro fundamento más que el de control social. 
  
 Los Boomtown Rats cantaban I don't like Mondays "No me gustan los lunes". 
A nosotros ningún día de la semana. 
 

 El origen de la semana se halla en el relato mitológico bíblico de la creación del mundo que se lee en el libro del Génesis. Allí se cuenta que Jehová crea el mundo en seis días, descansando el séptimo, que los judíos denominaron Sabat o Sábado y consagraron al descanso prohibiendo trabajar. En ese relato se incurre en una gravísima contradicción muy ilustrativa: ¿cómo es que existían ya los días de la semana antes de que Dios hubiera creado el mundo? ¿es que se nos quiere hacer pasar por tontos convenciéndonos de que la semana es anterior al mundo e independiente de él?
  
Nosotros nos rebelamos contra ese esquema que se nos impone día trs día, semana tras semana, a lo largo de toda nuestra vida, desde la más tierna infancia hasta la más provecta senectud. ¿Por qué tenemos que hacer lo mismo que (todo) Dios y trabajar seis días y descansar uno (o cinco días y descansar dos, después de la institución del güiquén inglés, que para el caso es lo mismo; o cuatro y descansar tres, como proponen ahora algunos progresistas, que creen que van a acabar, ingenuos, con la semana laboral acortando los días de trabajo y aumentando los días de ocio, como si no fueran las dos caras de la misma y falsa moneda, atrayéndose así la simpatía de la clase obrera que pueda quedar por ahí perdida, que solo exige a cambio de la reducción horaria de trabajo que no se reduzca el salario?
 
¿Es eso natural? No lo es. La división del tiempo en ciclos semanales es, por una parte, algo convencional que no tiene ningún fundamento racional, y, de otro lado, algo bien real. ¿Qué hay, en efecto, más real que la semana? ¿Quién no ha sentido la alegría y la tristeza como si fueran las dos caras de una moneda la tarde del Domingo, cuando se siente que se acaba la fiesta y que pronto llegará el Lunes y la vuelta de la rutina? 
Los simpatizantes de ¡ALTO! hacemos nuestra aquella paradoja cristiana de que no es el ser humano el que ha sido hecho para el Sábado, sino el Sábado para el ser humano: no soy yo el que debe acomodarse a la semana, sino la semana y cualquier otra división natural o convencional del tiempo la que debe acomodarse a mí, por lo que planteo su subversión radical o abolición: ¡ABOLICIÓN DE LA SEMANA LABORAL! ¡ABAJO EL TRABAJO Y EL NEGOCIO DEL OCIO! ¡QUE NO HAYA MÁS LUNES NI DOMINGOS NI SÁBADOS NI JUEVES NI NADA POR EL ESTILO! 

lunes, 20 de enero de 2025

Lunes tristón

    Hoy, 20 de enero de 2025, se celebra el día de Saint Blue Monday o San Lunes Tristón. Triste lunes, el día más triste del año, porque es una repetición de lo mismo. Este, en efecto, es como todos los lunes pero un poco peor, si cabe, para los que consideramos que es el comienzo de la semana laboral, la vuelta al tajo, porque se reinicia la institución de la Semana, es decir se repite su perverso ciclo. Y la Semana es la institución del Tiempo por excelencia, y al decir del Tiempo estamos diciendo de la maquinaria del Estado y también de Dios, que creó el mundo en siete días, lo que implica que los días ya existían antes de que Él creara el universo. 
 
    La única división del tiempo que no tiene ningún fundamento natural, sino puramente convencional, es la semana de siete días que padecemos, y que sin embargo sentimos como si fuera lo más normal y aun preternatural del mundo, tanto que ya existía el primer día antes de la Creación, según la Biblia, y antes de que Dios creara la luz, lo primero de todo, separándola de las tinieblas. 
 
    Los romanos y los griegos antiguos no la conocieron ni sufrieron en sus calendarios hasta que Constantino el Grande, según las crónicas, la estableció en el año 321 después de Cristo. Su fundamento es claramente religioso: su origen, como queda dicho, está en las sagradas escrituras de la cultura judeocristiana.
 
