martes, 16 de agosto de 2022

Anti(corona)virales

La Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud prepara al mundo para la próxima temporada de coronavirus: más sueros y más confinamientos.
 
La citada organización se niega a admitir el fin de la emergencia sanitaria y recomienda a los gobiernos que vuelvan a implementar la obligación de mascarillas.
 
Las mascarillas causan problemas respiratorios de hipoxia por falta de oxígeno y no sirven para frenar la propagación del virus sino para asfixiar al ciudadano.
 
 
No olvidemos que el bozal, nombre popular y epifanía pandémica, sigue siendo obligatorio todavía en las Españas en transportes públicos, farmacias y hospitales.
 
Aún estamos muy lejos, dicen los expertos -especialistas en todo, especialistas en nada- de librarnos de la fementida pandemia y deshacer su círculo vicioso.
 
No podemos evitar que el virus siga causando estragos mientras no nos desengañemos de que el mayor estrago que causa es la obligación de creer en su existencia.
 
Cuando parece que el virus se debilita, resurge cual ave Fénix con mayor fuerza infectando a la gente con independecia de las dosis que haya o no haya recibido.
 
La denominada 'vacuna' es, en el mejor de los casos, solo un placebo, y en el peor una sustancia tóxica que no sirve para lo que dice, y que hace lo contrario.
 
 

La supuesta protección disminuye como mucho a los seis meses en todos los participantes en el experimento, que ven cómo pese a la pauta completa (se) contagian.
 
El Ministerio de Sanidad, que no de Salud, propondrá la revacunación de los tridosificados, es decir, la cuarta dosis o segundo refuerzo que no sirve para nada.
 
Cuando el virólogo orgánico que sale por la tele dice que las mascarillas seguirán siendo una gran herramienta de control de la infección, párate a pensar... 
 
...y échate a temblar porque lo que quiere decir “herramienta de control de la infección” no es lo que dice de la infección, sino de la obediencia de la gente.
 
 Cuando dicen que es posible que en invierno haya una epidemia de gripe fuerte que no hemos visto en dos años ni por el forro, quieren decir: vuelve la pandemia. 
 
Los periodistas orgánicos -prácticamente todos- nos advierten: “El temor a una caída de la inmunización puede resucitar la mascarilla obligatoria en el otoño”.
 
(De Debord) El experto que mejor sirve es, por supuesto, el que miente. Los que necesitan al experto son, por motivos diversos, el falsificador y el ignorante.

lunes, 15 de agosto de 2022

Haciendo migas (y II)

    Hacer el Camino sirve para descubrir que el Camino no lleva a ninguna parte. El Camino Neocatecumenal -¡qué palabro!- es más viejo que el catarro, a pesar del prefijo neo- que le ponen delante sus secuaces. Ya lo dijo el Poeta: Caminante, no hay Camino. 
 
    Ev-angelio: es la Buena Nueva: la buena noticia que nos traen los ángeles o mensajeros del Señor: que no hay noticia: esa es la mejor noticia: pas de nouvelles, bonnes nouvelles: no news, good news en la lengua de los dominadores.
 
    Los españoles siempre hemos sido más papistas que el Papa, y más cristianos que Cristo. ¿Cuándo nos desespañolizaremos? El desespañolizador que nos desespañolice buen desespañolizador será.
 
    Lo llaman Democracia y no lo es. ¿Qué es? Mercado-cracia. ('Cracia' quiere decir gobierno, y 'mercado' quiere decir Dios: todo el mundo habla de ello y cree en ello con una fe ciega pero nadie lo ha visto por ningún lado). 
 
Información radioactiva, Gabriel Pérez-Juana (2022)
 
     No es que todo vuelva a la normalidad tras las vacaciones, es que las vacaciones también son parte de la normalidad. Lo mismo sucede con el fin de semana. No es que todo vuelva a la normalidad el lunes, es que el güiquén es parte de la locura de la normalidad.
 
    Pensamiento positivo. ¿En qué consiste esta lacra del pensamiento positivo y esta plaga del insoportable optimismo que les ha entrado a los psicagogos, esta ola que nos invade con sus oleadas que tanto se llevan ahora? Pues en que si te echan del trabajo o te deja el novio, te dicen que no es para tanto, que te alegres y no te quejes, que podía haber sido peor. No ven, que eso mismo es bueno: te has librado del trabajo y del novio. No es malo perder el empleo y el novio, puede ser algo bueno porque no hay mal que para bien no venga. Si pierdes el empleo o un novio muy celoso y posesivo, eso es lo que ganas, pierdes tus cadenas, y eso quiere decir que logras tu libertad. Si pierdes el trabajo, puedes ganar el ocio. Si pierdes el novio, puedes ganar tiempo para ti. Bien por esa primera parte. Cualquier pérdida puede ser, si se la mira por otro lado, una ganancia. Piensa que no pasa nada y, si te queda algo de humor, sonríele a la vieja ramera de la vida, y ¡a otra cosa, mariposa! 
 
