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martes, 5 de marzo de 2024

La guerra es tendencia esta temporada

    Después de dos años de guerra a gran escala en Ucrania, el fotógrafo británico Brett Lloyd “captura la resiliencia(!)  de la vida ucraniana actual”, según asegura, para la indecente revista Vogue, reflejando el lado amable de la guerra como si fuera el último grito de la moda entre los jóvenes de ambos sexos, y lo hace para que los no tan jóvenes, es decir, los viejos, nos vayamos preparando para lo que encima se nos viene.

    La edición ucraniana de primavera de dicha revista glamurosa presenta un extenso reportaje fotográfico, que idealiza así la vida de un país que lucha por su libertad, independencia y supervivencia, a las órdenes de un títere de Guásinton, un histrión NATO, nunca mejor dicho, cuyo nombre propio omito deliberadamente, retratando a una generación juvenil que no parece muy afectada por los desastres traumáticos y postraumáticos a los que les ha llevado la guerra que, como se sabe, es una continuación de la política por otros medios. Estos jóvenes que retrata parecen felices y contentos con la suerte  que les ha tocado, lo contrario de lo que cabría suponer.

     El reportaje se abre con la imagen amable de una chica sonriente en primera fila, la modelo ucraniana Karina Mazyar, seguida de cinco cadetes igualmente sonrientes en el liceo militar de Kiev, imagen que estiliza, embellece y hace romántica y no traumática la incorporación a filas de los jóvenes abocados a ser carne de cañón.

    El mentado fotógrafo retrata también a una auténtica heroína, Oksana Rubaniak, la joven de 21 años de larga trenza pelirroja, comandante de uno de los pelotones de las fuerzas terrestres de las fuerzas armadas de ese país, trabajadora en el ayuntamiento, poeta y activista, que se incorporó a filas y combatió con sus camaradas en los frentes de Bahmut, Vuhledar y Mariupol, fue herida cerca de Vuhledar en marzo de 2022, pero pronto volvió a las armas y a primera línea de combate desmelenándose.

 

     El reportaje pasa por alto, obviamente, que las mujeres que militan en el ejército de Ucrania tienen que enfrentarse a dos enemigos, uno externo y otro interno: a los rusos en el frente, y a sus compañeros masculinos en las propias líneas, en las que no faltan el acoso y la discriminación sexuales.

    No olvidemos que en el actual escenario que nos pone por delante la sociedad del espectáculo, Ucrania quiere entrar en la OTAN y en la UE, y que tanto la una como la otra están dispuestas a aceptarla, con el beneplácito del águila calva y carroñera de los Estados Unidos que sujeta entre sus garras la rama pacífica del olivo y las flechas de la guerra,  compromiso que obligaría a Europa y a la alianza atlántica a entrar directamente en la guerra contra Rusia en la que indirectamente ya está implicada. Es lo que quieren los angloamericanos: llevarnos a la guerra contra la malvada Rusia y su perverso zar. 

     Conmovedora también la tierna imagen de este soldado barbudo y armado con un gato entre sus brazos. El fotógrafo y la revista que publica sus fotos están vendiéndonos una imagen romántica de la guerra de Ucrania, normalizándola, y haciendo que parezca heroica, épica y bella, lo que hay que relacionar, no podemos perderlo de vista, con el mensaje del otro día de la Vónder, presidenta de la Comisión Europea, que al igual que hizo negocio con las comisiones de las vacunas tratando de prevenir el virus, quiere prevenir ahora, haciendo igualmente caja, la guerra armándonos, por lo que pueda pasar, hasta los dientes.