    Los días de la semana no tienen nombres de dioses romanos, como podría parecer a primera vista, sino de astros que fueron bautizados con dichos nombres: la Luna, nuestro satélite, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno, cinco planetas de nuestro sistema solar, y el propio Sol como epicentro de dicho sistema. 
 
 
 
    ¿Por qué? Porque cuando se estableció la semana eran los astros conocidos dentro del sistema establecido por Ptolomeo para describir el universo geocéntrico. Ptolomeo, en efecto, creía que la Tierra era el centro a cuyo derredor giraban la Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter, Saturno y el propio Sol. Esta concepción estuvo vigente hasta que en el siglo XVI fue desplazada por la heliocéntrica de Copérnico. 
 
    Hay cierta polémica sobre cuál es el primer día de la semana, si el domingo, como sugieren algunos calendarios, o el lunes. En 1988 se firmó una convención internacional que establecía, entre otras cosas, que la semana comenzaba el lunes, de donde viene su tristeza, y finalizaba el domingo, de ahí la falsa alegría del 'fin de semana'.​ Sin embargo, en los calendarios litúrgicos y en algunos países, la semana comienza el domingo, como sugieren los nombres griegos y portugueses de los días, lo que no impide que la institución complementaria del Fin de Semana, que nunca ha supuesto el final definitivo de la semana institucional, incluya el sábado y el domingo, pensándose ya en incluir el viernes. 
 
    Pero volviendo a lo de hoy, lunes 20 de enero de 2025, dicen que la depresión que se produce hoy, tercer lunes de enero, el mes de Jano que cierra un año falsamente viejo y abre otro, que es el mismo, falsamente nuevo, se debe a que estamos en invierno, pese al calentamiento global del cambio climático, y hace mucho frío, tanto que si nos descuidamos se nos hiela el alma, hemos atravesado el ecuador de la cuesta de enero por lo que arrastramos las deudas adquiridas en la Navidad consumista y uno ve cómo el salario no va a llegar a fin de mes, pese a la anunciada subida de los sueldos, ya que también lo han hecho, adelantándose, mucho más los precios al consumo, y porque uno se siente frustrado y fracasados todos sus planes y propósitos de cara a un año que se anunciaba como distinto, otra institución mentirosa como ella sola en lo que a su pretensión de novedad se refiere, el Año Nuevo, que de novedoso, como el propio lunes, no tiene nada. De ahí la inmensísima tristeza
 
    Dicen que el Lunes Tristón no tiene ninguna base científica. Y, en efecto, no la tiene. Es verdad. Es un invento comercial, que se pretende contrarrestar con el consumismo de las rebajas de enero donde el consumidor se realiza y se consume. Cualquier día de la semana puede ser el día más triste del año, no hace falta que sea lunes, puede ser, por ejemplo, domingo, como en la preciosa  y triste canción Gloomy Sunday ('Domingo Sombrío'), de la que cabe destacar, para escuchar en este lunes tristón y conjurar la tristeza con la tristura,  entre las muchísimas versiones la poderosísima interpretación de Diamanda Galás, la canción húngara que se convirtió en el himno de todos los suicidas. 
 

    Escuchemos ahora la versión más amable pero no menos triste de Billie Holiday con subtítulos en castellano.
 
 

viernes, 2 de febrero de 2024

Seis cosillas más.

 ¡Viernes! Por fin el esperado y anhelado fin-de-semana, el güiquén en la lengua del Imperio, pero, cuidado, no es ni mucho menos el fin de la semana todavía.

 La prensa oficial, creadora y criadora de la opinión pública, siguiendo dictados de arriba, prepara a la población para aceptar cañones en vez de mantequilla.

Jugadores, hagan juego y pregúntese a propósito quién ganará más: ¿Ganará el que gane o el que pierda? El que pierde ganará, y el que olvide lo sabido lo sabrá.

 El alumbrado navideño es el alma de la navidad que se enciende y se apaga celebrando una vez más que el año que termina, el mismo, resucite y vuelva a comenzar.

 Dice el reportero de guerra avergonzarse del gobierno español cada vez que se topa con armas made in Spain en los campos de batalla tercermundistas y olvidados.

 Hay que preocuparse, prepararse y precaverse de la prevista y prefabricada enfermedad X, veinte veces más letal que la pandemia coronaviral; así que prevenidos.