 
 Estudio para científico, Gabriel Pérez-Juana (2022)
 
    La jovialidad no tiene por qué conllevar el conformismo, y no está reñida para mí con la protesta: quéjate, aunque es verdad, insisto, que no hay mal que para bien no venga. Pero tienes todo el derecho del mundo a quejarte porque aunque perder un trabajo o un novio, amiga mía, puede ser algo bueno, si te pasa, es una desgracia porque te quedas a dos velas y dejas de tener una “fuente de ingresos”, económicos o sentimentales y sexuales, y, sin esos ingresos, no hay vida que se precie, dicen. Quéjate, amiga mía, de que haga falta trabajo y dinero, y tener un novio formal que te traiga por la Calle de la Amargura s/n (sin número) para vivir y no sentirte sola en un mundo donde todos, querámoslo o no, estamos solos. 
 
     ¿A favor de un Estado laico? Dejémonos de adjetivos y vayamos al grano, como las gallinas, vayamos a lo sustancial y sustantivo. No me gusta entretenerme en disquisiciones bizantinas y estériles, ni perderme en los adjetivos como “laico”, “aconfesional”. Formulemos la pregunta como se debe: ¿Estamos a favor del Estado o estamos en su contra? Preguntarse si uno está a favor de un Estado laico en el que estén totalmente separadas la religión y la política es hacerse una pregunta envenenada, supone no cuestionar la existencia misma del Estado en sí, sino sólo su forma. Es más, supone aceptar de plano el Sistema, y la equiparación actual de Estado y Capital, que se da dentro de la Sociedad del Malestar (iba a poner Bienestar, pero es un sarcasmo sangrante) que padecemos, y cuestionarse sólo el color. ¿A favor de un Estado confesional, como la mayoría de los islámicos, y como el actual español, en que se confunden la política y la nueva religión del Mercado, cuyo Dios es el Dinero y cuyos templos las todopoderosas entidades bancarias? ¡Aparta de mí ese cáliz! En contra, en contra del Estado, sea del color que sea, siempre.
 
     Hay algunos emparejamientos o matrimonios, ya sean heterosexuales o sean ya homosexuales, donde están legalmente contemplados, que acaban bien, pero muchos otros, en una inmensa mayoría, duran toda la vida, hasta que la muerte irremediable separa a los dos cónyuges con un golpe seco de su guadaña. 
 
    No me hables de hechos futuros, porque no los hay: si son hechos, por definición, no son futuros, y si son futuros no son hechos todavía: sólo el pasado está hecho, sólo hay hechos pasados, y, algunos, casi todos, es mejor olvidarlos y mantenerlos bien guardados en el baúl de los recuerdos desmemoriados. No conviene tener buena memoria y estar recordándolos siempre, es mejor el olvido: olvido de los hechos, olvido del pasado; despreocupación evangélica por el futuro. (Recordad la Buena Nueva que traía el Ev-angelio: La Buena Noticia es que no hay noticia, ni buena ni mala). 
 
La sirenita está triste
 
     Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Yo soy hombre, demasiado humano, tanto que nunca aprendo y que tropiezo no dos sino todas las veces que haga falta una y otra vez en la misma piedra dándome de morros con el canto de ella. 
 
    Los conservadores quieren que las cosas sigan como están, los progresistas que cambien. Ni unos ni otros se dan cuenta de que las cosas necesitan cambiar para seguir igual que estaban. 
 
    No importa lo que creas. Cualquier cosa en la que creas y a la que le eches fe, se convierte en Dios: Dios es aquello en lo que crees, sea lo que sea. 
 
    Siempre sucede lo inesperado. Aunque se cumpla el pronóstico, lo que sucede incluye siempre algo que no estaba previsto en el guión. Por eso, donde menos se espera, salta la liebre.
 
Dos últimas noticias al cierre de edición: 

    El joven izquierdista, que fue ministro y fue secretario general de la OTAN y el que dio la ejecutiva orden de bombardear Belgrado y Serbia, impunemente criminal, vomitó en un tuit que no se debe ni olvidar ni perdonar -escrito está- que los que no se vacunaban eran responsables (sic) de la “nueva ola” contagiosa de infección.

 

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    El chérif ordenó la sumaria ejecución: Estados Unidos mata a un hombre con un dron, a Aymán al-Zawahiri, en Kabul, Afganistán, un terrorista al que no había que juzgar, suministrándole la muerte sin piedad. Así es la ley del viejo oeste donde no hay terrorismo ni mayor terror que el estatal. Así es la ley de Lynch, el exterminador, aquel coronel y virginiano juez de paz.

domingo, 14 de agosto de 2022

Jean-Jacques Sempé, in memoriam

    La noticia de la reciente muerte del dibujante francés Jean-Jacques Sempé (1932-2022), célebre por su personaje El Pequeño Nicolás, me ha llegado junto con la imagen de su último dibujo publicado hace una semana en una revista ilustrada francesa. Podría titularse perfectamente: Paisaje con figuras humanas.
 
     Presenta una composición abigarrada donde se entremezclan por una parte la naturaleza exuberante -árboles, montañas, plantas, nubes, pájaros, un río...- y la obra de factura humana por otra (un puente medieval, una barca, un pueblecito, un castillo, caseríos diseminados aquí y allá...), con dos diminutas figuras humanas: En la parte inferior central una mujer tumbada sobre la yerba que posa a cierta distancia para el artista, y en el margen inferior derecho el pintor, quizá el propio dibujante, justamente encima de su apellido “Sempé” con el que firmaba siempre sus trabajos. 
 
    El artista se enfrenta a la tarea descomunal de reflejar en su lienzo con sus acuarelas toda la infinita y lujuriosa belleza que se despliega ante sus ojos: un paisaje del que él se excluye pero del que forma parte inevitablemente a nuestra vista, y que incluye la figura diminuta en comparación con el marco incomparable que le sirve de referencia de la mujer que ocupa un lugar central casi microscópico bajo la arboleda y que le dice al artista “No te olvides de incluirme a mí en el cuadro que estás pintando”. Y estas palabras son como si fueran las últimas del autor ante la inminencia de su muerte. 
 
    ¡Qué insignificante resulta la figura humana de uno mismo ante la grandeza y la belleza de todo lo que nos rodea! ¿Cómo puede el pintor centrar su mirada solo en el retrato de la persona humana? 
 
    Revisando algunas imágenes del libro de Sempé “La grande panique” (1965) me encuentro con esta confesión que un paciente, quizá el propio Sempé, le hace al psicoanalista que lo trata: un hombre adulto reconoce que tiene mucho miedo, pánico incluso, a que suceda lo que más deseaba cuando era joven: que todo salte por los aires. El joven rebelde se ha convertido en un viejo que teme la revolución que tanto había codiciado. Real como la vida misma.
 
    Tomo también del mismo libro estas cuatro viñetas que presento en formato gráfico animado de un niño y una niña que ven en la televisión imágenes horribles de guerra, asesinatos espeluznantes y la explosión de la bomba atómica, y no se inmutan ante tanta violencia circundante. Sin embargo se horrorizan ante la imagen del lobo de los cuentos y fábulas infantiles. Así es el miedo humano: nos causa pánico lo desconocido, cuando es lo conocido lo que debería espantarnos. Nos dicen: ¡Que viene el lobo!, esa pobre criatura en peligro de extinción que no ha querido resignarse a ser un perro doméstico, y nos llevamos las manos a la cabeza muertos de miedo, como cuando nos dijeron que un virus iba a matarnos a todos...  Tememos más la ficción que la realidad. 
 
    La crítica de Sempé suele ser bastante amable, a veces algo ingenua, como los dibujos, que nos ha dejado y aquí quedan despidiendo siempre el aroma de la bonhomía de su autor.
 
  

sábado, 13 de agosto de 2022

Cabaré de variedades

 

 Baco, Caravaggio (1595)
 
Propaganda para una bodega: Que el vino mata las penas es algo que se viene diciendo entre nosotros desde muy antiguo. Ya en un fragmento épico de los Cantos Chipriotas aparece la idea. Dos hexámetros que dicen así: οἶνόν τοι, Μενέλαε, θεοὶ ποίησαν ἄριστον / θνητοῖς ἀνθρώποισιν ἀποσκεδάσαι μελεδώνας. Han lo mejor, Menelao, creado, el vino, los dioses, / para quitar a los seres humanos preocupaciones. Allí se cita a Menelao, el rey de Esparta que fue abandonado por su esposa Hélena para fugarse con el apuesto príncipe troyano o que fue raptada o secuestrada por él, según la versión oficial griega, convirtiéndose su rapto (o arrebato) en un casus belli. Alguien le aconseja a Menelao que el vino es lo mejor que los dioses han creado para el olvido de las penas, con lo cual le está diciendo que el vino es divino, cosa que repetirán los cristianos que ven en él la sangre de Cristo, y los paganos, como Horacio: Disipa el dios / del vino hambrientas penas. En la tragedia de Eurípides Bacantes, el vino es para Penteo, el gobernante, un agente de desórdenes que hay que evitar en la ciudad, partidario como es de la ley seca avant la lettre, mientras que el sabio y más prudente Tiresias, defensor del botellón, le recuerda su valor como remedio de penas y dolores, liberador de cuitas de hombres y mujeres, fármaco analgésico y somnífero. Casi  nada.
 
oOo 
Crónica de sucesos



La viñeta de J.R.Mora lo dice todo: una pantalla de la que salen literalmente tripas ensangrentadas, y un texto explícito: "Llenaron los informativos de sucesos para no tener que contar lo que sucede". Efectivamente, la crónica de sucesos lo ha invadido todo en cuanto a información se refiere a modo de cortina de humo que nos impide ver lo que pasa. Eso es lo que sucede. 
 
oOo
 

 
¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!” Reza un verso de Garcilaso de la Vega. Un refrán griego antiguo, por su parte, dice así: αἱ δ᾽ ἐλπίδες βόσκουσι τοὺς κενοὺς βροτῶν (las esperanzas nutren al vano ser mortal), es decir que los que tienen la mente vana, los casquivanos o ligeros de cascos de entre los seres humanos, suelen no sólo alimentarse sino cebarse del pienso de la esperanza. Y es que esta palabra griega ἐλπίς (elpís), que subsiste en griego moderno como ελπίδα (elpída) -el lema con el que Alexis Tsipras engañó a los griegos era precisamente η ελπíδα έρχεται la esperanza se pone en marcha, tomando del Hope que utilizó Obama para llegar al poder - no tiene la connotación positiva que tiene para el mundo moderno occidental y cristiano de virtud teologal junto a sus hermanas la fe y la caridad, sino que es algo esencialmente negativo, porque fue el poso que quedó en la jarra de Pandora cuando esta dejó escapar sin querer todos los males que había dentro menos uno: la esperanza, que, según nuestro refrán, es lo último que se pierde. 
 
'Esperanza' en la lengua del Imperio.
 
    Para los griegos la esperanza no deja de ser un engaño y una ilusión: el bálsamo que nos ayuda a soportar lo insoportable refugiándonos en el fantasma del futuro esencialmente inexistente. Nutrirse de esperanzas es alimentarse de ilusiones falsas y engañarse.

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Últimas noticias: La sequía pertinaz.
 
 La crisis, otra crisis, climática esta vez, asfixia a fuerza de sequía pertinaz* a la vieja Europa que se abrasa viva en mil incendios forestales y olas de calor.

(La “pertinaz sequía” era la expresión tras la que se escudaba el viejo dictador, justificando restricciones que asumir y empantanando mientras tanto la nación).

viernes, 12 de agosto de 2022

Jaicus de verano

 Ay, qué escalofrío: / la hoja seca que cayó / se la lleva el río.

Vete preparando, / va a ser muy crudo el invierno / que están fabricando.

Vuelve el hombre a ser / -¡viruelas a la vejez!- / mono y chimpancé.

Ya me lo figuro. / Hay  que salvar el planeta / y el puto futuro.



Llovizna de estrellas, / lágrimas de San Lorenzo / fugaces y bellas. 

 Voluntad de Dios. / El Señor lo quiso así; / Dios, ni tú ni yo.

El espejo, en él / otro que no yo me ve: / no me veo yo.

Luna taciturna, / llena de sensualidad, / velada y nocturna.

Diana (La luna) y Endimión, Pier Francesco Mola (1660)
 
 Te quería tanto, / tanto que tenía yo / ya que eyacularlo.

¿Quién la convirtió / la Laguna Azul en un / Centro Comercial?

Muerta de tristeza / trocada en parque temático / la naturaleza.

Fluye grande el Ebro, / escribió Catón el Viejo, / bello y pisculento.

La verdad a secas: / tiene muchísima sed, /  reseca, la tierra.

Veo un ave surcar / el firmamento y sin alas / me echo yo a volar.

Como Sebastián, / santo y mártir, héme aquí / traspasado yo.

Moras del zarzal, / verdes, rojas, negras ya, / dulces otra vez.


 Vuelve a palpitar, / recordando el corazón / un verano más.

Rico soy al fin / sin ninguna posesión / que me tenga a mí.

Aplíquese usted / restricciones por doquier. / Y solidarícese.

Crisis otoñal: / Vuelta al cole, a comenzar / una y otra vez.

jueves, 11 de agosto de 2022

Haciendo migas (I)

    Aquí estamos haciendo migas, buenas migas. Y para eso desmigamos el pan duro del pensamiento,  buscando la reflexión de la miga, que es lo blando y tierno de dentro, lo que está cubierto por la corteza falsa, rugosa y dura de la realidad.     Aquí seguimos, en estos tiempos que no son buenos, precisamente, sino malos para la lírica como cantó Bertolt Brecht: Schletchte Zeit für Lyrik. Malos tiempos corren efectivamente para la lírica y también para la épica. 
 
   1ª.- “No vendas a tus amigos (y menos gratis)”. Decía un eslogan publicitario. En la primera parte todos estaríamos de acuerdo; la segunda es puro cinismo. ¿Es mejor que no vender a los amigos venderlos a cambio de una fuerte suma de dinero? En realidad es lo que nos decimos a nosotros mismos. No te vendas, pero si lo haces que no sea gratis: en realidad lo que estamos diciéndonos cínicamente, en el peor sentido de la palabra, es prostitúyete muy caro.
 
  
    2ª.- Kill the Russian: Mata al ruso. Camisetas ucranianas con un precioso diseño de un embozado con un cuchillo ensangrentado que ha cortado la cabeza a un ruso y la agarra por los pelos. La última moda de este verano. Toda una apología del odio que incita al asesinato. Mata al que sea ruso, dice en la lengua internacional del Imperio, mata a cualquier ruso por ser ruso, mientras la Unión Europea calla como una puta y envía armas a Ucrania para que se defienda de la agresión de Putin matando rusos.
 
 
    3ª.- Todos hemos sido condenados a la pena de muerte/muerte de pena que está siempre por venir, muerte siempre futura. Todos tenemos nuestra opinión (personal) y ninguno la razón (ni la verdad). 
 
    4ª.- No future. El astrólogo estrafalario y la vidente gallega, guiados por las estrellas del cielo y los naipes del tarot respectivamente, nos dan sus previsiones para el próximo periodo otoño-invierno después de observar el firmamento y una vez puestas todas las cartas de la baraja bocarriba sobre la mesa: no hay futuro. Ni falta que hace, porque el futuro es la muerte, porque la muerte es la espada de Damoclés o el virus letal que nos amenaza con su pavorosa sombra que pende del techo sobre nuestras cabezas coronadas. 
 
     5ª.- No past. El astrólogo estrafalario y la vidente gallega, guiados por las estrellas del cielo y los naipes del tarot respectivamente, proclaman en un estado apocalíptico de revelación mística que el pasado no está escrito, que no hay pasado porque lo que pasa no ha dejado de pasar: no deja nunca de pasar y de hacerse y deshacerse.
 
 
   6ª.- El llamado síndrome de Estocolmo no es una cosa rara que sufren cuatro pirados, lo padecemos todos y cada uno de nosotros de una u otra forma: es, como se sabe, aquel estado psicológico en el que un secuestrado acaba amando y ayudando a quien lo priva de libertad, la víctima acaba comprendiendo al verdugo, y amándolo. Los gobernados amamos a nuestros gobernantes, que para eso los hemos elegido democráticamente, para que nos malgobiernen, para que nos desgobiernen, para que nos jodan en el peor sentido de la palabra. 

    7ª.- Oído por ahí. Antiguamente se decía: “he oído por ahí”, pero actualmente lo que se dice es: “he visto (o leído) en internet”, como si fuera un argumento de autoridad. Olvidamos que tanto en un caso como en otro se pretende dar por válido algo sin mencionar la fuente fidedigna. Por ahí se dicen y por lo tanto se oyen muchas majaderías. En internet –cambiando el sentido del oído por el de la vista- se ven y se leen no pocas majaderías. Dejémonos de retórica: muchas, muchísimas majaderías. 
 
    8ª.- Sé agua, amigo mío. Poco aficionado yo a las artes marciales, me admira sin embargo esta frase de Bruce Lee ("Be water, my friend"), que aconseja que uno debe adaptarse al enemigo como el agua a su recipiente. No hay que fiarse tanto de la propia forma, como de la del enemigo, a la que conviene acoplarse, para lo que hay que desembarazarse de las ideas preestablecidas, inculcadas, recibidas, asimiladas. Uno debe ser permeable, voluble, proteico, moldeable como el líquido elemento. Nada de tener una forma fija predeterminada, eso que se llama una personalidad arrolladora o, lo que es lo mismo, una máscara. Hay que convertirse en agua, volverse agua, hacerse agua, empaparse de agua, dejarse penetrar por el agua, ser líquido elemento. 
 
 
    Hay algo de esa sabiduría que llamamos oriental, es decir primigenia, en este pensamiento, en esta lección de filosofía barata pero útil para la vida, que nos invita a ser polimorfos como Proteo. Como el agua. Ya lo dijo Píndaro, antes que Bruce Lee: Lo mejor es el agua, pero el oro se lleva la palma como lo más caro, que no lo más valioso, en esta sociedad donde todo se compra y todo se vende. Sin embargo, mejor que el oro es el agua, que además es la bebida más sabrosa del mundo porque, oh paradoja, no sabe a nada.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Exceso de mortalidad

    El otro día leía yo en la primera plana de la hoja parroquial autonómica El Diario Montañés el siguiente titular tan llamativo como honesto por su parte: "Cantabria cierra julio con un exceso de 200 muertes que no explican ni el covid ni el calor."

    El fenómeno, por lo que veo en otros periódicos, no es exclusivamente cántabro, sino nacional. No hay datos del extranjero, porque la fuente de la información es el instituto Carlos III. El Diario Montañés confesaba que "Desde que hay estudios, nunca este mes (el pasado julio) había sido tan letal en la Comunidad". El País, el boletín oficial del Gobierno de las Españas, también sacaba un titular parecido: "El exceso de muertes este julio quintuplica la media de ese mes. Y no solo por el calor y la covid." Y añadía: "El Instituto de Salud Carlos III calcula casi 10.000 fallecimientos más de los previstos, 2.124 de ellos son atribuibles a las altas temperaturas".

        Otros periódicos nos toman por idiotas achacando la mayoría de esas muertes al cambio climático que ha provocado los golpes de las olas de calor, algo que no cuadra si consultamos las hemerotecas, dado que esas mismas fuentes que ahora achacan los excesos de muertes al calor, reconocían otros años que el número de decesos por golpes de calor en las Españas había sido de 7 fallecidos en 2016, 7 fallecidos en 2017, 9 fallecidos en 2019 -(No hay datos de 2020 y 2021, los años de la pandemia en que todos los muertos eran cóvid) y 700 fallecidos en junio y 360 en dieciséis días de julio en 2022.


     Nos toman por idiotas porque nos hacen creer que en tres años han aumentado los muertos por olas de calor nada más y nada menos que un tanto de 13.250 por ciento. 

        El Ministerio de Sanidad se empeña, sin embargo, en echar balones fuera, achacando esas muertes al cambio climático. ¿Cuándo si no es ahora mismo según las autoridades sanitarias ha sido el calor una de las principales causas de muerte en este país de María Santísima? Lo cierto es que los datos del sistema de monitorización del Ministerio chocan por completo con la estadística consolidada de años anteriores.  

            No hay correlación, como decía el titular de El Diario Montañés, entre el calor y el exceso de mortalidad si comparamos con las estadísticas de años atrás. ¿No habrá alguna relación, es una hipótesis que no debería descartarse a priori, con las inyecciones contra el Cóvid que se ha puesto la mayoría, casi la totalidad de la población? Téngase en cuenta que antes de que se pusieran estas inyecciones no había dicho exceso de mortalidad, y ahora sí.  

                Lo que está claro es que el número de muertes se ha disparado en España. Y lo que no está tan claro es la causa de esos 22.541 fallecidos de más de lo esperado que se han producido en los primeros siete meses de este año, hasta julio incluido. Parece un disparate decir como afirman que de esos 22.541 hay 3.828 que habrían muerto debido a las altas temperaturas. 

            La cifra española no tiene parangón en otros países de Europa, donde las estadísticas muestran también un pequeño repunte de la mortalidad, pero muy inferior a lo que sucede en España según el EuroMoMo.

martes, 9 de agosto de 2022

El bluf de Byung-Chul Han

    ¿Es Byung-Chul Han un nuevo astro rutilante de la filosofía moderna o más bien, haciendo uno de esos juegos de palabras a los que él es tan aficionado, un filosofastro? No se puede negar que es el filósofo más famoso del mundo en la actualidad. Su libro de hace diez años 'La sociedad del cansancio' se ha traducido a cuarenta idiomas. Un superventas. Un superstar. El que más vende y el que más y mejor se vende, el más vendido y comercial, leído incluso por personas que no leen nunca ensayos filosóficos. 

     Se deja ver con mucha dificultad. No le gusta prodigarse en viajes pero ha hecho una excepción aceptando la invitación de la UIMP de Santander este verano para conocer a su público español. Hay una larga cola para obtener la firma preciada del autor. Odia ser grabado, sólo se siente cómodo expresándose en alemán. A pesar de su origen coreano, se vende como deustcher Philosoph, haciendo suyo el prestigio de la lengua de Marx, Freud y Nietzsche. ¿El inglés? Es el instrumento de los dominadores, la lengua del Imperio, como decimos a veces por aquí, en la que rechaza expresarse. 

    Crítico de la digitalización, que no aborrece sin embargo, lamenta su mal uso al servicio del capital y de la economía. Dice cosas ingeniosas en pocas palabras como que ya no habitamos el cielo y la tierra, sino la Nube y Google Earth en su lugar. Escribe muchos libros breves de no más de cien páginas cada uno con frases concisas, contundentes, lapidarias y viralizables enseguida. 

    Del esmarfon, al que denomina Phono Sapiens, sólo le interesa la posibilidad de identificar algunas plantas. Confiesa que solo lo lleva encima cuando sale al encuentro del reino vegetal. Los aficionados a la botánica, sin embargo, dicen que aplicaciones como PlantNet fallan más que una escopeta de feria.  Solo exhibe ahora un viejo nokia que muestra al público para darle la hora y servirle de teléfono, sin conexión a la Red.

    El filósofo, que hace alarde de su profesión, se dedica a cultivar, epicúreamente, su jardín particular, su jardín secreto, lo que le reporta bienestar y felicidad. El jardín es un lugar romántico. Según él, un antídoto contra la digitalización y la informatización del mundo. 

    No hace falta orientalizar Occidente, dice, porque Occidente dispone de su propio jardín oriental de literatura y delicias, que es el romanticismo, del que se declara heredero, todo un neorromántico.

    ¿Crítico con la pandemia? En cuanto nos obliga a fijarnos en las pantallas alejándonos del mundo y alienándonos. En ningún caso critica el tratamiento político que se ha hecho de ella, sino que se inscribe dentro de la corriente oficial. 

     En realidad su crítica a la digitalización tampoco es tan radical como parece a primera vista, sino bastante superficial. Todos los medios tienen un potencial emancipador, dice, y la digitalización no podía ser menos. El problema es que, mal dirigida, podría llevarnos al totalitarismo y al capitalismo de la vigilancia.

    Cuando se le pregunta por los filósofos actuales, afirma que los lee poco, que prefiere los clásicos, sobre todo Nietzsche, siempre actualísimo, y especialmente Walter Benjamin, el único filósofo al que le gustaría abrazar.

    Aprecia a Giorgio Agamben, pero dice que ha desbarrado con la pandemia porque equiparó el Green Pass a un medio de control y discriminación de los ciudadanos, dando pábulo a las teorías de la conspiración, por lo que no ha rendido un buen servicio a la filosofía. Encerrado en su propia prisión, Agamben ha dejado de pensar, cautivo de su propio pensamiento. Le sugiere sin embargo al rector de la UIMP, presente ocasionalmente en la sala, que invite a Agamben el próximo curso a impartir una lección magistral, si bien es un filósofo difícil de entender por el gran público porque habla igual que escribe. 

     La idea agambeniana del «estado de excepción», ligada al totalitarismo, está hoy día obsoleta. No sirve para explicar el presente según Han. De eso no se da cuenta Agamben. Reconoce sin embargo que Agamben tiene obviamente razón al sostener que la pandemia trasformó la vida en supervivencia, reduciéndola a «nuda vida», pero le reprocha su conspiranoia.

    Byung-Chul Han estuvo dos meses en Roma durante la pandemia. Puso como condición que lo alojaran en una casa con jardín, y fue hospedado en la lujosa Villa Massimo viviendo en su torre de marfil. Confiesa que fue muy feliz en la ciudad eterna, visitando pequeñas iglesias católicas a las que iba en bicicleta. En una de ellas, llamada San Bernardo alle Terme, tuvo incluso una suerte de revelación, como declaró a la prensa italiana: comprendió que el Espíritu Santo es lo esencialmente Otro. 

    Aprovechando su estancia en Villa Massimo invitó a Agamben, como buenos colegas y discípulos que son ambos de Heidegger y Hanna Arendt. Pero Agamben se disculpó enviándole un correo personal donde le decía que no podía asistir porque no tenía pasaporte cóvid, en Italia bautizado como green pass. Ni corto ni perezoso, Han hizo pública esta confesión leyendo el correo electrónico, acusando al filósofo italiano de politizar una invitación amistosa, cargando contra él en los siguientes términos en un vídeo subido a la Red:

 

    Esto es lo que dice Han: «He invitado a Agamben a un encuentro en Villa Massimo. También el Goethe Institut le ha enviado esta propuesta. Agamben me ha respondido a mí y al director del Goethe Institut que temía no poder aceptar esta invitación porque para ambas invitaciones le sería necesario el green pass. Él no tiene green pass. Depués de recibir este e-mail he perdido mucho respeto por Agamben. Lo que hace es un abuso político de una invitación amistosa. Usa la amistosa invitación para manifestar testarudamente su problemática postura. Agamben en su avanzada edad no se deja vacunar, porque ve en la vacunación un objetivo político de dominio del Estado o porque como muchos antivacunas teme que la vacunación lo haga volverse impotente, y simplemente tonto. Yo mismo no estoy de acuerdo con el green pass en el puesto de trabajo y en particular con la amenaza que nos pueda caer encima si no se respeta la normativa. Pero aquí no nos sirve su teoría del Estado de Excepción. Solo me gustaría preguntarle si esta medida es conforme a la democracia y a la constitución. La democracia no es algo que venga dado de una vez por todas, sino algo por lo que es necesario luchar siempre. Tengo la sensación de que Agamben no sabe qué es la democracia».

   Byung-Chul Han, sin embargo, sí sabe lo que es la democracia, de la que se declara firme defensor, mientras que Agamben ha cometido el 'error' filosófico de equipararla con la perfecta dictadura contemporánea, desenmascarando la más y mejor cumplida encarnación del Estado de Excepción.  

    Han demuestra con esta declaración que no le llega ni moral- ni filosóficamente hablando a la altura de la suela de los zapatos al maestro italiano, él sí, un verdadero filósofo viviente.  

    Han no es un astro de la filosofía, sino un filosofastro, es decir, un filósofo profesional sí, como él se encarga de repetir constantemente, pero un filósofo fake, un filósofo virtual, un filósofo light, un bluf que no tiene la calidad necesaria para ser considerado como auténtico filósofo.

lunes, 8 de agosto de 2022

No hay inmunidad, pero sí rebaño.

    Según el periódico ABC, diario de referencia y decano de la prensa nacional, que no racional, Estos son los síntomas de la variante Ómicron que afectan a las personas ya vacunadas de Covid. Escribe el autor del artículo que firma M.L.C.: Estar vacunado no implica estar libre de coger el coronavirus. Porque no se concibieron (las denominadas 'vacunas') para evitar los contagios, sino para que los efectos del virus sean mucho menos adversos e incluso pasen desapercibidos. 
 
    ¡Qué sutileza esta última de los efectos del virus que pasan desapercibidos! Es como si quisieran que no se les dé relevancia. Pero difícilmente pueden pasar desapercibidos estos síntomas de Ómicron, la última variante o mutación o lo que sea del engendro viral, que según ABC aparecen en personas vacunadas: tos persistente, secreción nasal, cansancio, fatiga muscular, dolor de cabeza, dolor de garganta, fiebre, estornudos. La mayoría de ellos son bastante visibles y triviales. Otra cosa es que no queramos darles demasiada importancia porque son los síntomas de un catarro o constipado o gripe, si se quiere, de toda la vida, que todos hemos experimentado alguna vez.
 

 
    Lo que no podemos afirmar, porque es algo que no podemos saber a ciencia cierta, o que sólo podemos saber 'a ciencia incierta' al no tener ningún elemento de referencia para la comparación, es que estos síntomas del virus serían más graves e incluso mortales si uno no se hubiese prestado a las inoculaciones experimentales.
 
     No especifica el citado artículo si estos síntomas afectan también a las personas no vacunadas, porque si no les afectasen, serían la clara consecuencia de las inoculaciones, y serían ellas y el virus o la proteína del virus inoculada, la causa de dichos síntomas que con tanta rapidez se contagian en este verano caluroso, un verano en el que el calor mata, siempre según la prensa orgánica, disparándose la mortalidad en oleadas cada vez más extremas, de manera que cuando suben las temperaturas aumentan los fallecimientos.
 
     Otro periódico de la prensa nacional, que no racional, afirma al respecto sin ruborizarse: “Este calor no es normal: media España registra el inicio de verano más caluroso de la serie histórica”. (No sabemos nada de la serie pre-histórica, de la que no hay nada escrito ni escritura siquiera).
 
     El estudio que reporta el periódico ABC concluye que “la eficacia de las vacunas ha ayudado a que los efectos del virus se vean muy reducidos”. Pero no es una conclusión lógica, porque lo que se pretendía con las inyecciones era inmunizarnos, alcanzar la inmunidad de rebaño o de grupo, como pretenden otros, a los que ofende lo del rebaño gregario que somos, lo que quiere decir precisamente evitar el contagio. Y eso, reconozcámoslo, no se ha conseguido, sino todo lo contrario.
 
 
 
     Hay más contagios que nunca. Y en plena canícula de época estival. Estos contagios no son letales, pero ¿lo fueron acaso alguna vez? No, nunca lo fueron. Se sabía desde el principio que la letalidad del virus no era grave, no más que la de la gripe normal y corriente de todos los años por las mismas fechas, aunque se nos dijo lo contrario, sembrando el pánico y encendiendo todas las alarmas.
 
     Las autoridades sanitarias le dijeron a la profesión médica, mintiéndole e imponiéndole unos protocolos irracionales (y donde hay capitán, como dice el refrán, no manda marinero), que no se podía hacer nada para curar el COVID-19, porque no había ningún tratamiento disponible. La prensa oficial y orgánica de todo el mundo respaldaba este nihilismo terapéutico interesado*, en el sentido más económico del término, lo que justificaba la aprobación por razones de emergencia y vía de urgencia de unos sueros experimentales, que, a la vista está, han fracasado estrepitosamente porque la inmensa mayoría tarde o temprano se ha acabado contagiado.
 
     La defensa a ultranza de las presuntas vacunas anticóvid les lleva a decir que estos síntomas que padecen las personas vacunadas son insignificantes: “Tanto que pueden pasar como un resfriado corriente y que desaparezcan en apenas unos días”.
 
   
 
     Si humanum fuit errare, si equivocarse fue humano, como escribió san Agustín, habría que reconocerlo, pero no lo hacen, porque no se han equivocado. Lo que han conseguido era precisamente lo que pretendían. Así que hay que concluir como el santo: diabolicum est per animositatem in errore manere: perseverar en el error debido a su animosidad hostil, eso ya no es humano, no, sino diabólico.
 
     *El interés del capital era que trascurriera el tiempo sin hacer nada, había que quedarse en casa, no fueran a colapsarse los servicios de urgencia de los hospitales. Había que permanecer aislado (stay home) para salvar vidas (save lifes), y resistir, solos, hasta que los labios se amoratasen para ir al hospital. Se negaron la hidroxicloroquina y la ivermectina, unos tratamientos baratos y sin patente, y se puso el foco en la esperanza futura mesiánica y universal de la vacuna que según la Iglesia de la Ciencia Católica salvaría a la humanidad de la muerte eterna.  
 
    Hagamos, para acabar esta reflexión, un pequeño ejercicio sencillo de memoria histórica: El 10 de mayo de 2021 el presidente del gobierno de las Españas autonómicas nos aseguraba que faltaban sólo 100 días para lograr la inmunidad de rebaño, de grupo decía él para no ofender a nadie. En aquellos momentos, sólo un tercio de la población española había recibido alguna inyección y se fijaba para agosto el fin de la transmisión.
 
    Ahora, tras un año y 3 o 4 jeringuillazos, una vez superado aquel objetivo con creces, se demuestra que estos productos farmacéuticos no impiden la infección ni inmunizan contra ella, y que por lo tanto no son sinónimos, como pretendían políticos y periodistas, 'inmunizado' e 'inyectado con estos sueros experimentales' que no impiden la transmisión.   

 
 

domingo, 7 de agosto de 2022

Realidades reales e imaginadas

    En una entrevista que el periodista Henrique Mariño le hacía al escritor Juan José Millás el 10 de julio de 2020, en plena pandemia, en el periódico Público, que llevaba por título “El capitalismo es un delirio que en cualquier momento se puede venir abajo”, el columnista y escritor reflexionaba sobre el coronavirus, el capitalismo y el futuro.

    En un momento de su trascurso el entrevistador le hacía la interesantísima pregunta siguiente: ¿La economía y las finanzas son una cuestión de fe? A la que Juan José Millás respondía, equiparando fe y confianza: -“Absolutamente. Son una cuestión de confianza. El Corte Inglés existe porque creemos en él. Si dejásemos de hacerlo, duraría una o dos semanas. Sin embargo, si dejas de creer en el virus, seguirá existiendo. Insisto: esa es la diferencia entre las realidades reales y las realidades imaginadas.”

    Según Millás El Corte Inglés sería una realidad imaginada, mientras que el (corona)virus sería una realidad real, valga la redundancia... Pero ahí está, en la redundancia, la trampa dialéctica: no hay realidades reales, todas las realidades son ideales, todas son imaginadas. Es cierto que El Corte Inglés existe porque creemos en él, pero el Cóvid también.


     Cóvid, como tal nombre propio, es un acrónimo de COronaVIrus Disease: enfermedad del virus coronado. Pero esta "nueva" enfermedad no tiene nada de nuevo: su patología es más vieja que el catarro de Matusalén. De hecho no presenta síntomas, que es lo más sospechoso de todo. La enfermedad cursa generalmente asintomática. Y si presenta algún síntoma clínico como fiebre, cansancio, neumonía, tos, pérdida de olfato o cualquier otro de los muchos que se le han atribuido no es exclusivo de esa supuesta nueva enfermedad o síndrome, cuya existencia sólo la revela una prueba que, por otra parte, no prueba nada en absoluto.

    La única novedad de la supuesta 'enfermedad del virus coronado' o Cóvid, es la ausencia de síntomas o la presencia de los síntomas de toda la vida de cualquier gripe, catarro o neumonía. La única novedad de esta nueva enfermedad es el nombre: Cóvid, el nuevo artículo de fe, la pesadilla mortífera de una realidad imaginada, tan real como El Corte Inglés, no menos mortífero.